Agua: cuestiones que deberían calar

Conocer las diversas características del agua puede ayudar a conservar mejor este recurso natural
1 julio de 2012
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Agua: cuestiones que deberían calar

El agua no es un recurso escaso. Las inundaciones no tienen por qué ser catastróficas. España, líder mundial en presas y desaladoras, volverá a tener sequía. El agua embotellada no siempre es mejor que la del grifo. La agricultura se lleva el 70% del consumo total y el agua subterránea atiende el 30% de los abastecimientos urbanos e industriales. Son algunas cuestiones que quizá no todos los consumidores sepan sobre el agua. Conocerlas puede ayudar a concienciarse y seguir diversos consejos para consumir el agua de forma más sostenible.

El agua no escasea

Según Naciones Unidas, uno de cada seis habitantes del planeta no dispone de agua limpia y uno de cada cinco carece de una simple letrina donde aliviar sus necesidades. Con la tendencia actual en el consumo del agua, en 2025 dos de cada tres personas sufrirá estrés hídrico (deterioro en la cantidad y la calidad del agua). A pesar de estos datos, los expertos subrayan que el problema es la mala gestión, porque hay agua suficiente para todos. La UNESCO calcula que cada persona necesita de 20 a 50 litros de agua limpia al día para asegurar sus necesidades básicas (beber, lavarse, cocinar y saneamiento). Los responsables de esta institución de la ONU estiman que lograr 50 litros diarios para todos los habitantes del planeta en 2015 supondría menos del 1% de la cantidad de agua utilizada en la actualidad.

El agua es mucho más que un recurso hidráulico

El agua no solo sirve para saciar nuestra sed, regar los campos o generar energía hidráulica. Es un elemento básico para el buen estado de la naturaleza, de la biodiversidad, para los ríos y lagos, para los humedales y las lluvias, para los glaciares, etc. y por ello, también para los seres humanos. Este aspecto esencial del agua debería tenerse también en cuenta al gestionarse.

Las inundaciones no tendrían que ser catastróficas

Las inundaciones son una catástrofe muy extendida y dañina. En Europa encabezan la clasificación de las mayores pérdidas económicas: entre 1998 y 2009 se registraron 213 inundaciones, que provocaron 1.126 muertos y unas pérdidas de 52.172 millones de euros, según un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). Sin embargo, las inundaciones son fenómenos naturales. Con ellos el agua reivindica su espacio vital. Lo realmente catastrófico es construir en zonas inundables. La Directiva europea de evaluación y gestión del riesgo de inundación o los mapas de riesgo son algunas herramientas para minimizar estos daños.

La sequía es un fenómeno natural y cíclico

España ha sufrido en los últimos años varias sequías. Este fenómeno forma parte del clima mediterráneo en la Península Ibérica y se registra de forma cíclica, aunque no se puede predecir en qué fecha concreta. De nuevo, el problema no es tanto que se produzcan, sino cómo se gestionan.

El agua embotellada no es mejor que la del grifo

El consumo de agua embotellada ha crecido de manera espectacular en los últimos años. Conviene recordar que la extracción, envasado, transporte y posterior eliminación de este producto provoca diversos impactos medioambientales que los consumidores pueden evitar. Desde el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) recuerdan que España es un país donde, salvo algún caso esporádico y excepcional, no hay que temer por la calidad del agua para abastecimiento urbano. Otra cuestión es que el agua pueda resultar más o menos agradable al paladar.

España está a la cabeza mundial en presas y desaladoras

España es el primer país del mundo en número de presas por habitante y por kilómetro cuadrado y el quinto en cifras absolutas, con unas 1.300, después de China, EEUU, Japón e India. Además de su función de reservorios de agua, las presas españolas producen el 18,5% de la electricidad. Mientras sus defensores sostienen que hacen falta más, sus detractores recuerdan sus inconvenientes medioambientales y otras alternativas más ecológicas.

Por otro lado, España tiene en marcha el programa de desalación de agua marina por ósmosis inversa más importante del mundo. Gracias a las desaladoras se ha logrado garantizar el abastecimiento urbano incluso en las zonas más expuestas a la sequía. No obstante, algunos expertos señalan que con sus inconvenientes no es la panacea a los problemas del agua y aconsejan no abusar de las mismas.

La agricultura es la actividad que más consume y pierde agua

En todo el mundo, alrededor del 70% del suministro de agua se destina a la agricultura y el resto lo comparten la industria, los hogares y el medio ambiente, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Casi el 60% del agua utilizada en el riego se pierde por la escorrentía (agua de lluvia que discurre por la superficie de un terreno ) o bien porque se evapora antes de llegar a la planta, según un informe de la UNESCO. Por lo tanto, una respuesta a la escasez del agua podría ser la mejora del regadío. Según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), más del 60% de los regadíos españoles ha mejorado su eficiencia.

El agua subterránea no se ve, pero también se usa

Los acuíferos son formaciones geológicas subterráneas que permiten el flujo y la extracción del agua del subsuelo. En España atienden el 30% de los abastecimientos urbanos e industriales y el 27% de la superficie de riego, según datos del “Libro Blanco del Agua en España”. La contaminación por vertidos de residuos incontrolados y la sobreexplotación de los mismos ponen en riesgo su continuidad.

Los consumidores pueden ahorrar agua real y virtual

Una vez conocidas algunas de estas cuestiones sobre el agua, el siguiente paso para los consumidores es concienciarse mediante diversos consejos para ahorrar tanto en casa como en el jardín o instalar sistemas que aprovechan el agua de lluvia o reutilizan las aguas grises de la cocina, los lavabos, el cuarto de baño, etc. Además de ahorrar en el agua “real”, los consumidores también pueden reducir el gasto en la denominada “agua virtual”, la cantidad empleada en elaborar, empaquetar y transportar los productos de consumo.