¿Qué tiempo encontraré en las vacaciones?
El tiempo que va a acompañar a las vacaciones es un elemento determinante en la elección del destino. Conviene conocer las características estacionales en las que se encuentra el país o la región que se desea visitar para esquivar experiencias decepcionantes o poco afortunadas. Resulta aconsejable no sólo porque se evita que las condiciones climáticas adversas disminuyan el valor terapéutico del descanso y el ocio, sino porque también responde a una necesidad práctica. Un safari en Tanzania en época de sequía hace que las posibilidades de contemplar a los cinco grandes (elefante, león, rinoceronte, hipopótamo y búfalo) sean muy remotas porque se habrán ido de vacaciones a Kenia. Por eso, antes de soñar la aventura, hacer la reserva y vacunarse si procede, bien vale informarse sobre la estación a la que se viaja. Lluvias, ciclones, sequías, tornados y demás fenómenos atmosféricos pueden aguardarnos en unas latitudes diferentes a nuestro verano.
En los mapas que respetan las medidas reales de los continentes y su proporción se descubre que África es mucho más grande y más alargada que la imagen que se ha transmitido de forma tradicional. De esto se deduce que el clima no es, ni mucho menos, uniforme. Sí es cierto que la mayoría de los días serán soleados, puesto que la mayor parte de los países se encuentran entre los paralelos 20º N y 20º S, es decir, entre el Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio. Esto motiva que en las zonas más cercanas al Ecuador reine un clima siempre cálido y muy húmedo, mientras que en las dos zonas tropicales, el 80% del territorio, se distinguen dos estaciones, una húmeda y otra seca.
En Kenia y Tanzania, destinos por excelencia del fotógrafo y del naturista, los meses de enero y febrero son los más propicios porque el clima es cálido y seco. Entre junio y septiembre, meses de vacaciones estivales para el mundo occidental, el tiempo se mantiene estable porque las lluvias llegan en marzo y se retiran en mayo para volver en octubre. Otra alternativa para los que desean vivir la experiencia de un safari se encuentra en Namibia y Botsuana, cada día más en boga entre otras razones porque la época de temperaturas más benignas coincide con el verano en nuestro país. Sin embargo, se desaconseja ir en septiembre, un mes que gana adeptos para viajar, porque las lluvias convierten en intransitables las carreteras de los parques naturales. En el noroeste africano, sin embargo, la realidad es inversa. Senegal, el país más concurrido, es perfecto para visitarlo en invierno, a pesar del viento sahariano harmattan, o en la primavera. En verano, el calor, a pesar de sus costas, es duro. Lo mismo que sucede si miramos al este: hacia Egipto. El calor estival puede llegar a ser insoportable y el invierno no tan cálido como se cree. La visión de las pirámides sin riesgo de lipotimia sólo se garantiza de marzo a abril.
El viaje al lejano oriente supone adentrarse en una realidad muy diferente a la que un occidental está acostumbrado. La mayor parte del continente se encuentra bajo el paralelo 40ºN, el mismo que parte por la mitad a la Península Ibérica, y llega hasta el Ecuador. Sin embargo, estas tierras bañadas por dos océanos son el ejemplo de que la latitud condiciona pero no determina el clima. Aunque los meses fríos de la India coinciden con los nuestros, la época de mayor calor se da de marzo a junio y en nuestros meses de verano tienen lugar las lluvias y monzones. Esto debe tenerlo muy presente el viajero, porque no se trata de chaparrones tropicales, sino de prolongadas jornadas de tormentas. Si el turista se decanta por Vietnam habrá de definir a qué zona del país quiere ir: si su objetivo es el sur, mejor dejarlo para el invierno, porque el verano, sobre todo de junio a agosto, es la estación pluvial; por el contrario, si quiere conocer el norte, mejor hacerlo en verano porque de noviembre a abril hace mucho frío. También en Indonesia, otro punto de interés turístico, coincide la bonanza de su clima con el verano europeo y, además, la orografía de las islas permite que, por ejemplo, Bali apenas se vea afectada por los monzones. En la memoria de todos está el tsunami que devastó las costas de Tailandia, Malasia y Sri Lanka el pasado diciembre. Repetían las noticias que los países se encontraban en su temporada alta turística, y de hecho así es. En esa zona se suceden tres estaciones al año: una monzónica de mayo a noviembre, una seca de noviembre a febrero, con temperaturas más suaves, a la que le sigue más calor hasta mayo. Si se visita Bangkok en abril hay que estar dispuesto a sudar mucho.
Aunque el tiempo de las tierras bañadas por el mar turquesa se asocia siempre a bonanza, a pesar de que se piensa que las lluvias no son tan fuertes, ni el calor tan húmedo y que el frío no existe, la realidad es muy distinta. En Cuba, un invierno duro registra temperaturas de 4 grados en el interior y 12 en zonas como Guantánamo, pero por lo general la temperatura se mantiene constante, excepto los picos de calor del verano. Si se viaja a las costas caribeñas en busca de playa y sol conviene evitar los primeros meses de otoño, sobre todo octubre, porque es época de huracanes y se corre el riesgo de disfrutar demasiado de la habitación del hotel.
