Fotografiar las vacaciones

Congelar el verano en bonitas instantáneas

1 julio de 2002
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Elegir correctamente el tipo de carrete, utilizar bien el flash y dar con un enfoque original, las claves para una buena foto

Congelar el verano en bonitas instantáneas

Las vacaciones multiplican la toma de fotografías. Aunque el propósito en la mayoría de los casos es congelar momentos para verlos al término de la época estival, sin duda produce mucho más placer recuperar imágenes bien tomadas. Las actuales cámaras compactas garantizan en la mayoría de las ocasiones retratos de calidad con tan sólo apretar un botón, el resto de las funciones las llevan a cabo automáticamente. También las réflex colocadas en el modo automático funcionan prácticamente solas. Otra cosa bien distinta es que queramos jugar manualmente con la velocidad y apertura del diafragma, para lo cual harán falta unos conocimientos básicos. Y aunque la fotografía es un arte, el aficionado puede convertir las instantáneas en bonitos recuerdos siguiendo unas sencillas reglas. Antes de disponernos a ello, y como en muchas familias al tiempo que se desempolva el bañador se hace lo propio con las cámara de fotos, conviene revisar que funcione bien, medir la carga de las pilas, y asegurarnos de que tanto el interior como el objetivo están limpios de cualquier mota de polvo. Si está puesta una película, y lleva más de tres meses, no espere milagros, seguramente las fotos estén veladas o en el mejor de los casos los colores habrán sido alterados.

Elegir la película o carrete

Las tres sensibilidades de película de negativo más populares son de 400, 200 y 100. Estas cifras indican la sensibilidad relativa a la luz. Se expresa con un número ISO (antes llamado ASA) o un índice de exposición (EI). A mayor sensibilidad, más rápida es la película y menor definición ofrece; a menor, más lenta y mayor definición. Por ejemplo, si estamos fotografiando una carrera de coches a última hora de la tarde y disponemos de una película de alta sensibilidad (400 ISO) lograremos congelar el movimiento. Si queremos hacer una foto de nuestro hijo jugando en la playa por la mañana, con una de 100 es suficiente. Para fotografías interiores con poca luz, se necesita una película de 400 ISO y flash, o bien una película de 800 ó 1.600 ISO si se prescinde del flash. En verano, es aconsejable utilizar el flash como herramienta de relleno, para eliminar las sombras que produce el duro sol estival. Lo más acertado es llevar varios carretes, y si lo normal es utilizar los de 100 ISO, pero tenemos intención de hacer fotos de noche o con poca luz, necesitaremos un 400. Hemos de tener en cuenta que las películas de alta sensibilidad (400 ISO) tienen un grano mayor a las de baja sensibilidad, con lo que si pensamos ampliar las fotos obtendremos mayor calidad de imagen con una película de baja sensibilidad.

La hora de las fotos

En verano hay mucha luz. Las mejores horas para hacer fotos en un día soleado coinciden con las aconsejadas para tomar el sol: antes de las 12 y después de las 6 de tarde. Los días nublados suavizan los colores y reducen el contraste, con lo que no importa tanto el horario. Normalmente, la posición más adecuada para tomar una instantánea es la que deja al sol a la espalda del fotógrafo.

Tipos de papel

Es habitual que cuando vamos a revelar las películas nos pregunten si las queremos en mate o en brillo, es decir, si se selecciona un papel satinado o brillante. El mate tiene la ventaja de evitar las marcas de las huellas digitales: los dedazos en las fotos. El brillo ofrece más viveza en los colores. De cualquier forma, es cuestión de gustos. Una práctica que conviene tener presente es revelar en contactos antes de hacer el positivado de todo el carrete, esto es, solicitar la impresión de los negativos (contactos) para después elegir cuál de las fotos queremos tener en formato tradicional de foto.

Trucos

Al hacer de fotógrafo aficionado poco importará si la máquina es muy cara, profesional o sencilla si los conocimientos de fotografía son reducidos, y más aún, si no se entiende la propia máquina. Siempre habrá de sujetar la cámara con firmeza, con los brazos pegados al cuerpo y el cuerpo estable, vigilando que el dedo, un cabello o la correa de la propia cámara no tapen parte del objetivo, ya que el visor apenas si revela su presencia. Conviene acercarse lo más posible al objeto, obedeciendo a la máxima del reportero gráfico Robert Capa: “Si una foto no resulta interesante, es que no estabas lo suficientemente cerca”. Si se va a tomar una foto de grupo, conviene situarles de forma que no les dé la luz directa, para evitar muecas poco favorables; si la luz es muy intensa, hay que buscar la sobra clara, como la de un árbol, para huir de los contrastes en el propio grupo.

