Centros de adelgazamiento: una falta de rigor muy gruesa y una información muy liviana
La pregunta que cabe hacerse es si estos establecimientos informan o aconsejan correctamente a sus usuarios. Y la respuesta que aportan los datos recogidos en este estudio es concluyente: no. Lejos de mejorar los paupérrimos resultados de un estudio similar realizado cinco años atrás, las conclusiones del nuevo informe de CONSUMER EROSKI describen un panorama nada halagüeño. No se puede catalogar de otra forma el hecho de que dos de cada tres establecimientos analizados (el 68%) suspendan el examen planteado por esta revista y de que, de ellos, el 84% reciba un “muy deficiente”. Sólo el 18% aprueba con holgura.
Los defectos más comunes: la mayoría no identifican de manera adecuada el problema, explican mal y detallan aún peor el tratamiento que proponen al usuario. Uno de cada tres centros de adelgazamiento plantea pérdidas de peso excesivamente rápidas para que resulten saludables y duraderas, proporción que coincide con la de centros en los que los clientes no son atendidos por médicos especializados o expertos en nutrición. Además, el 46% recomienda tratamientos con “productos estrella” (productos o suplementos dietéticos en lugar de una dieta personalizada que tenga en cuenta los hábitos alimentarios y estilos de vida del paciente).
Se establecieron, contando con la colaboración de expertos en dietética y nutrición y con el asesoramiento médico pertinente, los criterios que podrían determinar si un centro de este tipo permite al cliente perder peso de una manera eficaz y saludable. Los resultados de estas visitas tienen un denominador común: sus promesas para perder peso y los tratamientos que proponen suscitan la desconfianza de los expertos en dietética y nutrición, por fijar metas imposibles de conseguir con dietas saludables.
Los técnicos de CONSUMER EROSKI visitaron 103 establecimientos representativos de la amplia tipología de negocios especializados en tratamientos de adelgazamiento y estética corporal. Entre ellos, se analizaron herbolarios, parafarmacias, locales de dietética, consultas en domicilios particulares y también centros que desarrollan su labor con el mismo nombre en diferentes ciudades.
Sin embargo, a pesar de compartir denominación y pertenecer a una misma franquicia (forma de funcionamiento más común), el tratamiento y la información que facilitan al cliente difiere según los centros, por lo que no se ha considerado pertinente valorar de forma conjunta el funcionamiento, ya sea positivo o negativo, de cada una de las franquicias o establecimientos que operan bajo una misma marca. Entre las estudiadas se encuentran Corporación Dermoestética (se analizaron once centros), Naturhouse (se visitaron trece centros), Herbolife (cuatro centros) y Corposan (cinco centros).
Sólo uno de cada cuatro centros pertenecientes a estas franquicias aprueba con holgura el examen planteado por CONSUMER EROSKI, mientras que un 12% obtiene un mediocre “regular” y el resto de centros franquiciados (hasta un 64%) suspende con valoraciones situadas entre el “deficiente” y el “muy deficiente”. Por tanto, los resultados son muy similares a los obtenidos por los demás centros.
¿Necesita realmente perder peso?
Para efectuar un correcto diagnóstico, es imprescindible elaborar un informe exhaustivo, que incluya mediciones antropométricas, Índice de Masa Corporal (IMC), hábitos de alimentación y antecedentes patológicos, entre otros. Sin embargo, el 42% de los centros no realizó una adecuada medición de estos parámetros, error que imposibilita el diseño de un tratamiento idóneo.
Los datos son concluyentes: sólo un 58% efectuó una exploración física al paciente, mientras que apenas la mitad preguntó al cliente si se había hecho de forma reciente una analítica de sangre, aspectos ambos indispensables para un buen diagnóstico. Unicamente el 37% de los centros indagó acerca de tres o más antecedentes patológicos personales o familiares del paciente (problemas hormonales, digestivos, vasculares, intolerancias, etc.), mientras que uno de cada tres no solicitó información al paciente sobre la ingesta de fármacos, un aspecto fundamental que puede condicionar el tratamiento y aumentar sus riesgos. Más del 65% de los centros ni se interesaron ni revisaron la tensión arterial del cliente.
