Parques infantiles

Los parques infantiles entretienen a los hijos y "liberan" a los padres

Un grupo de empresarios mexicanos inspirados en sus propios hijos anunció, en noviembre de este año, que exportará a Europa, Estados Unidos, América del Sur y Asia 200 diminutas ciudades diseñadas especialmente para que los niños y niñas puedan jugar a ser mayores
1 enero de 2000

Los parques infantiles entretienen a los hijos y "liberan" a los padres

La nueva iniciativa desborda fantasía, y pretende revolucionar un mercado, el del ocio infantil, que, en plena expansión, cuenta sus beneficios en miles de millones. Al menos, esta iniciativa trasladada a España supondría la prematura innovación de un sector que no ha hecho más que despegar. Chiqui Park es, junto a Camelot y Multiaventura, la empresa española más pujante en el negocio de los parques infantiles, y emprendió su andadura en 1994, con la inauguración en Pamplona de su primer centro. Tres años después, en 1997, Chiqui Park cifró su facturación en mil millones de pesetas, y hoy, su red suma ya 35 parques infantiles que operan en diferentes ciudades. “Nuestra filosofía consiste en el diseño de grandes espacios de ocio que permiten a los peques divertirse sin limitaciones, de una forma sana, sin máquinas, sin riesgos y desarrollando al máximo su psicomotricidad”, explican desde esta empresa.

En qué radica el éxito de estos parques

A tenor de los resultados económicos obtenidos por esta empresa, la idea parece buena, pero especialistas en educación infantil entienden que la razón del éxito de iniciativas como ésta se explica por otros factores bien distintos como, por ejemplo, las restricciones que, cada vez más, sufre el juego libre y espontáneo de los más pequeños. Las casas son pequeñas y siempre se corre el riesgo de que algo valioso se rompa, las calles de las ciudades encierran peligros todavía desconocidos en los pueblos, los peques dedican cada vez más tiempo de ocio a ver la televisión o a actividades extraescolares (normalmente, dirigidas por adultos), y qué decir de sus dificultades (por tiempo y espacios) para quedar con los amigos de juegos. Ante este panorama, los parques infantiles se convierten en el lugar ideal para paliar en cierta medida esas barreras, proporcionando un espacio seguro de juegos donde, sin la intromisión de los adultos, todo está pensado para el disfrute de los más pequeños de la casa, que, por cierto, no son pocos.

Estos parques están configurados para acoger a niños con edades comprendidas entre uno y 12 años, un amplio arco que garantiza a las empresas gestoras de estos centros un número importante de usuarios potenciales. Según el último balance del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España viven unos 6 millones de niños menores de doce años. Chiqui Park, Camelot y Multiaventura informaron a CONSUMER de que cada uno de sus centros recibe de media cada mes a unos 8.500, 6.000 y 2.800 niños, respectivamente.

Pero, ¿quién es el verdadero destinatario?

El éxito de los parques infantiles viene refrendado, además, por otra cuestión bien distinta y relacionada directamente con la actitud de los padres. En general, su confianza en estos centros parece plena -“los niños se divierten mientras están seguros”, piensan-, y, a cambio, cuentan con la oportunidad de habilitar para su propio disfrute parte de su tiempo de ocio.

En este contexto, hay que otro factor que ha comenzado a influir en el reparto del tiempo de ocio de muchos matrimonios: la progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral. Y eso que todavía, en España, la ocupación laboral de la mujer no se acerca a las medias de otros países, por lo que, cabe suponer, dispone de más tiempo para estar con sus hijos. El informe elaborado por el Ministerio de Trabajo al cierre del tercer trimestre de 1999 refleja que, en España, el desempleo femenino (22,8%) duplica al masculino (10,8%), cuando en otros países como Estados Unidos, Suecia o Gran Bretaña el paro afecta a más hombres que a mujeres (en la Unión Europea, el paro de la mujer no llega al 13%).

