¿Cómo lleva levantarse todos los sábados y domingos a las seis de la mañana?
Siempre digo que Radio Nacional no me paga por hacer este programa. Estoy absolutamente segura porque disfruto tanto haciéndolo que creo que debería pagar yo. Es por los madrugones, los llevo fatal.
¿Diría que sí a un programa de tarde?
No estaría mal. Sería una oferta que consideraría. La que en ningún caso consideraría sería hacer un programa de mañanas cinco días a la semana. Me parece admirable el esfuerzo que hacen mis compañeros para madrugar tanto. Me gusta el fin de semana por que son dos programas y eso te permite cuidarlos mucho, leerte los libros, ver las películas, preparar los guiones… Cosas que un programa diario no me permitiría.
¿Qué le da la radio a cambio del madrugón?
la televisión la gente decía
que la radio iba a morir
pero la radio no se va a
morir nunca porque te da
una cercanía imbatible”
Lo pasamos muy bien. Son tópicos lo de “qué gran equipo, qué bien nos llevamos”, pero es que en este caso es cierto. Colaboro con grandes profesionales, nos hemos hecho amigos y me gusta verles los fines de semana. Porque, aunque la gente te diga “mira éstos, todos los fines de semana están en algún lugar”. No es maravilloso, es un esfuerzo personal. Los colaboradores tienen otros trabajos, en su mayoría. Y salen la tarde del viernes para hacer el programa en algún lugar de España y no vuelven hasta el domingo por la noche. Es un esfuerzo muy grande y la gente que piensa “qué bien lo pasan” se confunde y además, a veces, se confunde con mala leche. Lo pasamos bien pero hay que ver la parte dura del asunto.
Colabora con Forges, Manuel Toharia, Jose María Iñigo, Andrés Aberasturi, ¿así es fácil hacer un programa?
Yo siempre les digo a mis jefes que si el programa funciona mal me tienen que echar a mí. Porque son muy buenos, son gente de primera línea en sus apartados, tenemos al mejor naturalista, a los mejores expertos en música, al mejor dibujante gráfico… gente buenísima, y ésa es la grandeza del programa.
Se dice de su programa que es culto y entretenido. Más de uno diría que son términos contradictorios.
Ésa es la gracia. Haber conseguido dar información y motivos de reflexión y no ser un tostón. Este programa ha apostado siempre no por sentar cátedra, ni crear opinión, sino proponer la reflexión. Hace poco hicimos una tertulia de cuarenta minutos sobre la prudencia. Porque pensamos, ¿es importante en la vida? Sí. Entonces, hablemos de ello. Tal vez hagamos pensar a la gente. A lo mejor dicen “pues tengo una actitud demasiado prudente ante ciertas cosas o demasiado temeraria”. No pretendemos llegar a ninguna conclusión. Pero sí establecer un tema de reflexión.
¿Nunca se ha sentido presionada para hablar del corazón?
periodista y me intereso
por mi instrumento de
trabajo, que creo que es la
herramienta de trabajo de
muchísima gente. Los
medios de comunicación
somos muy culpables de
ciertas incorrecciones que
se van repitiendo”
No hablar de la crónica social es una apuesta mía. Yo no tengo interés en esas cosas. Siempre pienso que es muy respetable que le gusten a la gente pero no creo que el tiempo que Radio Nacional me ofrece administrar, lo pueda dedicar a cosas que no aporten algo. De manera entretenida, divertida, pero que aporten. Yo de todos los programas me llevo algo. Una palabra que no conozco, conceptos que me hacen pensar, algo.
Su programa no tiene oyentes, tiene “escuchantes”, ¿por qué?
Muchos nos dicen que no es correcto pero es una palabra correctísima que ya utilizó Cervantes. Nos la sugirió un escuchante cuando empezábamos. Nos dijo “este programa no es para oír, es para escuchar, así que yo me consideró escuchante”. ¡Me pareció tan bonita! El que habla pretende que el otro escuche. Tú oyes llover, oyes un petardo, pero escuchas al que te interesa lo que dice. Hay gente que oye la radio y la tiene de fondo pero a lo que aspiramos nosotros es a que nos escuchen.
Tiene muchos seguidores, ¿qué les da a los escuchantes?
