Respecto de la actividad artística, mantiene una concepción muy abierta que explica su dedicación a disciplinas muy distintas: “el arte es libertad; o es la libertad absoluta o no sirve para nada. Como artista, no puedo negarme la curiosidad por descubrir otros lenguajes. Cada herramienta me procura lo que no puedo hacer con otra”. Sus referentes artísticos son el pintor Velázquez, el cineasta Luis Buñuel, el poeta Paul Élouard y Los Beatles, en particular John Lennon, quien, como Aute, “empezaba a moverse por terrenos distintos, aunque desgraciadamente no tuvo tiempo”.
Vivimos en una sociedad consumista en la que la cultura se considera un producto de consumo más y se comercializa como tal. ¿Cree que esta tendencia seguirá en el futuro?
Como siempre ha ocurrido, una parte de la sociedad actúa en el sentido de la masa, mientras que otra intenta recuperar el sentido y la razón de existir del ser humano. La cultura no tiene más misión que ser una luz cuando no se ve la luz y recordar que no somos cosas que se dedican a consumir y a tragarse todo lo que nos venden, sino que somos seres que pensamos, que damos dos vueltas de tuerca a las cosas, que nos preocupamos por el sentido de la vida, por la relación entre las personas… Yo creo en el ser humano, y que antes o después, cuando se encuentre en un callejón sin salida, dirá: hasta aquí hemos llegado. El sistema no se puede combatir, porque tiene todos los recursos. Simplemente, hay que dejar que engorde hasta que reviente y la asfixia sea tal que quien busque motivaciones culturales, acuda a donde las puede encontrar. El sistema reventará dentro de su propia endogamia narcisista y estulta.
Tanto a discos como a libros se les aplica un 16% de IVA. ¿Se puede considerar la cultura como un artículo de lujo o es un bien necesario?
La cultura es un bien esencial y tiene que estar al alcance de todos. Es lo que nos diferencia de las bestias; no puede ser jamás un artículo de lujo. Y, evidentemente, el precio tiene una gran influencia en el nivel cultural de la sociedad. En los conciertos que he dado gratis ha habido tumultos, mientras que en donde se cobra la entrada, cuanto más cara es, menos gente va.
¿Qué opina de “Operación Triunfo”?
Es un invento, un negocio, que lamentablemente ha arraigado en la gente. Yo creo que se debe principalmente a la existencia de los medios. La importancia del fenómeno que es la televisión no se ha analizado sociológicamente. El poder sí que tiene información en relación a la influencia que tiene la televisión, y lo utiliza; pero echo de menos una reflexión desde fuera del poder. Estamos sometidos a la influencia de los medios de comunicación y de la televisión en particular. La gente quiere lo que le proporciones y, además, el nivel de exigencia es cada vez menor. Y eso es lo peligroso, porque al darle basura, lo próximo que querrá será “infrabasura” y después, más y peor “infrabasura”. Eso es difícil de combatir, pero creo que llegará un momento en que el hedor de lo que nos están vendiendo como algo atractivo llegue a ser tan fuerte que la gente lo rechace y necesite ver algo distinto que le recupere como ser humano.
El top manta está cada vez más extendido y más perseguido legalmente. Como músico y autor, ¿se siente amenazado por este fenómeno?
Por un lado me siento amenazado y por otro no. El lado positivo es que a través de estos vendedores se da a conocer el trabajo que uno hace; pero es un trabajo que uno no da gratuitamente, sobre todo cuando la industria está por medio. Otra cosa es que me dedique altruistamente y grabe una cinta con las canciones que yo quiera y se la dé a la gente para que circule y conozca mis canciones. Probablemente, este fenómeno ocurre porque los precios de los discos son tremendamente altos. No tiene sentido que cuesten tanto: es una barbaridad. Habría que cambiar el planteamiento de todo esto. Y por otro lado, también está el conflicto del propio capitalismo, que compite consigo mismo. El CD es un buen invento, pero entra en conflicto con el interés de la propia industria: si lo puedo grabar en casa y tenerlo gratis, para qué lo voy a comprar. Habría que crear un soporte como el disco de vinilo antes, un objeto más apetecible de tener en casa, con una cierta propuesta escénica que lo hacía un objeto cultural en sí. Pero un CD es un objeto absolutamente vulgar.
En España, la música de cantautor surgió durante la dictadura, ligada al compromiso y la denuncia social. En sus canciones ha reivindicado valores como la belleza, la ternura o la libertad, frente al arribismo, el éxito a cualquier precio o las guerras. ¿Cree que la música de autor debe desempeñar un papel de denuncia o que cumple otras funciones?
