Cirujanos del arte
El patrimonio artístico lo conforman bienes que son testimonios simbólicos de la condición humana en un momento de su historia. Ya se trate de expresiones plásticas, lingüísticas o sonoras, sacras o paganas, monumentales o miniaturas, su conservación y restauración es además de un deber una disciplina artística singular. Sus métodos lejanos en el tiempo han alcanzado en los últimos treinta años tal grado de especialización en técnicas y conocimientos que los procesos semejan operaciones quirúrgicas programadas sin oportunidad de error. Los artistas se convierten en cirujanos del arte.
Operación retablo
La mayor parte de las obras antiguas, como es el caso del retablo que aparece en estas imágenes, muestran un estado lamentable cuando se procede a su rescate. Se suceden fragmentaciones por accidente o robos, erróneas intervenciones pretéritas, agregados y cambios del estilo para adaptarlos a nuevos gustos y superposiciones. El análisis es el paso previo a los acuerdos del equipo interdisciplinar conformado por químicos y físicos por el lado científico, e historiadores del arte y restauradores por el de las Humanidades. En este proceso hay que tomar las decisiones que marcarán todo el trabajo, ordenado por un protocolo y condicionado, en muchas ocasiones, por el presupuesto. Sólo el andamio necesario para poder acceder a la obra supone un desembolso económico importante. A partir de ahí, comienza una lucha contrarreloj en la que se compatibiliza la eficacia en los métodos con la meticulosidad de las acciones. Se inicia la limpieza, el sentado del color, la consolidación de resultados, el estucado y la reintegración del oro y los tonos, hasta llegar a la protección final.
Conservación y restauración
Tanto la conservación y la restauración atienden a la función de salvamento de una obra de arte bajo una premisa: la mínima intervención necesaria para frenar su deterioro. El trabajo de conservación actúa en el estado físico y químico para detener el proceso de envejecimiento normal de los materiales por causas naturales y paliar las malas prácticas del hombre. La restauración se centra en la recuperación de la apariencia estética respetando las pérdidas ocasionadas por el paso del tiempo. Ambas disciplinas requieren una sumisión absoluta a la voluntad del creador de la obra. Si no hay seguridad de que esto se va a lograr, se renuncia a forzar la técnica y se opta por proceder a la consolidación de los materiales con resina una vez limpio de polvo y humo (de las velas).
Resultados reversibles
Espátulas, disolventes, resinas. Limpiezas mecánicas, químicas, reintegración del oro y el color. El proceso incluye una gran variedad de técnicas y materiales que siempre son inertes, estables y reversibles. Incluso cuando se trata de la reconstrucción de piezas y de la reintegración cromática no se busca arreglar desperfectos sino recuperar la expresión original que, en muchos casos, se ha perdido en el tiempo y se concluye por la documentación previa y la interpretación comparativa con obras firmadas por el mismo maestro o sus discípulos, si se conocen, o al menos, contemporáneas al objeto del trabajo.
Sabiduría internacional
Día a día se avanza en la limpieza de suciedades y barnices oxidados, en el estucado de pequeñas lagunas carentes de color y en la colocación de injertos que cubren y nivelan partes para finalmente reintegrar el oro. Si se tiene en cuenta de manera general la obra y a nivel particular sus piezas, la intervención se desarrolla de acuerdo a las recomendaciones internacionales, la gran mayoría originales de la escuela veneciana o de la escuela florentina. Italia es la enciclopedia del arte de la restauración.
Antes y después de la cirugía
Maderas recubiertas de tintes vegetales y adornadas con papel mineral. Los materiales que componen las obras de arte antiguas son en su mayoría orgánicos. El paso del tiempo es implacable en ellos. Al deterioro se suman adaptaciones al gusto del momento. Y así, una imagen sobria pasa a convertirse en un icono recubierto de adornos. ¿Cuál de las dos tiene más valor? La pregunta no ofrece una respuesta unánime. Depende del objetivo de la intervención e incluso del presupuesto y del tiempo con el que se cuenta en su restauración. De cualquier forma, siempre se busca restablecer la apariencia estética que ayude a una mejor comprensión y visión de la obra. La operación reintegradora trata de devolverle su unidad proyectada, considerando que es imposible restituir el estado original como su autor la ejecutó, ya que el acto creador es por esencia único. Sin embargo, la cirugía consigue que la obra mutilada recupere la estructura estética y narrativa con la que fue concebida.