Zonas verdes: no mejoran en cantidad y sus usuarios perciben falta de seguridad
Por esta razón, CONSUMER EROSKI ha visitado 102 parques o jardines emblemáticos de 18 ciudades: 8 en Madrid y Barcelona, 7 en Valencia, Sevilla, Zaragoza y Málaga, 6 en alicante, Bilbao, Córdoba, Murcia y Valladolid y 4 en A Coruña, Oviedo, Pamplona, San Sebastián y Vitoria. Se han valorado aspectos relacionados con el estado de mantenimiento, limpieza y conservación de los parques, su nivel de equipamiento, la información al usuario, su grado de accesibilidad y su seguridad. La investigación se ha completado con una encuesta a 2.040 usuarios de estas zonas verdes urbanas para conocer su opinión acerca de estos aspectos. Además, se ha comprobado cuál es la proporción de zonas verdes por habitante en las distintas capitales.
La principal conclusión es que hay pocas zonas verdes en nuestras ciudades (la mayoría no alcanzan la recomendación de la OMS) y la sensación de inseguridad que perciben quienes las utilizan, además de no disminuir respecto a una investigación similar realizada hace cinco años por esta revista, dista mucho de ser minoritaria: el 40% de las más de 2.000 personas encuestadas en zonas verdes y parques urbanos consideran que no son seguros, si bien la situación, al igual que ocurre con la cantidad de superficie destinada a zona verde, es bien distinta entre unas y otras ciudades. Sirva como ejemplo que en Pamplona y Vitoria corresponden a cada habitante 26 y 23 metros cuadrados de zonas verdes, respectivamente, mientras que al ciudadano residente en Murcia, Alicante, Bilbao, Málaga, Valencia y Granada apenas le toca en este reparto verde 5 metros cuadrados.
Por otro lado, de la visita realizada por técnicos de esta revista a 102 parques urbanos de 18 ciudades puede deducirse que el estado de mantenimiento y limpieza de las zonas verdes urbanas es satisfactorio y que la información proporcionada al usuario, así como la accesibilidad para discapacitados y la seguridad (entendida como presencia de personal de seguridad y ausencia de riesgo de accidente y de objetos peligrosos) son, salvo excepciones, suficientes. Sin embargo, el equipamiento y los servicios disponibles de estas zonas verdes (espacios de juegos para niños, mesas y sillas tipo picnic, áreas para perros, mobiliario urbano, fuentes…) son, también en general, escasos.
Limpieza bien, con matices
Respecto al resto de zonas, servicios y equipamientos, los resultados de la observación fueron similares: de los parques que contaban con aseos de uso público, más de uno de cada cuatro mostraban problemas de limpieza e incluso seis de cada diez carecían de jabón de manos, en uno de cada tres ni siquiera había papel higiénico y un 40% no disponían de papeleras. Por el contrario, en el 75% sus bancos estaban en perfecto estado de uso y limpieza (los mejores en Barcelona, Oviedo, Pamplona, San Sebastián y Valencia), aunque casi dos de cada diez tenían las papeleras excesivamente llenas o con huellas de vandalismo (rotas, quemadas, etc.) y uno de cada diez tenían las fuentes estropeadas o sucias (las peores en Málaga y Logroño).
Por lo que respecta a las zonas de juego infantil, en el 13% la limpieza brillaba por su ausencia (debido sobre todo a defecaciones incontroladas de los perros), un 12% tenía el pavimento descuidado y casi una de cada diez padecían problemas de mantenimiento en sus juegos y columpios (con roturas, pintadas, falta de elementos, etc.).
