Gustavo Bueno, profesor y filósofo

"La tercera edad es un invento de la sociedad de consumo"

1 mayo de 1999
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¿Cómo debe afrontar el ser humano los años posteriores a la jubilación?

El concepto de Tercera Edad es falso, no es más que un colectivo estadístico que lo quieren convertir en una clase social. Es como hacer una comunidad de rubios y de 1,80 metros de altura. Por el mero hecho de ser viejos no hay por qué tenerlo todo en común. Yo siempre me he relacionado con jóvenes, no veo el motivo de ir ahora con un grupo de viejos a Benidorm. La Tercera Edad es un producto típico de la sociedad de consumo y de las sociedades capitalistas. Se crean Centros de Jubilados y Residencias que funcionan como guetos donde los mayores sólo se relacionan entre ellos y donde lo importante es entretenerles. De ahí que esta nueva clase de ociosos se dedique al turismo, a los bailes y teatros, donde hacen lo que les manda el animador. Se produce, por tanto, una infantilización y una pseudoadolescencia que imita a los chavales que van a las colonias o campamentos. A mí eso me parece triste. Aunque también veo algo positivo en todo esto. Por ejemplo, que gracias a esos viajes hay gente que ve por primera vez el mar.

¿Pero los mayores no tienen derecho a disfrutar de la vida después de haber trabajado tanto? ¿no tienen merecido un descanso?

El merecido descanso es otro de los conceptos modernos que tampoco existe. El descanso en el hombre se produce con la muerte: con el descanso eterno, ahí vamos a poder descansar de veras. El ser humano, siempre que no esté impedido, pero eso le puede pasar a un joven de 25 años, puede trabajar, en mayor o menor medida, pero siempre puede aportar algo a su comunidad. Actualmente, la Tercera Edad se está convirtiendo en una clase de rentistas: descansar y consumir, como las clases ociosas de siglos pasados donde estaba mal visto trabajar y se dejaban las uñas largas para que se viera que no rascaban bola. Yo creo que los viejos deberíamos realizar trabajos útiles, sociales, para nuestra comunidad.

Unido al descanso va la idea de trabajo ¿Cómo lo podríamos definir?

La idea de trabajo tiene dos vertientes. Una, la del trabajo físico, que todo el mundo realiza, desde un minero, un chófer, Leonardo da Vinci con su pincel o un escritor con su pluma. El trabajo intelectual es un cuento, siempre hay trabajo físico, pues hay que escribir, pasar hojas, etc. El pensar sólamente nos llevaría al sueño y éste a dormirnos. La otra idea es la del trabajo social y económico, el trabajo asalariado. Te pagan por trabajar. Hay trabajos físicos que no son asalariados. Por ejemplo, un chico haciendo footing está realizando un trabajo físico, pero si a este mismo chaval le paga un club por hacerlo se convierte en trabajo asalariado. Con esta cuestión se producen hechos curiosos. Por ejemplo, el que un padre enseñe a resolver los problemas de matemáticas a su hijo es un trabajo físico, que un profesor le puede echar en cara porque le está quitando el trabajo asalariado de dar clases particulares. Llegando más lejos con este razonamiento (el de usurpar actividades asalariadas), no se podría dar ningún consejo a nuestros hijos porque es una tarea asalariada del psicólogo del colegio. Por tanto, no pasa nada si los viejos desempeñamos algunos trabajos.

Ultimamente, todo lo que rodea a la política se está menospreciando y surgen voces que reclaman que la sociedad civil tenga más presencia en las decisiones que nos afectan ¿Cómo ve esta cuestión?

La idea que se tiene es que la sociedad civil se enfrenta a la política y que lo ideal sería que la sustituyera. En primer lugar, me gustaría apuntar que sociedad política y sociedad civil es lo mismo. Una es en griego (polis) lo que la otra es en latín (civis), que no sean otra cosa que el gobierno de la ciudad. Si bien es verdad que, aunque etimológicamente signifiquen lo mismo, la gente diferencia el Estado, por un lado, y la sociedad civil, por otro, compuesta esta última por colectivos diversos, asociaciones, fundaciones, ONG, etc. Yo añadiría otro sector más, el comercial, conformado por todo lo que se mueve alrededor del lucro. Ya en San Agustín existe una división parecida: “la ciudad de Dios”, más gratificante que la ciudad terrenal. Por lo tanto, ese concepto peyorativo de lo político existe desde hace mucho tiempo. Mi idea es que la sociedad civil necesita de la sociedad política para subsistir. Una ONG o la Iglesia, en mayor o menor medida, están unidas al Estado, bien mediante subvenciones o bien cuando la ayuda humanitaria se tiene que distribuir, ya que volverá a necesitar al Estado y a su infraestructura. Además, yo creo que la sobrevalorada sociedad civil está atravesada por el interés de las multinacionales.

Otra tendencia de la sociedad es la de interesarse por la ecología, por los problemas medioambientales ¿De dónde cree que nace ese interés?

El concepto de Medio Ambiente y Ecología nacen con la Revolución Industrial. Por entonces, se defendía la idea de que la naturaleza debe estar al servicio del hombre: se podía hacer con ella cualquier cosa, ya que era inagotable. El hombre siempre dominaría la naturaleza. Pero en estas últimas décadas, se invierte la cuestión. Empezó a tomar fuerza una ideología de signo panteísta: todo en la naturaleza son dioses y, por tanto, adorables. El ser humano al servicio de la naturaleza. Con el lanzamiento de la primera bomba atómica, la postura ecologista se acrecienta más y se piensa que el hombre no tiene derecho a atacar así al Medio Ambiente, que hay una obligación para con la naturaleza y que el hombre no es el dueño de la Creación. Luego vendría el Proyecto Gaia ligado con la idea de la biosfera e incluso el reciente Proyecto Simio de algunos etólogos que defienden los derechos humanos de los chimpancés, orangutanes y gorilas pues, según dicen, presentan cierto nivel intelectual y son inteligentes. El meollo de la cuestión ecologista es saber dónde ponemos el límite. ¿Hay que respetar todo lo que es naturaleza? Entonces, no podríamos comer animales, ni incluso plantas pues también son seres vivos. Igual que las bacterias y los virus, también son naturaleza. ¿Quién pone el límite?