Índice de Precios del Consumo (IPC)

El consumidor, protagonista principal del IPC

El IPC no especifica cuál es el precio de los productos que lo conforman, sino cuánto varía el coste de esos artículos en el tiempo
1 enero de 2002

El consumidor, protagonista principal del IPC

Periódicamente los medios de comunicación se hacen eco de la subida del IPC (Índice de Precios del Consumo) como un dato que directamente afecta al ciudadano y que trasciende, por ello, la teoría económica. Y, efectivamente es así, a pesar de que se presenta en ocasiones como un concepto que resulta difícil de entender. El IPC es un indicador o variable estadística que permite conocer cuánto se ha encarecido o abaratado con el paso del tiempo el precio del conjunto de artículos que constituyen el consumo familiar. El IPC se refiere a alimentación, transporte, educación, prendas de vestir, etc., no a los productos industriales como herramientas o maquinaria. Afecta, por tanto, al conjunto de artículos de consumo, no a una selección de ellos y no especifica cuál es el precio del conjunto de estos productos sino solamente cuánto varía en el tiempo.

El IPC en el presupuesto familiar

Si, por ejemplo, el Índice es hoy un 3% mayor que hace un año, ese aumento indica que para comprar hoy los mismos artículos de consumo que hace un año hemos de gastar un 3% más de dinero. Por tanto, que para no empobrecernos hemos de ganar un 3% más que hace un año. De ahí la aplicación del Índice en los convenios salariales, en las rentas de las viviendas, en la política de pensiones y, en general, en negocios privados o públicos en los que importe el mantenimiento del nivel de vida. (Cabe recordar que antes de asumir su actual denominación el Índice se llamaba Índice del coste de la vida).

Su cálculo responde a un sistema economicista complejo

En España el Índice se obtenía hasta el año 2001 mediante el índice de los precios de ocho grupos de bienes de consumo, a saber: productos de alimentación, artículos de vestir, el alquiler de viviendas, menaje doméstico, medicinas, transporte, educación y bienes culturales y resto de artículos de consumo. Cada uno de estos Índices se elabora a tres niveles: provincial, autonómico y nacional, de manera que es posible conocer no sólo cuánto ha variado el precio del conjunto de los bienes de consumo en España en dos, tres, treinta o los meses que sean (Índice general nacional), sino también cuánto se ha encarecido, por ejemplo, durante el último año la compra de prendas de ropa y calzado en Valencia (Índice para esa provincia de precios de artículos de vestir).

La cesta de la compra

Es el Instituto Nacional de Estadística quien, mediante encuestas llamadas de presupuestos familiares, determina qué productos consumen las familias y cuánto representa cada uno de ellos en el gasto total familiar. Así se conocen los artículos típicos que componen la alimentación de la familia española, los artículos con los que se viste, los que constituyen su menaje doméstico, etc. y el porcentaje del gasto total que destina la familia tipo española para alimentarse, vestirse o para pagar su vivienda. Con el resultado de esas encuestas se forma la cesta de la compra representativa del consumo familiar, que, en la actualidad, por cuanto se refiere a nuestro país, comprende 57 artículos. Una vez confeccionada se anotan los precios que sus artículos tienen en unos puntos de compra determinados (comercios, farmacias, colegios, etc.) de cada provincia. Al momento en que se realiza esta primera observación se llama período base. A partir de entonces, cada mes, se vuelven a tomar los precios de los mismos artículos en los mismos establecimientos o puntos de compra, observando cuánto han variado con respecto a los anotados en el período base; y es esta variación la que recoge el Índice.

¿Y si pierde importancia o desaparece del mercado un producto?

En realidad, como vemos, lo que los técnicos del Instituto Nacional de Estadística que elaboran del Índice observan es cómo evolucionan los precios de unos bienes concretos en unos establecimientos igualmente concretos. No obstante, se trata de un dato extrapolable al conjunto del gasto familiar de todos los ciudadanos, si la elección de productos y de establecimientos se realiza acertadamente. Además, si sus pesos o importancias relativas se establecieron con buen criterio, esa evolución será también, por ley estadística, la del precio del conjunto de todos los artículos de consumo. Pero en ocasiones sucede que artículos sometidos a observación mensual dejan de venderse porque el consumidor prefiere otros nuevos; también ocurre que pierden importancia algunos puntos de venta en los que se hacían las mediciones de los precios y la ganan otras tiendas. En el primer caso, se sustituye el artículo abandonado por el que le reemplaza en el consumo, y para que la sustitución no afecte al Índice, no se compara el precio del nuevo artículo con el del antiguo sino con el que tenía el artículo nuevo en los meses precedentes a su inclusión en la cesta de la compra. En el segundo, se busca un establecimiento con características similares a la tienda donde anteriormente se efectuaban las mediciones y se le confiere una ponderación equivalente.

