5 DIETAS CON LAS QUE SOLO SE PIERDE TIEMPO, DINERO Y SALUD

Nos las venden como fáciles y efectivas. Y a menudo vienen avaladas por personajes famosos o denominaciones pseudocientíficas. Pero los expertos las desestiman: aparte de que no sirven para adelgazar, estos planes pueden provocar problemas físicos y psicológicos. La 'operación silueta', mejor con coherencia.
1 junio de 2018
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5 DIETAS CON LAS QUE SOLO SE PIERDE TIEMPO, DINERO Y SALUD

El pasado enero, la cantante y actriz Demi Lovato se desahogó en Twitter: “He engordado un par de kilos desde que dejé las dietas, pero ya no tengo estrés”. La ex chica Disney lo había probado todo para adelgazar, y como resultado se había pasado años luchando contra la bulimia y la ansiedad. Cuando uno toma la difícil decisión de perder peso tiene que poner especial cuidado con la dieta que elige. Son muchas las que nos tientan porque las hace algún famoso o famosa, algún amigo o porque vienen envueltas en un nombre atractivo y engañosamente científico; pero a la hora de la verdad hay que tener en cuenta una prioridad: la alimentación debe ser saludable.

Las llamadas dietas milagro carecen de algunas sustancias y tienen exceso de otras que puede suponer un peligro para la salud. Las dietas extremas y no aptas son muchas más de las que cabría imaginar. Se recomienda no acercarse a ellas ni siquiera a modo de prueba. Por ejemplo, la de la manzana (una de las “diez peores”, según el Instituto Médico Europeo de Obesidad, ya que comer solo manzanas, carentes de proteínas, reduciría únicamente masa muscular); la Atkins (puede provocar falta de apetito, estreñimiento, aumento del colesterol e incluso riesgo cardiovascular); la de la sopa (una anemia es lo primero que puede producir, y de ahí en adelante); la de la alcachofa (acelera la pérdida de peso solo porque elimina líquidos del organismo) o la Dukan (“puede comportar desequilibrios nutricionales”, según la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria). Desgranamos más en detalle algunas de ellas.

Frío, frío.

El catálogo de invenciones dietéticas es casi infinito. Tiene su límite en la imaginación humana, que no conoce fronteras. Una dieta singular es la del hielo: según su creador, Pierre Dukan, chupar hielo permite quemar calorías “sin malgastar esfuerzos”. Aparte de que a esa desatinada declaración no la acompaña ninguna prueba científica, es un método “ineficaz, fraudulento y potencialmente peligroso” para la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas. El agua fría también está detrás de la dieta que exige beber muchos litros de agua fría (el dietistanutricionista Juan Revenga calculó que para que fuese efectiva “deberíamos beber 67,5 litros al día”); pero tomar más de 7,5 litros de agua al día (esté a la temperatura que esté) expone a la persona que los ingiere a padecer una grave condición denominada hiperhidratación, que puede generar la muerte por un exceso de presión en el cerebro. La dieta de los dados no tiene que ver con el frío sino con el azar: es tan fácil como tirar los dados y averiguar qué nos toca comer. Proporciona resultados que se basan en una dieta hipocalórica y equilibrada, pero solo trata el exceso de peso de una forma parcial y puede incurrir en deficiencias de hierro, yodo o vitamina D, o no potenciar la interacción entre nutrientes.

Las 5 anti-dietas

HACIENDO PIÑA.

No es infrecuente encontrar dietas basadas en un solo alimento, con el señuelo de que es una pauta sencilla de seguir. Desde un punto de vista dietético, resulta irracional e inexplicable. Propuestas como la dieta de la piña o la dieta de la alcachofa se llaman así cuando podrían haberse llamado “la dieta de la fruta” o “la dieta de las verduras”. Se centran en productos concretos basándose en su presunta función “especial” o propiedades “purificadoras”, “depurativas”, “quemagrasas” o “eliminadoras de líquidos”; palabrería pseudocientífica que no describe ningún proceso real. Los promotores enfatizan en la ausencia de ciertos elementos o propiedades: que son bajos en calorías, o apenas tienen grasa; cuando un estudio American Journal of Medicine, publicado en 2016, advierte de que las dietas bajas en grasas son las peores para adelgazar.

