¿Cuál es la situación actual del tabaquismo en España?
Se está produciendo un descenso progresivo en el número de fumadores. Sin embargo, la evolución del tabaquismo en las mujeres jóvenes plantea problemas serios que nos obligan a no bajar la guardia. En 1993, las jóvenes fumadoras representaban el 21% del total de los fumadores y, en la actualidad, rondan ya el 27%. El gran problema del tabaquismo es que las grandes campañas publicitarias de la industria tabacalera van dirigidas al sector joven. De hecho, el 90% de los fumadores actuales han comenzado a fumar antes de los 20 años. Es indudable que los miles de millones de dólares que se gastan en publicidad directa e indirecta hacen mella entre los jóvenes. Y, teniendo en cuenta el repunte del tabaquismo que se adivina entre los jóvenes en Estados Unidos, mucho me temo que pronto llegará a Europa. Todavía, y por ejemplo, es muy vendible la idea del fumar asociada a la rebeldía.
Se habla tanto del tabaco … ¿Podría concretar las principales consecuencias negativas del fumar?
Al menos, están catalogadas unas 24 enfermedades relacionadas directamente con el tabaquismo. Los tres grandes bloques de males que engloban estas patologías son las enfermedades cardiovasculares, cánceres y broncopatías. Quiero recalcar que el tabaquismo es una de las grandes causas de la mortalidad en el mundo; en concreto, el 15% de las muertes se deben al tabaco, al igual que el 90% de los cánceres de pulmón diagnosticados. Tampoco hay que olvidar al fumador pasivo, que, sin comerlo ni beberlo, inhala el humo de otros; se estima que el 30% de estas personas corren el riesgo de padecer cáncer de pulmón. No se trata de alarmar a la población, sino de contrarrestar con datos objetivos toda esa imagen positiva del tabaco que promocionan sistemáticamente las grandes multinacionales.
Dejar el hábito es realmente duro para los fumadores. ¿Cuál es su consejo?
Reconozco que es muy difícil. Estamos hablando de una droga que crea una fuerte adicción. La diferencia entre otras drogas y el tabaco radica en que fumar está admitido socialmente y que, por lo tanto, puede estimularse su consumo. Además, la Administración tampoco puede entrar en grandes programas que inciten a dejar de fumar porque el tabaco es una gran fuente de ingresos para sus arcas. Hay que ser conscientes de que el tabaco tiene una gran capacidad de enganche; hay estudios que demuestran que dejar de fumar es más difícil que desengancharse de la cocaína e, incluso, a veces, de la heroína. Sin embargo, con una fuerte voluntad de dejarlo se consigue dejar de fumar. Ejemplos elocuentes sobran. Por otra parte, en muchos centros sanitarios públicos funcionan Unidades de Tabaquismo que atienden a las personas enganchadas al tabaco; sería conveniente que hubiese más unidades de este tipo por todo el país. También estoy seguro de que si todos los médicos aplicasen lo que llamamos el consejo mínimo -que cada facultativo aconseje a sus pacientes dejar el tabaco-, muchos fumadores dejarían de serlo.
¿Es correcto, o improcedente, el enfrentamiento entre fumadores y no fumadores?
La filosofía del Comité de Prevención del Tabaquismo evita entrar en enfrentamientos; de eso ya se encarga la industria tabacalera y sus líderes sociales afines, ampliamente recompensados, que sacan a relucir de manera frívola en tertulias radiofónicas, prensa y televisión la excelencias del fumar y el ataque que supone a su libertad el no poder hacerlo. Nosotros respetamos esa libertad siempre que no se disfrute en menoscabo del derecho de los no fumadores a no recibir el humo indeseado. Este es un caso parejo al de quien bebe alcohol porque es mayor de edad y tiene la suficiente información de sus consecuencias; que beba, pero que luego no coja su coche y provoque un accidente mortal. Lo que defendemos es que la sociedad disponga de una información correcta y real de lo que significa fumar… que conozca, en suma, los peligros del tabaco. También hacemos hincapié es la educación y la información a los adolescentes. Es tal cantidad la publicidad que dirige la industria tabacalera hacia los jóvenes, que nuestros esfuerzos se diluyen. En cuanto al tema del enfrentamiento entre fumadores y no fumadores, me gustaría señalar que cuanto más se ridiculiza y se frivoliza con el tema, mejor para la industria tabacalera. Cuando algunos líderes sociales nos llaman intolerantes a los que optamos por esta postura, el lector debe saber que esta crítica, del todo falsa, está perfectamente orquestada. No hay más que ir a Internet y buscar los papeles secretos de la Phillips Morris. Alguno se sorprenderá y comprenderá de lo que estamos hablando.
¿Cómo contrarrestan el aluvión de publicidad e informaciones positivas sobre el tabaco?
Es muy difícil. Tienen muchos medios a su alcance. La industria tabacalera es, junto a la de fabricación de vehículos y la de cierto refresco de cola, la que más gasta en publicidad en el mundo. Nosotros no disponemos de esos medios, y los éxitos que obtenemos se basan en la fuerza de la razón. Es tan evidente que el fumar es perjudicial para la salud (es la causa de muerte más importante que puede prevenirse), que nuestro mensaje llega a contrarrestar, a veces, las grandes sumas de dólares invertidas en publicidad. Por su parte, el Ministerio de Sanidad hace lo que puede, y nosotros lo alabamos, pero siempre tendrá al acecho al Ministerio de Hacienda, que le recordará los miles de millones de pesetas que produce para España el tabaco. Igual ocurre con los grandes medios de comunicación: no se pueden elaborar muchas informaciones sobre el tema porque la industria tabacalera es una de sus grandes clientes publicitarios.
Por último, ¿qué mensaje lanza a la sociedad el Comité de Prevención del Tabaquismo?
El mensaje sería “¡Deje de fumar! Aproveche cualquier excusa: comienzo de un supuesto nuevo milenio el año que viene, el del año 2000, que llega la primavera, lo que sea, pero deje de fumar. Se puede vivir mucho mejor sin fumar y con mayor calidad de vida, más sano y sin depender de nada”. El 70% de los fumadores quieren dejarlo, pues mucho ánimo y suerte. ¡Ah!, y los que no fumen, sobre todo los jóvenes, que no tengan curiosidad porque no se pierden nada.