Rodríguez de la Fuente, con su imitada y enfática voz, fue pionero en los programas documentales de TV y consiguió que cerca de 25 millones de telespectadores se agolpasen semanalmente frente al receptor para contemplar “El Hombre y la Tierra”.
Llega un aire fresco
Este fascinante género televisivo sigue hoy vigente en la pequeña pantalla. Los documentales de todo tipo (actualidad, étnicos, naturaleza y vida animal, aventura, ciencia…) se multiplican y evidencian que la televisión con contenido no es, como se pretende en ocasiones, apetencia de unas irrelevantes (en términos de audiencia e ingreso publicitario, que es como se miden estas cosas) minorías. Programas como “Al filo de lo imposible”, “La Ruta de Samarkanda”, “Documentos TV” o “National Geographic” se han labrado el aprecio del público e incluso algunos de estos espacios alcanzan el 10% de share (porcentaje de espectadores que ve un programa respecto del total de personas que en ese momento ve la tele).
Origen de los documentales
En los años cincuenta, el público USA veía los documentales en las salas de cine. Se proyectaban antes de la película de turno, aunque por aquel entonces el director y el productor de los documentales no utilizaban ningún gancho para entretener al espectador. Los documentales no se acompañaban de música ni contenían una narración escrita por un guionista, sino el sonido real de la grabación. Estos documentales cinematográficos no merecieron una buena acogida por la audiencia, porque carecía de narración, música y dramatización y, como consecuencia, resultaban densos e incluso aburridos si se comparaban con el largometraje de ficción que se proyectaba a continuación. Con los posteriores documentales de TV ocurrió algo parecido. Y, como era de esperar, estos documentales primitivos acabaron desapareciendo de los canales comerciales de exhibición cinematográfica y de la propia televisión.
Años después, al documental se le agregaron los mencionados apoyos de texto, música, guión, etc, consiguiendo así que un programa este tipo pudiera perfectamente satisfacer a la audiencia, al menos a la más dispuesta a verlo. Sin embargo, el documental es un espacio (ya casi exclusivamente televisivo) que no se concibe en función del share ya que no congrega grandes audiencias, al contrario que ocurre con el fútbol, los concursos, las galas musicales, las películas o las teleseries.
Un negocio rentable
La prueba de la creciente aceptación de los documentales la tiene (en su banco) John Hendriks, un joven universitario de Alabama que en los años 80 fundó un servicio de cable con documentales sobre naturaleza, ciencia y tecnología, además de historia y aventuras de exploradores. Hoy, su canal, el famoso Discovery Channel, cuenta con 111 millones de suscriptores en 145 países y ha aportado a este visionario ganancias de más de 100 millones de dólares. Otro ejemplo del auge de estos productos televisivos tan específicos lo constituyen los documentales de National Geographic que, con 200 equipos trabajando en todo el mundo, ha ganado 800 premios en los últimos 30 años.
¿Quién está detrás de los documentales?
Tras la cámara de estos programas de TV tan peculiares y que tantos devotos mantienen se esconden, en muchos casos, especialistas y técnicos amantes de la aventura que dedican años de su vida a esperar el momento apropiado para filmar tomas que duran, quizá, unos pocos segundos. Exploradores y aventureros como Miguel de la Quadra Salcedo, Luis Pancorbo o González Green, por citar sólo algunos, que se niegan a un mundo de traje y corbata, y se sumergen en rincones inhóspitos y poco accesibles.
Despliegan una paciencia infinita para esperar días y noches con el único objetivo de lograr una imagen concreta. Son expertos en primeros auxilios, mecánica y supervivencia en las condiciones más adversas. Y aunque atraviesan por experiencias difíciles e incluso traumáticas, son vistos por muchas personas como bohemios que se lo pasan en grande viajando. Ellos, en cambio, se consideran sufridos trabajadores y manifiestan que la gente no comprende el esfuerzo que supone rodar un documental.
Caros y laboriosos
El costo de un documental de una hora se sitúa a menudo en torno a los 100 millones de pesetas (de media, se estima que aproximadamente de cada 15 horas grabadas se aprovecha sólo una). Un monto muy elevado cuya cuantía se debe a que filmar en formato cine (aporta muchas ventajas técnicas) resulta mucho más caro que hacerlo en vídeo. Las cámaras de cine poseen lentes más largas, menos pesadas y más sencillas de reparar que el vídeo. La cámara de vídeo es débil ante el polvo y la lluvia, y resulta difícil trasladarla a lugares remotos, mientras que la cámara de cine no genera tantas preocupaciones. Además, cuenta con un mecanismo que permite comprimir el tiempo y lograr, por ejemplo, que el metraje de una flor abriéndose a lo largo de toda una mañana, se visualice en 20 segundos.
