Actualizado el web de la Guía Práctica del Camino de Santiago

Todo sobre los albergues, en Internet y a fecha de hoy

Dos técnicos de CONSUMER recorrieron durante la primavera de 2001 el Camino Francés y visitaron sus 101 albergues, con el fin de actualizar los datos de Guía Práctica CONSUMER "A Santiago desde Roncesvalles" publicada en julio de 1999
1 junio de 2001

Todo sobre los albergues, en Internet y a fecha de hoy

El usuario encontrará en esta nueva edición, disponible sólo en Internet (www.consumer-revista.com/caminodesantiago) junto con todos los datos revisados y actualizados, fotografías exclusivas de cada albergue y de la mayoría de los pueblos que recorre el Camino. Se han introducido asimismo otras novedades. Además de algunas mejoras de diseño y navegación en el web, el internauta dispone de todas las informaciones, ordenadas por etapas, en formato PDF con lo que puede imprimirlas y llevárselas al Camino para consultarlas in situ. Y se abre otra nueva opción: al lado de la información sobre cada albergue se abre un enlace desde donde se accede a un apartado en el que el caminante expresa su opinión sobre el albergue o la etapa, completando así los datos de CONSUMER. Al tiempo, podrá consultar la opinión de los otros usuarios de este web.

Cómo están hoy los albergues

En este segundo análisis, los albergues han deparado una mejor impresión que en la primera (que fue también satisfactoria), de julio de 1999, ya que han mejorado tanto en la conservación como en la limpieza. Ha desaparecido un albergue: el municipal de Calzadilla de la Cueza. Y los de Boadilla del Camino Municipal (Palencia) y el Seminario Menor de Belvis, de Santiago, están cerrados por obras hasta el verano de 2002. Por su parte, los antiguos albergues de Itero de la Vega, Boadilla del Camino -privado- y Frómista (Palencia), Ponferrada y Cacabelos (León) han sido sustituidos por otros nuevos. También han sido creados nuevos albergues: Santiago Apóstol en Puente la Reina (Navarra), Villalvilla y Castrojeriz (ambos en Burgos) y Riego de Ambrós y Laguna de Castilla, en León.

Baratos y acogedores

En total son 101 los albergues a lo largo del Camino. Lo habitual es que sean antiguas casonas parroquiales o municipales acondicionadas para ofrecer cama y servicios por una noche. Hasta llegar a Galicia, donde toda la red está gestionada por la Consejería de Turismo, la mayoría son propiedad de los ayuntamientos y, en menor medida, de las parroquias o congregaciones religiosas. Los hay que son responsabilidad de la Asociación de Amigos del Camino de la provincia (como el de Logroño o el de O Cebreiro), e incluso particulares, como el de Uterga (Navarra) o el de familia Jato en Villafranca del Bierzo.

El número de plazas conjunto de todos los albergues del Camino Francés supera la cifra de 6.000, pero a excepción del Campo Do Gozo donde pueden alojarse 500 peregrinos (800 en año Xacobeo) lo común es que cada uno disponga de entre 30 y 50 plazas distribuidas en salas diáfanas . Excepto en El Ganso, Leborerio, Villalvilla y Manjarín, en todos hay agua caliente en las duchas y un número de inodoros proporcional al de plazas. Cada uno presenta sus particularidades, como el Albergue Isaac Santiago de los Arcos (Navarra) que ofrece el servicio vespertino de masajista, o el de San Esteban, en Castrojeriz (Burgos) con energía solar. .

En uno de cada dos, el precio del alojamiento es la voluntad del caminante, aunque rige la obligación moral de dejar unas monedas en la hucha del albergue. Son muy pocos los que superan las 1.000 pesetas por noche (el coruñés de Santa Irene, por 1.500 pesetas, ofrece sábanas, toallas y mantas. En Torres del Río (Navarra), Lédigos, el Monasterio de Santa Clara, en Carrión de los Condes, y Terradillos de los Templarios (ambos, en Palencia) sale a 1.000 pesetas, pero en la mayoría de ellos el peregrino paga 300 pesetas por noche (en toda La Rioja) ó 500 pesetas; este último es el precio más habitual en 2001.

