Las entrañas de la Tierra alteran el medio ambiente
La última erupción de consecuencias importantes la ha protagonizado el volcán Nyragongo, que arrasó la ciudad congoleña de Goma y afectó a más de 100.000 personas. La influencia de los volcanes en la historia de la humanidad es innegable: condicionan completamente la vida de los pueblos y ciudades situados cerca de ellos, pueden trasformar dramáticamente el entorno, en algunos casos sus cenizas benefician las cosechas y las lluvias ácidas que provocan pueden perjudicar a nuestra salud. No obstante, su vinculación directa con las alteraciones del medio ambiente no comenzó a confirmarse hasta el pasado siglo XX, cuando se relacionaron las erupciones volcánicas con la alteración del clima global del planeta. No es de extrañar, pues, que incluso se les haya dedicado un parque temático, situado cerca del Puy de Dome en la Auvernia francesa.
Tan espectaculares como peligrosos
La primera conclusión al observar la distribución de los volcanes a lo largo del mundo es que no ha sido el azar, precisamente, el que los ha ubicado en el lugar en que se encuentran. Los volcanes surgen debido a la fricción entre las placas tectónicas, que al encajarse una bajo otra propician la fusión de rocas dentro de la corteza. Este magma tiende a ascender a la superficie a través de grietas o fisuras y así se autoconforma el volcán por acumulación de sus propios productos (lavas, bombas, cenizas, polvo volcánico).
Si bien una erupción constituye un espectáculo único y maravilloso, también supone una amenaza, y no sólo derivada de los flujos de lava, la caída de cenizas y proyectiles, las corrientes de fango y los gases tóxicos. La actividad volcánica puede, asimismo, accionar otros eventos naturales peligrosos, incluyendo deformación del paisaje, inundaciones por rotura de paredes de lagos o por embobamiento de arroyos y ríos, y derrumbes provocados por temblores. Y a estos perjuicios conocidos se han sumado la comprobación de su negativa influencia en la salud, sobre todo en la de niños menores de 3 años, y su discutida incidencia en el cambio climático, del que se comenzó a hablar en la década de los 90.
¿Cambio del clima?
Tras la potente erupción volcánica del monte Pinatubo (Filipinas) en junio de 1991, los científicos detectaron durante los dos años siguientes una reducción del flujo de CO2 hacia la atmósfera. Investigando las causas, descubrieron que las cenizas y otras partículas expulsadas por el volcán habían creado, durante 1992 y 1993, una bruma alrededor del planeta, reduciendo la luz solar que alcanza la superficie, y haciéndola menos directa y más difusa. Muchos científicos creyeron entonces que dicha reducción causó una disminución de la temperatura de la Tierra y con ello de la respiración del suelo y las plantas. Pero investigaciones recientes de la universidad californiana de Berkeley demuestran que las plantas simplemente aumentaron su eficiencia durante el proceso de fotosíntesis, absorbiendo más dióxido de carbono, y si bien la temperatura global descendió en medio grado, debido a que la radiación solar general disminuyó en un 5%, dicha alteración del clima no es significativa. Sin embargo, los análisis sirvieron para profundizar en el negativo impacto de fenómenos más habituales, como los efectos de los aerosoles y la contaminación presente en la atmósfera.
También reportan beneficios
Dos cuestiones tan dispares como la agricultura y los métodos de supervivencia pueden salir favorecidos de la actividad volcánica. La ceniza y los materiales piroclásticos pueden convertir los suelos en extremadamente fértiles y permiten a los agricultores obtener abundantes cosechas. En abril de 1992, el Cerro Negro hizo erupción cerca de León (Nicaragua). Se depositó en las zonas cercanas al volcán una espesa capa de ceniza, y no faltó quien se aventuró a realizar pronósticos pesimistas sobre la economía agrícola, que se interrumpiría por años. Sin embargo, al cabo de 10 meses, los agricultores ya disfrutaban de buenas cosechas de los fértiles suelos entremezclados con cenizas volcánicas. Esas bendiciones volcánicas sin duda constituyen un generador económico y social muy poderoso. Con frecuencia se dice que quienes viven en zonas volcánicas de alto riesgo que son jugadores por naturaleza y asumen grandes riesgos para lograr beneficios inciertos. Pero su experiencia al pie de un cráter sirve de catalizador en el desarrollo de métodos de protección contra desastres naturales, ya que sus reflexiones sobre cómo hacer frente a las erupciones y las técnicas que ponen en práctica para sobrevivir aportan valiosos conocimientos.
