En la mesa también se educa
¿Comen bien en el comedor?
La realidad con la que nos encontramos si analizamos la alimentación de los niños es que comen demasiados alimentos dulces y grasos, y no toman suficientes alimentos naturales como frutas, verduras y pescados. Estos errores dietéticos se permiten en casa y se repiten en muchos menús escolares, tal y como se desprende de los resultados del estudio de CONSUMER EROSKI de septiembre de 2005. Según este informe, que analizó los menús de dos semanas de 201 comedores escolares a los que acudían 32.330 alumnos y alumnas, los menús escolares son mejorables: el 24% de los estudiados suspendieron y el 36% obtuvo un mediocre “aceptable”, atendiendo a las recomendaciones de médicos, dietistas y pediatras. Las carencias detectadas fueron las ya citadas: ausencia de verduras, pescado y fruta fresca, abuso de postres dulces, de precocinados y frituras -croquetas, empanadillas, san jacobos y similares-.
Las consecuencias de la dieta desequilibrada de los niños -y no sólo lo que comen en la escuela-, se reflejan en su estado de salud; el 26% de la población infantil y juvenil española padece sobrepeso, y el 14% es obesa, lo que sitúa a España como segundo país de la UE -por detrás de Reino Unido- con un mayor índice de obesidad infantil. Lo más preocupante es que este indicador se ha triplicado en los últimos 15 años.
A comer se enseña
Los nuevos estilos de vida, con una menor presencia de los padres en el hogar y con menos tiempo libre para dedicar a los hijos, pueden complicar esta tarea y convertir el recurso a la comida rápida, precocinados y productos similares, tan atractivos para el niño como poco saludables, en una solución demasiado habitual. Sin embargo, conviene no olvidar que la inversión de tiempo y dedicación, y sobre todo de paciencia, es garantía para prevenir futuros problemas de alimentación de los niños.
Niños y comida: dificultades y soluciones dentro y fuera del hogar
Lo que ocurre en casa | Lo que ocurre en el comedor | ¿Qué hacer? |
---|---|---|
Padres y madres se encuentran con numerosas dificultades para enseñar a comer y dar de comer a sus hijos e hijas | Los cuidadores/as sufren las mismas dificultades que los progenitores (algo que a veces los padres olvidan), con el agravante de que en el comedor son decenas de niños los que han de ser atendidos a la vez | La disciplina es la mejor herramienta para inculcar el hábito del buen comer: horarios fijos, lugar tranquilo, paciencia y perseverancia hasta que el niño aprenda el hábito… |
Si el niño rechaza un plato, ¿cuál debe ser la actitud de los padres? | ¿Saben los padres y madres qué medidas se toman en el comedor si los niños no quieren comer? | La pasividad o firmeza con que padres y cuidadores establezcan las reglas influirán en la actitud de los niños, que pronto sabrán cuándo sus gritos y pataletas son útiles. Además de la firmeza, es esencial la coherencia para enseñar hábitos alimentarios tanto en casa como fuera de ella. |
Los días que el niño come poco o que padres y madres saben que comerá poco porque la comida no les agrada, ¿qué actitud se debe tomar? | ¿Es sólo un niño quien rechaza el plato repetidamente o el rechazo es generalizado? ¿Saben los padres si su hijo tiene los mismos gustos en casa y en el comedor? Algunos niños comen ciertos alimentos en el comedor -aunque no les gusten- pero los rechazan en casa… | Conviene conocer los motivos por los que el niño no come ciertos platos. Hay que preguntarle qué platos (de casa y del comedor) le gustan más y menos, y la razón (si es por los ingredientes, la forma de elaboración, su textura?). |
Los padres conocen exactamente qué alimentos comen, qué ingredientes llevan los platos, qué aceite se ha empleado para condimentar, etc. | En los colegios se programan los menús en función de las necesidades energéticas y nutritivas de los niños. Esto se traduce en una plantilla de menús semanales, quincenales o mensuales que se remite a los padres. Pero, ¿es el menú equilibrado? ¿Se acompaña de suficiente información? ¿Se especifican la variedad de alimentos (verduras, pescados, frutas…), si son frescos o precocinados y su forma de elaboración (en salsa, frito?)? | Es fundamental saber qué come realmente el niño. Se puede averiguar mediante visitas esporádicas al comedor para comprobar los ingredientes de los platos, la cantidad de alimento que se reparte a los niños, etc. También se puede preguntar al niño cada día qué ha comido (por ejemplo, ¿judías verdes con patata o patata con judías verdes?), y contrastarlo con la plantilla. |
Los padres conocen realmente la cantidad de alimento que ha comido el niño en cada toma. | ¿Cuentan con la figura de un monitor/a en el comedor escolar para vigilar la alimentación de los niños? ¿Reciben los padres algún informe sobre el hábito de comer de sus hijos? | Se puede analizar el comportamiento de los niños al llegar a casa después del colegio (¿llegan con demasiada hambre?). El mal reparto de las comidas -desayuno frugal, almuerzo contundente, comida escasa, merienda consistente…- repercute negativamente en la salud del niño y en su rendimiento en clase. |