Los resultados no son tan negativos si se evalúa el examen de datos antropométricos, fundamentales para identificar el posible exceso de peso, la distribución y cantidad de la grasa corporal, etc. Sin embargo, llama poderosamente la atención que el 13% de los centros visitados no tomaran ni siquiera el dato del peso, y un 17% no apuntaran la talla. Además, sólo uno de cada tres midió los perímetros de cintura, cadera, etc. del paciente y únicamente una cuarta parte de los profesionales se tomaron la molestia de medir la cantidad de grasa total del cuerpo, fundamentalmente mediante impedancias (máquinas que sirven para cuantificar la cantidad de grasa, de agua y de masa libre de grasa de forma rápida y eficaz).
Apenas la mitad de los centros se interesó por la evolución del peso del paciente en el tiempo, necesaria para conocer el origen de su posible exceso de peso, y sólo en dos de cada tres centros preguntaron sobre los hábitos nocivos del paciente (por ejemplo el consumo de alcohol y tabaco) y sobre el grado o clase de actividad física que practicaba. Los aspectos psico-sociales (comportamiento ante la comida, preferencias y aversiones frente a los alimentos, estado de ánimo, etc.) sólo fueron correctamente analizados en un 30% de los centros.
De los centros de adelgazamiento estudiados, el 21% ponía como condición pagar el tratamiento completo, en lugar de cobrar por consulta. La media por tratamiento asciende hasta los 1.396 euros, aunque los precios se mueven entre los 350 euros de los dos más “económicos” hasta los 3.879 euros del más caro, centro localizado en Sevilla. En cuanto al cobro por consulta y/o por los productos que venden (se ha hecho una estimación considerando la frecuencia de visitas y el uso de productos sugeridos en cada centro) la media se ha fijado en los 163 euros mensuales. Los precios oscilan entre los 600 euros al mes del establecimiento más caro hasta los 40 euros del más barato.
Información insuficiente
Otro dato que no invita al optimismo es el que refleja que el 46% de los centros, muy por encima del 14% del estudio de 2002, recurre a lo que se conoce como tratamientos basados en “productos estrella”, lo que, directamente, los descalifica porque ni enseñan hábitos alimenticios correctos ni sirven para mantener a largo plazo la reducción de peso. Así, el cliente debe extremar las precauciones en estos casos, ya que la supuesta “dieta personalizada” que ofrecen muchos de estos centros es, en la mayor parte de las ocasiones, un simple gancho para vender sus propios productos supuestamente adelgazantes. Por tanto, estos centros suelen obtener un doble beneficio: cobran por el tratamiento o las visitas y por los productos que aconsejan adquirir al paciente en el propio establecimiento.
Sólo un 56% de los centros sometidos a estudio sugirieron revisiones de mantenimiento, cuando siempre deben incluir seguimientos periódicos, fundamentales para mantener el peso marcado al cliente como objetivo tras la finalización del tratamiento, de modo que haya menor riesgo de recuperar el peso perdido.
Tampoco fueron positivos los resultados sobre la duración del tratamiento. La pérdida de más de un kilo a la semana es desaconsejable y cada individuo reacciona de forma distinta a los tratamientos, por lo que señalar una fecha fija es incorrecto, algo que, sin embargo, hizo el 36% de los centros visitados (en 2002 esta proporción era del 60%).
No todos los profesionales eran tales
Únicamente los médicos especializados en Nutrición y los diplomados y técnicos superiores en Dietética están cualificados para establecer valoraciones nutricionales y hacer recomendaciones dietéticas. Sin embargo, en casi uno de cada cuatro establecimientos visitados se comprobó que los profesionales que atienden en la primera visita a este tipo de centros no poseían la cualificación adecuada para ejercer estas labores. Así, se vio que en algunos centros las personas que atendían eran amas de casa, biólogos, naturistas, psicólogos o comerciales.
Esta falta de profesionalidad tiene, como es lógico, consecuencias. De hecho, se constató que nueve de cada diez de los centros que contaban con personal de atención al público no cualificado en dietética y nutrición suspendieron el análisis.
- Todo tratamiento de pérdida de peso exige un estudio previo de las circunstancias de cada persona (medidas antropométricas como peso y talla, antecedentes personales y familiares de problemas de salud, datos sobre su estilo de vida, etc.), para que sea personalizado, eficaz y sin riesgos. Si este estudio no se ofrece, es mejor pensar en otro centro de adelgazamiento.
