Los cuidados médicos y el sistema de bienestar aumentan la esperanza de vida, que en España se sitúa en 82 años. Pero ya hay 8 millones de personas con 65 años o más. Lo que a nivel individual es un logro, ¿puede implicar un problema a nivel colectivo?
En efecto, la esperanza de vida aumenta, lo que es un avance; pero también hay cada vez más personas mayores viviendo solas. Y envejecer sin lazos afectivos alrededor es un factor de riesgo para sufrir soledad no deseada, un estado que puede afectar a la salud. Nuestro reto como sociedad es garantizar un envejecimiento de calidad, prevenir y paliar la soledad no deseada de los mayores.
¿Es este un país amable con sus mayores?
Hoy en España hay casi 2 millones de personas mayores de 65 años (1.960.900, según el INE) viviendo solas; y una mayoría de ellas, (el 59%, según un estudio conjunto del CIS y el Instituto de Mayores y Servicios Sociales) siente soledad. El ritmo de vida frenético, y la importancia que se da a la imagen y al aspecto físico quizá influya para que hayamos dado la espalda a las personas mayores: son excluidas de nuestras vidas por falsos estereotipos que las dibujan como incapaces, tristes y sin nada que aportar cuando la realidad es todo lo contrario. Por eso trabajamos también en sensibilizar a la sociedad, para que las personas mayores vuelvan a sentirse protagonistas.
Cerca de 300.000 españoles viven en alguna de las 5.387 residencias de ancianos que hay en España. ¿Son los centros apropiados para todo tipo de personas mayores?
En mi opinión, no: las residencias tradicionales no están adaptadas ni dan respuesta a las necesidades de las personas mayores que llegan. Los mayores no quieren que se les diga a qué hora tienen que comer, cuándo tienen que ir al baño o perder su capacidad de decidir cuándo salir o con quién, por el simple hecho de vivir en una residencia.
¿Qué reto tienen en esta área?
Crear nuevos tipos de alojamientos para las personas mayores. Por fortuna, comienza a haber iniciativas como el cohousing, viviendas colaborativas que combinan espacios privados con zonas de uso compartido, que emergen como alternativa a las residencias tradicionales. Otra opción son los apartamentos de mayores, con servicios y asistencia sanitaria para ellos. Pero esta oferta es todavía escasa y cara, y tampoco está adaptada a la diversidad de personas mayores que existe.
Un estudio de Eroski Consumer concluye que solo dos de cada tres mayores de 65 años que lo desea o necesita tiene plaza en una residencia. ¿Su fundación intenta ayudar a los ancianos que están solos en casa?
En Amigos de los Mayores ofrecemos acompañamiento afectivo, con ayuda de voluntarios, a personas que viven tanto en su domicilio como en residencias. No es un cuidado sanitario: la persona mayor recibe la visita semanal de un voluntario formado para charlar, pasear, salir… Un acompañamiento que complementamos con actividades de ocio y socialización pensadas para ellos: salidas culturales, excursiones, fiestas o talleres. Nuestro objetivo es que la persona mayor no se sienta sola: le ayudamos a crear amistades sólidas, y a recuperar o descubrir intereses. Este cambio de rutina consigue que el mayor se sienta integrado en la sociedad, un trabajo que es importante tanto para los ancianos que viven solos como para quienes lo hacen en residencia. Y complementa la atención sanitaria.
¿Cuándo se dio cuenta de que sus servicios de acompañamiento y amistad para mayores eran importantes?
Lo supe cuando el número de personas mayores que demandaba este servicio creció. El año pasado ofrecimos acompañamiento a 729 mayores, en Madrid, Galicia y País Vasco. Los servicios sociales también nos derivan cada vez más personas, lo que nos obliga constantemente a impulsar campañas de captación de voluntarios, a los que formamos de forma específica. Y también a realizar acciones de sensibilización para la sociedad.
¿Cómo saber si un cuidador, o en su caso, un acompañante es bueno o malo?
Lo primero es pedir formación especializada. En el caso del acompañante, debe estar cualificado y comprometido. Esto ayuda a mejorar su experiencia, y también es esencial para ayudar a la persona mayor. Otra clave para acertar es buscar perfiles afines con el mayor: esto permite que la amistad fructifique y perdure. En el trabajo en residencia, es también importante la coordinación con el equipo profesional de los centros.
¿Qué es lo que más demandan los mayores en España? ¿Cuál es su mayor necesidad?
Sobre todo, cariño y compañía, alguien con quien compartir una buena charla o dar un paseo. Y eso es algo que todos sabemos hacer. El resto viene implícito: cuando la persona mayor se encuentra acompañada y segura, no solo deja atrás la soledad: también puede desarrollar sus capacidades cognitivas y físicas.
Dicen los expertos que la auténtica lacra en la vejez es la soledad, causa de depresión.
La soledad no deseada de los mayores es un fenómeno invisible que sin embargo ya es considerado, según recientes investigaciones, el gran problema y el primer factor de riesgo para la salud de los mayores en las sociedades occidentales. En el caso de los ancianos, la soledad puede generar deterioro cognitivo, depresión, pérdida de movilidad, enfermedades cardiovasculares e incluso mortalidad temprana. Y viceversa: la compañía profesional y la amistad pueden hacer que la persona mayor que se siente sola, sin autoestima ni ganas de salir de casa, mejore su ánimo y vuelva a hacer cosas que le gustaban, como salir e ilusionarse. Todo esto mejora su calidad de vida, y también su salud.
Entonces, ¿el gran desafío colectivo es frenar la soledad del mayor?
El mayor reto es envejecer con calidad de vida. Y para ello es imprescindible hacerlo acompañado. La soledad es y será uno de los principales retos de toda la población, no solo de las personas mayores. Además, el cambio debe ser global para que las personas mayores sean percibidas como verdaderos activos de la sociedad, implicándonos a todos.