Desde el inicio de la crisis, se repite una y otra vez que hay que incentivar el consumo para crecer… ¿es cierto o esto es pasarle la responsabilidad al consumidor?
El consumo interno, en la parte que corresponde a las familias, es una pata muy importante dentro del cálculo del PIB, y sus nexos con la evolución de la economía general son directos. Si las empresas no venden, tienen menos trabajadores y se genera paro. Es lógico pensar que las familias deben consumir, aunque no a cualquier precio. No es viable un ritmo de consumo que se financia con deuda, como ha pasado en años anteriores, pero sí estoy de acuerdo con el consumo razonable que no necesita financiación externa.
Incentivar el consumo para reactivar la economía, aún aparcando el ahorro, ¿qué consecuencias puede tener?
Hay que diferenciar dos tipos de consumo, el que cubre las necesidades básicas frente al prescindible. La factura de la luz o la cesta de la compra son imprescindibles, pero ir de vacaciones no. El ahorro debe usarse para sobrevivir si no hay ingresos, y además se debe mejorar el gasto con técnicas de ahorro adicionales para mermar lo menos posible nuestros ahorros. El problema a nivel macroeconómico llega cuando la tasa global de ahorro de todas las familias cae a niveles muy bajos, pues este ahorro se usa para financiar el crédito a las empresas y resto de sectores. Y si las familias no ahorran lo suficiente, el crédito cae.
Recortes en Educación, Sanidad… en casi todos los ámbitos. Dicen que así se frenará la crisis, pero ¿no es más positivo un mayor gasto público?
Si analizamos la evolución del gasto público general en todos los segmentos, los recortes son meras migajas, según el volumen total de gasto comprometido. Pero es cierto que hay recortes en partidas que afectan a servicios públicos como educación o sanidad o, incluso, a las prestaciones comprometidas como son los salarios de empleados públicos o pensiones. Y estos recortes no se han destinado a un ahorro real del gasto, pues ahora gastamos mucho más en el pago de intereses de deuda pública o bien hemos inyectado dinero sustraído de los presupuestos en salvar sectores como el financiero.
Hablando de gastos, hay expertos que aseguran que los impuestos son un mal necesario, ¿qué opina?
Subir impuestos no es un mal necesario, es el error de los malos gestores que no reconfiguran un sistema tributario más justo con impuestos más bajos para todos, y con mayor recaudación en los segmentos de rentas elevadas. Los impuestos detraen de manera directa parte de la renta disponible de ciudadanos y empresas, y cada euro que se paga en impuestos, es un euro cuya productividad pasa a manos del Estado. Subir todos los impuestos es un lastre que carga la renta disponible de las familias y que ha generado mayor volumen de desempleo.
¿Es una buena idea afrontar cambios profundos, como la reforma de las pensiones, en plena crisis?
La mejor reforma para el sistema de pensiones es lograr una tasa de paro cero. Nuestra Seguridad Social tiene problemas para pagar las pensiones porque hay una tasa de paro del 26% y las pensiones, las pagan los trabajadores. Si la tasa fuese del 4%, el debate de pensiones sería absurdo en principio.
¿Cómo puede convivir el optimismo que tanto se demanda desde las instituciones con la realidad de hogares en los que no hay ningún ingreso?
Un hogar en esa situación es un drama social. ¿Qué sonrisa puede tener una familia que no llega a fin de mes o está amenazada con ser expulsada de su vivienda o con que le corten los suministros? Cuando una persona queda en paro, debe intentar reengancharse al mercado laboral cuanto antes, en el sector que sea, en la población que sea y en circunstancias que le permitan generar algún tipo de ingreso. Hay sectores que necesitan empleo, como el agrario, la pesca, tenemos segmentos y ciudades que realizan contrataciones y tenemos que explotar qué sabemos hacer y buscar algún hueco en el mercado. Cada familia tiene una casuística concreta, pero no se debe tirar la toalla.
¿Hasta cuándo cree que es sostenible esta situación?
Una tasa de paro como la actual, con sus consecuencias sobre las familias, no es sostenible.
¿Hay una receta contra la crisis?
No creo que haya una fórmula mágica para superar la crisis pero hay un buen pack de medidas que podrían ayudar. Es necesario un recorte serio de los gastos públicos no productivos. Además, tenemos una estructura de gasto público que entra en demasiados frentes. Bajo mi punto de vista, basta con defensa, justicia, sanidad, educación y pensiones.