El Protocolo de Kioto

Odisea internacional para reducir los gases del efecto invernadero

36 países industrializados firmaron en diciembre de 1997 el Protocolo de Kioto, acuerdo internacional de protección al medio ambiente.
1 septiembre de 2001

El documento, que tomó nombre de la ciudad japonesa donde se rubricó, tenía como principal objetivo la reducción global de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) un 5,2% respecto a los niveles registrados en 1990. Controlar y restringir las emisiones de GEI es vital, ya que se acumulan en la atmósfera y favorecen que la radiación solar y el calor de la Tierra no se disipen hacia el espacio exterior, lo que ocasiona que aumente la temperatura global del planeta.

Odisea internacional para reducir los gases del efecto invernadero

El espaldarazo definitivo al Protocolo de Kioto se lo ha dado la sexta Cumbre Climática, conocida como Cumbre de Bonn, que se celebró entre los días 16 y 27 de julio de 2001. Desde que en marzo de este año el recién elegido presidente Bush decidiera romper unilateralmente el compromiso que su país, Estados Unidos, había firmado en 1997, el peligro de que el Protocolo no se ratificara se tornó muy serio. Pero tras Bonn, la administración Bush se ha quedado sola en el panorama internacional ya que los otros países más reacios a suscribirlo – el grupo paraguas: Canadá, Rusia, Ucrania, Nueva Zelanda, Noruega, Islandia, Australia y Japón- terminaron asumiéndolo. Eso sí, el coste del acuerdo alcanzado es alto, ya que las concesiones que se han tenido que hacer para lograr un consenso han sido importantes. Pero sólo así se ha conseguido que Japón, Canadá, Rusia y Australia, que generan casi un 25% de las emisiones, se sumaran al acuerdo. De lo contrario, el Protocolo se habría hundido definitivamente, pues para que entre en vigor debían ratificarlo 55 países que representaran el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Se han rebajado los límites de las emisiones

La conferencia se clausuró con la aprobación de una veintena de decisiones técnicas para el desarrollo del reglamento, que permitirán la entrada en vigor del Protocolo de Kioto en el plazo de 10 meses después de la firma. Los acuerdos definitivos se alcanzarán dentro de un año, en la Conferencia a celebrar en La Haya. La principal concesión, hecha a Japón, fue la total eliminación de sanciones a los infractores del Protocolo y del pago de multas para reparar posibles daños medioambientales. Pero, sin duda alguna, el mayor cambio respecto a la primera propuesta del Protocolo es la que atañe al límite de la emisión de gases: si en la propuesta inicial, en la de 1997, el objetivo era la reducción global de las emisiones de gases invernadero en un 5,2% respecto a los niveles registrados en 1990, en Bonn ese límite se ha rebajado sustancialmente y se ha fijado en un 1,8%.

El Protocolo

Apenas 10.000 palabras contienen el acuerdo institucional más importante en relación al cambio climático. El propósito es reducir la dependencia de la economía mundial del consumo de combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón, cuyo impacto en el medio ambiente ha alterado el clima y, con ello, la biosfera y la biodiversidad. El Protocolo incluye seis gases: gas carbónico (CO2), metano, óxido nitroso, hidro-fluoro-carbonos, per-fluoro-carbonos, y hexafluoruro de sulfuro. El sentido realista marcó 1990 como año de punto de partida. Según la propuesta inicial de 1997, los países firmantes debían tomar como referencia sus emisiones en dicho año y lograr que en el plazo que va de 2008 a 2012 esas emisiones descendieran un 5,2% por debajo de las registradas en 1990. En la Cumbre de Bonn ese límite se ha fijado en un 1,8%, ya que de lo contrario se corría el riesgo de que el Protocolo no se ratificara.

El 20% del mundo emite el 75% de los gases

Se estima que el 75% de las emisiones de gases del efecto invernadero que se han acumulado en la atmósfera en los últimos 50 años se han generado en países industrializados, donde se encuentra el 20% de la población mundial. El 25% restante de las emisiones se ha producido en países en desarrollo, que albergan el 80% restante de la población mundial.

Estados Unidos es la principal fuente de los gases de efecto invernadero, responsable del 25% de las emisiones de CO2 generadas entre 1950 y 1990, y del 36% de las emisiones globales de todos esos gases sujetos al protocolo de Kioto.

Los bosques, clave

Los bosques se han convertido en un importante componente de las negociaciones internacionales sobre el cambio climático, debido a su habilidad para absorber dióxido carbono de la atmósfera. Es por ello que algunos países, como Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón, Nueva Zelanda y Rusia, proponen que el carbono capturado a través de actividades agrícolas o forestales tenga el mismo valor y cuente tanto como el que se deja de emitir al reducir las emanaciones de la actividad industrial. Así, convierten los bosques en moneda de cambio para no reducir las emisiones con la excusa de que los bosques absorben parte de las emisiones, olvidando que en cualquier momento esos bosques pueden dejar escapar carbono (sin ir más lejos, en los incendios tan habituales de verano). Además, esa propuesta tiene el perverso efecto de incentivar la sustitución de bosques por plantaciones de crecimiento rápido. La importancia de los bosques en el equilibrio medioambiental queda patente al analizar lo ocurrido en los países tropicales: entre 1980 y 1995 se han perdido sólo en esos países un promedio de 13 millones de hectáreas de bosques por año. Se calcula que esta deforestación ha inyectado a la atmósfera una media de 1.400 millones de toneladas de carbono por año durante los últimos 15 años, equivalente al 20% de las emisiones globales de carbono a la atmósfera.

