Casi 20 de cada 100 ciudadanos superan los 65 años. ¿Qué reto plantea este aumento del número de personas mayores?
El reto esencial al que nos enfrentamos es mejorar la calidad de vida de todos ellos.
De las 5.387 residencias de ancianos que hay en España, solo el 24% son de titularidad pública. ¿Cómo funcionan las residencias en España? ¿Son todas iguales?
Son centros donde médicos y otros especialistas en geriatría y gerontología nos dedicamos a cuidar, atender e intentar mejorar la calidad de vida de los ancianos. Creo que funcionan muy bien. Pero, claro, no todas son iguales: cada centro tiene una impronta característica. Por eso, mi recomendación para las familias es hacer una buena búsqueda, para estar seguro de que el centro escogido ofrece los requerimientos que necesita la persona.
Pongamos un ejemplo concreto: un señor de 85 años que ya no puede vivir solo. La familia duda entre una residencia o contratar un cuidador a domicilio. ¿Por dónde debería comenzar a informarse?
La familia debería consultar a un médico especialista en geriatría. Este paso siempre es recomendable, ya que podrá informar y orientarles de las necesidades y los requerimientos de su familiar. A partir de ahí, hay que encontrar la opción y el centro apropiado.
La pensión media en España es de 926 euros al mes, y el precio de una residencia puede costar el doble, aunque el mayor paga un porcentaje de su pensión en función de sus ingresos. ¿Cómo saber si la pensión le alcanza?
Existen, como dice, ayudas económicas para acceder a una residencia pública. Respecto a las residencias privadas, es cierto, el precio puede ser elevado, en especial si lo comparamos con las pensiones actuales.
¿Por qué son tan caras las residencias?
El coste puede parecer elevado, pero hay que valorar las prestaciones que ofrecen. Los centros cada día mejoran su atención especializada, con un equipo de cuidados que incluye médicos, enfermería, vídeoconsultas hospitalarias que previenen problemas de salud, trabajo de terapia ocupacional, fisioterapia, psicología, podología; todo ello, además de los servicios básicos.
¿Son suficientes los recursos que se destinan a las residencias?
[Ríe] No, por supuesto que no. Los recursos siempre son pocos; hay mucho en lo que invertir para poder mejorar.
¿Cualquier anciano puede conseguir una plaza de calidad?
Las puntuaciones para entrar en una residencia pública incluyen la valoración de la pensión, los inmuebles que posee y la situación familiar. Pero esta valoración se realiza desde el área de trabajo social de las comunidades autónomas.
Algunas asociaciones de cuidado de los mayores afirman que la lista de espera para entrar en una residencia pública o concertada en España es de hasta dos años, según las comunidades.
No supera el año, pero es cierto que la espera varía según la comunidad autónoma.
La otra opción es recurrir a la privada, cuyo precio medio es de 1.829 euros mensuales, poco asequible para muchas familias.
En estos casos, suelen ser los hijos o familiares los que añaden dinero a la pensión para pagar su entrada en una privada, al menos hasta que al mayor se le concede la plaza en una pública. Otras residencias privadas anuncian la posibilidad de una plaza a cambio de alguna propiedad inmobiliaria; pero desconozco cómo funciona esta última opción.
¿Cómo saber que estamos escogiendo el centro adecuado? ¿En qué hay que fijarse?
Una consulta con el geriatra ayuda en este paso. Si busca una residencia por una fractura de cadera, por ejemplo, la familia debe escoger una que cuente con buen servicio de fisioterapia. Pero si el ingreso es por alteraciones de la conducta, hay que elegir una con personal especializado e instalaciones apropiadas para ello. Es el caso de un mayor con una demencia incipiente, que requerirá entrenamiento psicológico y de memoria. Con una demencia más avanzada precisará de un centro con unidades de promoción de la autonomía.
¿Qué señales indican que un anciano necesita un cuidador a domicilio o ingresar en una residencia?
La señal general para decidir es que requiera unos cuidados inviables de recibir en un domicilio. Entonces, la residencia es necesaria.
¿Cuándo hay que optar por una residencia y cuándo es suficiente un cuidador a domicilio?
Es difícil acertar, no se trata de dirimir entre mejor o peor. El mejor sitio para cualquier mayor es su casa, por lo que la primera opción puede ser contratar a un cuidador con atención individualizada. Si esta posibilidad no funciona o no es viable, se puede recurrir a una residencia.