No siempre es Navidad a gusto de todos
¡Feliz Navidad! es sin duda, la expresión que más se repite durante estos días de celebración: no falta en villancicos, postales, anuncios publicitarios ni tampoco en saludos y despedidas entre amigos y familiares. Aunque felicidad y Navidad no son siempre un matrimonio bien avenido. De hecho, así lo constatan los resultados de una encuesta elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). La investigación revela que el 56,5% de los españoles considera que estas fiestas tienen un carácter familiar, mientras que un 26,2% creen que son puramente comerciales y un 11% destacan su valor religioso. Asimismo, la Navidad es una época de alegría para el 49,8%, mientras que un 27% sienten tristeza y melancolía y para un 17,3% el sentimiento que reina durante estos días es el agobio. Todo ello apunta a que una parte importante de la población sobrevive, soporta o, simplemente, pasa la navidad sin pena ni gloria. Hay quien no halla en estas fechas nada especial que le motive para divertirse de una forma especial o que le anime a emprender proyectos diferentes. La vivencia de estas fiestas, por tanto, es diferente según el estado de ánimo de cada persona, de que se tengan niños o de que se conviva con personas mayores.
Es Navidad: ¿toca divertirse?
Son muchos los psicólogos que después de las navidades tienen la agenda llena. Sin embargo, estos mismos especialistas recuerdan que para muchas personas la Navidad no supone nada. Se trata solo de una oportunidad como cualquier otra de encontrarse con familiares y amigos. Ahora bien, aunque muchas personas viven esta época con normalidad, hay quien no logra liberarse de la presión social que empuja a estar alegre. La Navidad se le atraganta a muchas personas a las que les encanta comer bien o divertirse en una fiesta, precisamente porque se sienten obligadas a compartir una comida con familiares o amigos con los que no mantienen una buena relación. De ahí la liberación que una gran parte de la población experimenta el 7 de enero, con el fin de las fiestas.
deciden pasar unas fiestas de forma alternativa
Más allá del componente religioso, la Navidad se relaciona de forma directa con regalos y celebraciones. Reuniones en las que la comida y la bebida adquieren un protagonismo especial. Pero el peligro se centra en dejarse llevar por la inercia y hacer cada año lo mismo: un día a casa de los padres y otro día a casa de los suegros, contar los mismos chistes y mantener las mismas discusiones. Los expertos aconsejan innovar y hacer lo que realmente le apetezca a uno. Ésta, aseguran, es la mejor medicina para combatir la depresión.
Casi un millón y medio de personas mayores de 65 años viven solas en España. Y, para ellas, la Navidad también debería ser una época de ilusión, aunque no siempre es así.
El principal consejo es no hacerles sentir que, quizás, el año que viene ya no estarán.
Es muy importante relacionarse con ellos de acuerdo al nivel de energía y vitalidad que tengan. “Ni como jóvenes de veinte años ni como moribundos”, aconsejan los expertos.
Sin embargo, la Navidad puede ser muy dura para las personas mayores que no disfrutan de una buena red social o familiar, a pesar de la puesta en marcha de iniciativas que intentan combatir esta situación.
El Ministerio de Sanidad, a través del IMSERSO, ha puesto en marcha de nuevo la campaña “Juntos en Navidad”, dirigida a los mayores que viven solos para que, durante estas fiestas, puedan disfrutar de la compañía de otras personas en un lugar cálido o en un balneario.
Una Navidad diferente
Por eso, muchas personas a las que la Navidad no les gusta o no les motiva de forma especial deciden pasar unas fiestas de una forma alternativa. Aprovechan para viajar a algún destino en el que la Navidad se viva de una forma diferente o donde simplemente no se celebre. Las agencias de viajes, conscientes de esta realidad, ofrecen numerosas posibilidades. Según datos del Instituto de Estudios Turísticos, perteneciente al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, el 2,6% de los viajes que se realizaron durante el año 2009 se efectuaron durante las fiestas de Navidad. A pesar de que el motivo de muchos de estos viajes era visitar a familiares o amigos (71,3%), más de uno de cada cuatro viajes (28,3%) tenía como objetivo otro tipo de ocio. Y se trata de una tendencia al alza. Parece ser que los villancicos y los turrones pierden peso ante la posibilidad de conocer destinos exóticos o disfrutar las fiestas de otra manera.
El blues de Navidad
¿Quién dijo que la Navidad debería ser una época de felicidad? Aunque nadie levanta la mano, esta creencia está más que extendida en nuestra sociedad. Sin embargo, la realidad es que muchas personas se deprimen en esta época del año. La tristeza que asalta a muchos durante estas fiestas se conoce como “depresión blanca”, “depresión navideña” o “blues de Navidad”. Según la Asociación Europea de Psiquiatría Social, un 20% de los españoles padecen este problema. El ambiente de alegría y dicha colectiva motiva la añoranza y la tristeza por la falta de familiares o amigos allegados. Es entonces cuando las personas pueden deprimirse en mayor o menor grado. Los psicoterapeutas aseguran que las principales causas que explican los “bajones” anímicos navideños son la perspectiva de reunirse con familiares problemáticos, el desembolso económico que suponen las celebraciones y la ausencia de los seres queridos, ya sea porque hayan fallecido o porque uno se ha separado de ellos. En el caso de familiares o amigos desaparecidos, la melancolía tiene que ver, muchas veces, con el hecho de pensar en la propia muerte. Y es que a muchas personas les cuesta asimilar que la vida es finita.
Tampoco hay que olvidar uno de los grandes males de nuestro tiempo: la soledad. Cada vez es mayor el número de personas que no saben convivir con ella. Eso sí, hay que recordar que no es lo mismo estar solo que sentirse solo. Sentirse aislado es uno de los principales motivos de depresión durante la Navidad. El aumento del gasto doméstico también afecta al estado de ánimo de muchas familias, más si viven una situación de paro o de ajuste económico. La presión social que incita a gastar es muy fuerte. Lo más recomendable es intentar huir de los clichés tradicionales: si no es posible hacer regalos, lo mejor es expresarlo abiertamente.
Las familias con niños son, en general, más divertidas y motivadoras para todos. La razón es que se viven las fiestas a través de sus ojos. Son muchas las personas que han recuperado la ilusión cuando celebran estas fechas con sus hijos pequeños, nietos, sobrinos… El problema es que gran parte de la ilusión de los pequeños se concentra en los regalos, de ahí que los pedagogos recomienden que los niños aprendan lo antes posible que el sentido de la Navidad lo proporcionan las relaciones humanas y, aunque disfruten de los regalos, también deben aprender a valorar y disfrutar de otras actividades que también forman parte de la Navidad: visitar a familiares, salir en familia, las vacaciones…