La mayoría, abiertos todo el año

La mayor afluencia de peregrinos se produce entre junio y septiembre, cuando los 101 alojamientos se hallan abiertos. Pero miles de personas recorren el Camino en otoño e invierno. Salvo Pamplona, todas las ciudades mantienen abiertos sus albergues durante todo el año. En Navarra (a lo largo de 155 kilómetros de Camino se distribuyen 14 albergues), limitan su servicio a la temporada estival el de Pamplona, uno de los dos de Cizur Menor, el de Santiago Apóstol de Puente la Reina y el de Los Arcos. En los 57 kilómetros de La Rioja, los 6 albergues aceptan peregrinos todos los días del año. Igual sucede en los 16 albergues de Burgos (que tiene 109 kilómetros) con la excepción de Arroyo de San Bol, que sólo abre en verano. Otro tanto ocurre con los 11 de Palencia, y aquí la excepción la constituye el de Frómista. León es la que más albergues ofrece (31), y también la que más kilómetros (220) recorre. Cierran en invierno el de Sahagún (aunque abren una casa) Rabanal, Riego de Ambrós, Cacabelos, Villafranca del Bierzo (el municipal) y Pereje. Y a lo largo de los 150 kilómetros que se recorren por tierras gallegas, todos los albergues -los 15 de Lugo y los 10 de La Coruña,- está disponibles los 365 días del año. Los horarios se ajustan a los de los caminantes, ya que éstos normalmente empiecen a llegar a las 4 de la tarde y parten antes de la 9 de la mañana. No resulta difícil encontrar las puertas de los albergues abiertas a cualquier hora, o al menos que en ellos se indique la manera de contactar con el hospitalero. En algunas localidades final de etapa, en verano se habilitan polideportivos, e incluso campas en los que se colocan colchones y tiendas de campaña, respectivamente. Es el caso de Los Arcos, Pamplona, Villafranca Montes de Oca, Boadilla del Camino, León, Astorga, Molinaseca y Villafranca del Bierzo.

Desde lo básico hasta lavadora y secadora

Salvo excepciones, en todos los albergues el peregrino encuentra agua caliente y duchas, pero los servicios han ido mejorando y el peregrino encuentra además de una agradable y eficaz hospitalidad, diferencias notables de uno a otro. Así, el lavadero para limpiar botas y ropa no falta en ningún albergue, al igual que un teléfono público. Y raras son las veces en que no hay en el albergue cobertura para el teléfono móvil o enchufes para rellenar su batería; cocina, mesa para comer y una sala de descanso también son comunes, igual que los botiquines. Son menos frecuentes lavadoras y frigoríficos, o máquinas de refrescos y café. Algunos albergues cuentan con máquina secadora para la colada (Azofra, León y Astorga), o microondas, como en Alto do Pino, de La Coruña. Es muy raro encontrar toallas y jabón, aunque en ocasiones se ofrecen previo pago de 200 pesetas.

Servicios para el peregrino

Conforme mayor es la localidad en que se encuentra el albergue, más servicios ofrece aquella al peregrino, pero algo las equipara a todas las ciudades del Camino: un bar abierto al público y un ultramarinos en el que comprar pan y conservas. Las carnicerías y el cajero automático son propios de pueblos de más de 1.000 habitantes, e igual sucede con las farmacias y el servicio médico (en pueblos más pequeños hay médico un día a la semana). Internet también se ha empezado a hacerse un hueco en el Camino, y no sólo en las capitales: se puede enviar un e-mail desde los albergues de Reliegos, Sarria, Melide, Sahagún, Boadilla del Camino y Puente y Hospital de Órbigo.

Impresiones peregrinas

Quizá lo que más llame la atención de todo lo que bulle alrededor del Camino de Santiago es que en pleno siglo XXI surja esta moda que aúna lo espiritual con lo vacacional. Hoy el Camino registra un boom que aumenta con el impulso de los años jacobeos (cuando el día de Santiago, 25 de julio, cae en domingo, el próximo será en 2004) y que las diversas administraciones públicas no desaprovechan para expandir los encantos turísticos de sus respectivos terruños. Por ejemplo, la Junta de Castilla y León tiene prevista una inversión de 18.000 millones de pesetas para adecentar la ruta a su paso por esta comunidad autónoma.

¿Cuándo viajar?

Los auténticos peregrinos anteponen la experiencia del Camino a cualquier elemento cotidiano: trabajo, estudios, familia, etc. y se lanzan a los páramos leoneses en busca de uno mismo y quizá incluso del propio sentido de la vida. Sin embargo, la mayoría disponemos de unos días de vacaciones y debemos afrontar la experiencia en fechas muy determinadas. En verano, el Camino se ve atestado de gente, en gran parte turistas, que busca en el Camino unas vacaciones distintas, baratas y con la ración justa de espiritualidad para afrontar en otoño las dosis habituales de transporte público, correo electrónico, colegio de los niños, fútbol, telediarios y clases de aeróbic. También durante la época estival abundan los jóvenes que aprovechan el Camino para efectuar su primera escapada con el beneplácito de sus padres.

