Caspa, un problema que se deja ver
La caspa es una afección dermatológica que afecta por igual a ambos sexos y que se produce de forma temporal, sobre todo en los períodos de cambios estacionales, como el otoño y la primavera. No obstante, también puede persistir durante todo el año, situación que indicaría que hay un problema de salud subyacente. La psoriasis, que afecta a alrededor del 2% de la población, o la dermatitis seborreica, que afecta a en torno al 5%, son dos de las posibles causas.
La caspa: células de la capa córnea
En la piel de todas las personas vive un hongo denominado Pytirosporum que, en personas especialmente sensibles, puede actuar como un antígeno y producir una respuesta alergénica, provocando descamación del cuero cabelludo. Las células que se descaman, a las que se denomina caspa, son los corneocitos, es decir, las células epiteliales sin núcleo, muertas, de la capa córnea de la piel (capa más externa de la epidermis).
Si es leve, el problema es puramente estético, pero cuando la caspa es severa puede ser un síntoma de enfermedad, como la psoriasis, la dermatitis seborreica u otros procesos patológicos, severos o atípicos. La caspa muchas veces se manifiesta como pitiriasis, una descamación filiforme (a modo de hilos), que consiste en pequeñas escamas parecidas a motitas de polvo y de forma un poco alargada. Si se manifiestan sueltas, se denomina pitiriasis seca, pero si están un poco adheridas al cuero cabelludo, es caspa. Y si esas escamas son de mayor tamaño puede ser un síntoma de psoriasis.
Caspa: cuándo acudir al médico
El asesoramiento de un peluquero no siempre es suficiente para combatir la caspa en todos los casos. Entonces, ¿cuándo acudir al médico? Siempre que la aparición de la caspa sea exagerada y persistente, no estacional. Cuando la caspa es normal, solo se aprecian pequeñas motas. Pero cuando es moderada o severa la sombra de la de dermatitis seborreica es mayor, caracterizada por acompañarse de otras áreas seborreicas en la cara, lados de la nariz, en medio del pecho o detrás de las orejas.
Por eso, cuando la caspa es leve o ligera, los champús anticaspa pueden funcionar bien para eliminarla, pero cuando el uso habitual de un champú recomendado por el peluquero o el farmacéutico es insuficiente, hay que plantearse acudir al médico de atención primaria o al dermatólogo.
En caso de enfermedad dermatológica subyacente, no solo debe tratarse la caspa con champú anticaspa, sino con el tratamiento de base que el médico prescriba para cada problema de salud dermatológico (dermatitis seborreica o psoriasis). Entre ellos figuran cremas o productos con corticoides, ácido salicílico, calcitriol o vitamina D.
Higiene del cabello y nuevos champús anticaspa
En estos momentos, los champús se podrían dividir en cuatro tipos, según sus propiedades: para uso frecuente o pelo normal, antigrasa cuando el cuero cabelludo es graso, con acondicionador para pelo seco, débil o frágil y champús anticaspa. En los casos leves de caspa, estos últimos funcionan bien, aunque no hay que esperar resultados inmediatos con el primer lavado, sino que hay que dejar pasar varios días para notar sus efectos.
El pelo se puede lavar cada día con champú, de la misma forma que una persona se puede duchar cada día e, incluso, dos veces al día si va a la playa o a la piscina y desea eliminar el salitre y el cloro. Pero con el mínimo jabón imprescindible porque, a la larga, puede resecar la piel y generar eccemas, sobre todo en quienes sufren psoriasis. De la misma forma, es falso que no se pueda lavar el cabello cada día.
Los champús anticaspa más novedosos son los que contienen alfahidroxiácidos que ejercen un efecto peeling: actúan como los ácidos que se aplican en los peelings faciales. Uno de los más populares es el ácido glicólico, aunque hay otros de esta familia que no se usan como champús, como el ácido ascórbico o el ácido mandélico. Los clásicos llevan piritiona de zinc, piroctonolamina o sulfuro de selenio en su composición y también son efectivos.
Fuente: Juan Ferrando, profesor Titular de Dermatología de la Universidad de Barcelona y médico consultor del Hospital Clínic, de Barcelona, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y del Grupo Español de Tricología de esta academia.