Por otro lado, el contexto en que se mueve el negocio de los parques infantiles podría ser todavía más favorable si las variables demográficas no fueran tan negativas. Según los resultados de una encuesta dada a conocer por el INE el pasado mes de diciembre, España tiene la tasa de natalidad (1,07 hijos por mujer) más baja del mundo: la India llega a 3,2 hijos; Estados Unidos, a 2,06; China registra 1,8 hijos por mujer; la Unión Europea alcanza de media los 1,4 hijos; y otros países europeos como Irlanda, Dinamarca, Francia, Luxemburgo, Finlandia o el Reino Unido presentan una fecundidad media por encima de 1,7 hijos por mujer.

Se da por supuesto que el escaso número de nacimientos, en España o en otro país del planeta, supone un freno para cualquier iniciativa empresarial que pretenda obtener beneficios en el ámbito infantil. Y nada indica que este problema (que se viene agudizando desde 1970, cuando cada familia española tenía de media casi tres hijos), vaya a solucionarse en los próximos años, cuando, para garantizar el reemplazo generacional, se necesitaría llegar a un mínimo de 2,1 hijos por mujer.

Un parque infantil no es una ludoteca

Especialistas consultados por esta revista han afirmado que asistir a un parque infantil de forma esporádica puede ser una actividad sana y divertida, pero, entienden, este espacio, por sí sólo, no garantiza del todo la satisifacción de las necesidades lúdicas infantiles. Todavía son muchos quienes confunden los conceptos de parque infantil y ludoteca. Mientras los primeros, en general, tienen como única finalidad distraer a los pequeños a través de estructuras psicomotrices, las ludotecas están concebidas con el propósito de cumplir también una función educativa, social y cultural; se trata de educar en el tiempo libre a los niños por medio de juegos y juguetes, y para ello se establece un programa anual que requiere cierta fidelidad de los pequeños, que están atendidos por profesionales especializados en la educación infantil (en los parques infantiles, el personal se ocupa casi exclusivamente de cuidar de la seguridad de los niños).

En este sentido, y ante la tentación de abusar de estos centros para saciar las ansias de diversión de nuestros hijos, los especialistas consideran que para estimular un desarrollo físico, intelectual, social y afectivo en los hijos, los adultos debemos estar más abiertos al juego, invitando a casa a otros niños y niñas, reservando espacios y tiempo para jugar en familia y ofreciendo otras alternativas como las colonias (en vacaciones), ludotecas, o centros donde se organicen excursiones.

Atracciones muy divertidas

Un niño, normalmente, no se aburre nunca en un parque infantil. Circuitos de varios niveles y dificultades, piscinas de bolas, toboganes, trampas, túneles, canastas, máquinas de fuerza, lugares de dibujo… conforman un campo de juegos amplio, variado y diferenciado, normalmente, en dos niveles de edades: de 1 a 4 años, y de 5 a 12 años. A estas actividades, que naturalmente varían en función del tipo y la extensión de los centros, se unen otras ofertas que realizan estas empresas como, por ejemplo, la organización de cumpleaños con todo tipo de atracciones. También se ofrece a los niños la oportunidad de hacerse socios del Club, con lo que adquieren una serie de privilegios y ventajas especiales: participar en sorteos mensuales, regalos sorpresa, asistir al parque de forma gratuita alguna vez al mes…

El origen de estos centros

Surgieron inicialmente en USA e Inglaterra, para que padres y madres pudieran realizar sus compras, ir al cine o, sin más, divertirse o practicar un deporte sin la necesidad de tener que vigilar a sus hijos o de encargar su cuidado a alguien. Una cadena de comida rápida americana fue la pionera, al instalar estos pequeños parques en sus establecimientos, y poco después algunas grandes superficies copiaron esta fórmula para facilitar las compras de los mayores. Se trataba, en definitiva, de ofrecer actividades lúdicas a los niños en lugares que les pueden resultar algo aburridos, en aras de que no supongan un freno para actividades realizadas por los padres. Este negocio se ha ido expandiendo, sobre todo en el extranjero, a hoteles, piscinas, complejos deportivos, estaciones de servicio, salas de hospital, aeropuertos, delegaciones de la Administración pública.., aunque también se puede encontrar en espacios aislados y creados como centros independientes de cualesquiera de las actividades reseñadas.