Más allá de la restricción calórica, que suele ser excesiva, resulta más preocupante el hecho de que es imposible ingerir todos los nutrientes y la energía que se necesita a partir de uno o unos pocos alimentos, lo que hace que seguir estas dietas sea una irresponsabilidad. Conllevan la ausencia casi total de proteína y grasa (en el caso de pautas que solo añaden fruta y verdura), o una ingesta mínima de micronutrientes, ya que no hay un aporte de minerales y vitaminas suficientes. Inculcan la idea errónea de que se puede adelgazar sano y rápido, o de que hacerlo no implica ninguna clase de planificación, establecimiento de objetivos o una pauta personalizada.

CON NOMBRE PROPIO.

Las dietas Dukan y Atkins se caracterizan por un consumo de proteínas muy elevado. La principal diferencia entre ambas es que la Dukan reduce al mínimo la ingesta de hidratos de carbono (pan, pasta, arroz, etc.), mientras que la Atkins no es tan estricta en dicha restricción. Sus promotores aseguran que estas dietas obligan al organismo a consumir sus propias reservas (primero de glúcidos y más tarde de lípidos) y a eliminar el exceso de proteínas sobrantes, lo que en teoría adelgaza. Sin embargo, la pérdida de peso inicial se debe sobre todo a la pérdida de líquido, ya que con ese tipo de dietas se hace trabajar más al riñón (para deshacerse del exceso de proteínas), produciendo mayor cantidad de orina.

De forma prolongada, la ingesta elevada de alimentos de origen animal, con alto aporte de grasas saturadas, genera problemas cardiovasculares. Además, ese exceso de proteínas prolongado en el tiempo sobrecarga el hígado y el riñón, altera el metabolismo hidroeléctrico, el metabolismo óseo, las funciones renales y endocrinas y puede derivar en osteoporosis, depresión e, incluso, ataques de gota.

FUERA TOXINAS (Y ADIÓS, DINERO).

En medicina se entiende que desintoxicar es el proceso que permite eliminar sustancias nocivas del organismo (como narcóticos). No obstante, para la medicina alternativa, las toxinas son algo más metafísico e inasible, y en el caso de las dietas desintoxicantes, si para algo sirven es para perder dinero, como alertó un estudio de la Universidad RMIT (Australia) en 2007. Muchas de ellas se basan en comprar carísimos complementos dietéticos o en hacer caso a falsos gurús que cobran un dineral por sus infundados consejos, tal y como detalla una revisión que publicó en 2012 en British Medical Bulletin. Estos regímenes, además, nos alejan de una dieta saludable, nos hacen confiar en terapias alternativas dudosas (como advirtió un estudio de International Journal of Health Sciences), pueden provocar problemas de colon y promueven el consumo de vitaminas o suplementos cuyos resultados, en la mayoría de los casos, son “decepcionantes”, según una investigación de la Agency for Healthcare Research and Quality de Estados Unidos.

DIETA EXPRÉS.

La dieta Flash se vende como “proteinada”, acepción que no aparece en ningún manual, guía o consenso de obesidad. No es de extrañar que la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) señale que “no existe fundamento científico para esta dieta y es absolutamente desaconsejable”. Asegura una “pérdida de peso rápido”, algo que, según la Asociación Americana del Tratamiento de la Obesidad, “puede causar graves problemas de salud”. Uno de ellos es el conocido efecto yoyó, que no solo nos predispone a ganar más peso con los años, sino también a la hipertensión, a los cálculos biliares, e incluso, a sufrir un mayor riesgo de morir de forma prematura, tal y como recoge la Scottish Intercollegiate Guidelines Network.

El Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de DietistasNutricionistas (GREP-AEDN) ha decidido desaconsejar a la población la dieta Flash porque, sostiene, carece de fundamento científico, puede estar violando la legislación vigente, cumple con las características de las dietas fraudulentas y acarrea riesgos para la salud, tales como debilidad, fractura ósea, síndrome metabólico, daño renal, desórdenes gastrointestinales, depresión o alteraciones en el comportamiento, entre otros. La limitación o restricción de carbohidratos (un 41% de la dieta) que propone está por debajo de las recomendaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (45-60%) o la OMS (55-75%).

EN BOCA CERRADA…

La del ayuno es la dieta más radical: supone no comer, o comer poco. Cala especialmente entre los jóvenes: un estudio reciente realizado en Reino Unido muestra que el 11% de las chicas evita consumir alimentos que consideran que “engordan”. El dietista-nutricionista Julio Basulto, en su libro No más dieta, dice de los ayunos: “No funcionan y no te convienen”. Según la literatura científica, las propuestas de no comer nada o casi nada no son más eficaces para perder peso que otras pautas más moderadas. Los kilos que se pierden con las dietas muy bajas en calorías corresponden en su mayoría a agua y a proteína muscular (y no a grasa). Es más: tras una reducción drástica de calorías, nuestro organismo activa una serie de mecanismos ahorradores de energía que se mantienen activos pasados los días de ayuno. Se gana el peso perdido, e incluso, algún kilo extra. Su ineficacia no está exenta de riesgos. Entre ellos, según la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad), se encuentran alteraciones gastrointestinales, intolerancia al frío, sequedad de boca y piel, mal aliento, mareos, dolor de cabeza, irritabilidad y cálculos biliares. Males que se pueden evitar teniendo clara esta consigna: es mejor comer sano que dejar de comer.

La experta: Isabel Megías, dietista-nutricionista: "El tratamiento debe ser realizable sobre un tiempo prolongado".

Antes de decidir qué dieta es la adecuada, los dietistas-nutricionistas realizarán una entrevista para conocer los antecedentes patológicos, los parámetros antropométricos (peso, talla, índice de masa corporal o IMC, peso habitual…) y los hábitos alimentarios de la persona. El tratamiento dietético debe basarse en la restricción calórica moderada (de 500 a 1.000 calorías diarias menos respecto a la dieta habitual), evitando planteamientos restrictivos (esto es, aportes calóricos por debajo de 1.000-1.200 kcal/día en mujeres y 1.200-1.600 kcal/día en hombres).

Para un óptimo control de peso, el tratamiento deben evitar: ·

  • Situaciones de desnutrición o déficit de diferentes nutrientes, como vitaminas o minerales. ·
  • Empeorar el riesgo cardiovascular de los pacientes. ·
  • Aumentar el riesgo de padecer trastornos de la conducta alimentaria, como anorexia nerviosa o bulimia. ·
  • Transmitir conceptos erróneos sobre la obesidad y su tratamiento. ·
  • Promover el sentimiento de frustración, afectando de forma negativa al estado psicológico de la persona obesa. ·
  • Inducir cambios en el metabolismo energético que produzcan estados de resistencia a la pérdida de peso con la realización de dietas sucesivas.

En cambio, sí se deberían conseguir estos objetivos: ·

  • Disminuir la grasa corporal, preservando al máximo la masa muscular. ·
  • Ser factible durante un tiempo prolongado. ·
  • Ser eficaz a largo plazo para mantener el peso perdido. ·
  • Prevenir futuras ganancias de peso. ·
  • Conllevar una función de educación alimentaria que destierre errores y hábitos alimentarios inadecuados. ·
  • Disminuir los factores de riesgo asociados a la obesidad (hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes…). ·
  • Mejorar otros problemas vinculados al exceso de peso (apnea del sueño, artrosis, riesgo de cáncer, etc.). ·
  • Inducir a una mejoría psicosomática con recuperación de la autoestima. ·
  • Aumentar la capacidad funcional y la calidad de vida.