En boca cerrada no entra veneno
Cada día que pasa, somos más conscientes de la importancia de los accidentes domésticos: quemaduras, caídas, cortes, …, e intoxicaciones, de las que nos vamos a ocupar a continuación.
Nada inventamos al constatar que el hogar ha acabado convirtiéndose en un almacén de productos químicos con un gran potencial toxicofílico.
Artículos de limpieza, ambientadores, pegamentos, colas, pilas de botón, insecticidas y medicamentos forman parte del arsenal doméstico de todos los hogares. Además, la oferta de productos de limpieza crece sin freno y los hay específicos para cualquier uso: vajilla, ropa, muebles, hornos, suelos, cristales, metales, alfombras, pieles, plásticos, …
Parece natural que comencemos abordando este tema por el flanco más débil, el de las víctimas. Los niños de hasta 3 años son los más susceptibles al peligro: de hecho, la mitad de las consultas médicas por intoxicaciones domésticas en nuestro país tienen como pacientes a niños de esta edad.
Trasladándonos ya al modo en que se producen las intoxicaciones en los hogares, la más frecuente es la que ocurre por vía oral, al estar la ingesta del producto tóxico involucrada en el 84% de los casos, siguiéndole la vía respiratoria (inhalación) con casi un 7% de las consultas. La mucosa de los ojos como vía de entrada o contacto representa el 6% de los casos y la piel supone el 3% de estas intoxicaciones. Si se comparan las estadísticas europeas con las españolas, se comprueba que en Europa los medicamentos que se guardan en el hogar son responsables del 50% de las consultas toxicológicas mientras que en España sólo representan el 23%.
Sin embargo, en nuestro país los productos de limpieza representan la causa más importante de consulta toxicológica, casi el 50% de los casos, mientras que en Europa representan sólo el 17%. La inmensa mayoría (92,5%) de estas intoxicaciones son debidas a accidentes domésticos.
Los intentos de suicidio representan el 3,5% y los accidentes laborales sólo el 1,5% de los casos registrados. Es evidente, por tanto, que el hogar ocupa una plaza de privilegioen el capítulo de las intoxicaciones. Y dentro de las que tienen lugar en las vivendas, son a su vez mayoría las causadas por los productos de limpieza.
Limpiar, sí; intoxicarse, ni pensar
Los productos de limpieza utilizados para el lavado a mano de vajillas son compuestos tensioactivos aniónicos y pueden contener en menor cantidad tensioactivos no iónicos y anfóteros. Son de baja toxicidad y su ingestión provoca irritación gastrointestinal más o menos severa según la cantidad ingerida. Los lavavajillas para máquinas están constituidos por tensioactivos no iónicos e incorporan liberadores de oxígeno o de cloro, así como otros elementos para mantener la alcalinidad. Son irritantes para la piel y mucosas; si se ingieren, debido a que se trata de un cáustico alcalino, pueden originar lesiones; e incluso una intoxicación grave si la ingesta es elevada.
Los abrillantadores para el lavavajillas están formados por una solución hidroalcohólica, ácido cítrico y tensioactivos no iónicos. Son muy ácidos, por lo que irritan piel y mucosas, pudiendo provocar lesiones de la córnea en los ojos si el contacto es prolongado. La ingesta elevada provoca, además de irritación gastrointestinal intensa, lesiones cáusticas e intoxicación severa. Los detergentes para el lavado de ropa a mano son parecidos a los lavavajillas a mano y su toxicidad es también escasa y sólo en caso de ingesta elevada tienen un efecto laxante.
Los detergentes para el lavado de ropa a máquina son más peligrosos. Contienen tensioactivos aniónicos, no iónicos, jabones, mantenedores de la alcalinidad, liberadores de oxígeno, tensioactivos catiónicos y cargas inorgánicas, resultando por tanto muy alcalinos y produciendo fuertes irritaciones en la piel del afectado si el contacto es prolongado. En los ojos provocan conjuntivitis e incluso lesiones corneales. La ingesta de pequeñas cantidades provoca irritación gastrointestinal con náuseas, vómitos, y dolor abdominal. Si es elevada, sobrevienen lesiones cáusticas en el tracto digestivo ( faringe, esófago, estómago) que pueden entrañar gravedad y cuadro de intoxicación.