Cuando estalló el boom de la televisión la gente decía que la radio iba a morir pero la radio no se va a morir nunca porque te da una cercanía imbatible. Hay gente que te dice “desayuno contigo todos los días, me levanto contigo, te escucho en la cama”. Eso te da una relación de afecto con la gente que es muy gratificante. Sobre todo, es bonito saber que ayudas a personas que lo están pasando mal. El que tiene que trabajar el fin de semana o el que hace trabajos especialmente ingratos, el que que tiene que planchar o estar en la cocina o cuidar a un enfermo. Estamos ahí, ayudándole, y eso es maravilloso.
Cuando se sienta frente al micrófono, ¿a quién se dirige?
No pensamos en ninguna edad, ni en ningún perfil social porque nos hemos dado cuenta que nos escucha todo tipo de gente. El que es mayor y no ha tenido oportunidad de ir a la escuela y te dice “cuánto aprendo con ustedes, ustedes son mi escuela” pero también el que tiene un gran nivel académico, nos escuchan catedráticos, por ejemplo. Cuando hago un programa en directo y tengo un momento de reflexión me dedico a ver la cara de la gente y digo “fíjate, es que hay de todo”. Desde un señor que me decía que me escuchaba desde las viñas trabajando hasta profesores, ingenieros o arquitectos.
¿La crisis ha beneficiado la salud de la radio? Las audiencias suben.
Bueno, el Estudio General de Medios tiene varias mediciones a lo largo del año y siempre en algunas sube y en otras baja el público de la radio. Yo soy muy cauta con estas cosas, con las audiencias de la radio en general y del programa en particular. Ésta última medición nos da 120.000 escuchantes más, y estoy contentísima porque eso significa que hay una tendencia a subir, pero no me creo que hayamos ganado toda esa audiencia en tres meses. Las audiencias hay que verlas año a año, para observar las tendencias. Eso sí ayuda, pero no hay que ver una sola oleada.
¿Que las audiencias no se midan día a día es una ventaja de la radio sobre la televisión?
mucho a los
profesionales, debería
haber apuestas a largo
plazo. Si los
programadores de
televisión tuvieran un poco
más de paciencia, estoy
segura que muchos
programas y series que se
han retirado ahora
estarían teniendo éxito”
Sin duda. Los que hacen televisión y sobre todo televisión diaria viven pendientes de las audiencias y todos reconocen que es una cruz. Porque, además, las fluctuaciones de audiencia son muy raras. A veces puedes hacer un programa que tú crees que es genial y al día siguiente la audiencia te pega un palo y tú piensas “con la buena entrevista que hice ayer…” La televisión castiga mucho a los profesionales, debería haber apuestas a largo plazo. Julio César Iglesias siempre dice que en la radio un programa no dura porque sea bueno, es bueno porque dura. Es decir, las apuestas a largo plazo se hacen buenas. Y la tele no da tiempo porque el tiempo es dinero en publicidad y, claro, hay que encontrar una fórmula que funcione. Pero si los programadores de televisión tuvieran un poco más de paciencia, estoy segura que muchos programas y muchas series que se han retirado al mes, ahora estarían teniendo éxito.
¿Le han echado los trastos de la televisión?
He hecho cosas en la televisión. Pero nunca me han ofrecido algo que fuera arrebatador, a lo que no pudiera decir que no. Nunca he tenido una gran oferta de la televisión. También es verdad que en televisión yo no me siento tan a gusto como en la radio porque la radio es naturalidad y la televisión, para mí, quizás porque no domino el medio, no es naturalidad. No me permite ser yo misma.
¿Y si le ofrecen hacer este mismo programa en televisión?
Mucha gente nos dice que sería un éxito. Yo creo que no. Creo que tiene el ritmo de la radio. Además, es un programa de radio pública, con unas particularidades que no sé si funcionarían en una radio privada.
¿Por qué?
Hay programas que solo pueden ser de radio pública. No digo que éste sea uno de ellos, tengo mis dudas, pero hay programas que sólo se pueden hacer en una radio pública. Debe existir una radio pública para garantizar que esos programas lleguen al aire. El anunciante quiere programas que tengan mucha audiencia. Pero hay otros programas que, aunque no la tengan, hay que hacer porque son de servicio social.
Radio pública sin publicidad y televisión pública con anuncios. ¿Le parece el más correcto este modelo?
