Trasplante de órganos

Solidaridad que regala vida

La mejora en la lucha contra el rechazo y la disminución de los efectos secundarios marcan la evolución de los trasplantes de órganos donados, campo en el que España es líder mundial
1 octubre de 2007

Solidaridad que regala vida

Los avances en el mundo de los trasplantes han sido enormes en las dos últimas décadas, no tanto en el aspecto quirúrgico como en la prevención, el tratamiento del rechazo y en la preservación de los órganos y la disminución de los efectos secundarios. Estos adelantos han permitido que superar los cinco años de vida tras un trasplante sea algo habitual. A ello se suma que en un breve plazo los trasplantes multiorgánicos, de cara, de piel o de órganos artificiales, actualmente en fase experimental, dejarán de ser noticia y formarán parte de la rutina diaria médica. Otra de las transformaciones se está dando en la edad media de los donantes, que ha pasado de 35 años en 1991 a 51 años en 2006.

En menos de 3 décadas, la edad media de los donantes ha pasado de 35 a 51 años

Este aumento en la edad del donante se debe fundamentalmente a la disminución de los donantes fallecidos como consecuencia de traumatismos craneoencefálicos ocasionados por accidentes de tráfico, que suelen ser personas jóvenes, y al aumento de los donantes cuya muerte se ha producido por un accidente cerebrovascular.


Una vida larga…

Desde que en 1965 se realizara en nuestro país el primer trasplante de riñón, los resultados han ido mejorando día a día a medida que se han ido incorporando los adelantos quirúrgicos y de inmunosupresión. Según los últimos datos de la Organización Nacional de Trasplantes, en España la supervivencia máxima en trasplantes corresponde a un paciente trasplantado de riñón, que lleva 37 años de vida con el mismo órgano funcionando normalmente. Para el caso del corazón, la máxima supervivencia registrada hasta ahora es de 22 años, 21 para el hígado, 18 para el de páncreas y 14 para el pulmón. En el caso del intestino, que es el procedimiento más reciente, la máxima supervivencia alcanza los siete años.

... y normal

A pesar de los grandes avances logrados en los últimos años en materia de trasplantes, especialmente en aquellos aspectos relacionados con el diagnóstico y tratamiento de las complicaciones, hay aspectos muy importantes que no se pueden dejar de lado, como son la alimentación, el ejercicio físico, la sexualidad, la reincorporación al mundo laboral o las alteraciones psicológicas de aquellos que han sufrido un trasplante y retoman su vida habitual.

El hecho de no valorar adecuadamente estos aspectos puede, en muchos casos, acarrear efectos negativos en su estado general de salud. Todos los trasplantados no sólo deben familiarizarse con el tratamiento inmunosupresor y sus posibles efectos secundarios, también han de comprender la importancia de prevenir la aparición de infecciones introduciendo medidas adecuadas de aseo personal, así como una escrupulosa higiene en la comida y limpieza del hogar, así como cuidar su alimentación (no pueden tomar alimentos crudos) después del trasplante. También deben estar preparados ante las alteraciones psicológicas que pueden aparecer para saber cómo afrontarlas.

Tráfico de órganos, una triste realidad

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el tráfico de órganos representa el 10% de los trasplantes en todo el mundo. A pesar de que las leyes estadounidenses y europeas prohíben la venta de órganos humanos, la miseria lleva muchos habitantes del llamado tercer mundo a vender sus órganos, e incluso, a robar los ajenos. Las leyendas que hablan de niños desaparecidos, y con ellos sus órganos, es una triste realidad. Los trasplantes son un problema creciente en los estados ricos ya que las listas de espera están creciendo mucho más rápido que los órganos donados, lo que ha hecho que aumente el “turismo por trasplantes”, dado que los pacientes ricos que no tienen permitido comprar órganos en sus países viajan al exterior para recibir órganos de donantes pobres. Los riñones son el órgano más demandado (10.000 por año) en un mercado negro en el que los pobres reciben pequeñas sumas de dinero a cambio de sus donaciones, que se venden a pacientes con alto poder adquisitivo.
Con el fin de frenar este creciente mercado ilegal, algunos expertos abogan por la creación de un mercado regulado para los órganos humanos, propuesta que no ha encontrado respaldo por problemas éticos, dado que transformaría a las partes del cuerpo humano en un bien comerciable.