Esta aglomeración veraniega irrita a los verdaderos peregrinos y agota a los hospitaleros, que no dan abasto y ven con incredulidad como el Camino se ha convertido en una carrera por etapas en busca de un colchón altruista que soporte con estoicismo un turista tras otro. Por lo tanto, quien planea hacer el Camino en verano ha de saber lo que le espera. Las mejores épocas para recorrer la Ruta Jacobea son finales de abril y comienzos de mayo, a partir de la tercera semana de septiembre y todo octubre. La mayoría de las personas que se encuentran en estas fechas por las sendas y en los albergues participan del verdadero sentido del Camino; además la climatología es idónea para largas cabalgatas por las tierras de campos y los castañares gallegos.

Los hospitaleros

La hospitalidad es una constante del Camino, algo de verdad que agradece el peregrino, y una de sus señas de identidad desde tiempo inmemorial. La mayoría de los hospitaleros que atienden los albergues y refugios a lo largo de la Ruta Jacobea son voluntarios que abandonan durante un tiempo sus tareas diarias y acuden a los hitos del Camino para atender los cuerpos cansados y las ampollas en los pies. Muchos de ellos son extranjeros (franceses, belgas, holandeses, ingleses, brasileños, etc.) de diferentes Asociaciones de Amigos del Camino y Confraternizaciones que no dudan en compartir su tiempo libre en estas tareas hospitalarias, el albergue Gaucelmo en Rabanal del Camino representaría a todos ellos. Otros son mitos autóctonos que han luchado por la regeneración del Camino y han hecho del albergue su forma de vida, Jato en Villafranca del Bierzo o Resti en Castrojeriz son el ejemplo perfecto de interrelación entre el peregrino y el hospitalero. Las órdenes religiosas que desarrollan su labor con caridad cristiana merecen el agradecimiento y reconocimiento de los peregrinos: los Padres Reparadores de Puente la Reina o las monjas Benedictinas de León pueden representar (sería prolijo citar a todos) al resto de hospitaleros de órdenes religiosas.

Por último están los hospitaleros que aunque perciben un sueldo dan el toque de profesionalidad a su labor que siempre viene bien. Aquí se englobarían todos los hospitaleros que administran los Albergues de la Xunta de Galicia.

Peregrinos

Los peregrinos son la esencia del Camino. Los hay de todas las procedencias y de todos los lugares del mundo. Gente perdida en su laberinto vital, personas ante un reto semideportivo, jóvenes en busca de nuevas experiencias, yupis que rompen con el vértigo de la M-30 y de las Torres Picasso, estudiosos del románico y del gótico, ascetas iluminados por Dios, seguidores del Apóstol Santiago, pícaros en busca de una cama gratis y brasileños con un libro de Paolo Coelho bajo el brazo, todos hacen del Camino durante unos días una manera de vivir. A todos ellos se les unen los viajeros turistas que se les hace difícil desconectar el móvil y piden con insistencia en el albergue un lugar para ver la final del Trofeo Carranza de fútbol.

Paisajes

El peregrino normalmente parte de Roncesvalles en pleno Pirineo para atravesar alternando bosques de hayas y de robles con verdes landas donde pasta la oveja latxa hasta llegar a Pamplona. En los alrededores de la capital navarra se vislumbran las primeras fincas de cereales que pasarán del verde al amarillo rastrojero y que serán una constante hasta llegar a Galicia. En La Rioja el viñedo renquea dando color y sabor a la ruta a ritmo de jota. Por Burgos y Palencia con su Tierra de Campos el peregrino navega por el mar de cereal salpicado de chopos ribereños mientras el sol se pone en el lejano horizonte mesetario. En León el páramo arriero deja paso en el Bierzo a huertas y viñas con los montes galaico-astures al fondo. Galicia es el inicio del tobogán final: el último gran esfuerzo en el Cebreiro rodeado de castaños para discurrir por veredas entre aldeas con mujeres de negro y paraguas colgados en la espalda, donde rumian las denostadas vacas que miran impasibles al peregrino loco bajo el orbayo.