Erupciones destacadas de la historia
1815: El Tambora, en Indonesia, entra en erupción violentamente y causa 50.000 muertes. Ha sido el más mortal de la historia.
1902: La erupción del Mont Pelé, en la isla de Martinica, causa 36.000 muertos y destruye en pocos minutos el puerto de Saint Pierre.
1991: El Monte Pinatubo, en Filipinas, produce la segunda mayor erupción del siglo pasado y la mayor perturbación atmosférica conocida desde la explosión del Krakatoa en 1883. Hubo mil muertos y un millón de desplazados.
Año 1.500 antes de Cristo: el volcán de la isla de Santorini entra en acción. La leyenda dice que su acción acabó con Atlántida, la mítica isla de la felicidad.
Año 79 después de Cristo. El caso del Vesubio: es el volcán más mítico de Europa. En 1999 sembró la alarma tras 55 años en letargo. Pero el incidente más conocido es el de la erupción en el año 79 después de Cristo, que dejó totalmente destruida la ciudad de Pompeya y arrasó también las cercanas Herculano y Campania.
Erupciones volcánicas y niños
Hay muy poca literatura del efecto de la ceniza volcánica en niños menores de un año, mas está demostrado que el incremento de consultas médicas después de una erupción es particularmente de niños menores de 4 años. En los niños en general, los sistemas de vigilancia epidemiológica destacan el incremento de gastroenteritis, bronquitis asmática e infecciones respiratorias.
El Teide volverá a la actividad
No será mañana, ni pasado. Deberán transcurrir años, seguramente décadas, pero lo cierto es que el Teide volverá a entrar en erupción tarde o temprano. Y es que la actividad en su subsuelo no ha cesado. En ese sentido, es un volcán activo. Las autoridades de Tenerife tienen prevista esta contingencia y han elaborado planes de actuación para cuando sea necesario, por lo que se prevé que la erupción no cogerá a nadie por sorpresa. Al igual que el Teide, se calcula que en todo el mundo hay unos 600 volcanes en marcha, aunque su nivel de actividad es muy variable.
- Tormenta de cenizas: la erupción volcánica expulsa por el aire o por medio de una columna de gases pedazos de lava que, según su tamaño, serán cenizas, arena, bloques… Las cenizas pueden producir incendios forestales, además de cubrir tierras dedicadas a la agricultura y tejados -hasta derrumbarlos-, destruir cosechas o impedir las siembras temporalmente.
- Flujos de fuego: las rocas calientes, de muy diversos tamaños y envueltos en gases que se desplazan como un fluido por las laderas de los volcanes, pueden alcanzar temperaturas de varios cientos de grados y velocidades entre los 50 y 150 kilómetros por hora. Se trata de los productos volcánicos más destructivos y mortales, ya que arrasan lo que encuentran a su paso, incluidas construcciones o cualquier forma de vida debido a su fuerza y alta temperatura.
- Avalanchas de barro: se componen de fragmentos de rocas, cenizas, sedimentos y gran cantidad de agua, lo que hace que fluyan rápidamente pendiente abajo debido a su gran capacidad de arrastre. Estas avalanchas se llevan suelos, vegetación, rocas y todos los objetos que se encuentran a su paso, formando enormes ríos de lodo y piedras. Han llegado a enterrar poblaciones enteras y a modificar el cauce de grandes ríos.
- Ríos de lava: se producen por el derrame de roca fundida que emite el volcán, aunque rara vez ocasionan víctimas ya que descienden lentamente. Estos ríos destruyen todo lo que encuentran a su paso por incineración, choque y sepultamiento.
- Gases y lluvia ácida: el magma contiene gases disueltos que son liberados por las erupciones hacia la atmósfera, normalmente tóxicos y peligrosos para la vida vegetal y animal. Los gases pueden causar efectos nocivos especialmente en el área cercana al macizo volcánico (5 kilómetros), aunque en algunos países los han provocado hasta a 30 kilómetros de distancia del punto de emisión. La lluvia ácida afecta principalmente los ojos, la piel y al sistema respiratorio de las personas. También causa daños a cosechas y animales que comen la vegetación afectada. En ocasiones, las gotas de lluvia al mezclarse con los gases adheridos a las cenizas pueden causar la lluvia ácida, perjudicial tanto para las personas, animales y vegetación, como para estructuras metálicas.
- Tormentas eléctricas: los gases y vapores que eructa el volcán favorecen que el aire pueda conducir electricidad producida en las nubes, originando una gran cantidad de rayos y relampagos. Además, facilita la formación de fuertes aguaceros.