Infecciones testiculares

Un riesgo para la fertilidad

Las infecciones de los testículos pueden ocasionar alteraciones graves en la formación de espermatozoides
1 junio de 2005
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Un riesgo para la fertilidad

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La poca atención que hasta hace poco se ha prestado al aparato reproductor masculino ha provocado que las enfermedades genitales que padecen los hombres sean generalmente menos conocidas que las de mujeres. Exceptuando las dolencias de la próstata, pocas patologías masculinas y sus síntomas son reconocidas incluso por los propios individuos susceptibles de padecerlas, por lo que es habitual que la temida visita al especialista, en este caso el urólogo, se retrase más de lo deseable y se realice cuando las molestias alcanzan su momento crítico.

De entre las patologías que el aparato genital masculino puede sufrir, este mes destacamos varias dolencias de los testículos: la epidedimitis (infección del epidemio, la estructura en la que se depositan los espermatozoides para madurar), la orquitis (infección de los testículos) y la orquiepididimitis (infección de ambas estructuras).

Infecciones testiculares

Los testículos tienen como misión fundamental la formación de espermatozoides. En su parte posterior se encuentra una estructura tubular, el epidídimo, en la que los espermatozoides se van depositando para su maduración. Esta estructura se une al conducto deferente, por el que los espermatozoides ya maduros llegan a las vesículas seminales, donde son de nuevo almacenados hasta la eyaculación. Con frecuencia estas estructuras pueden infectarse y provocar una orquitis, infección del testículo, una epidedimitis, infección del epidídimo o bien a una orquiepididimitis, infección de ambas estructuras, que pueden afectar a la fertilidad del hombre que las sufre.

La orquitis aguda o infección aislada del testículo es más bien rara porque es una estructura bastante resistente a la infección por la gran vascularización sanguínea y linfática, que le confieren unas buenas defensas. Lo más frecuente es que se produzca la infección por vía ascendente o canalicular a través del conducto deferente y epidídimo cuando se produce una uretritis, prostatitis, infección urinaria, maniobras instrumentales, cateterismos, etc.

Paperas y relaciones sexuales

Una causa frecuente de orquitis son las paperas -un 30% de quienes las contraen después de la pubertad padecen orquitis-, que pueden provocar a los cuatro o cinco días dolor e hinchazón testicular en uno o en ambos testículos. Las orquitis pueden producir infertilidad y atrofia (disminución del tamaño del testículo), complicación que se da en un tercio de los jóvenes afectados por orquitis.

La epididimitis aguda es más frecuente que la orquitis y se extiende también a los testículos, por ello se habla de orquiepididimitis. Una de las causas más frecuentes de su aparición es la infección por transmisión sexual, que afecta a hombres hetero y homosexuales. En los jóvenes heterosexuales entre 19 y 35 años los gérmenes que más frecuentemente la provocan son el Nisseria gonorrhoeae, gonococo que causa la gonococia, y la Clamydia trachomatis, mientras que en varones homosexuales es el Escherichia Coli, que se transmite a partir del coito anal.

Síntomas y tratamiento

Los síntomas que produce la orquiepididimitis son claros:

  • Inflamación e hinchazón del escroto
  • Testículo sensible, doloroso, hinchado y con sensación de pesadez
  • Fiebre
  • En ocasiones flujo más o menos purulento por el pene, la secreción uretral es más frecuente si la infección es por clamidias
  • Dolor al orinar
  • Dolor en las relaciones sexuales y en la eyaculación
  • Dolor en región inguinal
  • Semen a veces sanguinolento

El diagnóstico de la afección es sencillo mediante la sintomatología y la exploración física -además de los signos de inflamación escrotal, suele haber también hinchazón de la ingle y aumento de tamaño de los ganglios linfáticos de la zona-. También se utilizan análisis de orina, en los que se efectúa un cultivo para identificar el germen causante, y análisis de sangre. Si hay que descartar otras patologías, se puede realizar una prueba mediante ultrasonidos Doppler (para examinar el flujo de sangre en las venas de la zona) y una gammagrafía testicular (que permite obtener la imagen interior de la parte afectada para comprobar su estado).