Los suavizantes de ropa son también muy tóxicos. Tienen tensioactivos catiónicos. Las soluciones concentradas irritan la piel y en pieles delicadas (niños y ancianos) pueden originar lesiones similares a las quemaduras. Irritan la mucosa ocular y es posible que lesionen la córnea, si la concentración y del tiempo de contacto son suficientes. La ingesta provoca irritación del tracto gastrointestinal, lesionando el esófago y el estómago. Además, no hay que descartar la aparición de hipotensión, arritmia cardiaca, ansiedad, agitación, y trastornos neuromusculares.
Los quitamanchas son un mundo aparte, hay una gran variedad de ellos, los específicos para un determinado producto o mancha, y los generales que sirven para casi todo tipo de manchas y/o superficies. Estos últimos están compuestos habitualmente por hidrocarburos clorados. Por su presentación, es difícil la ingesta accidental, pero si existen contactos con la piel o los ojos si el spray (en los quitamanchas aerosoles) se dirige hacia ellos, provocando en este caso conjuntivitis y lagrimeo abundante. La ingesta es rara en los aerosoles, pero puede darse una inhalación que causaría un poderoso efecto irritante sobre la mucosa respiratoria produciendo tos, fatiga, expectoración e incluso una pequeña neumonitis química.
Los friegasuelos y limpiahogares se presentan en forma líquida y en su composición aparecen tensioactivos, solución hidroalcohólica. Algunos pueden incluir pequeñas cantidades de amoniaco y aceite de pino. Su toxicidad es parecida a la de los lavavajillas a mano.
Los limpiacristales se componen de soluciones hidroalcohólicas, frecuentemente alcohol isopropílico o etílico, y en ya menores cantidades, de tensioactivos, glicoles y amoniaco. Son ligeramente irritantes para la piel y mucosas. La ingesta no produce sintomatología, pero si se trata de una cantidad grande aparece un cuadro de intoxicación etílica, depresión del sistema nervioso central y náuseas con dolor abdominal.
Los limpiadores líquidos del WC pueden ser de dos tipos: los constituidos por una sustancia ácida y los que tienen una solución de hipoclorito sódico. En el primer caso, se comportan como un caústico corrosivo y si en su composición entra el ácido fosfórico hay que tener en cuenta que tiene un efecto tóxico muy claro sobre el hígado (hepatotoxicidad).
- Mantenga los productos de limpieza fuera del alcance de los niños, en alturas o armarios cerrados, identificando los productos y con los recipientes bien cerrados; una vez utilizados guárdelos nuevamente en su sitio.
- Si se produce una ingesta accidental no administre líquidos, ni leche ni otros productos que aconseja el saber popular; si la ingesta ha sido muy pequeña y tiene dudas sobre la toxicidad del producto llame al Servicio de Información Toxicológica, teléfonos 93-3174400, 91-5620420 y 95-4371233. En los envases, en la parte inferior de la etiqueta, viene un teléfono al que dirigirse: 91-5620420. De todos modos, lo más recomendable es acudir inmediatamente al médico o a un servicio de urgencias.
- Si han quedado afectados los ojos, no utilice colirios ni pomadas oculares. Lave los ojos con agua corriente durante 15 minutos y mantenga los párpados abiertos para que el agua arrastre los restos del producto. Después acuda al médico para efectuar una exploración ocular, siempre llevando consigo el producto que ha ocasionado el accidente.
- Si ha habido contacto cutáneo e irritación de la piel, lave la zona con agua abundante, corriente, en arrastre, durante 15 ó 20 minutos. Si queda la quemadura persiste, hay que tratarla como tal y es aconsejable acudir al médico.