¿Se puede aprender Historia con la novela histórica?
Se puede aprender Historia leyendo ensayos históricos. Hombre, el fin de la novela no es enseñar Historia, es novelar. Que la sitúes en una época o en otra es lo de menos.
Por tanto, el que crea que cuando lee una novela histórica, además de entretenerse, aprende algo de Historia, se equivoca
Eso es algo que también depende del escritor.
¿Qué ocurre en su propio caso?
En mi caso mis lectores sí pueden aprender algo de Historia. No podría seleccionar un tema y desvirtuarlo. No. Pero sé que lo hacen porque yo también leo historias de otros.
¿Podría dar nombres?
Podría, pero no me gusta hablar mal de otros… Sí conviene avisar de que en el saco de la novela histórica se incluyen textos que no lo son: biografía novelada, novela de hechos históricos demasiado documentados, y luego los bodrios que mienten como bellacos. Esas tonterías sobre templarios, cátaros, masones?esas no son novelas históricas. Son novelas de historia-ficción, que no es lo mismo.
Mencionaba los géneros. Cuando los críticos literarios tachan la novela histórica como un género menor, ¿cómo reacciona?
No reacciono. Respecto a la crítica, la asumo si se me dice de tú a tú y me permiten defenderme. Lo lógico es que un crítico, si verdaderamente es un profesional, lea un libro y coteje sus pegas con el autor. Y si sigue teniéndolas, que las exprese. Pero lo lógico no es lo habitual. A mí me han llegado a decir que algunas de mis novelas no tenían rigor histórico, y lo han hecho, con toda tranquilidad, personas que no tienen ni idea de Historia. No detallan ni concretan esa presunta falta de rigor. Y, por otra parte, están algunos historiadores, que también critican. Es que la novela histórica es un género muy criticado. A todo ello se suman los escritores, “colegas” entre comillas, que dicen que no haces literatura porque no creas.
La literatura es una fábrica de egos.
Bueno, todo lo es, la literatura, la medicina, el cine, el teatro… todos creemos que hacemos muy bien las cosas y que las hacemos mejor que los demás.
¿Cómo catalogaría entonces la reacción que le producen las críticas literarias: indiferencia, indignación, adicción…?
Las leo, claro que las leo, para saber lo que opina el enemigo. Hay que saber dónde pisas, no vaya a ser que luego le plantes dos besos a uno que te acaba de poner verde.
¿Le ha ocurrido alguna vez?
Sí. Cuando entré en este mundo de la literatura, me parecía la repera. Siendo yo lectora como soy, tener un libro de tapas con mi nombre… buf, estuve flotando en una nube. Al principio todo eran sonrisitas, “esta abuela…”, se decían, pero a medida que la “abuelita” fue subiendo, las sonrisitas se fueron apagando. Los amigos escritores que tengo son verdaderos amigos, que no son muchos, pero los hay, y curiosamente son escritores que escriben el mismo género que yo, que han llegado tarde a la literatura, que han tenido antes otro oficio, que lo hacen por puro placer, por puro gusto.
¿A qué atribuye el éxito de sus novelas?
Intento escribir algo que la gente pueda leer, quiera leer y le guste leer. Porque escribir una obra de arte que no va a leer ni Blas… quedará en las grandes bibliotecas, pero no habrá cumplido con su propósito que es ser leído. Y a algunos no les lee ni su madre.
Y eso usted también lo sabe.
Sí, pero esas madres me leen a mí (risas).
¿Su obra le debe más a la inspiración o a la transpiración?
Probablemente el 80% es ADN y el otro 20% es aprendizaje y trabajo. Con esto quiero decir que hay personas más creativas que otras, y yo siempre he sido muy cuentista, siempre me inventaba historias. Sin talento, aunque se trabaje mucho….nada, puede haber, a lo sumo, un buen hacer.
Los personajes de buena parte de sus novelas viven y mueren en la misma época, el final de la Edad Media y el comienzo del Renacimiento. ¿Cuál es el motivo de esta elección?
Después del Imperio Romano se cae en una época muy oscura, se olvida cómo se construye, la educación, sanidad, higiene… se olvidan hasta de escribir. Cuando se llega a ese final de la Edad Media y comienzos del Renacimiento, empieza otra vez a revivir esa cultura que hubo y que se había perdido. Es un periodo de mucho movimiento. Las tribus dejan de ser tribus para empezar a ser Estados o reinos, empiezan los gremios, las ciudades empiezan a construirse, a tener un peso?.es fascinante.
Las protagonistas de algunas de sus obras más exitosas son mujeres, como la Abadesa, la Herbolera o La Comunera… pero las mujeres en esa época no gozaban precisamente de una posición fascinante, ¿por qué ese protagonismo femenino?
Por dos razones. Por un lado, la mujer parece que está desaparecida de la Historia y eso no es real. Siempre ha habido mujeres trabajando, luchando y, sobre todo, pariendo. Por otro lado, las mujeres en la literatura siempre han aparecido como “mujeres de”, “amantes de”, “mancebas de”, “hijas de”, mujeres sacrificadas, o mujeres malvadas y cuando alguna mujer en la literatura ha tratado de ser independiente y de hacer su vida, como Madame Bovary, la Dama de las Camelias, Ana Karenina, ¿cómo han acabado?, suicidándose porque, al fin y al cabo, eran pecadoras.
Pese al éxito generalizado que está viviendo la novela histórica, los índices de lectura son deprimentes.
Más deprimentes eran hace 30 años y mucho más hace 50.
Prefiere ver entonces el vaso medio lleno.
Lo que sucede es que el cupo de lectores ha crecido, pero ha crecido más aún el número de libros editados. No hay quien pueda leer todo lo que publica.