Equipamiento muy limitado
Por otra parte, los Ayuntamientos no pueden alardear de la dotación de servicios y equipamientos de sus parques urbanos. Un 43% de los espacios visitados no cumplían con las expectativas en este apartado. Así, casi seis de cada diez carecían de aseos públicos (destacan negativamente los parques de A Coruña, Barcelona, Córdoba, Logroño, Murcia, Oviedo, San Sebastián y Vitoria) y en otro 11% estaban cerrados, sólo en uno de cada cuatro había mesas y sillas tipo picnic, un 80% carecía de cabinas de teléfono, únicamente en dos de cada diez se hallaron áreas reservadas para perros y sólo un 25% disponía de zonas cubiertas (pérgolas o cobertizos) donde resguardarse de la lluvia o el sol. El equipamiento deportivo o recreativo de las zonas verdes urbanas visitadas tampoco es abundante, de forma que sólo se encontraron canastas de baloncesto en tres de cada diez, canchas de fútbol sala en el 23%, mesas de ping pong en el 19%, pistas de skate o patinaje en el 23%, bolera en el 16%, zona de petanca en el 19% y espacios exclusivos para andar en bicicleta en el 27%.
Continuando con la dotación de servicios, sólo un 29% de los parques estaban equipados con papeleras y dispensadores de bolsas para excrementos de perros, en un 11% no se contaba siquiera con una fuente de agua potable, sólo disponían de cafetería o kiosco (abierto) el 40% de los parques y en casi tres de cada cuatro no había aparca-bicicletas.
Información al público infantil deficiente
Sin embargo, la información en las zonas de juego infantil es deficiente: sólo en cuatro de cada diez zonas se prohibía la presencia o entrada de animales (principales causantes de la suciedad en estas áreas), en esa misma proporción se indicaba a qué edades están dirigidos los distintos juegos y equipamientos y sólo en el 28% se informaba del número de teléfono al que llamar en caso de encontrar deficiencias en el mantenimiento y conservación de estas zonas.
Tampoco la información de utilidad observada en estos espacios verdes era suficiente: apenas la mitad apuntaban el nombre o la denominación del parque, en el 85% no se ofrecía información al visitante sobre las características de la zona o las normas de comportamiento, y sólo en el 22% se facilitaba información sobre la distribución del parque y sus distintas zonas o estancias mediante carteles con planos, mapas o elementos similares.
Seguridad adecuada, aunque accesibilidad mejorable
Es en el apartado de seguridad donde las zonas verdes visitadas obtienen mejor valoración: ningún parque suspende, aunque un 17% debe conformarse con un mediocre “aceptable” de nota media. Entre los aspectos mejorables, se ha constatado que un 28% de los parques no tenían iluminación suficiente en algunas zonas y que en uno de cada tres parques se observaron elementos que podían causar accidentes (falta de vallas o barandillas, maderas u objetos en el pavimento, terrenos sin allanar, zonas en obras mal acotadas o señalizadas, etc.).
Además, en tres de cada diez parques se detectó tráfico que afectaba al normal desarrollo de las actividades de ocio. En el 20% de los casos, el tráfico atravesaba además la zona verde. En uno de cada tres parques se observaron vehículos en su interior, aunque sólo cuatro de cada diez eran coches particulares o motos y no vehículos de limpieza, de mantenimiento o de policía. Además, sólo en el 23% de las zonas verdes visitadas se observó la presencia de personal de seguridad (policía, guarda parques o vigilantes), situación que contrasta con la de 2002 (la proporción ascendió al 74%).
Continuando con el apartado de seguridad, ya dentro de las zonas de juego infantil, el 52% de ellas no estaban valladas o claramente delimitadas y sólo en el 29% se exponían carteles que indicaban dónde acudir o llamar en caso de accidente o emergencia. Además, sólo un 35% de las zonas infantiles estaban equipados con suelos de caucho o elementos similares, mientras que en el resto se limitan a la arena, gravilla, cemento o asfalto.
