Antibióticos

Cada vez menos eficaces debido a su uso indebido

Con la proximidad del invierno aumentan las enfermedades infecciosas
1 octubre de 2000
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Cada vez menos eficaces debido a su uso indebido

Catarros, bronquitis, sinusitis, rinitis y gripes motivan numerosas consultas a los médicos, esperando de éstos una rápida solución al problema. Con tal motivo, la venta de antibióticos se dispara y, lo que es peor, la automedicación se convierte aún en más habitual, a pesar de que muchos de estos procesos se deben a virus contra los cuales no existe un antibiótico eficaz.

Su administración no sólo no cura el proceso, que en circunstancias normales desaparece en unos pocos días, sino que además contribuye a que cada vez un mayor número de gérmenes se muestren resistentes a los antibióticos. A estas alturas los especilistas advierten que no sería descabellado pensar que muchas enfermedades hoy curables, desde las infecciones de oído hasta la tuberculosis, puedan convertirse en casi incurables.

La OMS ha dado la voz de alarma en la publicación “Contengamos la Resistencia Microbiana”, que expone el peligro que acarrea la progresiva pérdida de actividad de medicamentos que en su día fueron eficaces. El informe detalla que casi todas las enfermedades infecciosas importantes se vuelven, con el paso del tiempo, resistentes a los actuales medicamentos y plantean un problema de salud pública a nivel mundial.

Infecciones: no son cosa del pasado

En los últimos años, hemos asistido a una creciente preocupación por las afecciones relacionadas con enfermedades degenerativas, crónicas, y con el envejecimiento de la población y sus consecuencias, lo que ha conducido una actitud triunfalista ante las enfermedades infecciosas, a las que en algunos países desarrollados consideran cosa del pasado y fácilmente vencibles con el arsenal actual de antibióticos.

El progreso de las medidas higiénicas, la mejor calidad de las condiciones de vida, las vacunas, los antibióticos, han hecho creer, erróneamente, que las enfermedades infecciosas han desaparecido o lo harán bien pronto. Nada más lejos de la realidad. El sida, la tuberculosis, las hepatitis C y E, la enfermedad del legionario, la malaria y la meningitis, entre otras, y la cada día mayor resistencia a los antibióticos de muchas infecciones son la otra cara de la moneda de este exceso de confianza.

Por qué aumenta la resistencia a los antibióticos

Las causas de este aumento de la resistencia son múltiples. Los gérmenes elaboran defensas frente a los antibióticos, evolucionan y mutan; la resistencia microbiana es un fenómeno biológico natural. Y si a esta capacidad natural se le añaden otras circunstancias, como el uso indiscriminado, inadecuado y banal de los antibióticos, sin olvidar que a menudo no nos ajustamos a las dosis y cantidades establecidas, ni a la duración del tratamiento, se entiende que los gérmenes sean capaces de crear resistencias.

Con menos frecuencia de lo deseado ante determinadas infecciones, se hacen cultivos y estudios de la sensibilidad y resistencia de los gérmenes causantes para combatirlos con el antibiótico adecuado, y a veces se utilizan varios o uno de amplio espectro que con el paso del tiempo van perdiendo eficacia.

Las infecciones no tienen fronteras

Además, vivimos en época de globalización, y no sólo económica, sino también de enfermedades infecciosas. Hoy se viaja más que nunca y se llevan y traen gérmenes que en muchos países, especialmente en algunos menos desarrollados convertidos en destino turístico habitual, están aumentando su resistencia contra los tratamientos conocidos.

Las autoridades sanitarias de Europa comienzan a preocuparse por las enfermedades infecciosas que llegan en aviones procedentes de países de riesgo. De ahí surge la recomendación de la OMS para que se desinfecten los aviones procedentes de zonas palúdicas, ya que se han detectado en Europa casos de paludismo en personas residentes cerca de aeropuertos y que nunca habían viajado a regiones afectadas por la enfermedad.

La OMS considera también probable que en los aviones se transporten involuntariamente mosquitos infectados de diversos virus.

Uso agrícola y ganadero de antibióticos

Una costumbre cada vez más extendida y denunciada es la utilización de antibióticos para uso agrícola y ganadero. El problema, sin ser nuevo, ha adquirido una notable relevancia. Se estima que casi la mitad de los 25 millones de kilos de antibióticos producidos en Estados Unidos se destinan para uso animal. Y cerca de 20 mil kilos, en este país, se utilizan para rociar árboles frutales.

En nuestro país se contabilizan numerosas denuncias contra el uso inadecuado (por excesivo o no justificado) de antibióticos en el ganado.

Se generan así cepas resistentes y, según los científicos, los antibióticos agrícolas pueden contribuir a la mutación genética de los gérmenes transmitidos por los alimentos. Nos encontramos, pues, ante un problema de salud que poco a poco podría adquirir un cariz preocupante.

Para un correcto uso de los antibióticos...
  • Stop a la automedicación: tomemos antibióticos sólo cuando el médico nos los prescribe. Algunas personas piden antibióticos a su médico ante los primeros síntomas de catarro, gripe o rinitis, para que las molestias desaparezcan cuanto antes. Otras se automedican con antibióticos ante la aparición de los primeros síntomas, atribuyendo a una infección lo que puede tener otras causas bien distintas. Todos estos comportamientos deben evitarse.
  • No presionar al médico para que recete antibióticos para curarnos antes. Los causantes de muchas afecciones respiratorias son virus ante los cuales los antibióticos no surten efecto. En ese caso, sólo están indicados cuando el médico percibe riesgo ya sea por la posibilidad de enfermedades subyacentes o por edad (habitualmente, en los ancianos) y para evitar la sobreinfección.
  • No tengamos prisa para iniciar el tratamiento y eliminar rápidamente los síntomas de algunas infecciones, especialmente cuando no se conoce la afección que los origina. Es mejor esperar un poco, realizar el cultivo y el antibiograma, o proceso que determina el antibiótico que frena el crecimiento del germen o bacteria y que, por lo tanto, habrá que administrar al paciente.
  • Utilizar, siempre, la dosis adecuada de antibiótico y durante los días fijados por el médico (en general, se debe suministrar durante al menos 4 ó 5 días) y no dejar de ingerirlo cuando se nota mejoría: es imprescindible terminar el tratamiento completo.
  • No guarde las pastillas sobrantes para otra ocasión. Algunos hogares parecen arsenales terapéuticos, y la existencia de esta “despensa” promueve el uso incorrecto de los medicamentos.
  • El antibiótico más caro no es más efectivo. Intente que le receten los más económicos. Los genéricos son una buena opción.