Diez minutos para salvar una vida
Los extintores de incendios se han incorporado a nuestra realidad cotidiana sin que apenas les prestemos atención. Los cardiólogos insisten desde hace años en que, de la misma forma, se instalen desfibriladores semiautomáticos en espacios públicos. Este equipamiento médico puede salvar la vida a personas cuya primera señal de riesgo de sufrir muerte súbita es la propia muerte súbita.
La muerte súbita del adulto se presenta de forma inesperada por la evolución, también inesperada, de una enfermedad o por causas desconocidas. Según los expertos, la causa cardiaca está detrás del 85% de los casos de muerte súbita. Cuando el afectado es menor de 30 años, suele asociarse a una cardiopatía congénita o enfermedad de transmisión genética, mientras que si es mayor de 30 años está relacionada con la cardiopatía isquémica, una enfermedad degenerativa de las arterias coronarias.
La más habitual es el infarto agudo de miocardio (IAM), que cada vez aparece en edades más tempranas, debido al estilo de vida actual, a menudo reñido con la salud cardiovascular. Los hombres pueden padecer un infarto alrededor de los 45 años y las mujeres, que antes se las consideraba protegidas hasta los 65 años debido a la acción de los estrógenos, ahora pueden sufrir uno de estos ataques cardiacos a los 52 ó 53 años. Esta ampliación de la edad de riesgo se atribuye a la asimilación de los estilos de vida perjudiciales tradicionalmente masculinos. Además, el infarto que sacude al corazón femenino es más grave.
La carta de presentación de la muerte súbita es muy evidente y llamativa: habitualmente el paciente sufre una pérdida de conocimiento y cae fulminado al suelo. Puede que muchos de estos desmayos sean debidos a una lipotimia, pero otros muchos tienen su origen en un fallo cardiaco. Si es así, a partir de ese momento, cada minuto que pasa es de vital importancia. La vida de esa persona depende de la celeridad con que se actúe. Si existe alguna posibilidad de resucitarla, ese intento debe realizarse antes de 10 minutos: a cada minuto que transcurre, las posibilidades de sobrevivir se reducen un 10%. Por esta razón, pasado ese breve lapso la capacidad de recuperarla es cada vez más remota. Lo ideal sería desfibrilar en sólo cuatro minutos, porque a partir de ese momento la posibilidad de sufrir un daño cerebral o neurológico se dispara.
¿Qué hacer?
La muerte súbita del adulto puede sorprender a cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento. Muchos de estos fallecimientos ocurren en los domicilios o durante la noche. Pero no son pocos los que sobrevienen en la calle. ¿Qué hacer en ese caso? Hay tres pasos que cualquier persona debiera conocer si presencia uno de estos desafortunados episodios.
- Llamar al número 112, que es el número de emergencias único, inmediatamente.
- Mientras, deben practicarse maniobras de resucitación (masaje cardiaco y boca a boca).
- Y, si en la zona del suceso está disponible, aplicar un desfibrilador externo semiautomático (DEA). Este aparato se coloca sobre el pecho del afectado y produce una descarga que vuelve a poner el corazón en marcha.
Los expertos lamentan la escasa formación que recibe la población general con respecto a las medidas de resucitación básicas, como el masaje cardiaco y la respiración boca a boca. A su juicio, esta formación debería impartirse en las escuelas, puesto que se aprende en una hora y se recuerda toda la vida. De hecho, en algunos colegios de la comunidad de Madrid ya se ha empezado a formar a los escolares en reanimación cardiopulmonar.
Desfibriladores externos semi automáticos
El acceso a la desfibrilación precoz ha sido uno de los avances más significativos en el tratamiento de las paradas cardíacas. Estos aparatos poseen un par de electrodos que se aplican sobre el tórax de la persona afectada por un paro cardíaco y liberan una descarga eléctrica en el corazón para que vuelva a latir.
- Puesto público de desfibrilación: los desfibriladores externos semi automáticos son ideales para ser instalados en espacios públicos porque requieren una mínima y sencilla intervención humana.
- Hay que quitar la ropa del torso del paciente y colocar los electrodos adhesivos en su pecho como está indicado en las instrucciones.
- Botón de información: mensajes acústicos guían sobre el modo de operar el desfibrilador.
- Por los electrodos pasa la corriente eléctrica. generalmente están alojados en el interior del desfibrilador y deben ser extraidos para su uso.
- El botón de descarga se enciende despues de que aparato monitorice y analice el ritmo cardíaco del paciente. Al presionarlo libera uno o más choques eléctricos según el protocolo que tiene memorizado.
