Musicoterapia

Un paseo por las melodías

Depresión, ansiedad, Alzheimer, autismo... no es extraño que personas desesperadas y cansados de deambular de un médico a otro en busca de un remedio para males como éstos traten de encontrar una cura o alivio en tratamientos alternativos alejados de la medicina convencional, un ejemplo de estas opciones menos oficiales lo encontramos en la musicoterapia.
1 noviembre de 1999
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Un paseo por las melodías

Basada en la música y en la terapia, se ha revelado como un método en ocasiones válido para ayudar a quienes padecen estas enfermedades como las citadas, ya que, al parecer, pueden solucionar discapacidades educativas y favorecer la rehabilitación social.

En los últimos veinte años, la musicoterapia ha pasado de ser una disciplina desconocida y con un toque esotérico a contar con un sitio en los planes de estudio de algunas universidades españolas. Quienes han optado durante este tiempo por esta especialidad declaran que su éxito yace en “el torrente de sentimientos que desata la música, un poderoso canal de comunicación entre el interior de la persona y el terapeuta que abre unas puertas a las que la palabra nunca llega”.

Desde esta perspectiva, abogan por aplicar la musicoterapia en un amplio marco abierto en tres frentes: el lugar de cura (escuelas, hospitales, geriátricos, centros de día…), el tipo de enfermedad o problemática (psíquicas, deficiencias mentales, discapacidad de aprendizaje, rehabilitación de drogodependientes…) y los tratamientos a seguir (escucha selectiva, improvisación, actuación, composición, movimientos, ejercicios verbales, experiencias con el arte…).

En resumen, la musicoterapia se define como la aplicación científica del sonido, la música y el movimiento para, a través del entrenamiento de la escucha y la ejecución sonora, facilitar la comunicación, promover la expresión individual y favorecer la integración social.

Métodos de aplicación

En la metodología de la aplicación de la musicoterapia, se describen tres etapas. En primer lugar, en el transcurso del proceso musicoterapéutico, se produce un estado regresivo que abre los canales de comunicación. Posteriormente, se llega a un estadio de comunicación no verbal dentro del grupo. Y por último, se alcanza la fase de integración, cuando se vuelve a disfrutar de vivencias en el contexto familiar y social. Pero no hay una farmacia musical con una receta para cada caso concreto; el terapeuta adquiere en este proceso de cura una importancia vital al tener que combinar múltiples factores en el diseño de las sesiones, adecuándolos siempre al perfil de los pacientes. Porque, aunque una de las cualidades de la música es que en mayor o menor medida produce fenómenos de transformación fisiológica en los seres humanos, no es lo mismo tratar, por ejemplo, a niños que a personas mayores.

Influencia de la música

Numerosos científicos, filósofos y pensadores han reflexionado sobre la influencia de la música. Para Schopenauer, la música era pura metafísica que revelaba un orden maravilloso bajo un aparente desorden. Shakespeare decía que “la música puede originar la percepción de un silencio cada vez más elocuente, y tan fascinador, en ocasiones, que dulcifique al triste, y al bueno, lo incline hacia el mal”. Según Virey, “toda alma presiente una melodía apropiada a un ritmo fisiológico”. Y en palabras de una de los precursoras de la musicoterapia en España, Candela Ardid, “si no hubiese otras razones suficientes para justificar la influencia de la música sobre nuestra salud bastaría con decir que está basada en el ritmo, como la vida misma”. Según los defensores de la musicoterapia, otro hecho que viene a demostrar que se escucha con el alma, pese a la importancia de tener un buen oído, es que uno de los mayores genios de la música, Bethoven, compuso parte de sus obras estando sordo.

El tambor, la terapia más antigua

A lo largo de la historia, muchas civilizaciones han reconocido la influencia que tiene la música en las personas y, más aún, han utilizado los sonidos del tambor para efectuar terapias de grupo. En cambio, el uso terapéutico de los sonidos ha alcanzado ya su mayoría de edad recientemente y, hoy en día, sigue unas pautas definidas que, según los expertos, permiten encontrar ritmos vitales y realizar interacciones creativas en grupo (para muchos terapeutas, la herramienta sonora más poderosa es el canto humano).

En este sentido, la esencia de los sentimientos humanos puede reflejarse en toda la escala musical y, de hecho, mientras el bemol es el signo musical más expresivo del dolor, el sostenido presenta la frecuencia más clara de la alegría. Según algunas teorías, la escala de do mayor es noble y franca, la de re mayor, brillante; la de sol, guerrera y briosa; la de do menor, patética, y más tristes aún, las de fa y sol menor. Se dice también que se toca la música de Hadyn, con placer; la de Beethoven, con entusiasmo; la de Mozart, con pena en el corazón, y la de Mendelson, con pasión. Según algunos musicólogos, la marcha fúnebre de Beethoven disminuye un octavo las pulsaciones del corazón, y los clásicos más curativos son Mozart y Bach, Vivaldi, los clásicos de la India, y la música Taoísta.

Qué efectos tiene y dónde se aplica la musicoterapia

La música posee unos valores universales que afectan a todas las personas y que se definen por el ritmo, la armonía, la melodía y el tono. Un tono agudo provoca tensión, una armonía menor lleva a la tristeza y un ritmo lento ralentiza la actividad fisiológica. Así, el musicoterapeuta debe descubrir la personalidad musical de cada paciente para seleccionar la música adecuada.

Efectos
  • Fisiología: produce cambios en el ritmo cardiaco y respiratorio, así como en la tensión muscular.
  • Comunicación: estimula la expresión de los problemas y las inquietudes.
  • Afectividad: favorece el desarrollo emocional y afectivo.
  • Sensibilidad: agudiza la percepción auditiva y táctil.
  • Movimiento: estimula la actividad y mejora la coordinación motriz.
  • Sociabilidad: fomenta la interrelación social. Aplicaciones
  • Educativas: ayuda en la formación, desarrollo personal y superación de discapacidades de aprendizaje.
  • Psicoterapéuticas: ayuda a resolver problemas psicológicos y a cambiar conductas establecidas.
  • Médica: apoyo psicológico y físico (puede reducir el dolor) a pacientes médicos que se enfrentan a situaciones difíciles como la cirugía, enfermedades terminales, cuidados intensivos…
  • Psiquiátrica: mejora la autoestima y la capacidad de comunicación de los enfermos.
  • Geriátrica: promueve la sociabilidad, el mantenimiento de la memoria, la actividad física y la orientación en la realidad a las personas mayores.
  • Rehabilitación social: ayuda en los procesos de desintoxicación de drogodependientes.