Piedras con historia

El Camino de Santiago se ha forjado a lo largo de los siglos con la gente que iba y se quedaba en medio de pueblos y ciudades. Toda la ruta es un museo arquitectónico y antropológico que nos explica las maneras de vivir en el último milenio. La Colegiata de Roncesvalles con su iglesia gótica sella la Compostela que inicia el Camino. Posteriormente el peregrino se encontrará con la ermita románica de la Trinidad de Arre, el puente de Puente La Reina, el claustro de San Pedro de la Rúa en Estella, la iglesia del Santo Sepulcro en Torres del Río, la concatedral de la Redonda en Logroño, Santa María la Real de Nájera, la catedral en honor de Santo Domingo de la Calzada (auténtico impulsor del Camino), la Virgen Peregrina en Leiva, el milagro de la Luz en San Juan de Ortega, la espectacular catedral de Burgos, la Colegiata de la Virgen del Manzano en Castrojeriz, la iglesia de San Martín en Frómista (uno de los mejores ejemplos del románico español), la tremenda iglesia-fortaleza templaria de Santa María de la Blanca en Villasirga, la extraordinaria imagen del Pantocrator en Carrión de los Condes, las palomeras de Lédigos, la iglesia románico mudéjar de San Tirso en Sahagún, la espectacular catedral de León (las vidrieras con sol se convierten en mosaicos de color), el puente con 19 ojos entre Puente y Hospital de Órbigo, el Palacio Episcopal de Gaudí en Astorga, el pueblo maragato de Castrillo de los Polvazares, la Calle Real de El Acebo, las casas de pizarra de Molinaseca, el Castillo de los Templarios de Ponferrada, el prerrománico templo de Santa María la Real en O Cebreiro, el rico conjunto arquitectónico del Monasterio de Samos (símbolo cultural de Galicia) con su fachada neoclásica, el embalse del Miño en Portomarín, los pazos de Palas de Rei, el cruceiro de Melide (el más antiguo de Galicia) y por último la anhelada e impresionante Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela con su bella e histórica catedral donde nos esperan el Botafumeiro y el Apóstol.

Degustar

El peregrino se nutre de alimentos básicos (pan, leche, embutido, ensaladas, pastas, agua, etc.) pero el Camino también puede ser un lugar donde degustar unas buenas viandas locales aderezadas de interesantes conversaciones. La chistorra y el ajoarriero navarro, el vino y las patatas con chorizo riojanas, el pan y el cordero asado burgalés, la sopa castellana y los pichones palentinos, el cocido maragato, las mantecadas de Astorga, los embutidos de Molinaseca, los pimientos del Bierzo, el lacón con grelos gallego, el pulpo a feira de Melide, el albariño y las centollas en Santiago¿ pueden ser un ejemplo de lo más representativo de la faceta gastronómica del Camino.

Comida bien planificada

Si se comienza a caminar por la mañana, es fundamental dedicar tiempo suficiente, al menos 20 minutos, a disfrutar de un desayuno completo que incluya lácteos, cereales (cereales en copos, pan, tostadas, pan de molde…), fruta o zumo y complementos (mantequilla o margarina, queso, fiambres, mermelada, miel, azúcar…)

Si la marcha se va a realizar por la tarde, conviene tomar una comida sencilla y sin demasiadas grasas dos horas antes de comenzar. Por ejemplo: un plato de pasta, arroz o verdura con patata, carne o pescado (cocinados de manera sencilla, sin mucha grasa) con guarnición de verdura o ensalada. La comida debe ir acompañada de pan y una fruta o algún lácteo suave de postre. En caso de optar por comer un bocadillo, es preferible que sea de tortilla de patata, acompañado de fruta y/o zumo y batido o infusión azucarada, ya que de este modo aseguramos un buen aporte de hidratos de carbono, el mejor antídoto contra la pájara.

Puesto que el desarrollo de cada etapa dura varias horas, conviene que cada 60 ó 90 minutos nos tomemos un breve descanso para beber e ingerir algo sólido que contenga hidratos de carbono, lo que nos permitirá mantener mejor el ritmo de ejercicio, y sobre todo por dos razones fundamentales: evitar la pájara y la deshidratación.

Hidratación antes, durante y después de la caminata

Durante el ejercicio continuado, el agua es tan importante como los hidratos de carbono, sobre todo en días de mucho calor y humedad. Es un error relativamente generalizado no beber agua ni antes ni durante la caminata, así como esperar a tener sed o hambre para comenzar a beber agua y tomar alimentos.

La sed aparece después de que el cuerpo ha comenzado a deshidratarse. Por tanto, se deberá beber agua regularmente, dependiendo del calor y de la humedad, antes de que comience la sensación de sed. Para saber si se está tomando líquidos suficientes, basta con observar el aspecto de la orina. Un color amarillo pálido indica hidratación adecuada, mientras que, micciones frecuentes, en pequeña cantidad y de un color amarillo dorado o intenso y olor fuerte es indicativo de que no se cubren los requerimientos de líquidos. La deshidratación puede llegar a provocar una sensación de mareo, náuseas, e incluso, vómitos y diarreas.

Si el ejercicio se prolonga durante horas, se aconseja tomar tres vasos de agua 1 ó 2 horas antes de iniciar la actividad, dos vasos 15 minutos antes y beber la cantidad de líquido equivalente a un vaso, cada 40 minutos aproximadamente, durante el desarrollo de la etapa. Es recomendable que la bebida se mantenga fresca, para lo cual al peregrino no le ha de faltar una cantimplora adecuada.

Asimismo resulta fundamental la rehidratación una vez concluido el esfuerzo físico del día, incluyendo agua e hidratos de carbono; y si la transpiración (sudor) ha sido importante será preciso además de hidratar, de reponer los electrolitos perdidos.