¿Como enfocan la transición al mundo digital los libreros?
En general, estamos en un momento difícil, conscientes de que tenemos que adaptarnos a los nuevos formatos, pero también con mucha incertidumbre sobre el futuro. Sabemos que el libro electrónico es una buena parte del futuro del sector, pero de momento su facturación no es significativa como para hacer una apuesta radical por él. En 2010 fue solo un 2% de la facturación total del sector y para futuros años esperamos que esté entre el 3% y el 5%. Es un formato que crece fuerte, pero no lo bastante como para que demos un golpe de timón al modelo de negocio. Lo que no dicen los abanderados digitales es que los costes que implica un servidor, una página web, unos sistemas anticopia, etc., son casi tan altos como el alquiler de un local.
¿Se mantienen las ventas de libros en el país?
No, en estos momentos bajan, pero por la crisis.
¿Han apreciado un mayor descenso del papel respecto al “ebook”?
Se produce un retroceso del papel y un aumento de las ventas del formato electrónico, pero todavía no son cantidades significativas. En Estados Unidos sí se ha consolidado el libro digital con porcentajes de facturación de hasta el 20% en algunos casos, pero aquí todavía es pronto. Sin embargo, es una pista de hacia dónde vamos.
Cada día desaparecen más librerías en el centro de las ciudades. ¿Se debe a Internet o a que vivimos demasiado deprisa?
Mi padre siempre decía que en esta manzana antes había ocho librerías y una cafetería. Hoy hay una librería y ocho cafeterías. Vivimos con prisa y eso se nota en nuestros hábitos de lectura.
¿Qué le hace a un lector optar por un libro en papel frente a otro digital?
La experiencia de usuario me parece totalmente distinta en uno y otro formato. Por otro lado está demostrado que la lectura en papel es mucho más cómoda y más concentrada. Algunos estudios de universidades escandinavas nos dicen que los contenidos en papel se asimilan mejor que en pantalla, porque hay menos elementos que nos distraen y forzamos menos la vista. Por otro lado, lo que proporciona el papel no lo da una pantalla, la sensación de una cultura sensorial, que entra por los sentidos, se huele, se toca, etc.
¿Cambiará entonces la forma de entender la cultura?
En el papel tienes la sensación de poseer y en el libro digital, de acceder. No es lo mismo y se traduce en que -es algo cuantificado-, la gente está dispuesta a pagar hasta tres veces más por un objeto físico que por otro virtual. El contenido es el mismo, pero nuestro cerebro cree que lo virtual vale menos.
Es decir, se valora menos la cultura en el formato digital.
Yo no diría que se valora menos en cuanto a hecho cultural, pero sí como objeto, como creación que tiene un dueño, un autor. La obra en formato digital nos da la sensación de que no tiene un origen predefinido y acabamos por no entender la razón por la que tenemos que pagar por algo incorpóreo. Pero hay un autor detrás, un creador. La virtualidad, en mi opinión, fomenta la piratería digital en tanto que nos hace pensar que la obra no merece su precio.
Alguna otra motivación habrá cuando mucha gente se queja de que los libros en papel tienen un IVA reducido del 4% y en cambio los electrónicos siguen con el 18%…
En el tema de los impuestos sobre objetos culturales le doy la razón a nuestros clientes. En mi opinión, cuanto menor sea el impuesto mejor, ya que los objetos culturales aportan importantes valores añadidos a nuestra sociedad. Ahora bien, déjeme que le haga una observación: el impuesto del libro en papel se queda en España, pero el IVA de los libros que vende Amazon se va a Luxemburgo…
¿Veremos desaparecer la edición en papel y con ella el oficio de librero?
El mercado de librería se reducirá mucho. Para los grandes será menos difícil, pero los medianos y pequeños deberíamos unirnos en una misma plataforma y competir con Amazon, Google o Apple… Sin embargo, quiero resaltar una cifra interesante: en aquellas zonas de Estados Unidos donde más librerías físicas desaparecieron, las ventas de libros digitales descendieron de manera drástica. El no ver en la calle los libros en papel inhibió el impulso de compra. Quizás veamos un modelo mixto, con librerías físicas y la opción de comprar en la Red.