Una servidumbre asumida por todos
Esta servidumbre hacia nuestra presencia física es en realidad permanente, aunque se acentúe en verano porque nos mostramos con menos ropa y porque playa y piscina delatan los kilos de más y lo poco apolíneo de nuestra figura.
Todos somos conscientes de la importancia de nuestro aspecto exterior en las relaciones que mantenemos con los demás e incluso en nuestra propia autoestima. Podemos hacer oídos sordos a tanta imposición proveniente de la publicidad, el cine, la TV. la moda…., vivir al margen de esta dictadura estética y sentirnos satisfechos con nuestro aspecto por poco agraciado que sea. Pero, ¿qué ocurre si nos gusta agradar y trasmitir una buena imagen pero, a la vez, no aceptamos participar de esa frustrante obsesión por alcanzar unas metas que no podemos conseguir? Lo que la mayoría de nosotros pretendemos es, simplemente, mostrar un físico que hable bien de nosotros, explotando al máximo nuestros propios recursos y, en definitiva, gustar a los demás, pero sin que ello signifique someternos a tiranía alguna o perjudicar nuestra salud.
Una buena opción sería concebir el tema como un juego lúcido y creativo, en el que cada uno convierte a su cuerpo en un envoltorio lo más sugerente posible y a la vez coherente con la imagen que tiene de sí mismo.
Todas las alternativas son posibles, pero las más compasivas con nuestro equilibrio emocional serán las que partiendo del ejercicio de nuestra libertad y sistema de valores, nos posibiliten una presencia física que consigue que nos sintamos a gusto en nuestro cuerpo. Y vivir sin obsesiones ni traumas al respecto. No olvidemos que una buena parte del atractivo que comunicamos depende de cómo nos vemos a nosotros mismos.
Para los guapos, la vida es más fácil
Las personas físicamente atractivas son consideradas más persuasivas y tienen más posibilidades de encontrar pareja. Son más apoyadas socialmente y normalmente funcionan mejor con el lenguaje no verbal. Además, es habitual que se encuentren mejor adaptadas al medio en que viven, que resulten más deseables para los demás, que produzcan una mejor impresión inicial y que sean percibidas como más competentes, más sanas e incluso menos propensas a desarrollar enfermedades mentales. Y, para rematar, se las ve como más dotadas en el ámbito de las relaciones sentimentales.
Todo lo anterior (así de cruda es la realidad), se basa en la premisa “Todo lo bello es bueno”, descrita por Dion, Berscheid y Walster en 1972. Según ese principio, se ha aprendido a catalogar a las personas como buenas según las pautas que han ido trasmitiendo los medios de comunicación, sobre todo, el cine, en el que se establecen predeterminadamente las caras que corresponden al bueno y al malo de la película. Un concepto esencial es la autoimagen corporal, o percepción de las cualidades y atributos físicos de uno mismo. La insatisfacción refleja la discrepancia entre los atributos físicos autopercibidos y los estándares sociales que el sujeto ha ido interiorizando.
El atractivo físico es fuente de influencias sociales, que casi siempre operan a favor de la persona que cumple los cánones de belleza. Como demuestra P. Popovich, los jurados de EEUU son más benevolentes con los inculpados de acoso sexual cuando son hombres atractivos y la víctima es poco agraciada. El atractivo también favorece el acceso a diversos escenarios sociales y profesionales: la política, la TV y el cine, la moda y la publicidad, las relaciones públicas… En cuanto a liderazgo, una persona bella es normalmente considerada más exitosa y con mayores habilidades sociales, más ambiciosa y competente.
Atractivo físico y autoimagen
Compararse con ideales elevados puede ser devastador, al conducir a sentimientos de poca valía personal y al desarrollo de desórdenes alimenticios. Y la imagen que se tiene de uno mismo depende de las modas y las circunstancias sociales. No son iguales los cánones de belleza de los años 40 y los actuales. La influencia será mayor sobre personas más inseguras, o con gran sentido del ridículo, y sobre las más susceptibles a la presión cultural.
Las mujeres que se acercan más a sus propios modelos de belleza presentan niveles de autoestima mayores y manifiestan sentimientos más positivos sobre sí mismas.