Seguridad y ocio: principales demandas de los usuarios
Pese a que ninguno de los parques estudiados suspende en seguridad, la sensación de inseguridad es notable, tanto que cuatro de cada diez encuestados considera que el parque no es seguro (situación que no ha variado desde el anterior estudio, elaborado en 2002). Por ciudades, son los alicantinos (77%), sevillanos (cerca de dos de cada tres), cordobeses y malagueños (en ambas ciudades en torno al 57%) quienes perciben una mayor falta de seguridad en sus parques urbanos. En el otro lado de la balanza, San Sebastián (con el 99% de visitantes que no tienen opiniones negativas respecto a la seguridad) puede presumir de que los ciudadanos se sienten realmente seguros en sus parques. También es el caso de A Coruña, donde el 92% de los usuarios de los parques tienen la certeza de que no corren ningún riesgo.
En cuanto a servicios y equipamientos, cerca de un 40% de los encuestados opina que los parques a los que acuden tienen alguna carencia. Las ciudades en las que más criticas reciben sobre este apartado son Granada, Málaga, Sevilla y Valencia, capitales donde más de la mitad de los visitantes consideran que estas áreas registran deficiencias. Las mayores demandas de los usuarios se centran en un mayor despliegue de zonas de juego infantil (el 15% de los encuestados así lo solicitan), aseos públicos, más iluminación o fuentes (demandados por dos de cada diez usuarios en los tres casos) y mayor dotación de zonas verdes y/o arbolado (el 7%).
Por el contrario, sólo uno de cada tres usuarios opina que el parque ofrece unas deficientes condiciones de limpieza y conservación. Alicante es la ciudad con el peor mantenimiento (según sus usuarios, un 62%), seguida por Sevilla, Córdoba y Málaga (la mitad de los encuestados así lo afirma).
Lo que cuesta a una ciudad su "pulmón" verde
Las zonas verdes urbanas precisan, además de espacio físico, de una dotación económica importante que garantice una conservación y mantenimiento de calidad. Los ayuntamientos de nuestro país destinan, de media, un 2,5% de su presupuesto al cuidado de los “pulmones” de su ciudad. En Logroño y Pamplona, la satisfacción de estar en el podio de las capitales con más parques y jardines del estudio se plasma en un esfuerzo económico también superior a la media. De hecho, la proporción del presupuesto local asciende al 4,5%. También Barcelona y Valencia superan ligeramente la media (con cerca del 3% de sus presupuestos anuales dedicados a estos fines). Por el contrario, Málaga reserva el menor porcentaje de las 18 ciudades (un exiguo 0,8% del presupuesto general) al mantenimiento de sus parques y jardines, junto con Bilbao (1,5%), Oviedo y Zaragoza (cerca del 2%). Muy cerca de la media se hallan los consistorios de Valladolid, Sevilla, Córdoba, A Coruña, Murcia, San Sebastián y Granada.
En términos económicos, destacan los 50 millones de euros que le cuesta a Barcelona mantener en buenas condiciones sus parques y jardines, los 21 millones y medio que emplea Valencia o los casi 19 millones de Sevilla (tres de las ciudades más grandes del país), frente a los 4 millones de euros que se dedican a la conservación de los espacios verdes ovetenses y los apenas 5 millones de Granada.
Con independencia de su tipo (botánico, monumental, etc.), un parque de calidad debe estar diseñado para ofrecer a sus usuarios un entorno agradable, accesible y seguro. Para ello, debería cumplir con una serie de requisitos básicos:
- Extensión adecuada: el parque debe ofrecer un espacio suficiente para todos, de forma que sus usuarios puedan sentirse cómodos para realizar distintas actividades: practicar deporte, relacionarse socialmente, comer, pasear, leer, charlar o simplemente descansar.
- Entorno agradable todo el año: un buen parque urbano debería tener sombras en verano y zonas, por ejemplo con vegetación, que sirvieran para protegerse del frío o del aire en invierno.
- Oferta de servicios suficiente y de calidad: los parques urbanos deben contar con el suficiente equipamiento e instalaciones para realizar actividades culturales, prácticas deportivas y de ocio, pasear, contar con edificios para exposiciones, obras de arte, zonas de picnic, lugares en los que plantar árboles o plantas por los vecinos, etc. No está de más que la oferta de actividades sea gratuita, por ejemplo el alquiler de bicicletas o patines.
