Del disco a la Red
Lo digital gana en todos los terrenos a lo analógico porque es mucho más fácil de transportar y puede disfrutarse desde cualquier lugar. Del mismo modo que ya no es necesario llamar al camión de la mudanza cuando se quiere trabajar en otro lugar, porque todo lo importante cabe en el portátil, tampoco hay que llevar el tocadiscos, ni siquiera el discman, a cuestas para escuchar música en el metro, en el autobús o andando.
El doble de los Beatles en un botón
Una reciente promoción de un reproductor de archivos de MP3 se jactaba de que en su modelo “mini”, con un precio de 79 euros, cabe el equivalente a la discografía completa de los Beatles multiplicada por dos. El modelo en cuestión tiene forma de botón y puede almacenar 1 Gigabyte de música digital, mientras que la discografía entera del legendario cuarteto de Liverpool ocupa 500 Megabytes, ni siquiera un CD-ROM. Lo asombroso es pensar que el modelo más amplio de esta gama de reproductores puede guardar y reproducir hasta 60 Gigabytes de música (más de 40 días de música ininterrumpida). Y ni es mayor que un teléfono móvil de gama alta (un Blackberry) ni es más caro, puesto que cuesta poco más de 400 euros.
Colecciones enteras de discos a las que antaño se les dedicaban habitaciones (la famosa “salita de la música”) se pierden hoy entre los enseres de un bolso o conviven junto al tarjetero en la pechera de las americanas. En un reproductor de alta capacidad (60 Gigabytes) pueden llegar a caber entre 20.000 y 30.000 canciones, lo que vienen a ser entre 1.400 y 1.500 discos. Basta enchufar los “cascos” para escuchar esta extensa discografía mientras se espera el autobús o se camina. Incluso muchos coches ya traen de serie la clavija para conectar el reproductor.
El ritmo está en el aire
Siempre se ha dicho que la música viaja por el espacio en forma de ondas. En Internet la música digital se mueve por todo tipo de cables como pez en el agua. Es, tal vez, el contenido más compartido de la Red junto con la imagen. Allá donde haya un acceso a Internet, puede haber en sus extremos dos o más personas compartiendo canciones como si estuvieran en la misma sala escuchándolas. Es tan fácil como conectar un ordenador en cuyo disco duro se han guardado canciones (por ejemplo, copiadas de discos compactos) y activar alguno de los programas diseñados para compartir música en canales Peer to Peer (P2P), expresión inglesa que se podría traducir como canal de punto a punto o canal entre iguales. Los dos más populares son eMule y BitTorrent. Estos canales unen a los usuarios que desean una canción (no importa cuán alejados estén) y los que la poseen. En pocos clics de ratón se puede establecer una red P2P por la que pueden viajar los álbumes buscados, a la vez que del disco duro propio otros usuarios extraerán los temas que les interesan. Con las conexiones de banda ancha españolas, un disco tarda poco más de unos minutos en llegar. Así de ligera es la música digital.
El negocio de la música online
Como buena parte de este trasvase de música se hace al margen de la industria musical, muchos artistas dejan de ingresar el dinero que ganaban antes con los discos. Pero también hay tiendas en la Red demostrando que se puede obtener dinero vendiendo canciones en formato digital (MP3 y otros). De hecho, todas las grandes compañías ya están en ellas y el debate ahora se sitúa en si estas canciones digitales deben, o no, llevar sistemas anticopia para evitar que los usuarios después las compartan libremente. A este respecto, hay países cuya legislación declara ilegales los sistemas anticopia y otros en los que las normas son más difusas. Los sistemas anticopia se conocen como DRM, o Gestor de Derechos Digitales en castellano, y las grandes compañías de discos lo exigen como condición para que una tienda pueda vender sus canciones en Internet. Por contra, las compañías independientes no suelen exigir DRM para que se venda su música online.
El usuario que se sienta incómodo con los sistemas P2P, bien porque prefiere un modo más directo y accesible de obtener su música favorita, bien porque desea que su dinero llegue a los artistas, puede optar por comprar canciones en los portales de descarga de música digital de pago. Los más populares son: