"La contaminación del aire en España es preocupante"

Es preocupante, aunque parecida a la de los países de nuestro entorno. Ahora bien, mientras en otros países se asume y se toman medidas, en España las instituciones no informan bien a la población y lo subestiman. No se sabe con precisión a cuántas personas afecta o cuántos meses de vida acorta, pero las evidencias de que causa muertes son abrumadoras.

El Ministerio de Medio Ambiente (MAGRAMA) recuerda que esta competencia está transferida a las comunidades autónomas (CC. AA.) y no informa (aunque no está prohibido que lo haga). Las CC. AA. publican datos brutos, incomprensibles si no eres experto. Sus responsables aseguran que la calidad del aire es buena, según unos criterios que cada comunidad inventa. En Alemania también está transferido a los landers, pero ofrecen en un sitio datos comprensibles históricos y en tiempo real de todo el país.

La OMS se basa en las evidencias científicas sobre afecciones a la salud. En los límites de la UE para sus Estados miembros se consideran también las cuestiones económicas y políticas. Por ejemplo, para las partículas en suspensión PM2,5, unas de las más nocivas, la legislación marca un límite medio anual de 25, menos estricto que Estados Unidos (15), y que la OMS (10). En 2013 toca revisar los límites. La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), cuyos informes son más críticos que los nuestros, o el gobierno belga, presionan para bajarlo. Y el problema es cada vez más grave.

Sí, a medida que se conocen más y se revisan. El “smog”, la niebla contaminante que sufrió Londres en 1952, causó 4.000 muertes, según las estimaciones realizadas en su día. En 2002, al reevaluarlo, 16.000 muertes. La documentación de la Comisión Europea y el MAGRAMA reconocía hace tiempo 16.000 muertes prematuras al año en España. En su última actualización 20.000 (70.000 en toda la UE). Pero el número real será con toda probabilidad mayor. En su día pasó con el tabaco, y hoy nadie niega sus efectos.

La Sociedad Española de Alergología señala que está muy relacionado.

Muchos contaminantes se han reducido, pero han aumentado otros. En los años 50 del siglo pasado la calidad del aire era peor que ahora, porque había industrias contaminantes en plena ciudad, calderas de carbón, gasolinas con plomo, etc. Esto se ha reducido bastante. Pero los contaminantes de ahora, como las PM2,5, producen enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y hace poco también se han catalogado como sustancias cancerígenas.

En las ciudades sobre todo los coches. Los dióxidos de nitrógeno (NO2) son los más problemáticos, junto a las PM2,5 y PM10, y el ozono troposférico. Este último no sale de los tubos de escape, pero afecta a las zonas suburbiales y rurales, donde la gente cree que hay aire puro, como en la sierra de Madrid.

Sí, pero como cada vez hay más, al final hay más contaminación. Y no siempre lo reducen: se ha descubierto que los coches más nuevos emiten más NO2 que los anteriores, porque las pruebas técnicas no fueron como en la vida real. No podemos confiar todo en las medidas tecnológicas. Hay que ir al fondo: reducir el tráfico urbano.

Medir los niveles de contaminación es complejo, pero hay picaresca. En Madrid hubo polémica. Pero da igual donde se pongan, siempre se superan los límites de la OMS. Ahí no entramos, pero sí en el caso de ciudades como Zaragoza: de un año a otro pasó de no cumplir la normativa a hacerlo. Por ello le pedimos al MAGRAMA que supervise a las CC. AA. Si se incumple la normativa, la UE abre un expediente sancionador. España acumula varios que acabarán en multas. Además, obliga a iniciar un plan de reducción de la contaminación.

Es difícil hacer la comparación por las trabas comentadas. Ahora bien, las grandes ciudades, con más tráfico, tienen más contaminación. Le siguen las zonas con más industria, y las zonas rurales por el ozono troposférico.

Informarnos, ser conscientes del problema, y usar el coche lo menos posible. Pero para ello también tiene que haber medidas que lo faciliten.