El viento harmattan: Viento alisio continental, seco y polvoriento, proveniente del desierto del Sahara que afecta a los países occidentales de África entre diciembre y febrero.
El monzón de la India: Monzón es un vocablo árabe que significa estación. A finales de mayo, la corriente de aire de las capas altas de la atmósfera procedente del oeste y que regula la temperatura en las llanuras del Ganges durante el invierno se desploma de forma brusca. Inicia así un viaje hacia el sur y luego hacia Bengala para regresar acto seguido. De esta forma, provoca primero lluvias en el este del Himalaya, después en el oeste y termina por propagarse hacia todo el país. Este es el principal monzón, el de verano o del sudoeste.
El Pancaroba de Indonesia: Época entre monzones entre abril y octubre.
Los tifones de Vietnam: La estación de lluvias comienza en junio-julio y dura hasta octubre-noviembre, acompañada en ocasiones de tifones demoledores. Los peores meses son septiembre y octubre porque es cuando más llueve.
La época de lluvias en África oriental: Aunque parezca extraño, existen muchas contradicciones en la documentación sobre cuándo llueve en Kenia y cuándo lo hace en su vecina Tanzania, con la que además comparte la reserva Masai Mara. Lo cierto es que no comparten clima. En Kenia las lluvias aparecen en noviembre y desaparecen en marzo con mucho calor; y en Tanzania se adelantan a mayo y remiten en septiembre.
Tiempo de huracanas en el Caribe: Los ciclones tropicales están clasificados en depresiones, tormentas y huracanes, en función de la velocidad de los vientos y las precipitaciones. El promedio histórico de la temporada de huracanes que comienza en agosto y termina en octubre es de 9 tormentas con nombre, de las que seis alcanzan la fuerza de un huracán.
Una de estas clasificaciones, la bautizada por el científico Arthur Strahler, contabiliza hasta 14 zonas en función no sólo el clima, también de las manifestaciones que tiene a lo largo de los años, lo que permite calcular medias. Es el caso del clima ecuatorial, en una latitud de 10º N y 10º S, en el que llueve casi todos los días del año y el calor es constante, en torno a los 27 grados. En esta franja se halla la cuenca del Amazonas y del Congo y las tierras que unen Sumatra hasta Nueva Guinea.
El clima monzónico, propio del este de los continentes por debajo de los 25º de latitud y cercano al litoral, se da en Florida, el golfo de México, el istmo americano, el Caribe y Madagascar.
Su expresión al sur da lugar al clima chino de Uruguay, Taiwán, Japón y el sur de la China.
India, Indochina, la ‘barriga’ de África y Australia gozan de un clima denominado tropical seco y húmedo, con dos estaciones marcadas: la seca que llega cuando el sol está bajo el horizonte al mediodía, y la húmeda, cuando está más alto.
El clima desértico ocupa regiones donde las masas de aire son estables y secas, donde se producen cambios muy bruscos durante el día y la noche, pero no importa en qué mes se esté. El Sahara, Arabia y el desierto australiano son las zonas más significativas.
Existe otro clima desértico, que no es sino la expresión del tropical seco llevado a extremos en determinadas áreas como los desiertos del sur estadounidense y la Pampa y la Patagonia argentina.
El Mediterráneo tiene su particular clima de estaciones diferenciadas, donde los registros dependen más de la orografía que de la latitud. Además de las costas bañadas por el mar que le da nombre, lo disfrutan California, la costa chilena y Ciudad del Cabo.
En las mismas latitudes, pero bañadas por el océano Atlántico, se encuentra el clima continental de Europa y Norteamérica, que tiene su versión húmeda en Canadá y Europa Central. Los bosques boreales, aquellas regiones que se alimentan de las masas de aire polar, dan nombre al clima Boreal de Eurasia, Siberia, Alaska y Groelandia, un clima frío pero que no llega a ser el Polar de los casquetes del Ártico y el Antártico.
Las numerosas clasificaciones y mediciones del clima permiten conocer con precisión el tiempo que tiene lugar en cualquier lugar del mundo en cualquier época del año. Ésta puede ser una información muy útil para el viajero, que no debería conformarse con generalidades que pueden llevar a conclusiones erróneas. Por ejemplo, se puede pensar que en Vietnam el clima es uniforme en todo el país, pero no es lo mismo acudir en verano al sur que al norte, como no tiene nada que ver el julio de Sevilla con el de Santiago de Compostela. Además de su latitud, la altitud, las corrientes marinas, los centros de acción de las presiones, e incluso las biocenosis, esto es, el conjunto de organismos vivos del ecosistema, determinan también el tiempo que recibirá al visitante en un lugar.