Más limpios, pero el doble de caros que la gasolina
Pero, ¿cómo se puede reducir el consumo de estas fuentes energéticas sin que ello altere y limite otros hábitos de consumo? Sobre esta pregunta se han realizado muchas, y distintas, valoraciones; y la principal conclusión revela que, reduciendo el gasto de carbón, petróleo y gas natural, sólo sería posible mantener el derroche energético actual mediante el uso de energías alternativas, que favorecen además un mayor equilibrio en el medio ambiente.
Una de estas energías renovables y limpias son los biocombustibles (bioaceites y bioalcoholes) obtenidos de las especies vegetales (colza, remolacha, girasol…). A diferencia de los combustibles tradicionales (petróleo, carbón y gas natural), éstos no se encuentran almacenados en la tierra, sino que proceden de las plantas, que obtienen sus constituyentes del CO2 de la atmósfera a través del proceso de la fotosíntesis (este CO2 es el mismo que desprenden los motores como producto de la combustión).
Respecto a los bioaceites, su obtención es posible a partir de más de 300 especies vegetales, fundamentalmente de sus semillas y frutos (los más utilizados son de colza, especialmente, y de la palma, girasol o soja). Estos aceites se extrae normalmente por compresión, por extracción o por pirólisis (por acción del calor), aunque el conseguido en estos dos últimos procesos no resulta adecuado para su utilización en motores de combustión interna (los instalados en los automóviles actuales). Una segunda operación, conocida como transesterificación, permite obtener ésteres (compuestos químicos con alcohol) para su aplicación en motores diesel.
Sin embargo, el coste resultante de todos estos procesos es todavía demasiado elevado, lo que hace de estos aceites en sí un producto, de momento, poco competitivo en el mercado desde un punto de vista económico.
El alcohol, complemento para la gasolina
Los bioalcoholes utilizados como fuente de energía son el etanol y el metanol. El uso de alcoholes en los motores como una alternativa a la gasolina se propuso, y se realizó a gran escala, tras la crisis energética de principios de los años setenta (Brasil fue el país que más recursos dedicó), pero, pasada la euforia inicial, su uso decayó progresivamente, y, en la actualidad, se proponen como aditivos de la gasolina y no como sustitutivos de ésta. Por ejemplo, el carburante de los coches que circulan por Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil, entre otros lugares, contiene etanol, pero la cantidad de éste no supera generalmente el 10% de la mezcla total.
Según los expertos, es factible que un motor de combustión interna, como el que se instala en los automóviles de hoy en día, funcione con biocombustible, si bien cabe que matizar que su máximo rendimiento se limita todavía a motores de poca potencia.
Costes de los biocombustibles
No se encuentra un biocombustible líquido (bioalcohol y bioaceite) que sea claramente más ventajoso que otro (la elección dependerá del fin al que se destine), ni siquiera por su coste, que varía en función de diversos factores: materias primas utilizadas, precio en el mercado de los subproductos y derivados producidos con el biocombustible, coste de la energía, tecnología utilizada en el proceso de transformación, así como el propio tamaño del vegetal.
En cualquier caso, producir bioalcohol o bioaceite siempre resulta bastante más costoso que generar gasolina y gasóleo, por lo que la concesión de subvenciones o de facilidades impositivas resulta imprescindible para potenciar el uso de estos biocombustibles, siempre menos agresivos para el medio ambiente. Cara al futuro, cabe matizar que gracias a los decrecientes costes de las materias primas agrícolas y a las mejoras en la tecnología procesadora, los costes podrían reducirse en un 30% para el 2010.
- No incrementan los niveles de CO2 en la atmósfera, con lo que se reduce el peligro del Efecto invernadero.
- Proporcionan una fuente de energía reciclable y, por lo tanto, inagotable.
- Revitalizan las economías rurales, y generan empleo al favorecer la puesta en marcha de un nuevo sector en el ámbito agrícola.
- Se podrían reducir los excedentes agrícolas que se han registrado en las últimas décadas.
- Mejoran el aprovechamiento de tierras con poco valor agrícola y que, en ocasiones, se abandonan por la escasa rentabilidad de los cultivos tradicionales.
- Mejora la competitividad al no tener que importar fuentes de energía tradicionales.
- El coste de producción de los biocombustibles dobla, aproximadamente, al del de la gasolina o gasóleo (sin aplicar impuestos). Por ello, no son competitivos sin ayudas públicas.
- Se necesitan grandes espacios de cultivo, dado que del total de la plantación sólo se consigue un 7% de combustible. En España, habría que cultivar un tercio de todo el territorio para abastecer sólo la demanda interna de combustible.
- Potenciación de monocultivos intensivos, con el consiguiente uso de pesticidas y herbicidas.
- El combustible precisa de una transformación previa compleja. Además, en los bioalcoholes, la destilación provoca, respecto a la gasolina o al gasóleo, una mayor emisión en dióxido de carbono.
- Su uso se limita a un tipo de motor de bajo rendimiento y poca potencia.