La imagen saludable es un factor relacionado con el atractivo físico, pero no corresponde siempre con estados de salud correctos. Esto se ve en la percepción que se tiene del bronceado en la piel, tipificado como expresión de salud a pesar de que está asociado al envejecimiento prematuro de la piel e incluso a una mayor propensión al cáncer de piel.
Concluyamos…
De los artículos publicados por la revista Journal of Applied Social Psychology, se concluye que el atractivo físico es un montaje social determinado culturalmente y que varía según patrones de estética y tendencias que dicta la moda, que su vez influyen sobre el establecimiento de relaciones sociales, y los juicios sobre la propia imagen corporal.
Por otro lado, las personas con más sentido del ridículo o menos criterio son más susceptibles a la comparación social y a la influencia de los estereotipos estéticos. Es conveniente que todos tengamos un ideal de belleza realista, conseguible. El bronceado, las posturas físicas que adoptamos, la manera de relacionarnos con los demás, la mirada, o mantener un peso adecuado son esenciales a la hora de determinar el nivel de belleza de las personas. El atractivo físico influye en las relaciones interpersonales y en la formación de la autoimagen. Por tanto, está en la base de la autoestima de las personas y el condicionamiento es tal que puede determinar la actitud ante la vida o poner en peligro la calidad de ésta.
- Los modelos de belleza vigentes responden más a criterios mercantilistas que a modelos de salud y bienestar.
- No aceptemos un modelo único para nuestro sexo: significaría negar la diversidad y la especificidad de las personas, así como las etapas por las que pasa la vida.
- Construyamos nuestro propio modelo, partiendo del conocimiento de nuestro cuerpo, sabiendo cómo es, cómo se expresa, cómo siente y qué le gusta.
- Aceptémonos como somos, y cambiemos de nuestro aspecto sólo lo que nos desagrada.
- Seamos nuestro mejor amigo, valorando cómo somos y sintiendo elorgullo de ser únicos.
- Subrayar el orgullo de ser quienes somos afianza la seguridad que permite una actitud positiva y vitalista, que a su vez actúa como un imán que atrae relaciones de igual índole. Nuestro atractivo no se mide por comparación.
- Mirando de afuera hacia dentro estaremos mediatizados por la imagen que se nos propone y sólo conseguiremos desvalorizarnos e ir en pos de un modelo que jamás alcanzaremos, con lo que de frustración y negación personal supone.
- Analicemos con criterios personales el prototipo que nos propone la moda para nuestro sexo y edad. Y tomemos de él sólo lo que puede resultarnos útil para mejorar nuestra calidad de vida y hacerla más saludable.
- Planteémonos metas posibles. Explotemos nuestros recursos para conseguir un físico agradable y atractivo, pero no olvidemos que tan importante, o más, que gustar a los demás es agradarnos a nosotros mismos.
La mayoría de las mujeres desean ser más delgadas. Esta discrepancia en la autoimagen está detrás de trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia. Y muchos hombres quieren un peso diferente al que poseen; algunos están descontentos con su musculación y desean una constitución más atlética, otros simplemente sueñan con adelgazar. Cuando ellos aspiran a ganar peso, buscan aumentar su peso muscular. En cuanto al tamaño del busto femenino, aunque ellos prefieren en general uno más grande que ellas, un tamaño medio resulta atractivo para ambos sexos. El ideal sobre el color de ojos es bastante congruente con el color de ojos propio; sin embargo, la mayoría de las mujeres de nuestro país asumen que los hombres los prefieren azules en ellas. También se sabe que las mujeres presentan mayores discrepancias que los hombres entre su aspecto ideal y el real en lo que se refiere a musculatura, piel, peso…
Ahora bien, hombres y mujeres descontentos se preocupan de igual manera en mejorar su apariencia física. La insatisfacción con el cuerpo aumentaría después de los veinte años en las mujeres y en los hombres aún no se ha determinado una edad en que comienza esta percepción.
A las mujeres obesas se las ve menos atractivas y deseables como parejas, y se considera que poseen menos habilidades sexuales. Por ello, pueden ser percibidas con menores posibilidades de mantener una pareja sexual estable, e incluso de experimentar deseo sexual. A su vez, los obesos son considerados menos atractivos en el ámbito sexual y menos deseados como parejas.