Herpes labial
Durante los primeros días, la característica quemazón del herpes labial nos recordará que el virus está ahí. Afortunadamente, en la mayoría de los casos este herpes, que afectará a lo largo de su vida prácticamente a toda la población, es poco más que una molestia pasajera y que goza de tratamientos bastante efectivos. Pero en algunas personas, la gran frecuencia de esta afección genera severas incomodidades.
Los del herpes constituyen una amplia familia de virus, entre los que se advierten diferencias en cuanto a su agresividad, a su capacidad de infectar y a la gravedad de las lesiones que producen. El más frecuente es el virus del herpes simple (VHS). Una idea de su prevalencia la proporciona el dato de que, en algún momento de su vida, afecta al 90% de la población.
En la mayoría de los casos, la infección por VHS se presenta de forma esporádica y coincidiendo con un proceso febril, un catarro, un esfuerzo físico intenso, una prolongada exposición a la radiación ultravioleta del sol, una situación estresante, un traumatismo o el frío intenso; todas estas circunstancias constituyen factores desencadenantes del herpes.
Pero se sabe que en un 15% de la población afectada el proceso herpético se vuelve recurrente (recidivante, en la expresión técnicoa), al presentarse con cierta frecuencia, desde una vez al mes hasta una o dos veces al año. Un caso peculiar es el de las mujeres en las que la infección coincide a menudo con los periodos de menstruación.
Aunque la localización más habitual del herpes es la región de los labios y peribucal (alrededor de la boca), también puede surgir en los ojos y los genitales. En estos dos casos, el problema reviste algo más de gravedad.
El contagio del herpes ocurre sólo por contacto físico con la persona infectada, sea ésta sintomática o asintomática, ya que en ocasiones se puede portar el herpes y no sufrir manifestaciones del mismo, bien porque está en periodo de incubación o bien porque hay secreciones herpéticas. El beso, las relaciones sexuales y el parto son las formas más frecuentes de contagio.
Es muy habitual también que en la primera infancia se padezca la infección por herpes simple, que cursa sin apenas síntomas o produce una faringitis o estomatitis. Esta infección inicial produce una respuesta inmunológica con formación de defensas específicas, anticuerpos anti-VHS.
Pese a ello, el virus puede reactivarse periódicamente en el ganglio del nervio trigémino (ubicación más frecuente en la infección inicial) y provocar lesiones herpéticas en la zona del trigémino: labios, mucosa de la boca, córnea de los ojos, y otras zonas de la cara inervadas por el nervio trigémino. Es decir, que a pesar de que se desarrollan defensas la inmunidad no es total, por lo que la infección puede reaparecer.
Buen pronóstico
La infección no se decanta especialmente por sexos ni edades: se da por igual en hombres y mujeres, y puede aparecer desde la infancia hasta la vejez, aunque se registran más casos entre adultos jóvenes. Una vez infectado el organismo humano, el periodo de incubación se prolonga de 3 a 7 días, aunque puede durar más. Durante este periodo no hay apenas síntomas. Los primeros que aparecen son picor, hormigueo y sensación de quemazón en la zona afectada, que se muestra más rojiza. A las 24 horas, surgen ya la hinchazón y pequeñas vesículas agrupadas en racimo, bastante dolorosas, que al cabo de dos o tres días se rompen o erosionan, provocando la formación de pequeñas ulceritas donde estaban las vesículas.
Esta fase, la de formación de vesículas y posterior ulceración, es la más dolorosa. Y si está localizada en los labios, pueden resultar molestas y dolorosas acciones tan cotidianas como comer, hablar e, incluso, abrir la boca.
Estas ulceritas duran de tres a cuatro días, al cabo de los cuales empiezan a cubrirse de una costra que, también tres días, empieza a desprenderse. Este momento nos señala la curación completa de la lesión. Al final, el proceso dura de 11 a 15 días.
En la mayoría de los casos, el herpes labial tiene buen pronóstico y las lesiones se curan completamente sin dejar huellas. Pero no siempre es así. Algunas personas ven con desesperación que el problema se repite con una frecuencia que puede llegar a desesperar al afectado. Lo habitual es que los episodios vayan disminuyendo con la edad, hasta llegar a desaparecer por completo en muchos casos. Habitualmente, y dado el aspecto característico de las lesiones, no se precisa de ningún tipo de análisis, aunque existan pruebas específicas de laboratorio para su diagnóstico.
- El herpes labial se trata con agentes antivirales (aciclovir, penciclovir) en forma de crema que se aplica localmente sobre la zona en que se encuentran las lesiones. El tiempo de curación es más rápido, se mitiga el dolor y se evita la diseminación de los virus y, por tanto, de las lesiones; la cicatrización es también más rápida. Lo mejor es aplicarlo cuando aparecen los primeros síntomas.
- De cualquier modo, algunos prefieren no recurrir a fármacos y dejar que el proceso del herpes labial transcurra naturalmente. Tampoco está mal planteárselo así, ya que la afección no es grave. Es una elección individual.
- Quienes sufren con frecuencia de herpes labial deben esmerarse especialmente en aplicarse estas cremas a tiempo, nada más sentir los primeros síntomas.
- Para quienes habitualmente contraen herpes labial, cuando van a esquiar, al monte o la playa, el mercado ofrece cremas de labios que actúan como filtros solares. Evitan la radiación UV, e incorporan, además, sustancias que protegen la mucosa labial.
- Hay preparados farmacéuticos, en forma de crema, que reparan las lesiones del epitelio labial una vez se ha superado el herpes.
- No utilicemos, para este problema, pomadas o preparados con corticoides.
- Evitemos contactos directos de nuestros labios con otras personas, ya que el herpes es bastante contagioso: los besos y otro de tipo de caricias labiales que puedan transmitir el virus deben esperar a que se cure el herpes. Y mantengamos un especial cuidado con las relaciones sexuales en las que intervienen los labios del infectado.