Inmunosupresores, la clave de la recuperación

El principal problema al que se enfrenta una persona receptora de un órgano ajeno no es la cirugía ni el desarrollo del rechazo agudo, ni siquiera las complicaciones infecciosas del postrasplante inmediato, sino la pérdida progresiva de la función del órgano trasplantado a medio plazo y el desarrollo de complicaciones médicas relacionadas con el tratamiento inmunosupresor. Actualmente, la esperanza media de vida del injerto tras la intervención puede superar en algunos casos los 20 años, pero la larga supervivencia del órgano trasplantado requiere que el sistema inmunológico permanezca frenado, ya que de otra forma rechazaría el injerto que le es ajeno.

Gracias a los inmunosupresores, aumenta mucho la supervivencia de los órganos transplantados

Este estado de supresión del sistema inmunológico se consigue con los fármacos inmunosupresores, cuyo desarrollo tecnológico ha experimentado enormes avances en los últimos 30 años, permitiendo reducir la tasa de rechazo agudo al 10%. Sin embargo, aunque estos medicamentos han supuesto grandes mejoras en la prevención y el tratamiento del rechazo agudo, los pacientes suelen pagar un alto precio porque su efecto no protege ante los problemas a largo plazo, como la enfermedad crónica del injerto.

Además, su uso aumenta el riesgo de que los pacientes desarrollen infecciones, tumores, trastornos digestivos, hipertensión, problemas óseos, lesiones vasculares o alteraciones del metabolismo de los lípidos y los hidratos de carbono, que afectan a su calidad de vida. Con el objeto de disminuir en un futuro la incidencia de tumores en la población trasplantada, ya se están utilizando y desarrollando algunos inmunosupresores que tienen efectos antitumorales. Además, hay nuevos medicamentos que pueden permitir la individualización del tratamiento, evitando los fármacos que se relacionan con una peor calidad de vida, como los esteroides.

El primer proyecto europeo de investigación cooperativa en el área de la tolerancia inmunológica en trasplantes en el que participa la Organización Nacional de Trasplantes (RISET) incluye una primera fase de cinco años de duración (2006-2010) que tiene como objetivo buscar los mecanismos biológicos que permitan a los pacientes trasplantados evitar de forma permanente el rechazo, sin necesidad de fármacos inmunosupresores.

La consecución de esta meta ayudaría a mejorar la calidad de vida de los pacientes y reduciría en más de un 80% los altos costes sanitarios. Según datos de la ONT, los costes anuales de la medicación inmunosupresora de los trasplantados pueden oscilar entre los 6.000 y los 9.000 euros. Con programas de inmunotolerancia, estos costes se reducirían en más de un 80%, situándose entre 1.200 y 2.000 euros anuales.

España, líder mundial en donaciones

Las estadísticas de 2006 revelan que España ha consolidado su liderazgo mundial en materia de donaciones por decimocuarto año consecutivo, ocho puntos por encima de Estados Unidos, el segundo en la lista. Los 33″8 donantes por millón de habitantes españoles frente a los 18″8 donantes del conjunto de la UE suponen un total de 3.756 trasplantes al año. Y parece que las perspectivas son todavía mejores para 2007, ya que según datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), este año el número de donaciones de órganos ha crecido casi un 3%- de 630 a 647- y el de trasplantes un 1″5% -de 1.502 a 1.526- respecto al mismo período del año anterior.

Dos de cada tres españoles dicen estar dispuestos a donar, pero sólo uno de cada doce tiene tarjeta de donante

La concienciación social acerca de la importancia de las donaciones es una realidad asentada. El 66″5% de la población española se muestra predispuesta a donar sus órganos, aunque sólo un 8″2% de ellos tiene tarjeta de donante, según los datos de la “Encuesta nacional sobre actitud de los españoles ante la donación 2006”, realizada por la Universidad Autónoma de Madrid para la ONT. Estos porcentajes apenas han experimentado variaciones desde 1993, año en el que un 64″5% de los españoles se mostraba dispuesto a donar sus órganos tras el fallecimiento, pese a que sólo el 6″2% tenía carné de donante.

El País Vasco fue la Comunidad Autónoma con mayor índice de donación (con 48″4 donantes por millón de habitantes), seguida de Cantabria, Asturias, Baleares y Navarra, todas ellas por encima de los 40 donantes por millón, cifra considerada internacionalmente como la máxima alcanzable. En total, en nuestro país el año pasado se efectuaron 2.155 trasplantes renales, 1.051 trasplantes hepáticos, 274 cardiacos, 169 pulmonares, 94 de páncreas y 13 de intestino. Además, se llegó a mínimos históricos de las negativas familiares a la donación (un 15″2%), la cifra más baja a nivel mundial.

Sin embargo, las listas de espera continúan representando un problema de solución compleja. De hecho, en 2006 había más de 5.000 enfermos aguardando un órgano sano.
Si se desglosa por órganos, en los primeros meses de 2007 había 77 pacientes en lista de espera para recibir un corazón, frente los 4.188 que necesitaban un riñón, los 736 que precisaban un hígado o los 125 que aguardaban un pulmón.