Podría pagarse la televisión mediante un canon pero, ¿la gente estaría dispuesta? Si tú le dices ahora al público de TVE “pues mire, no va a tener publicidad pero va a tener un canon”, te van a decir que no, seguramente. Y más en un momento de crisis. Sería otro tipo de televisión, seguramente. O debería serlo. No entraría en el juego comercial.
En su programa miman mucho el lenguaje.
El otro día me preguntaban en Calahorra si yo era filóloga. No soy filóloga, pero soy periodista y me intereso por mi instrumento de trabajo, que creo que es la herramienta de trabajo de muchísima gente, no sólo periodistas, sino de todas las personas que en su trabajo tienen que relacionarse con los demás. Todos utlizamos el lenguaje y todos tenemos un cierto empeño en hablar lo más correctamente posible. En el programa hemos hecho un poco bandera de eso.
¿Hay un descuido del lenguaje entre los periodistas?
Somos muy culpables de ciertas incorrecciones que se van repitiendo. Todos nos equivocamos, yo la primera, pero cuando me equivoco intento corregir.
¿Le pesan más las críticas o los halagos?
Me disgustan mucho las críticas injustificadas. Cuando la cosa está justificada y te lo dicen con respeto, me gusta. Pero las críticas maledicentes, maleducadas, esas no las puedo soportar. No puedes decir “eche usted a este tío, que no me gusta”. Esa crítica no la acepto. Simplemente le digo “usted puede elegir lo que quiere escuchar, yo no puedo elegir quién me escucha”.
¿Si trabaja en fin de semana, desconecta entre semana?
No. No desconecto jamás. Ése es el problema cuando tus días libres son lunes y martes. Quieras o no, te llaman, porque no trabajas en los horarios habituales. Pero cuando el trabajo te gusta, cuando es un trabajo tan maravilloso como éste, si me quejara sería una ingrata.
¿Nota la crisis también en su programas?
Los medios y las empresas que viven de la publicidad, en tiempos de crisis lo pasan mucho peor. Afortunadamente Radio Nacional no vive de la publicidad, pero vive indirectamente de la publicidad de televisión y los recortes de publicidad, evidentemente, nos afectan. Yo estoy trabajando este año con menos compañeros que el año pasado.
¿Internet ha cambiado la radio?
Internet ha abierto unas posiblidades infinitas para la radio, infinitas. Y creo que todavía estamos empezando, que van a ser muchas más. Escuchar el programa cuando quieras, descargártelo en un podcast… eso es estupendo. Y el correo electrónico permite una comunicación inmediata con el público. Si te equivocas, te corrigen al momento. Es más, dudamos de algo y al minuto hay tres o cuatro que responden. Es maravilloso.
¿Recuerda su primer programa?
Fue terrible. Nunca había hecho un programa en castellano, había trabajado siempre en catalán. Estaba muy nerviosa. Sentía mucha responsabilidad. Debía ser la persona más triste del mundo. Ayer mismo, un matrimonio me dijo “yo a usted la consideraba horrible”.
¿Y todavía se pone nerviosa en directo?
Nervios no. Siempre hay sentido de la responsabilidad. Los momentos puntuales de nervios están casi siempre asociados a alguien que tiene que estar en antena en media hora y no se presenta. Pero suelo mantener el tipo. Soy mucho más calmada en la radio que en mi vida diaria. Cuando termina el programa, sin embargo, pienso mucho en si tenía que haber dicho algo y no lo he dicho, cosas así. Soy muy de autoflagelarme y darle vueltas. Hay gente que piensa: “pues ya está hecho y a lo hecho, pecho”. Supongo que es lo ideal. Pero yo soy de comerme el coco. Además, cuando soy consciente de mis errores, que es casi siempre, me castigo mucho. Mi principal crítica soy yo.
O sea, que, a pesar de los premios, no se relaja.
No, nada. No soy de relajarme nada, no me voy a dormir en los laureles. Ayer estas mismas personas que me decían que yo no le gustaba nada al principio, me dijeron también “después usted aprendió y lo mejor de todo es que sigue aprendiendo”. Y eso espero. Sé que ahora sé más que hace diez años y espero que dentro de diez años, si consigo aguantar este ritmo, sepa más de lo que se ahora.