Cuando el retrete se convierte en un cubo de basura
Toallitas, tampones, lejía, medicamentos, pinturas, restos de comida… La lista de residuos que acaban en el váter y que no deberían arrojarse allí es cada vez mayor y, con ello, su impacto ambiental y económico. Así lo señalan los responsables de los sistemas de depuración de aguas residuales, que subrayan que la aportación de material artificial -ni residuos orgánicos ni excretas humanas- es de 25 gramos por habitante y día en peso húmedo, un 20% de la carga contaminante total aportada.
Por tanto, las consecuencias medioambientales y económicas de esa basura impropia son considerables. Los residuos biodegradables se pueden depurar, pero generan mayor coste y consumo energético, con el consiguiente daño ambiental indirecto. De todos ellos, los residuos químicos, de difícil depuración, son los más peligrosos porque provocan problemas finales en ríos y mares.
El sobreesfuerzo económico de estos residuos supone entre un 10% y un 18% del coste público de depuración de aguas residuales y, de seguir así, aumentarán todavía más, según estimaciones de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS). Desde este centro explican que la operación y mantenimiento de una depuradora para una población de 300.000 habitantes puede rondar entre 0,13 y 0,20 euros diarios por metro cúbico depurado (por una familia de cuatro miembros entre 48 y 73 euros anuales), según la tecnología y las características de la depuradora, sin incluir la amortización de la inversión en la infraestructura.
Residuos que no hay que tirar por el váter
La AEAS ha elaborado una lista de productos que los ciudadanos tiran al WC con mayor impacto:
- Higiene personal. Toallitas “higiénicas” o húmedas, compresas, tampones, pañales, algodones y otros materiales de celulosa o textil similares, así como preservativos. Estos últimos son los más visibles y los más numerosos y, aunque no son los más peligrosos para el medio ambiente, producen diversos atascos, daños y mayor consumo energético en los sistemas de saneamiento. Fernando Morcillo, director general de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), asegura que el sector de los productos de higiene doméstica utiliza una publicidad desafortunada al confundir características favorables -como la biodegradación- con la bondad ecológica absoluta o la presunta comodidad (verter al inodoro o al desagüe) frente a su extraordinario impacto negativo.
- Fármacos y cosméticos: la Unión Europea (UE) marca ya limitaciones en estas sustancias, ya que en bajos niveles provocan a los organismos acuáticos problemas de crecimiento, desarrollo, disfunciones sexuales y taras genéticas.
- Pinturas y disolventes: sus componentes químicos pueden ser muy tóxicos y por ello conviene no desecharlos por el retrete.
- Jabones y detergentes: tienen fosfatos que, vertidos en el agua, provocan el crecimiento de algas en prejuicio de otras formas de vida. Las depuradoras necesitan unos procedimientos químicos muy costosos para eliminarlos.
- Trituradores de basura: se utilizan para desechar por el fregadero los residuos orgánicos en vez de hacerlo a través del cubo de basura. Esta mala práctica contamina las aguas residuales, sobrecarga las depuradoras y atasca las redes de alcantarillado.
- Aceites vegetales usados: provocan unas “bolas de grasa” que atascan los colectores y dificultan la salida de los gases, de manera que producen malos olores en las ciudades.
- Grasas alimentarias y aceites usados de automoción: tienen mayor capacidad de obstrucción que los anteriores.
- Pesticidas e insecticidas: contienen cloro, azufre y sulfato de cobre, provocan las más altas tasas de emisiones a colectores y saneamientos públicos.
- Equipos para reducir la cal y otras sales en el agua de consumo público: cada vez más utilizados, incrementan la concentración de sales con problemas en la depuración y en el vertido a los cauces del agua depurada.
Simon Evans, de la compañía Thames Water, encargada de la depuración de aguas residuales de Londres y otras ciudades británicas, añade a esta lista residuos sorprendentes que han encontrado sus responsables, como animales (peces de acuarios, hámsteres o jerbos), partes del cuerpo humano como dedos de las manos, o partes de un coche.
Cómo deshacerse de los residuos de forma responsable
A la hora de deshacerse de estos residuos, lo más conveniente es utilizar los sistemas habituales de reciclaje:
- Productos y sustancias químicas peligrosas: deberían almacenarse y entregarse en un Punto Limpio (aunque en el caso de las pinturas y disolventes no cuentan con la catalogación de Gestores de Residuos Peligrosos en muchas ciudades.
- Medicamentos: hay que llevarlos a los puntos de recogida SIGRE, ubicados en las farmacias y centros de salud.
- Aceite usado: el aceite se puede reciclar y cada vez más ciudades ofrecen contenedores específicos para ello.
- Residuos orgánicos: por un lado, se podría separar la basura que pueda comportarse y, por otro lado, se podría poner en el cuarto de baño una papelera para unirse después al resto de basura orgánica producida en casa, y depositarla en el contenedor correspondiente.