- Si nos ofrecen un tratamiento basado únicamente en “productos estrella” o bien éste incluye una dieta que es gratis pero al mismo tiempo nos aconsejan diversos productos de venta en el propio establecimiento que hemos de pagar desde un principio, es un motivo de desconfianza. La razón: no educan a la persona en unos adecuados hábitos de alimentación, que es lo que realmente funciona y sirve para el mantenimiento de la pérdida de peso.
- Otro punto a tener en cuenta es el ritmo de pérdida de peso que nos garantizan con el tratamiento; si éste es superior a 3-4 kilos al mes, es motivo de desconfianza, puesto que pérdidas de peso superiores implican una pérdida de agua y electrolitos, a la par que masa muscular y, en menor proporción, de grasa.
- Debemos tener clara la premisa de que “nada se consigue sin esfuerzo”, ya que la implicación de la persona en un tratamiento de adelgazamiento es fundamental para conseguir el objetivo sin riesgos para la salud.
- Aunque estamos muy acostumbrados a oír la frase “mi exceso de peso se debe a retención de líquidos”, hay que desmitificar esta creencia popular, ya que es muy poco frecuente que ésta sea la causa de los kilos de más. Cualquier tratamiento que sugiera la toma de diuréticos, sin la realización previa de un estudio detallado, es incorrecto.
- El uso indiscriminado que se hace de los diuréticos (sustancias que aumentan la producción de orina), así como de los laxantes (aumentan el número de defecaciones), constituye un riesgo para la salud.
- La duración de un tratamiento de adelgazamiento depende de las particularidades de cada individuo, ya que el ritmo de pérdida de peso varía notablemente de unas personas a otras. Por tanto, desconfíe de cualquier oferta de tratamiento de adelgazamiento en la que establezcan “a priori” una fecha fija.
Lo peor de los centros, ciudad por ciudad
Se muestran a continuación los principales errores (que no los únicos) observados en lo centros de cada una de las ciudades.
- A Coruña: en uno de los centros se advirtió al paciente de que, puesto que no tenía exceso de peso, iniciar un tratamiento sería iniciar una “anorexia”. Una afirmación tan tajante resulta del todo inadecuada.
- Alicante: en uno de los centros sugirieron al técnico de CONSUMER EROSKI que le sobraban 5 kilos, cuando no presentaba ningún tipo de sobrepeso. En otros de los centros alicantinos, sin examinar al paciente y determinar que tiene un peso saludable, le dijeron que le sobraban hasta 10 kilos.
- Barcelona: son varios los centros que llamaron la atención por su mal hacer: en uno se aseguraba que los inyectables de alcachofa ayudan a eliminar la grase corporal (algo que carece de toda base científica); en otro, sin realizar un estudio detallado de la persona, se comentó al técnico que tenía un problema linfático y de edema (retención de líquidos). En otro centro sugirieron al paciente cambiar ciertas comidas al día por batidos como si tal cosa, aun cuando el paciente presentaba un peso adecuado.
- Bilbao: se observaron errores importantes como el empleo de aceite de parafina como aderezo de comidas, cuando en realidad es un laxante que produce mal aprovechamiento de los nutrientes de la dieta y acarrea efectos secundarios. En otro de los centros aseguraron al paciente que el metabolismo cambia a los tres años si se toma agua en las comidas. Además, recomendaron una dieta (no personalizada) en la que proponían desayunar un bistec.
- Córdoba: la mayor parte de los centros se basaban en tratamientos con “productos estrella” (gotas, cápsulas de piña, etc.). En algunos centros propusieron una pérdida de peso exagerada, sin una buena identificación del problema y con una dieta no personalizada.
- Granada: en dos de los centros visitados recurrieron únicamente a un análisis de detención de intolerancias frente a alimentos. Si en algo están de acuerdo los expertos es que la base de todo tratamiento de peso es en el fomento de una dieta adecuada y del ejercicio físico. Sólo después se deberían considerar otros aspectos como las posibles intolerancias a ciertos alimentos.
- Madrid: en uno de los centros ofrecieron un tratamiento basado en tres fases: tejidos “quita-grasas” mediante frío-calor, cuatro meses para reafirmar la piel y tres meses de mantenimiento. Estas técnicas pueden mejorar el aspecto físico, ayudar a reducir volumen, pero de ningún modo hacen perder kilos de grasa. En otros establecimientos propusieron reducir entre seis y ocho kilos al mes, cuando lo saludable es entre 3 y 4.