- Las zonas de juego infantil deben incluir elementos diferenciados por edades: el objetivo es que puedan jugar niños de todas las edades. Además, deben contar con zonas para que los adultos puedan cómodamente vigilar a los más pequeños (por ejemplo con bancos protegidos de las inclemencias del tiempo circunvalando las zonas de juego).
- Ergonomía del mobiliario urbano: el mobiliario urbano (bancos, papeleras, fuentes, farolas, etc.) debe ser cómodo, numeroso y adaptado a personas con discapacidades, y su disposición debe tener en cuenta el uso lógico de cada zona del parque.
- Divulgación de la naturaleza: las áreas verdes urbanas son una oportunidad única para mostrar más de cerca la naturaleza (espacios para conocer y aprender). Por ello, es conveniente que, de una manera didáctica (por ejemplo, mediante carteles de información), se muestre qué flora y fauna hay en la zona (aulas de la naturaleza), además de contar con información de utilidad (planos del parque, dónde llamar en caso de desperfectos en las instalaciones, dónde acudir en caso de accidente, instrucciones en los juegos, etc.).
- Eliminación de barreras arquitectónicas: el acceso a las diferentes zonas y equipamientos no debe ser un obstáculo para las personas con dificultades de movilidad, además de contar con una buena infraestructura de medios de transporte que los acerque a los ciudadanos.
- Mantenimiento eficaz: aparte de las labores necesarias de limpieza, es necesario que cuenten con papeleras bien repartidas por todo el parque, con servicios para los excrementos de los perros, con aseos públicos, etcétera.
- Ambiente tranquilo: es decir, sin ruidos excesivos (por ejemplo el impacto acústico ocasionado por el tráfico) y con una distribución de espacios y zonas adecuada, diferenciando entre los de juego y los de estancia, paseo o relajación.
- Cuidado y respeto de la biodiversidad: las zonas verdes no deben suponer un impacto sobre las especies vegetales y animales autóctonas. Los parques y jardines de la ciudad deben ser ecosistemas equilibrados para las formas de vida que, a lo largo del tiempo, han ido desarrollándose en el territorio.
Recomendaciones para una ciudad más habitable y tablas comparativas
Los expertos coinciden en que la primera gran recomendación para una ciudad más saludable, y más agradable, consiste en la recuperación de espacios verdes. Esta iniciativa ya se ha puesto en práctica en algunos municipios de nuestro país. Se trata de operaciones costosas que pueden requerir el derribo de edificios, pavimentos, replantación? que realmente merece la pena. Esto incluye hacer un esfuerzo por la integración de otros recursos como playas, humedales, etcétera.
Contra la impermeabilización del suelo, es aconsejable que se fijen, en los planes urbanísticos, unos valores mínimos de suelo permeable (donde se pueda iniciar una vida vegetada) no inferiores al 30%. Esto se conoce como Índice Biótico del Suelo.
Debe evaluarse la calidad de las zonas verdes mediante indicadores como la proporción de superficie verde sobre el espacio construido y su impacto sobre la biodiversidad del territorio. Asimismo, es importante evaluar la huella ecológica de la ciudad y la capacidad de carga del territorio; en definitiva, prever para evitar impactos irreversibles sobre recursos escasos como el suelo o el agua.
La creación de espacios verdes en las ciudades no debe limitarse a mejorar el clima urbano, hay que ir más allá. Es imprescindible realizar un estudio de los valores del territorio como punto de partida de la extensión urbana. Esto representa idear un Plan Verde para la ciudad (que reúna toda la información) y considerar el Patrimonio Natural al mismo nivel de relevancia que los valores históricos.
Las ciudades compactas pueden mejorar mediante la creación de corredores que conecten a la ciudadanía con los espacios de naturaleza periurbanos y rurales. Esta conexión mejora la conservación y el mantenimiento de los parques urbanos. Instituciones y expertos apoyan el diseño de anillos verdes (perimetrales o interiores), construcción de redes de senderos y la conexión entre parques y espacios verdes urbanos.