CONSUMER: Con la perspectiva que da el paso de los días, son muchas las preguntas que se hace el ciudadano: ¿Cuáles han sido los perjuicios más graves del vertido contaminante de Doñana? ¿Quiénes son los responsables del accidente? ¿Qué debe hacerse para que el efecto, a corto y largo plazo, sea el menor posible?
Ricardo Aguilar: El vertido de Doñana ha causado un primer impacto sobre la fauna acuícola de Doñana y sus alrededores debido, en principio, al agua ácida que ha modificado el pH y provocado la muerte por asfixia de peces, moluscos y crustáceos. Pero el peor efecto está aún por llegar. Es el derivado de la presencia de lodos muy tóxicos cargados de metales pesados como el hierro, zinc, cadmio, plomo, mercurio, arsénico, talio, etc. Este efecto continuará en la zona durante décadas y puede provocar desde muertes directas a problemas reproductivos, deformaciones, etc. Los principales culpables del desastre de Doñana son, en primer lugar, la empresa minera Boliden, pero seguida por la connivencia, inoperancia y permisividad de la Junta de Andalucía, el Ministerio de Medio Ambiente, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y todos cuantos han permitido que se produjera el accidente.
Además de aquellos que han trabajado para archivar las quejas que durante años realizaron las organizaciones ecologistas. Lo que debe hacerse ahora es tomarse la peor catástrofe ecológica de Doñana en serio y poner todos los medios necesarios para minimizarla. Eso significa, de momento, la retirada de los lodos, el tratamiento de las aguas y el seguimiento riguroso del proceso a lo largo de los años.
CONSUMER: Recientemente, esta revista publicó un acercamiento a una cuestión tan polémica como insuficientemente conocida: los alimentos modificados genéticamente. ¿Cuáles son, en su opinión, los inconvenientes de estos productos, a los que tantos técnicos atribuyen incontestables ventajas? Las críticas de Greeen Peace ante estos alimentos ¿se dirigen más a un plano moral-ideológico o a uno más biológico-natural, más relacionado con el medio ambiente?
Ricardo Aguilar: Greenpeace lleva pidiendo durante más de 10 años una moratoria en la liberación de organismos manipulados genéticamente al medio ambiente (esto incluye la comercialización de productos transgénicos) hasta que exista un protocolo internacional vinculante que regule sus impactos ecológicos, sanitarios y socioeconómicos.
Como mínimo, los consumidores tienen derecho a saber lo que compran, por lo que debería ser obligatorio el etiquetado de los productos manipulados genéticamente. Las críticas de Greenpeace se basan principalmente en el plano científico, pues es de sobra conocido que estos cultivos crearán problemas medioambientales. No obstante, los aspectos morales, tales como la privatización de los recursos alimenticios del planeta por parte de un puñado de empresas multinacionales, las patentes sobre la vida, las desigualdades Norte-Sur, o la violación de las legislaciones también nos parecen dignas de ser tenidas en cuenta.
CONSUMER: El consumo sostenible es sólo un paño caliente para los graves problemas R medioambientales que sufre nuestro planeta o realmente representa una alternativa válida para contribuir a resolverlos?
Ricardo Aguilar: El consumo sostenible podría dejar de ser sólo un paño caliente si se convirtiera en una práctica habitual y asumida por una gran parte de la población. Es necesario impulsar este tipo de consumo responsable, ya que es la ilógica y desmesurada carrera por extraer recursos de la Naturaleza lo que crea la inmensa mayoría de los problemas ecológicos y sociales a los que nos enfrentamos.
CONSUMER: ¿Que papel puede desempeñar el incipiente Comercio Justo en la reducción del deterioro ecológico de nuestro planeta?
Ricardo Aguilar: El comercio justo puede ser la punta de lanza para empezar ese demandado y necesario consumo sostenible, por lo que significan estos productos de comercio justo de aportación a las economías los países más pobres y de respeto al medio ambiente en su producción. Conocer cuál es el impacto medioambiental que genera el hecho de consumir un determinado producto, y acercar los problemas de los productores del Tercer Mundo hasta los consumidores de los países desarrollados, debería ser tarea de todos.
CONSUMER: Y, por último, ¿tenemos los consumidores, en las decisiones que adoptamos en nuestra cotidianeidad, alguna opción de intervenir decisivamente en la mejora del Medio Ambiente?
Ricardo Aguilar: Sí, rotundamente sí. Lo que pasa es que, con suma facilidad, nos instalamos en la desgana y en la comodidad. En muchos casos, aun cuando somos conscientes del impacto medioambiental que causan nuestros actos de consumo, más en concreto la compra de determinados productos o ciertas decisiones como usuarios de servicios, seguimos sin cambiar nuestro comportamiento, bajo el pretexto de que “yo solo no puedo cambiar nada”.
Por desgracia, cuando no son pocos sino millones los consumidores que piensan así, es cuando de verdad no se consigue nada. Deberíamos pensar justo lo contrario, que podemos contribuir, cada uno con su granito de arena, a la reducción del deterioro que sufre la naturaleza. Los resultados los veríamos al instante. Así lo hemos comprobado en otras campañas.