Ha sido guionista y directora de programas de televisión infantiles, ¿cree que la llamada “caja tonta” es un enemigo de los libros?
Sí, porque provoca inercia. Cuando vuelves a casa de trabajar enciendes el aparato, te pones a zapear, que es lo más fácil.
¿Tiene televisión?
Sí, pero para un rato: las noticias y luego si echan una buena “peli” me quedo.
¿Pero pueden vivir en armonía televisión y libros?
Claro, es un aparato más, es como la lavadora.
¿Y qué me dice de Internet?
Yo utilizo Internet, sobre todo para buscar material, cosas que antes tenía que consultar en una enciclopedia.
¿Y eso no es un ejemplo que muestra la utilización cada vez menor de los libros?
No, porque tampoco te da tanta información como un libro, por lo menos a mí, pero facilita la búsqueda.
Usted ha trabajado mucho con niños. ¿Qué se puede hacer para acercarles a la literatura?
Si se mantiene el interés de los padres por lograr que sus hijos lean libros, puede que haya una época en que los niños no quieran leer y se entretengan con las maquinitas, pero volverán a la lectura. No hay que renunciar a animarles a leer, pero claro, primero te tienen que ver leer a ti.
El libro, entonces, ¿no corre peligro?
No. Yo, por ejemplo, no puedo leer un libro en Internet, tiene que haber otra cosa, un contacto físico con el libro, un rincón agradable, una manta en las piernas o una playa… Es una afición y si, como ha sido mi caso, le coges aprecio no la sueltas.
¿Es relevante lo que se lea con tal de leer?
No, no importa.
¿Incluso la prensa del corazón?
Prefiero leer las novelas de Corín Tellado que la prensa rosa que te cuenta con quién se ha acostado uno, otra… Cuando era cría, leía de todo, cuentos de hadas, tebeos, novelas de vaqueros, novelas de amor, de todo, y poco a poco al ir leyendo vas exigiendo más. Ahora bien, si no llegas a ese nivel de ser exigente, lee lo que sea, pero lee. Corín Tellado, por ejemplo, es la autora más leída en castellano, y en el ámbito literario todo el mundo la desprecia. Pero yo leí una biografía sobre ella que me impactó, porque en la época franquista contó cosas que nadie se había atrevido a contar. Con la disculpa de la novela rosa, hablaba de la liberación de la mujer, todo envuelto en un celofán rosa, pero era la única que contaba esa parte de la mujer española.
¿Se puede distinguir literatura de consumo de literatura como obra de arte?
Se puede distinguir entre un libro bien escrito y un libro mal escrito, a nada que lees un poco? Ahora bien, colocar en los altares cierto tipo de libros simplemente porque alguien ha dicho que son buenísimos y porque sus autores dicen ellos mismos que son buenísimos y porque la sociedad les ha colocado en un pedestal, es una ridiculez. Podemos hablar de pantalones de consumo o de zapatillas de consumo, pero ¿libros de consumo? De vez en cuando hay una novela que pega fuerte, que coge mucha fama, como el Código da Vinci y hay millones de personas que lo compran porque quieren leerlo o decir que lo han leído. Pero lo habitual no es eso.
Los precios de los libros no invitan precisamente a un consumo masivo.
Como dice un amigo mío, el único acto sagrado que hay en el mundo de la literatura es cuando un lector compra y paga en caja el valor del libro. Y puestos a hacer comparaciones, cuesta más una entrada de fútbol.
¿Vive de la literatura?
Pues últimamente vivo de la literatura. No me quejo. Me permite seguir escribiendo. Pero si no me leyese nadie también escribiría un cuentito, pero muy de vez en cuando. Trabajo ocho horas diarias, así que si no me rinde lo dejo. Aunque yo crea que soy la magnífica y la incomparable, si no me lee nadie mal asunto. Creo que es una de las razones por las que hay menos escritoras que escritores.
¿Por qué?
Porque las mujeres somos más prácticas.
¿Menos románticas?
En ese aspecto sí. Perder el tiempo para qué.
¿O sea que se puede vivir de la literatura pero no hacerse rico?
Algunos se enriquecen, pero pocos.
¿Qué dinero de un libro se queda el autor?
Depende del acuerdo que tenga con la editorial. En principio se mueve entre el 8% y el 12% del valor del libro sin IVA. Además, te tienes que fiar de tu editorial cuando te dice que se han vendido tantos ejemplares, porque un autor no puede controlar la venta de sus libros.
¿Cree que el autor está desamparado o desprotegido?
Es el sistema. El autor es la materia prima de la editorial, muy barata, por cierto: ni Seguridad Social, ni vacaciones, ni jubilación… y cobra a año vencido y por ejemplares vendidos. Por eso, algunos escritores cobran adelantos millonarios porque por lo menos aseguran algo. Pero también hay trampa, porque si las ventas no cubren este adelanto, la editorial no vuelve a contratarlos.
¿Le gustaría ganar alguno de los premios literarios más “generosos”, como el Alfaguara o el Planeta?
Para ello te tienes que presentar y no tengo ninguna intención.
¿Por qué?
Hay varios tipos de premios. Algunos están concertados ya de antemano con el autor, pero lo esclavizan a posteriori. El autor pasa a “pertenecer” a la editorial y, en la mayoría de los casos, obligan al autor a escribir para dicha editorial durante algún tiempo. Y luego están los premios, llamémosles “institucionales”, que algunos son interesantes, pero en los que subyace una marejada de fondo entre camarillas… Para mí, el único premio importante es el que otorgan los lectores que leen tus libros.
Pero precisamente, premios como Planeta y Alfaguara lo que garantizan es que el libro premiado se va a leer.
Sí, pero no te garantiza el futuro.