Cuándo merece la pena hacer diapositivas

Las diapositivas ofrecen una mayor definición, contraste y saturación de colores. Si vamos a realizar un viaje especial tal vez convenga colocar un carrete de diapositivas en nuestra cámara, aunque la diferencia se notará más en una cámara réflex que en un compacta. Otra ventaja que ofrecen las diapositivas es que aguantan mejor el paso del tiempo.

Cámaras digitales

Aunque faltan todavía unos años para que las cámaras digitales abarquen la mayoría del mercado, ya no son un objeto extraño en manos de turistas japoneses. Si bien se trata de otra tecnología, las normas para realizar buenas fotos son las mismas. Las principales ventajas ofrecidas por la fotografía digital son las enormes posibilidades que ofrece a la hora de facilitar la manipulación de las imágenes en el ordenador, y el ahorro en carretes y revelado, aunque si el objeto es imprimirlas, hoy por hoy la calidad que se puede conseguir es inferior a los positivos tradicionales. (Más información, Consumer, Abril 2001).

Elementos de la composición fotográfica
  • Fijar el punto de interés.Consiste en definir cómo se quiere captar la imagen, cuál es el mensaje que queremos transmitir con la fotografía.
  • Definir el punto de vista. Otorgar originalidad a lo retratado, modificar el lugar desde donde se observan habitualmente las cosas. Se puede subir, bajar, inclinar, acercar o alejar la cámara. Sólo hay que huir de la postura habitual con que miramos, es decir, de pie y a la altura de los ojos.
  • Concebir la diagonal de la imagen. Tanto si se va a tomar una foto horizontal como vertical, hemos de trazar mentalmente las líneas diagonales, en busca de movimiento y profundidad. Podemos mover los objetos o mejor aún la cámara para colocar los elementos en función de las líneas. Éstas no tienen por qué ser cuadriculadas, podemos imaginarlas curvas u otras figuras geométricas sobre las que disponer el río, las vallas o lo que se quiera.
  • La regla de los tercios. Una antigua teoría proclama que los ojos del espectador se dirigen de forma intuitiva a cuatro puntos de interés ubicados en las intersecciones de cuatro líneas imaginarias que dividen la imagen en tercios, tanto verticales como horizontales. Allí es donde hemos de colocar el objeto retratado, si queremos lograr una fotografía técnicamente correcta. De esta forma, si fotografiamos un paisaje con cielo y mar, hay que huir de colocar el horizonte en la mitad de la foto: el cielo, o el mar, debería ocupar dos terceras partes, reservando la otra tercera parte al otro elemento.
  • Cuidar el contraste. Aunque este elemento depende del gusto, hemos de ser conscientes de que un objeto luminoso resulta mucho más impactante sobre un fondo oscuro y viceversa. Si aprovechamos los colores contrastados para lograr que el objeto de la foto destaque, corremos el riesgo de perder el punto de interés, pero igual queremos arriesgarnos.
  • Equilibrar la imagen. No significa que todos los elementos de la composición estén distribuidos uniformemente, cuadriculados, pero cada uno va a tener un peso y hemos de decidir cuál o cuáles queremos que pese más. El fin del equilibrio es ofrecer armonía, puede ser simétrica o asimétrica, pero tiene que aportar un ritmo.
  • Primar la sencillez. En la foto tiene que aparecer sólo lo que se desea. Es frecuente que se cuelen elementos no deseados, por eso hay que definir bien el interés, y no sobrecargar la imagen. Se corre el riesgo de olvidar el elemento principal.
  • Evitar las coincidencias. Las fotografías son planas mientras que la realidad se percibe en tres dimensiones. Esto muchas veces nos lleva a captar coincidencias indeseables: la lámpara que estaba detrás de la cabeza, lejos, ahora está cerca y parece un aureola; la sombra se convierte en una prolongación de la cabeza. No es fácil percibirlo a través del visor, pero conviene tenerlo en cuenta.
  • Enmarcar. Con el propósito de que el objeto cobre mayor protagonismo se puede optar por enmarcarlo, es decir, colocar un elemento en primer plano que dirija la mirada hacia el tema. El marco de una puerta, el tronco de un árbol, un puente, son muchos los perfiles que pueden servir para sostener el objeto.