Si cambian los gustos del consumidor…

Los artículos cuyos precios se utilizan para calcular el IPC se seleccionan tras realizar periódicas encuestas de consumo

Hasta hace relativamente poco, el cambio de gustos era lento y bastaba con renovar la cesta de la compra cada doce o quince años. Hoy se considera necesario confeccionar una nueva cesta cada cuatro o cinco. Para ajustar en profundidad la cesta de la compra al consumo real, no hay otro procedimiento que el de volver a realizar encuestas de presupuestos familiares y confeccionar con sus resultados una nueva cesta. Y este es, precisamente, el caso del Índice actual de nuestro país, que se fundamenta en consultas estadísticas realizadas entre abril de 1990 y marzo de 1991, siendo su período base el año 1992. Llegaba, pues, la hora de actualizar la cesta del consumo español; y en ello se está ahora, habiéndose realizado las oportunas encuestas a lo largo de 2001, que será también el período base para la nueva cesta. Además, se van a introducir en el Índice reformas técnicas de consideración, algunas externas, como su estructuración en doce Índices parciales en lugar de los ocho arriba señalados, otras que afectan a los sistemas de valoración, como las referentes a la actualización permanente del peso de los Índices parciales, al dinamismo en la sustitución de consumos, y otras, en fin, en los métodos que permiten la comparación del Índice español con los Índices de precios de los distintos países de la Unión Europea. Pero habrá que esperar a su construcción definitiva para glosar las novedades que este nuevo Índice aporte.

Entender el IPC

Son muchos los modos en que suele presentarse el Índice al lector. El más sencillo es aquel que otorga valor 100 al Índice en el período base y valora luego sobre 100 el de los meses sucesivos. En este modo, el valor 103, por ejemplo, para una fecha determinada significa que los precios han aumentado en un 3% entre el período base y esa fecha, y el valor 105 para otra que han aumentado los precios en un 5% entre el período base y la nueva fecha. Otro modo de presentar el Índice consiste en ofrecer para cada mes el incremento o decremento que haya experimentado con respecto al mes anterior. Y otro muy usual, aunque de lectura algo más dificultosa, es el que muestra para cada mes el tanto porcentual en que ha variado el Índice desde el mismo mes del año anterior. Su utilidad deviene de que se acostumbra a apreciar la tasa de inflación de precios por períodos anuales.

IPC de noviembre, desde 1962 hasta 2001

1979 15,5
1980 15,3
1981 14,3
1982 13,2
1983 13,0
1984 10,0
1985 8,5
1986 8,2
1987 4,7
1988 5,4
1989 7,3
1990 6,7
1991 5,7
1992 5,1
1993 4,7
1994 4,4
1995 4,4
1996 3,5
1997 2,0
1998 1,4
1999 2,7
2000 4,1
2001 -0,1
480 productos: ¿por qué unos sí y otros no?

Es el sentido común quien lleva a elegir los productos cuyos precios se apuntan todos los meses para calcular el IPC. Siempre son productos que se consumen habitualmente en una familia. Asimismo, la importancia de cada uno en la cesta también la marca el sentido común: la ponderación, es decir, el porcentaje que supone de gasto determinado producto en el bolsillo doméstico se calcula por la importancia de ese producto dentro del gasto total. Todas estas compras y productos no responden exclusivamente a un criterio de necesidad si no de gasto. Aunque no sea necesario, vital, ir al cine, el coste de las entradas sí representan un gasto habitual en una familia.

Por otra parte, puede llamar la atención la ausencia del gasto que una familia hace en la compra, generalmente a través de una hipoteca, de la vivienda. Pero la no presencia de este gasto tienen una explicación rotunda: la compra de la vivienda es considerada como una inversión, y no como un gasto. Por el contrario, sí que aparece el gasto que se hace por el alquiler de una vivienda, imputación que se hace genérica para todas las familias y por eso aparece en la cesta de la compra mensual, aunque su ponderación no es excesiva dado que lo habitual es tener casa en propiedad.

Ha habido también discusiones por la presencia o ausencia de determinados productos en el IPC, concretamente en el mes de mayo de 2001 surgió una polémica sobre si el tabaco debería salir de la cesta, o sobre qué peso deberían tener las bebidas alcohólicas. Ya que la elección de los artículos no se debe a criterios arbitrarios ni políticos, y aunque se trate de productos que las autoridades desearían que se dejaran de consumir, no hay duda de que una familia tipo en nuestro país realiza un gasto más o menos representativo al mes de tabaco y alcohol. De todas formas, detrás de esta propuesta no sólo hay voluntad por la salud y deseo de que el tabaco deje de formar parte de la cesta de la compra, tanto el tabaco como el alcohol están gravados por unos impuestos indirectos altísimos que lógicamente alteran el IPC hacia el alza, por lo que al sacarlos darían la fórmula que permitiría seguir gravando el consumo de ambos productos sin que afectara a la inflación. Pero esto sería hacer trampas, porque los españoles siguen fumando y destinando parte de su presupuesto mensual a ese vicio.