Energías limpias, pero no a cualquier precio
La extensión de las energías renovables no garantiza por sí misma una mejora del medio ambiente. Fuentes alternativas, como los biocombustibles, la eólica o la solar, pueden acarrear problemas si se implantan sin una evaluación previa de su impacto y sin establecer políticas de ahorro reales. La cuestión no es renunciar a ellas sino planificar bien su uso para que los impactos negativos no superen las ventajas. Son los pies de barro de las energías limpias.
Un informe reciente de las Naciones Unidas (ONU) alerta sobre las consecuencias negativas que pueden darse si la sociedad se lanza a desarrollar una industria del biocombustible de forma acelerada. Si se destinan grandes cultivos a la producción de biocarburantes en lugar de alimentos, dice el informe, se puede producir un desequilibrio en el abastecimiento alimentario mundial y un aumento de la deforestación, dada la gran extensión de terreno que se necesitará para obtener biocarburante.
Biocarburantes o alimentos
La necesidad de extender el uso de los biocombustibles para mitigar las emisiones de CO2 ya ha tenido los primeros efectos colaterales. Los biocombustibles, obtenidos de cultivos como la soja, el maíz, la colza, el girasol o la caña de azúcar, han disparado los precios de los alimentos un 10% el pasado año y hasta un 40% en el caso de los cereales. La crisis desatada en Méjico hace unos meses por el encarecimiento de las tortillas de maíz (un alimento básico de la población) es consecuencia de que gran parte de la cosecha de maíz de Méjico y de los Estados Unidos se ha desviado del mercado alimentario al de los biocombustibles, disparándose así los precios del maíz. La situación, que llevó a miles de personas a las calles y desató una crisis política, podría ser sólo el principio de una cadena.
Según un informe del Worldwatch Institute (El estado del mundo 2006), China podría enfrentarse a una situación similar. Su Gobierno, que quiere reducir el gasto en petróleo, desea cubrir el 10% de las necesidades energéticas del país con energías renovables en 2020. Para ello incrementará la producción de etanol a partir del maíz hasta 14 millones de litros, cantidad equivalente a la de Brasil o Estados Unidos. El problema es que podría no disponer de suficiente materia prima porque las grandes reservas de cereales del país se han reducido en los últimos años. Si el Gobierno chino insiste en seguir aumentando la producción de biocombustible, podría verse en la necesidad de importar los cereales para alimentar a su población de 1.300 millones de habitantes y a los animales de sus granjas.
Riesgo de deforestación
Ante esta dificultad, la solución no pasa por aumentar de forma descontrolada la superficie cultivable porque, como advierte otro informe de la ONU, surge entonces el riesgo de la deforestación. Este documento no se opone a los biocarburantes, sino que defiende una implantación que garantice un uso sostenible y aceptable de las tierras. De lo contrario, el daño social y ambiental de los biocombustibles puede superar a sus beneficios.
Los primeros efectos perniciosos son ya una realidad. En Brasil, uno de los mayores productores de bioetanol a partir de la caña de azúcar, los cultivos energéticos están arrebatando tierras hasta ahora destinadas otros usos. De forma similar, en el sudeste asiático, los cultivos de palma para producir biocarburante están destruyendo los bosques tropicales. En Europa, expertos británicos han calculado que conseguir biocombustible para sólo el 20% de los automóviles del Reino Unido supondría tener que dedicar casi todas las tierras de cultivo del país. Si esto se extiende a nivel mundial, las consecuencias serían catastróficas. Hay alternativas, como obtener biocombustible de aceites usados (como el de cocinar) o de otras fuentes de biomasa (como fitoplancton marino), que aún deben ser mejoradas.
Impacto en aves y vientos
Los impactos asociados a las energías renovables no cesan aquí. Dos de ellos se hallan muy vinculados a la energía eólica: el impacto paisajístico y el daño causado a las aves. La ubicación de los parques eólicos, en zonas de fuertes vientos y crestas de montañas, fácilmente pueden coincidir por zonas de paso de aves. Una vez que éstas pasan entre los molinos, el movimiento de las aspas succiona a las aves y acaba seccionando sus alas. En España, el Grupo de Estudio y Protección de las Aves Rapaces (GER) ha denunciado que se están instando parques eólicos en las rutas de buitres leonados. Por otro lado, asociaciones ecologistas han pedido al Gobierno español una moratoria en la concesión de autorizaciones hasta que se defina una relación de zonas de interés ambiental y paisajístico incompatibles con los parques eólicos para evitar la instalación de aerogeneradores en espacios naturales de interés y habitados por especies en peligro, como el águila real o el buitre.
Otro riesgo que no ha sido evaluado todavía es el posible impacto de estas energías sobre los propios vientos y el clima. Se ha calculado que las aspas de los molinos de viento no pueden captar más del 49% de la energía del viento que pasa a través de ellas. Un trabajo del foro Crisis Energética ha calculado que si se quisiera obtener a través de parques eólicos la mitad de la energía eléctrica que hoy se consume a nivel mundial, esto supondría la construcción de instalaciones para interceptar todos los vientos sobre continentes a menos de 100 metros de altura, lo que podría ocasionar daños irreversibles en el comportamiento de los vientos estacionales, en las corrientes marinas que se interrelacionan con las corrientes de aire y en las especies que dependen de ambas.
Algo similar sucede en el caso de la energía solar. El informe calcula que para sustituir la electricidad que se gasta actualmente se necesita tener extensiones amplísimas cubiertas de placas solares, lo que podría suponer cambios climáticos a nivel local, sin contar con el inconveniente de la energía necesaria que se requiere previamente para fabricar todas esas placas solares, los equipos auxiliares y su transporte.
El informe reconoce que el planteamiento de estas cifras y situaciones hipotéticas no es más que un ejercicio de órdenes de magnitud para demostrar que no basta con sustituir las energías fósiles con una o varias renovables, sino que es necesario cambiar el sistema actual basado en el crecimiento infinito, en el aumento constante del consumo y del gasto energético.
Frente a las críticas que reciben las energías renovables, el consumidor puede sentirse lógicamente desconcertado sobre la bondad de estas energías alternativas. No obstante, conviene aclarar que las críticas no invalidan las energías limpias; lo que se cuestiona es la forma en la que deben implantarse. Un portavoz del foro Crisis Energética explica que, por ejemplo, las placas solares en los edificios como fuente auxiliar de energía son una opción muy válida. El problema es pretender sustituir todo el consumo energético actual basado en energías fósiles con unas pocas energías renovables sin hacer una planificación previa y sin aplicar políticas de ahorro. Ninguna energía renovable será suficiente para cubrir las demandas energéticas del planeta. Y ahí, en las medidas para reducir el consumo, juega un papel fundamental la Administración, pero también los consumidores.