La picaresca del Protocolo

El Protocolo permite a los estados estrategias que si no fuera por la seriedad que esconden resultarían cómicas. Se puede comprar aire caliente. Kioto asigna a cada país una cuota de emisiones límite y, así, hay estados como Rusia que gestionan cuotas superiores a lo que de verdad van a emitir, con lo que otro país puede comprar sus excedentes.

El otro modo de hacer trampa consiste en plantar árboles con los que equilibrar la cantidad de emisión permitida. Se potencian los sumideros de carbono (superficies forestales que absorben gases contaminantes de la atmósfera) y los países intentan no alterar sustancialmente sus hábitos de quema de combustibles fósiles a cambio de incentivar actividades forestales o agrícolas. Estas prácticas han sido y son denunciadas por organizaciones internacionales, que confían que la redacción definitiva de la Cumbre del Clima de 2002 para eliminarlas.

Propuestas

Al tiempo que los Estados y los Organismos Internacionales determinan y toman conciencia de la inmediata necesidad de legislar y tomar medidas para hacer frente al efecto invernadero, las organizaciones ecologistas proponen que se incentive y premie el uso de fuentes de energía renovables: biogas, gasificación de biomasa procedente de productos forestales y residuos agrícolas, cocinas y estufas eficientes, geotérmica para calor y electricidad, sistemas fotovoltaicos, pilas de combustible renovable, micro y mini-hidráulica de menos de 10 MW, calor por solar térmica, electricidad solar térmica, cocinas solares, energía de las olas, turbinas eólicas, bombeo eólico. También impulsan la concienciación del consumidor de la necesidad de optar por tecnologías ambientales: electrodomésticos y equipos industriales eficientes y más respetuosos con el medio ambiente.

Electrodomésticos Greenfree

A principios de los 70, los científicos descubrieron que una clase de compuestos químicos del cloro llamados halocarburos eran perjudiciales para la capa de ozono. La tecnología Greenfreeze fue introducida por Greenpeace en 1992, sustituyendo los CFCs que los frigoríficos utilizan como refrigerantes y como impulsores de la espuma aislante por hidrocarburos naturales (propano, isobutano, ciclopentano…). Hoy son una realidad. Los frigoríficos y congeladores Greenfreeze (sin gases perjudiciales para la capa de ozono ni el clima) avanzan en nuestro país. La práctica totalidad de los de las marcas que se fabrican en España son de tecnología Greenfreeze, y utilizan el nombre comercial “Greenfresh”. También lo son la mayoría de los que se importan. Sin embargo, es posible que no todos los aparatos de esas marcas que se encuentran en las tiendas sean Greenfreeze, pues podrían ser modelos anteriores. Para comprobarlo, hay que mirar en el compresor (depósito negro situado en la parte trasera): si lleva las siglas R-600ª, se trata de tecnología Greenfreeze, pero si indica R-12 ó R-134a no.

Términos clave para entender el Protocolo
  • Gases de efecto invernadero.- Causantes del cambio climático en la atmósfera. Los gases citados en el Protocolo son seis, entre ellos el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. Su nombre se debe a que aprisionan el calor cerca de la superficie terrestre.
  • Sumideros: Árboles y bosques que absorben el dióxido de carbono de la atmósfera terrestre.
  • Mecanismos de flexibilidad.- Son los «instrumentos» dictados por el Protocolo para la reducción de las emisiones asignadas a cada Estado.
  • «Grupo paraguas»: Liderado por EEUU, son los países que se han puesto en contra de la ratificación del Protocolo. Formado por Canadá, Rusia, Ucrania, Nueva Zelanda, Noruega, Islandia, Australia y Japón.
  • AOSIS.- Siglas que engloban al grupo de países insulares que más insistentemente han reclamado la reducción de gases contaminantes. Kiribati o Las Maldivas aseguran que el crecimiento del nivel del mar provocado por el cambio climático les llevaría a la extinción.
  • G-77+China.- Grupo formado por 132 estados en desarrollo exentos de llevar a cabo las reducciones impuestas en el Protocolo. Dentro de estos países se encuentran la mayoría de estados africanos, uno de los más sensibles al cambio climático.
  • IPCC.- El Panel Intergubernamental del Cambio Climático es un informe elaborado por más de un millar de científicos y expertos de todo el mundo. Sirvió de punto de partida para las negociaciones de Bonn.
  • LULUCF.- Actividades permitidas por el Protocolo sobre el uso de la tierra y medidas de reforestación que aumentan la capacidad de absorción del dióxido de carbono.
  • Cumbre de La Haya.- Precedente de la Cumbre de Bonn. En ella los bloques fueron incapaces de llegar a un acuerdo sobre el Protocolo.