Queda claro, pues, que filmar en formato cinematográfico encarece en un 40% el coste final. Después de una grabación de estas características se pasa la película a formato de vídeo, con el fin de aprovechar todas las posibilidades de edición y de aplicaciones informáticas.
Informar con rigor científico
El documental debe informar, educar y entretener. El entretenimiento y la amenidad son los alicientes para que los espectadores no cambien de canal. A esto hay que unir una característica notable que tienen los documentales: su base rigurosamente científica.
Si algo caracteriza al siglo XX, ha sido el avance en la tecnología. Los documentalistas han asimilado esta nueva tecnología y actualmente utilizan, entre otras, cámaras tan pequeñas como una lápiz para introducirlas, por ejemplo, en un hormiguero. El material que acompaña a los equipos que realizan los documentales se compone de varias cámaras, grabadores digitales, monitores de alta resolución, micrófonos de distintas características, zodiac con motores fuera de borda, un generador de corriente, todo terrenos 4×4…
Detrás de los canales de televisión y de sus éxitos empresariales también se encuentran los documentalistas. El documentalista es, en cierta manera, una persona desarraigada, ya que pasa unos 20 ó 30 días fuera de casa. Además, debe adaptarse a sus compañeros y al hecho de no tener comodidades. En el Himalaya o el Aconcagua, por ejemplo, hay tormentas de nieve en las que durante 15 días no queda otro remedio que guarecerse dentro de una tienda, sujetándola para que no la lleve el viento. Normalmente, los equipos toman parte un curso de primeros auxilios antes de ir a rodar. Necesitan saber cómo dar inyecciones, aplicar un suero antipicadura o transportar a una persona que se ha caído.
Nuevo lenguaje audiovisual
Las generaciones anteriores no conocían el lenguaje audiovisual que existe hoy. Los juegos de ordenador transcurren a una velocidad vertiginosa, y esto es lo que actualmente imitan la televisión y el cine. En consecuencia, los documentalistas se han tenido que adaptar a ese lenguaje. Si antes una toma panorámica en un documental duraba cuatro minutos, ahora se reduce a dos minutos para conseguir un ritmo más ágil.
Exito minoritario. Las causas de que los documentales sean productos tan apreciados, aunque tan sólo por una minoría a tenor de las audiencias, quizá haya que buscarlas en la escasez de información, la falta de profundidad y sentido que tiene la televisión generalista actual, a excepción de algunos programas, como el mítico “Informe Semanal” (TVE 1), “Espejo Público” (Antena 3) o especiales que normalmente se emiten a horas intempestivas. La gente está ansiosa por contemplar en televisión una historia con principio, desarrollo y final. La mayoría de los programas de entretenimiento alterna momentos de alta audiencia con otros de cifras más discretas (zapping interno), que habitualmente se traduce en contenidos chabacanos frente a otros más serios (no demasiado). Pero, en general, es tal el bombardeo de superficialidades, que los telespectadores necesitan la ráfaga de aire puro que los documentales proporcionan. Después de ver uno de calidad, se obtiene la satisfacción de haber aprendido algo, una sensación que la televisión comercial muy pocas veces proporciona.
Otra causa de su favorable aunque minoritaria aceptación, proviene de la profundidad con que los documentales informan acerca de cualquier acontecimiento, una hondura que difícilmente encontraremos en la mayoría de los noticieros.
Estos son algunos de los programas de documentales que actualmente emiten las televisiones de ámbito estatal y por satélite.
- La 2 de Televisión Española: “La aventura del saber”, “Lo que el siglo nos dejó”, “Jara y sedal”, “La ruta Quetzal”, “A vista de pájaro”, “Documentos TV”, “Línea 900”, “La ruta de Samarkanda”, “Hit Naturaleza” y “Grandes Documentales”.
- Antena 3 y Telecinco: De vez en cuando realizan algún especial como pudo ser el del Gran Wyoming sobre las drogas (Tele 5).
- Canal Plus: “Documental Naturaleza y otros, “El partido del siglo”, “National Geographic”, “Abierto en canal” y “24 horas”.
- Canal Satélite Digital: Canales temáticos: Documanía, Discovery Chanel, AXN (varios de sus programas son documentales), Viajar y Season.
- Vía Digital: Canales temáticos: Natura, Cultura, Hispavisión, Odisea y BBC Prime.