En líneas generales, los plazos de espera en España para un trasplante están muy por debajo de cualquier otro país del mundo, lo que no impide que entre un 10 % y un 15 % de los pacientes en espera de un trasplante hepático y cardíaco fallezca antes de encontrar un órgano adecuado, a pesar de que en el caso de órganos vitales en situación de urgencia el plazo se reduce a días, y se suele conseguir el trasplante en la mayoría de los casos. En situaciones menos urgentes, la media es de unos seis meses para el hígado, cuatro meses para el corazón y de siete a ocho meses para el pulmón. Por lo que respecta al riñón, donde el paciente habitualmente espera en diálisis, el tiempo medio oscila entre 15 y 18 meses.

Respuestas a las dudas más frecuentes

¿Quién puede ser donante de órganos y tejidos? Cualquier persona sana es donante potencial, siempre que en vida no se haya manifestado en contra de la donación. No hay límite de edad, pero en caso de menores de edad y discapacitados se tiene que respetar la voluntad de las personas que tengan la patria potestad (Ley 30/1979). Las condiciones clínicas en el momento de la muerte determinan los órganos y tejidos que son válidos para el trasplante. No obstante, los donantes no pueden padecer ni haber padecido cáncer ni otras enfermedades infecciosas o de causas poco claras que se puedan transmitir con la donación.

¿Qué hay que hacer para ser donante? Deben comunicar su decisión a la familia y los amigos más íntimos, ya que ellos son los primeros en ser consultados en caso de fallecimiento del donante. También se puede cumplimentar una tarjeta de donante, gratuita y altruista, que se puede encontrar diferentes lugares: Organización Nacional de Trasplantes, hospitales, consejerías de Sanidad/Salud… . Tener el carné de donante no compromete a nada si se cambia de opinión.

¿Qué ocurre si la familia se opone a la donación? En nuestro país siempre se cumple la voluntad de los familiares, independientemente de si el fallecido es donante o no.

¿Se puede hacer un trasplante de donante vivo? Puede donarse un órgano o parte de él, normalmente de médula ósea, riñón y segmentos de hígado y de pulmón, cuya extracción sea compatible con la vida y cuya función pueda ser compensada por el organismo del donante de forma adecuada y suficientemente segura. El donante debe ser mayor de edad, gozar de plenas facultades mentales y un estado de salud adecuado. Además, deberá ser informado previamente de las consecuencias derivadas de su decisión, debiendo otorgar su consentimiento de forma expresa, consciente y desinteresada. Salvo en casos excepcionales, estas donaciones sólo son admitidas entre familiares directos (padres, hermanos, hijos,…).

¿Cómo y dónde se ha de producir el fallecimiento del donante? Es necesario que la muerte cerebral (cese irreversible de todas las funciones cerebrales) del donante se produzca en el hospital, en una UCI móvil o SAMU, para poder realizar todas las pruebas y conservar adecuadamente los órganos. El diagnóstico médico legal de la muerte cerebral o muerte encefálica está actualmente regulado en el anexo 1 del Real Decreto 2070/1999, de 30 de diciembre de 1999, y exige, entre otros aspectos, que el diagnóstico sea realizado por tres médicos distintos a los que van a intervenir en la extracción y en el trasplante.

¿Por qué en algunos casos el organismo del receptor rechaza el órgano trasplantado? El efecto de rechazo se produce por un hecho muy simple: todo organismo vivo defiende su integridad física y bioquímica destruyendo cualquier agente vivo extraño que haya sido introducido en él. El organismo, al verse invadido por antígenos (sustancias proteicas), reacciona con un movimiento natural de defensa, rechazando el trasplante. Para evitar dicho rechazo, es necesario aplicar al paciente fármacos (inmunosupresores) y tratamientos, con la desventaja de que el paciente pierde toda su inmunidad. No obstante, con el fin de minimizar el efecto de rechazo, en los trasplantes se tiene en cuenta la compatibilidad entre donante y receptor, teniendo en cuenta el grupo sanguíneo y el sistema HLA (antígenos leucocitarios humanos).

¿Qué es el Modelo Español? Es un conjunto de medidas adoptadas en nuestro país para mejorar la donación de órganos. Dicho modelo ha sido recomendado por la OMS y se está aplicando en diferentes partes del mundo con resultados muy similares a los obtenidos aquí. El éxito del Modelo Español sólo es comprensible desde un enfoque multidisciplinar, que engloba aspectos legales, económicos, políticos y médicos.