Precauciones a adoptar por los padres

La Comisión Europea aprobó, en 1998, una normativa sobre seguridad en juegos infantiles que no diferencia las actividades en la calle o en el interior de los centros. Francia es el único país europeo que, en la actualidad, aplica esta norma, mientras que en España el Gobierno central ha optado por que sea de libre aplicación. Así, a falta de una normativa que regule la calidad y seguridad de los parques infantiles, los padres deberían comprobar, antes de dejar a sus hijos, que estas salas cumplen unas medidas de seguridad mínimas.

  • La información sobre el aforo del local debe estar bien visible. Si el número de niños es excesivo, aumenta el riesgo de que se produzcan accidentes.
  • La sala ha de disponer de un plan de emergencia (extintores, salidas de urgencia, botiquín…) a la vista de todos. Las salidas de emergencia deben ser fácilmente reconocibles por los más pequeños. La palabra exit, por ejemplo, es del todo incorrecta en este tipo de recintos, ya que la mayoría de los niños o no sabe leer o desconoce el inglés.
  • El suelo debe ser mullido, flexible, elástico, blando y capaz de amortiguar la caída de los pequeños. En ningún caso, puede ser de loseta, madera o piedra.
  • El equipamiento ha de incluir bancos o asientos, lavabos adaptados para el uso de los más pequeños y alguna fuente o surtidor de agua.
  • Debe haber empleados que se encarguen de dirigir las actividades de recreo y de la vigilancia de los niños, así como de la limpieza y mantenimiento del local.
  • El diseño de cada aparato debe estar pensado para que su utilización esté exenta de peligros.

La oferta de los principales parques

CHIQUI PARK

  • Número de parques en España: 35.
  • Edad de niños y niñas: entre 1 y 12 años.
  • Personal: 15 monitores por centro.
  • Otras características: estructuras adaptadas a niños disminuidos (los juegos están pensados para desarrollar la psicomotricidad).
  • Afluencia: 8.500 niños de media al mes por centro.
  • Precios:
    • 500 ptas por hora y niño (por media hora u otras fracciones, 250 ptas).
    • Chiqui Tarifa: 1.100 ptas por niño (tiempo ilimitado).
    • Fiestas de cumpleaños (mínimo 8 niños), desde 1.395 ptas por niño.

CAMELOT

  • Número de parques en España: 23.
  • Edad de niños y niñas: entre 1 y 12 años.
  • Personal: entre 8 y 10 monitores por centro.
  • Otras características: estructuras adaptadas a niños disminuidos (los juegos están pensados para desarrollar la psicomotricidad).
  • Afluencia: 6.000 niños de media al mes por centro.
  • Precios:
    • De lunes a viernes, desde 600 ptas por hora y niño.
    • Sábados, domingos y festivos, desde 750 ptas por hora y niño.
    • Tiempo ilimitado, entre 750 y 900 ptas por hora y niño, según el centro y los días.
    • Por grupos de 10 niños, entre 350 y 600 ptas por hora y niño, según el centro y el día.
    • Entrada gratuita para los padres. Fiestas de cumpleaños (mínimo 10 niños), desde 850 hasta 1.450 ptas por niño.

MULTIAVENTURA

  • Número de parques en España: 5 propios y 7 más en régimen de franquicia.
  • Edad de niños y niñas: entre 2 y 12 años.
  • Personal: un monitor por cada diez niños.
  • Otras características: Estructuras adaptadas a niños disminuidos (los juegos están pensados para desarrollar la psicomotricidad).
  • Afluencia: 2.800 niños de media al mes por centro.
  • Precios: 795 ptas por hora y niño. Los padres pagan un precio similar.