- Málaga: en uno de los centros se basaban, sin hacer ninguna prueba al técnico, en aparatología, es decir, en sistemas orientados hacia la estética que pretenden mejorar el aspecto físico reduciendo volumen, reafirmando tejidos, etc., pero que no consiguen bajar kilos, sino únicamente volumen.
- Murcia: en uno de los centros, a pesar de que el paciente tenía una obesidad evidente, el profesional que le atendió le dijo “sólo con mirarle” que padecía simplemente algo de sobrepeso. Además, afirmó que sin los productos que ellos venden, la dieta no sirve para nada. En otro centro, propusieron al paciente meterse en una máquina con el cuerpo envuelto en plástico (calor) y en otra con unas placas sobre las zonas flácidas y le aseguraron que perdería así medio kilo por sesión. Y sin dieta.
- Pamplona: en uno de los centros se planteó hacer una única comida al día, complementándola con complementos y batidos. El tratamiento dura lo que se quiera pagar y quien atendía era una ama de casa en su propio domicilio. A pesar de que el paciente estaba en su peso, le aconsejó perder hasta 12 kilos.
- San Sebastián: en uno de los centros se sugirió un tratamiento con productos sustitutivos de comidas que aportaban menos calorías que los alimentos comunes, sin hacer referencia alguna a la reeducación de los hábitos alimenticios.
- Santander: en uno de los establecimientos visitados comentaron al paciente que debía someterse a una liposucción como primera fase del tratamiento, cuando en realidad se encontraba en un peso adecuado para su edad, sexo y talla.
- Sevilla: en uno de los centros de la ciudad se diagnosticó al cliente un sobrepeso cuando en realidad padecía una obesidad importante.
- Valencia: uno de los centros analizados propuso una dieta muy estricta acompañada de la toma de “productos estrella”. En otro de los establecimientos de esta ciudad el tratamiento se basó en productos que sustituían comidas, lo que no es un tratamiento personalizado ni correcto. Además, se obvió la reeducación de los hábitos alimentarios.
- Valladolid: en un establecimiento se comentó que con sesiones de crioterapia la persona podía llegar a quemar hasta 1.500 calorías por sesión, algo que carece de todo fundamento. Otro de los centros basaba su tratamiento en infiltraciones, que, en teoría, deshacen los nódulos de grasa que se expulsan por la orina. Esto carece de todo rigor científico. Además, le sugirieron perder 29 kilos en sólo 10 semanas, un ritmo excesivo y perjudicial para la salud.
- Zaragoza: en uno de los centros diagnosticaron “retención de líquidos” sin realizar estudio alguno.
Todos los datos
¿Cómo podemos saber si nos sobra peso?
El Índice de Masa Corporal (IMC) es la referencia más utilizada para determinar dónde se sitúa el límite del exceso de peso. Sólo es válido para adultos de más de 25 años de edad. Deriva de aplicar la siguiente fórmula:
IMC (Kg/m2) = PESO (Kg) / [ TALLA (m) x TALLA (m)]
IMC | Resultados |
---|---|
< 18,5 | Peso insuficiente |
18,5 – 24,9 | Peso adecuado (Normopeso) |
25,0 – 26,9 | Sobrepeso grado I |
27,0 – 29,9 | Sobrepeso grado II (Preobesidad) |
30,0 – 34,9 | Obesidad tipo I (Leve) |
35,0 – 39,9 | Obesidad tipo II (Moderada) |
40,0 – 49,9 | Obesidad tipo III (Mórbida) |
> 50 | Obesidad tipo IV (Extrema) |
EJEMPLO: El IMC de una mujer de 35 años, que mide 1,66 metros y pesa 64 kilos, se obtiene así:
64/1,66 x 1,66= 23,19
Por tanto, y a tenor de los parámetros de la tabla, estaría dentro del peso adecuado. En cualquier caso, hay que recalcar que este método no se puede emplear de forma aislada para el diagnóstico.
Se considera que existe exceso de peso cuando la cantidad de grasa del cuerpo es superior a lo deseable. Y puesto que esta fórmula no considera la grasa, debe contrastarse con otras mediciones para valorar si efectivamente el paciente necesita o no perder peso, así como la cantidad total de kilos.