Debe de cumplir el compromiso que el autor adquiere con su obra. Me cuesta creer que un artista no sea sensible tanto a la estética como a problemas sociales o políticos. Alguien a quien le interesa la vida, el ser humano, las relaciones del ser humano con sus congéneres, no puede mostrarse insensible a lo que está ocurriendo. No es que los cantautores tengan que denunciar o demostrar que no están de acuerdo con algo, sino que su propia sensibilidad hace que se comprometan. Yo no me planteo mis canciones con una finalidad concreta, sino que salen los problemas sociales, históricos, políticos. Pero no porque lo pretenda, sino porque están ahí. Cantautor es quien interpreta sus propias canciones. Ahora bien, hay algunos cantautores que no se limitan a vender discos, sino que intentan expresar lo que sienten, lo que creen, lo que temen, lo que les conmueve y lo que les entristece… Estos cantautores tienen que hablar de todo tipo de cosas que ocurren, desde las muy personales hasta las más sociales.
En diversos momentos de su carrera, ha rechazado publicar un nuevo disco para dedicarse a trabajos artísticos de menor rentabilidad económica. ¿Sigue valiendo la pena nadar a contracorriente?
El que quiera ser músico o pintor tiene que dedicarse exclusivamente a ese trabajo y a que la gente lo conozca. Y si surge algo que se lo dificulte, combatirlo. Yo he tenido problemas, pero me he escabullido como he podido y cuando veía demasiadas dificultades, me he marchado a otro lugar.
A pesar de todo, ha podido dedicarse a lo que le gusta, soslayando los imperativos del mercado. ¿Le queda alguna meta que alcanzar?
Hacerlo bien, hacerlo lo mejor posible. Hacer todo lo que hago, pero mejor. Por lo demás, he sufrido todo tipo de golpes y dificultades, pero no me quejo, la vida me ha tratado bien en ese sentido.
Pero es difícil ser trasgresor de las normas…
Sí, hoy es más difícil que hace años. Yo tengo discos que sé que hoy no me editarían, me dirían que estoy loco. Los artistas hoy lo tienen mucho más difícil. Había más porosidad en la industria hace años que ahora. Si Proust fuera ahora con su Tiempo perdido, no lo editaría nadie, porque no es un best-seller. Muchos autores que ahora son clásicos, en el momento actual no podrían publicar su obra. La libertad es mucho más aparente que real. Dentro de los cauces habituales, cualquier “producto” cultural debe tener cubierto su espacio antes de ser publicado o editado, tiene que tener una audiencia y un mercado garantizados. Y eso es terrible, porque coacciona el trabajo. La gente hoy escribe o hace canciones, no con la libertad de antes, sino pensando en que su obra tiene que cubrir las expectativas comerciales de la empresa que lo vaya a contratar. Esto no ocurría, por ejemplo, con los renacentistas, que eran contratados por el Papa para adornar la iglesia de cosas bellas; no había mercado, se trataba de disfrutar de la cultura y de la belleza cultural. Ahora es el mercado quien impone las reglas del juego. Y eso es terrible; pero no vencerá.
En setiembre presentó en Madrid su página web oficial, que refleja todas sus facetas como artista. Internet se muestra, así, como una ventana abierta, pero a la vez permite poder bajarse música y facilita la piratería. ¿Dónde está la frontera entre los derechos de autor y el derecho a la información y a compartir contenidos en Internet?
Yo creo que se encontrará algún tipo de fórmula para solucionar este problema. Pasaba algo parecido con el teatro y el cine: cuando salió el cine, la gente pensaba que se acabaría el teatro, pero sigue funcionando. También pasó con las cassettes y los vinilos, que lograron convivir. Yo creo que éste es un problema tecnológico que tendrá que encontrar una fórmula que recoloque a cada cosa en su sitio. A mí me parece muy bien que la gente se pueda bajar canciones de Internet, pero a lo mejor con un sistema en que tengan que pagar derechos de autor, de ese usufructo, de esa utilización del trabajo.
En una sociedad que habla de la “cultura del entretenimiento”, del fin de las ideologías y de la ley de la oferta y la demanda, ¿cree que la música de autor merece contar con ayudas públicas o debe regirse por las reglas del mercado?
Estamos todos en manos de la industria, evidentemente; pero si alguien quiere contar las cosas a su manera y, por mostrarse en contra de algo, la industria se lo pone muy difícil y le impide grabar o le margina, debe luchar por encontrar otro modo o plataforma para dar a conocer sus reflexiones. No creo en el triunfo del pensamiento único. Creo en el triunfo del objetivo de la cultura: el hombre necesita saber para qué está aquí, no debe pensar simplemente en sobrevivir. El ser humano siempre tendrá necesidad de reflexionar, de intentar ser un poco más inteligente. Hay dificultades para desarrollar un pensamiento inteligente, pero me parece imposible que triunfe el pensamiento único, porque sería la negación del ser humano. Y el ser humano no puede suicidarse colectivamente hasta ese punto. En ese sentido, tengo esperanzas, soy optimista.