La fragilidad de la biodiversidad, llamada de atención al desarrollo sostenible
Vayamos a los orígenes: el término biodiversidad lo comenzó a utilizar el biólogo norteamericano Edward Wilson en 1988 para denominar la riqueza biológica de una determinada zona del planeta. Desde entonces, se ha adaptado a todos los idiomas para referirla a la variedad de la vida, comprendiendo la diversidad de cada especie, la diversidad entre las especies y la diversidad de los ecosistemas.
Según las últimas estimaciones científicas, el número de especies vegetales y animales distintos podría estar comprendido entre los 5 y los 30 millones, aunque tan sólo hay 1.400.000 clases de seres vivos identificados o de los que se cuenta hoy con algún tipo de descripción. Se barajan también cálculos de que cada año desaparecen de la Tierra unas 17.500 especies de animales y plantas, muchas de ellas -se especula con que quizá más del 50%- sin que lleguen siquiera a ser conocidas por el ser humano. Siguiendo con estos malos augurios, según un informe de la Agencia de Medio Ambiente norteamericana, proyecciones a largo plazo auguran que la destrucción afectará en el año 2050 a casi el 40% del patrimonio natural que hoy existe en el planeta.
Acciones para frenar el abuso
Si bien es cierto que el hombre, desde los albores de la historia, se ha servido de la naturaleza para subsistir, nunca se había llegado a la paradoja de que el abuso que se hace de ella obligara a adoptar simultáneamente medidas que garantizaran su protección. Las mismas empresas que contaminan diseñan sistemas de calidad medioambiental; las políticas que buscan potenciar la industria dicen intentar a su vez el respeto a las leyes de protección de la naturaleza; y, para terminar, los propios ciudadanos sensibilizados por el deterioro del medio ambiente obvian que también está en sus manos trabajar por el desarrollo sostenible. Y aunque la pérdida de diversidad biológica o de la variedad de formas de vida ha sido un proceso natural desde el principio de los tiempos (por ejemplo, en la Península Ibérica las pinturas rupestres de las Cuevas de Altamira, ponen de manifiesto que el bisonte era una especie común hace 12.000 años), la era industrial ha dejado tras de sí unos niveles de destrucción que la Naturaleza no puede reparar. El ejemplo más clarificador de cómo ataca el hombre al medio lo tenemos en las selvas tropicales, que concentran la mayor diversidad biológica de todo el planeta y que están siendo devastados en las dos últimas décadas. Temidas y casi inaccesibles hasta los años 70, los estudiosos e investigadores comenzaron a apreciar con detalle todo el potencial de vida de estas selvas tropicales casi al mismo tiempo que las multinacionales comenzaban a consumar la destrucción y explotación de sus recursos naturales, en una escala nunca antes registrada en otra región del mundo.
El peligro ligado a la agricultura y la sanidad
En contra de lo que pudiera pensarse, la explotación de la agricultura ha sido el factor que ha incidido más negativamente en la pérdida de biodiversidad. Pero el mantenimiento de la biodiversidad ya no sólo es trascendental en el campo agroalimentario (de unas 75.000 especies vegetales comestibles, el hombre sólo usa 3.000) también lo es en sectores como la salud, la industria y la energía. Según estimaciones de la OMS, tres cuartas partes de la población del planeta se sirven directamente de las plantas para la cura de enfermedades. En los países más avanzados, la mitad de los medicamentos tienen sus principios activos en sustancias extraídas de las plantas. La diversidad biológica, por otro lado, no sólo contribuye a nuestro bienestar desde el ámbito de la alimentación y la salud. Numerosas sustancias y productos industriales derivan en primera o última instancia del reino natural: pegamentos, tintes, pasta de papel, resinas, película fotográfica, conservantes o combustibles como el carbón y el petróleo son, al fin y al cabo, resultado de la descomposición orgánica de bosques enteros de diversidad biológica durante millones de años. La Península Ibérica, con un número total de especies de flora y fauna entre 55.000 y 60.000, cuenta con el potencial más alto de riqueza ecológica de toda Europa occidental. Se calcula que existen 8.000 especies de plantas superiores, 100 de mamíferos, 460 de aves, 43 de reptiles, 22 de anfibios, 40.000 de insectos y 5.000 de mariposas. Pero como ocurre en el resto del mundo, el ecosistema de muchas zonas sobrevive bajo serias amenazas.
- Utilizar papel reciclado, usar los dos lados de las hojas de papel y evitar el consumo de papel blanqueado con cloro. Potenciar el uso del papel reciclado en la escuela, oficina, asociación de padres, vecinos o consumidores, ONG, sindicato…
- Evitar los productos de papel desechable, de usar y tirar, como vasos y platos de papel, posa vasos, filtros de café, bolsas de celofán (se puede acudir a la compra con las bolsas de la compra anterior).
- Evitar el exceso de embalajes y el papel de regalo.
- Reutilizar las fotocopias y los papeles en sucio.
- Separar el papel y depositarlo en los contenedores selectivos. No sólo en casa, también en la oficina, en la escuela y en la fábrica. Hay que tener en cuenta que el tetrabrik, el papel térmico de fax y el papel encerado o plástico no son reciclables.
- Evitar comprar productosque contengan o empleen gases de cloro o bromo, destructores del ozono: CFC, HCFC, metil-cloroformo, bromuro de metilo.
- Si se necesita un nuevo frigorífico o congelador escoger, a ser posible, uno de tecnología greenfreeze.
- Evitar los aires acondicionados. Para refrescarse respetando el medio ambiente, que es de todos, se pueden emplear ventiladores de techo o sistemas de acondicionamiento de aire por evaporación o absorción.
- En las casas, evitar aislantes de espuma sintética. En su lugar se pueden emplear aislantes naturales: arlita, arliblock, perlita, lana mineral, corcho, grava.
- Utilizar extintores con base de agua, nitrógeno, gas carbónico o argón, no los de gas halón.
- Consumir especies pescadas con artes selectivas, menos invasivas y esquilmadoras del mar
- Informarse de las tallas mínimas legales de cada especie. Consumir pescado fresco de talla legal. No comprar “pezqueñines”.
- Ejercer la presión que nos otorga la condición de clientes para que no se vendan pescados inmaduros o especies pescadas con artes no selectivas (como las redes de deriva).
- Cumplir, si se es cazador o pescador, la normativa que regula las actividades cinegéticas.
- No comer caza fuera de temporada, salvo que se trate de especies de criadero.
- No abusar de animales que están en el límite del equilibrio, como los percebes, pajarillos…
- Denunciar la venta de animales de especies protegidas en pajarerías o cualquier otro conducto.
- No alterar el entorno salvaje de los animales, respetando madrigueras, nidos, abrevaderos…
- Respetar los bosques, los campos y las playas, y no dejar basuras ni ningún rastro de que hemos estado allí.