El encanto de una flor seca no marchita
Hoy, las flores secas constituyen un elemento más de la decoración de nuestros hogares. Y, además de que podemos confeccionarlas nosotros mismos, tienen la ventaja de que disfrutamos durante meses de la estética y la sensación de armonía que nos proporcionan las flores y plantas sin necesidad de prestarles las atenciones que exigen cuando se encuentran vivas: riego, abonado, luz…
Si no dispone de jardín
La tierra nos ofrece una gran variedad de flores, ramas, musgos y frutos. A lo largo de todo el año, se pueden recoger muchos tipos de plantas para decorar el hogar, si bien es en primavera cuando en prados y orillas de los caminos crecen cañuelas, avena, amapolas, tréboles, manzanilla, o las atractivas gramíneas (hierbas y pajas). Esta riqueza natural se manifiesta también en lugares húmedos y cenagosos, ricos en juncos, rosáceas o espadañas.
No obstante, para que el secado resulte fructífero, se requiere un conocimiento previo del terreno y de las propias especies de plantas. Las flores que servirán para la elaboración de ramos secos deben recogerse en tiempo seco y justo antes de su apertura total.
Preferiblemente, al final de la mañana, cuando la humedad del rocío ha desaparecido. Si la lluvia nos obliga a recoger flores mojadas, la solución es introducirlas en un jarro con agua, como si se tratara de un ramo fresco, hasta que se sequen. Por otro lado, nunca se deben atar las flores o ramas mojadas ya que existe el riesgo de que se pudran.
Las hojas que encontramos por el bosque son también elementos adecuados para crear ramos armoniosos y, en general, se convertirán en la base de las composiciones. Así, hojas como las de tuya, ciprés, abedul, hiedra, haya y arce sirven para elaborar los ramos de otoño e invierno y los adornos de Navidad.
Castaño, haya, boj y arces conservan bien sus hojas al secarse, mientras que en los helechos se debe realizar este proceso manteniendo las hojas en posición plana para evitar que se enrollen. Por último, avellano, abedul y sauce llorón son apreciados por su originalidad.
Si dispone de un jardín ornamental, puede recoger y conservar muchas variedades de planta y realizar composiciones con cultivos de su propia cosecha. La belleza de este entorno natural puede convertirse después un elemento decorativo en el interior de su hogar.
Plantas adecuadas para ser secadas:
- Vivaces: Peonia, hortensia, milenrama, espliego, amapola oriental, espuela de caballo y la gran familia de las rosas. Sin olvidar las gramíneas ornamentales, como la hierba de las Pampas y la Miscanthus.
- Anuales: Ofrecen una gran variedad multicolor. Las más fáciles de cultivar son la estátice, la siempreviva, el acroclinio, la cresta de gallo y la caléndula. La estátice o flor de papel, por la forma de sus matas y su pronunciado colorido azul, malva, rosa, amarillo y blanco, forma en general el elemento central de los ramos, que se aligeran con gramíneas.
- Bulbos: Son fáciles de cultivar y recolectar. Los más utilizados para secar son las dalias con borlas, los gladiolos y el ajo ornamental.
- Plantas aromáticas: El laurel, tomillo, menta romero y salvia se utilizan frescas, pero también secas. Forman bonitos ramos aromáticos y parte de los poupurris. Son fáciles de cultivar y constituyen coquetos minijardines en los alféizares de las ventanas. El laurel y el romero necesitan protegerse de las heladas.
Cómo secar las flores
La técnica de secado más conocida y barata es sumamente sencilla. Basta con un lugar fresco, a la sombra y bien aireado, como un garaje o un granero, para suspender las flores en pequeños ramos o una a una, por medio de unos hilos.
Además, a las estátices, milenrama, rosas, dalias y cardos erizos, se les eliminan las hojas de la parte inferior del tallo antes de colgarlas boca abajo. En ciertas flores de cabezulea pesada y tallos endebles (siemprevivas, rosas enanas, mazorcas de maíz, entre otras) es necesario colocar un tallo de alambre antes de secarlas, mientras que las gramíneas y el espliego se adaptan muy bien al secado en plano, colocadas sobre madera o papel. Por último, las hierbas de la Pampa y las espadañas se secan en un jarrón, después de pulverizarlas con laca a fin de fijar bien los granos, dado que pueden perderse tras el secado.
Otras técnicas son la deshidratación con sal de sílice y borax, que consiste en cubrir con estos productos las flores y las hojas colocadas previamente en una cajita, y la glicerina, que sustituye el agua de las plantas y se emplea especialmente en ramas y hojas que adquieren un color caqui o pardo.
El prensado es otro sistema de secado, que se realiza normalmente por medio de libros. Basta colocar las flores, evitando que se toquen, entre dos hojas de papel secante y meter éstas en medio de un volumen grueso. Otra técnica, un poco más elaborada y que permite secar más flores, es la conocida como secado en prensa. Es más adecuada que el típico prensado (que aplasta demasiado las hojas) cuando se trabaja en la elaboración de ramos.
Por último, lo ideal para conservar y guardar las flores secas es colocarlas en un armario viejo, suspendiendo los ramos de la barra de las perchas y dejando las flores sueltas ordenadas en cajitas con su respectivo nombre para una fácil localización.
- Cuando se encuentre en el campo, sea respetuoso, no abuse en las cantidades de lo que se lleva a casa y evite coger plantas y flores protegidas o escasas. En general, permita que la naturaleza siga su curso.
- Como complemento de flores y hojas, recoja musgos, cortezas, frutos y piñas.
- Si vive en regiones con viñedos, hágase con sus sarmientos: le servirán como materia prima para crear centros de Pascua.
- Procúrese un material adecuado. Utiles básicos: cuchillo, tijeras, una podadora, tenazas y musgo sintético. Material más específico: rafia, alambre, cinta de floristería, cera floral, pistola de cola, pinturas en aerosol, barniz, cintas y telas.