Miguel Ángel Gutiérrez, Director del Departamento de Patentes de la Oficina Española de Patentes y Marcas

"Unamuno ya no diría eso de que inventen ellos"

1 noviembre de 2007
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Supongo que Miguel Unamuno, al que se le atribuye eso de “que inventen ellos”, no será no de sus autores favoritos.

Bueno, yo creo que esas cosas se dijeron en un contexto en que España era un país muy distinto. Seguramente hoy Unamuno diría “ya estamos inventando también nosotros”.

¿Hasta qué punto cree que esa expresión refleja la realidad española?

En la actualidad no la refleja en absoluto. Hay conciencia de la necesidad de innovar, no sólo inventar, sino innovar, porque la innovación no sólo es técnica, sino que hay innovación comercial, empresarial, etc. y hoy el tejido empresarial español es muy consciente de la necesidad de innovar y moverse. Si uno se queda parado, a medio plazo desaparece.

¿Cuánto daría usted porque hubiera en España unos cuantos inventores como Thomas Alva Edison?

En la actualidad es muy complicado hablar de inventores individuales, hoy hay que hablar de un esfuerzo empresarial bien organizado. En esa época, en la de Bell por ejemplo, se alababan los esfuerzos de una persona… Hoy no sabemos quién ha sido el inventor del teléfono móvil. Si se hubiera inventado en el siglo XVII diríamos fulanito, pero no hoy no se puede decir porque en ese esfuerzo de avance han participado muchos investigadores, muchos científicos, muchas empresas.

Comentaba antes el nombre de Edison, que decía que el genio es un 90% de transpiración y un 10% de inspiración. ¿No cree que en España hemos optado por invertir la proporción, que el genio es un 90% de inspiración y sólo un 10% de transpiración?

Sí, podría ser. Así ha sido, aunque todo está cambiando.

Haciendo memoria de los inventos españoles de las últimas décadas, los más conocidos son la fregona, el chupa chups y el futbolín. ¿No es un poco descorazonador?

Y las gulas (risa). En España hay otras muchas invenciones, por ejemplo es una buena potencia en patentes en energía eólica. Ahora, si vemos un generador de energía eólica o una instalación, comprobamos que puede haber 30 patentes por medio.

¿No cree que frena el desarrollo científico el hecho de que desde el punto de vista social se relaciona al inventor con alguien como el profesor Bacterio de Mortadelo y Filemón?

Sí, eso es verdad. Yo creo que la valoración social de los inventos y de los científicos en general, de esas personas que trabajan en laboratorios y están encerradas gran parte de su vida allí, no es buena.

“La valoración social de los inventos y de los científicos en general no es buena”

Estaría bien que los ciudadanos les vieran como personas normales, integradas en la sociedad perfectamente y que hacen un esfuerzo enorme en intentar que la humanidad mejore en aspectos concretos que inciden en su calidad de vida.

Albert Einstein trabajó en la oficina de patentes de Berna. Coincidirá conmigo en que el listón está muy alto.

Bueno, si fuéramos a guiarnos por esa experiencia desde luego. Einstein fue una persona excepcional. Para todos los examinadores de patentes representa un orgulla saber que él también lo fue, pero he de decir que para ser un examinador normal no hace falta ser genio.

¿Qué formación se requiere?

Ser titulado superior, en general, de ciencias. Tenemos biólogos, químicos, veterinarios, ingenieros… y es importante que tengan un buen dominio del inglés y algún idioma más, como el alemán, porque son las lenguas que más se manejan en Europa.

Defíname por favor el concepto de patente

Es un derecho que se concede por parte del Estado a alguien que inventa algo para que durante un cierto periodo de tiempo, en la actualidad, 20 años, sea el único que pueda explotar la invención, aunque otros también lo podrían hacer si él lo autoriza.

“De poco sirve una patente si no hay sector productivo que la desarrolle”

Con eso se posibilita que durante ese periodo de tiempo si pone en el mercado algo relacionado con la invención pueda hacerlo a unos precios más elevados -para recuperar lo que ha invertido en lograr esa invención-.

¿Cuándo surge?

Bueno, ya había privilegios reales hace mucho tiempo, en el siglo XVII y XVIII. Una anécdota muy curiosa es que ya en 1848, el emperador japonés observó en la flota americana fondeada ante sus costas la gran superioridad tecnológica. Su reacción fue pedir permiso a EEUU para averiguar las razones de esta superioridad tecnológica en el mundo. La razón era que en Estados Unidos no se penalizaba la innovación, sino que se favorecía, se premiaba a los inventores dándoles un monopolio sobre la invención que ellos llamaban patentes.

Estaría, por tanto, muy vinculado con el desarrollo del mercado y del capital.

Sí, con el comercio, el desarrollo industrial, la producción industrial en masa…

¿Cuánto cuesta patentar una invención?

Mucho dinero. Si se limita a un número reducido de países, no lo es tanto, pero proteger una invención a lo largo del mundo sí. Por ejemplo, esto en Europa puede costar, como media, 40.000 euros.

Por tanto, hay que estar muy seguro de que el invento que se tiene es bueno.

No inmediatamente. Se tiende a dar un plazo a los innovadores para que consideren hasta qué punto pueden hacer esas inversiones que, lógicamente, son más importantes cuanto más alcance queremos dar a la protección de la patente.

¿Se pueden patentar las ideas?

Sí, pero deben cumplir varias condiciones: que sea una idea que resuelva en la práctica un problema técnico, que sea nueva, que suponga una actividad inventiva y tenga aplicación industrial.

Y ¿quién se encarga de valorarlo?

Las oficinas de patentes. Hay sólo 12 oficinas en el mundo que están autorizadas para tramitar las solicitudes internacionales, entre ellas la española. Dentro de las opciones, está el examinador de patentes, que son personas muy especializadas. Nosotros tenemos en este momento 150 examinadores muy especializados, cada uno en su sector técnico, que son los que estudian si la solicitud cumple los requisitos para ser obtenida…