5.205 especies animales, a punto de desaparecer
El 6 de enero de 2000 se encontró muerto el último ejemplar de bucardo de los Pirineos. A pesar de los esfuerzos que se hicieron a última hora por usar la vía genética para evitar su desaparición, significó el final de la esta especie de cabra montés, una de las joyas de la fauna peninsular. El ostrero canario (ave) siguió a los pocos meses la misma suerte. Estos son dos nombres ya han dejado de engrosar la lista oficial de 278 especies catalogadas en peligro de extinción en nuestro país y que llevan camino de la desaparición. Entre ellas destaca la elevada presencia de endemismos de las islas, sobre todo en las Canarias, donde se han extinguido especies exclusivas del archipiélago. Pero sin duda, la mayor preocupación por salvaguardar la fauna española se centra en el lince ibérico, el felino más amenazado de la Tierra.
La crisis mundial de la extinción de especies es bastante más grave de lo que se piensa. La Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), la mayor organización del mundo dedicada a la conservación de la naturaleza, publica periódicamente lo que se conoce como Lista Roja de Especies Amenazadas. La última, datada en septiembre de 2000, determinó que un total de 5.205 especies animales (200 más que en el estudio anterior) se enfrentan con un alto riesgo de extinción en un futuro cercano, en casi todo los casos como resultado de la actividad humana. Desde la última evaluación realizada en 1996, los primates en peligro crítico de extinción aumentaron de 13 a 19, y el número de especies de albatros amenazadas ha aumentado de 3 a 16 debido a la pesca de altura.
La Lista Roja
El sistema de la Lista Roja de la UICN aplica criterios científicos para clasificar las especies y determinarlas como amenazada, en peligro crítico, en peligro o vulnerable. Si bien el porcentaje total de los mamíferos y aves amenazados no ha sufrido un cambio significativo en los últimos cinco años, el paso de algunas especies a categorías de mayor riesgo ilustra el imparable empeoramiento del problema. La lista de 1996 incluía 169 mamíferos en peligro crítico y 315 en peligro; el análisis de 2000 incluye 180 mamíferos en peligro crítico y 340 en peligro. La magnitud del problema se percibe más fácilmente traducida a cifras: una de cada cuatro especies de mamíferos y el una de cada ocho especies de aves están en peligro de extinción.
Para frenar esta tendencia, la IUCN solicita que los gobiernos multipliquen por 100 sus inversiones medioambientales. La influencia del hombre en esta destrucción resulta determinante, ya que aunque la ley del más fuerte es un proceso natural de selección de especies, se calcula que el ritmo de desaparición de especies es 50 veces mayor que el natural debido a la intervención humana, a cuya acción se achaca directamente la extinción de 816 especies en los últimos 500 años. La lista muestra sólo la punta del iceberg y expertos de todo el mundo han advertido de que en las primeras décadas de este siglo se extinguirán muchas criaturas maravillosas, a menos que aumentemos significativamente los niveles de apoyo, participación y compromiso con la conservación.
Problema mundial
Aunque los estragos más llamativos suceden en las zonas tropicales del planeta donde la biodiversidad es más rica, la fauna y flora europea no escapan del enorme impacto que la alteración o destrucción del hábitat tiene sobre su ecosistema. Así, en España quedan menos de 600 linces ibéricos -el felino más amenazado del mundo-, 70 osos pardos, unos 30 machos de guión de codornices, la foca monje se considera extinguida y se desconoce la población exacta de otras especies, todas amenazadas a nivel europeo. El mejillón de agua dulce, por ejemplo, un molusco presente en las corrientes de agua del Pirineo occidental e indicador de la calidad del agua dulce, ha sufrido una drástica disminución en los últimos años. Otras especies, como el guión de codornices o la fritilaria (planta de los pantanos), han disminuido a causa de las prácticas de agricultura intensiva.
Lince ibérico, el felino más amenazado del mundo
La población de lince ibérico se ha visto reducida a la mitad en los últimos 10 años, debido a la persecución sufrida por parte del hombre, a la perdida del hábitat y al descenso de las poblaciones de conejo, base de su alimentación. Se estima que quedan unos 600 ejemplares, principalmente en España, donde sólo dos grupos son lo suficientemente grandes como para ofrecer perspectivas de viabilidad de la especie a largo plazo. Alguna vez disperso por toda la península ibérica, el lince perdió terreno ante la agricultura y la urbanización. La misomatosis, enfermedad introducida para reducir la población de conejos, principal fuente de alimentación del lince, también llevó a una disminución dramática de sus poblaciones. No obstante, aunque ya no se caza, muchos linces mueren por heridas causadas por trampas para conejos, y otros, al cruzar los caminos. Este felino está protegido legalmente y se encuentra en algunas reservas, donde se toman medidas para aumentar la población de conejos y se realizan esfuerzos para criar al lince en cautiverio, con miras a su posible reintroducción.
Nutrias: aumenta el número de ejemplares
Un ejemplo de salvación, o al menos de esperanza de futuro gracias a la intervención corregidora del hombre, es la nutria, un mamífero semiacuático que habita en ríos, arroyos y zonas húmedas, y también en la orilla del mar. La recuperación de sus poblaciones se achaca principalmente a la disminución de los niveles de contaminación de una parte de los ríos. Sin embargo, pese a esta relativa mejoría, actualmente faltan de la mitad de los lugares en los que vivían a mediados del siglo. Se estima que su población podría oscilar entre los 4.000 y 6.000 ejemplares. Se trata de una especie cuya supervivencia está amenazada en toda Europa por distintas causas, desde la destrucción o transformación del hábitat, el furtivismo, la contaminación, hasta la disminución de presas o el uso de artes de pesca no selectivos.
- Interiorizar comportamientos e incluso máximas que nos lleven a no adquirir cremas de aceite de ballena, abrigos de pieles de tigre, puma, nutria o zorro blanco. Lo mismo con zapatos, cinturones, bolsos y carteras de piel de serpiente, iguana o ciervo.
- No consumir alimentos procedentes de especies protegidas (camarones, pajaritos o ancas de rana) y denunciar ante las autoridades gubernamentales o locales los establecimientos que ofrecen estos alimentos.
- Cazar pequeñas aves como abejarrucos, herrerillos, carboneros o pinzones priva al ecosistema de sus insecticidas naturales y del equilibrio ecológico: las aguas pierden el efecto plaguicida de los animales que comen larvas y adultos de insectos tan dañinos como los mosquitos, tábanos, las plagas de los cultivos y del ganado, etc.
- Esforzarse en la educación. Muchos niños y algunos que dicen amar la naturaleza recogen anfibios (salamandras, ranas), reptiles (lagartijas), insectos (mariposas, escarabajos), crustáceos (cangrejo de río), etc., sin saber -e incluso sin importarles- que algunos de estos animales corren serio peligro de desaparecer. En España el 90% de los anfibios y reptiles se encuentra en peligro de extinción, y lo mismo les ocurre a casi la mitad los insectos y a otros invertebrados.