En cuanto a la prevención, es la misma que para cualquier enfermedad cardiovascular: dejar de fumar, controlar los niveles de colesterol, la hipertensión y el azúcar, hacer ejercicio y cuidar la dieta. Estas mismas medidas, aplicadas después de un primer ataque cardiaco, pueden ayudar a prevenir un segundo episodio.
En Estados Unidos, uno de los países pioneros en este tipo de medidas, la incidencia de muerte súbita es de un caso por 1.000 habitantes o, lo que es lo mismo, cinco muertes por cada 10.000 personas, más alta que en España. De promedio, de esas cinco, es imposible recuperar a tres, porque nadie las presencia. En cambio, las dos restantes ocurren en espacios públicos y son recuperables siempre y cuando los testigos actúen con rapidez, dispongan del material necesario (desfibriladores) y la causa sea un infarto y no otra complicación. Al final, de las cinco personas que sufren un episodio de este tipo, se salva una, señalan los expertos. Las posibilidades de sobrevivir es una de cada cinco y sólo en los 10 minutos siguientes a la pérdida de conciencia.
Según la SEC y la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y de Unidades Coronarias (Semicyuc), los desfibriladores podrían evitar hasta un 30% de las muertes que se producen por infartos. Ambas sociedades han expresado repetidas veces la necesidad de que se ubiquen estos aparatos en espacios públicos concurridos. Predicando con el ejemplo, la propia SEC celebró en 2004 el primer congreso cardioprotegido de la historia, al colocar una columna de rescate cardiaco (una especie de cabina de teléfono provista de un desfibrilador) en la sede del evento, en Barcelona.
Lugares cardioprotegidos
Las sociedades científicas y médicas defienden que se dote de DEAS a los cuerpos de protección civil, a los bomberos o a la policía, ya que son los primeros en llegar a los lugares del suceso, y que se implanten en los espacios públicos concurridos como centros oficiales, aeropuertos, estaciones de trenes, estadios deportivos, recintos para espectáculos o conferencias, centros escolares, empresas o grandes superficies comerciales.
Las comunidades pioneras en legislar el uso de DEAS por parte de personal no médico, así como su formación, fueron Galicia, Cataluña y Andalucía. Actualmente, se ha extendido a Canarias, Navarra, País Vasco, Baleares y Aragón. La Comunidad de Madrid se halla en una fase muy avanzada del decreto que regulará esta cuestión, tras varias modificaciones, pendiente de la aprobación de las autoridades sanitarias. Y la Comunidad Valenciana y Murcia se han comprometido a legislar e implementar programas de acceso público a la desfibrilación.
La ubicación de los desfibriladores, cuyo coste ronda los 1.700 euros, también ha sido variada, dependiendo de las autonomías. Cataluña ha sido la primera en dotar a todos sus centros de atención primaria de los desfibriladores semiautomáticos y en formar a médicos y enfermeras para su uso. En Galicia, por ejemplo, se han instalado en las playas; en Navarra, en zonas rurales donde el tiempo medio de respuesta de los servicios de emergencia es mayor. Y en Castilla-La Mancha, en Guadalajara, está previsto que se dote con este equipamiento a policía y bomberos.
Por otra parte, la instalación de DEAS en aeropuertos se considera un criterio de calidad en Europa. Hoy están disponibles en los aeropuertos españoles de mayor afluencia, como los de Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca y Tenerife. En cuanto a las aerolíneas, algunas compañías han adquirido desfibriladores para sus vuelos transoceánicos, pero no así la española Iberia, que suspendió este plan a pesar de haberlo anunciado.
En España fallecen cada año entre 15 y 20 deportistas por muerte súbita, según el Registro Nacional de Muerte Súbita del Deportista, que está gestionado por el Consejo Superior de Deportes, el grupo de trabajo de cardiología del deporte y de actividad física de la SEC y la Federación Española de Medicina del Deporte.
El deporte por sí solo no causa la muerte súbita. Normalmente, el jugador o el atleta que cae inconsciente en el terreno de juego ya tenía una malformación del corazón previa (una cardiopatía congénita) o una enfermedad cardiaca degenerativa. Los especialistas reclaman la presencia de desfibriladores en cualquier lugar donde se practique una actividad deportiva: gimnasios, pistas de atletismo o polideportivos. Algunos grandes clubes deportivos se han puesto manos a la obra y se han provisto de desfibriladores. El pionero fue el Barcelona, y luego le han seguido el Real Madrid, el Betis, el Sevilla y el Athletic de Bilbao, entre otros.