El tratamiento requiere de antibióticos y se recomiendan una serie de medidas generales, como el reposo en cama, un suspensorio testicular si se considera oportuno, la toma de antiinflamatorios no esteroideos para prevenir la obstrucción de las vías espermáticas y a veces la infiltración con anestésicos locales en el cordón espermático. En el caso de afectados por gonorrea o clamidia es fundamental evaluar y tratar a las parejas sexuales, sobre todo si hubo contacto durante los 30 días previos a la aparición de los síntomas.

La evolución suele ser positiva y sin complicaciones, si bien en ocasiones puede quedar una fibrosis cicatricial que produce azoospermia (improducción de espermatozoides).

La influencia de la gonorrea

Una de las causas de orquiepididimitis es la gonorrea, enfermedad infectocontagiosa exclusiva de la especie humana y que se transmite por contacto sexual. La incidencia más elevada de gonorrea o gonococia se da en países en desarrollo, de forma muy especial en los destinos del llamado ‘turismo sexual’, pero no hay estadísticas precisas. En los pases desarrollados la incidencia se fija en cerca de 35 casos por 100.000 habitantes. La tasa de ataque más elevada se sitúa entre los 20 y 24 años, pero el mayor riesgo se presenta en mujeres entre 15 y 19 años. El riesgo para una mujer de adquirir la infección a partir de un hombre infectado se estima en un 50-70%, mientras que el riesgo para un hombre a partir de una mujer infectada es un 20-30%. Este porcentaje estima las probabilidades de adquirir la infección tras una relación sexual.

La gonococia tiene mayor incidencia en poblaciones de bajo nivel socioeconómico y educativo y es más frecuente en ambientes urbanos. El llamado ‘turismo sexual’, el descontrol sanitario de la prostitución, la mayor promiscuidad sexual y la ausencia de medidas preventivas en las relaciones sexuales están provocando el aumento de su incidencia.

La infección puede ser asintomática, lo que le confiere un alto grado de peligrosidad por la posible transmisión de la enfermedad. En los hombres la gonococia tiene un periodo de incubación de 2-5 días. Tras este plazo, aparece una secreción mucosa por la uretra asociada a picor, que va evolucionando a secreción purulenta y síntomas inflamatorios en el meato uretral. Es bastante habitual que se produzca una orquiepididimitis y/o prostatitis. En las mujeres, la infección se localiza en el endocervix, la parte más interior del cuello uterino, y suele dar síntomas muy poco específicos, como leucorrea (flujo), molestias discretas al orinar o picor en genitales. En estos casos localizados de infección hasta un 50% de las infectadas pueden permanecer asintomáticas, con lo que muchas veces se mantienen relaciones sexuales sin ningún tipo de precauciones.

El mayor problema actual de esta enfermedad ha sido la aparición de resistencias a los antibióticos, lo que ha provocado complicaciones y cronificación de la enfermedad. La utilización de preservativo cuando se mantienen relaciones sexuales con parejas no estables deviene fundamental para la prevención de esta infección.

Infecciones testiculares

Cada testículo está unido a una serie de órganos, que le permiten madurar, transportar y almacenar los espermatozoides producidos. Estos órganos pueden sufrir infecciones que puedean afectar a la normal producción de esperma./imgs/20050601/info_salud.jpg

Factores de riesgo

1. Para la orquiepididimitis no transmitida sexualmente:

  • Vacunación inadecuada para la parotiditis (paperas)
  • Anomalías congénitas de vías urinarias
  • Infecciones recurrentes de las vías urinarias
  • Edad superior a los 45 años
  • Cirugía de las vías urinarias, próstata…
  • Catéter uretral permanente

2. Para la orquiepididimitis transmitida sexualmente:

  • Múltiples parejas
  • Comportamientos sexuales de alto riesgo
  • Antecedentes de pareja sexual que haya padecido enfermedades de trasmisión sexual (ETS)
  • Antecedentes personales de gonorrea o de otras enfermedades de transmisión sexual.