¿Epidural en el parto?
El parto es uno de los momentos más hermosos para una pareja y más dolorosos para la mujer. Por suerte, hay formas de combatir estas molestias naturales y, en ocasiones, muy agudas. La anestesia epidural es el método más eficaz y, por tanto, más elegido por las mujeres parturientas en España.
Es una técnica invasiva: obliga a alcanzar desde el exterior una zona específica de la médula espinal para liberar un fármaco. Exige pericia por parte de quien practica la punción y un conocimiento exquisito de las dosis y el tipo de principio activo a administrar. Pese al riesgo que comporta, inherente a toda práctica invasiva de esta naturaleza, las ventajas que aporta frente a otros métodos son más que notables. La principal, y más valorada, es que proporciona un alivio seguro del dolor con dosis mínimas de medicamento.
El dolor del parto es algo real y por eso es uno de los grandes miedos a los que se enfrentan las mujeres embarazadas. Más de la mitad de las gestantes, el 53%, temen el momento del parto, según el estudio ‘Miedo al parto’ realizado por un equipo de matronas de distintos centros hospitalarios españoles en 2011. La epidural es una anestesia que se aplica en el momento de dar a luz, con el fin de aliviar ese dolor. En España, su uso es habitual en los hospitales públicos desde hace unos 15 años. Aunque en este corto tiempo se ha convertido en una ayuda imprescindible para la mayoría de las parturientas: el 72% de las embarazadas la solicitan durante el parto, según datos del Ministerio de Sanidad.
Además, existen otros métodos para combatir -al menos reducir- el dolor del parto: elegir una posición confortable para ella, recibir un masaje perineal, caminar o tener un acompañante cerca. Por tanto, tolerar o no el dolor del alumbramiento es una opción de la madre. Esta decisión debe ser tomada en función de su capacidad para soportarlo y de su idea previa sobre cómo quiere que sea ese momento.
La anestesia epidural es un procedimiento que consiste en una punción desde el exterior a una zona específica de la médula espinal y la administración de un fármaco, sea anestésico, analgésico o esteroide. La medicación se administra en el espacio epidural mediante una inyección o catéter de pequeño calibre y se difunde por las diferentes capas hasta llegar a la médula espinal, donde bloquea los estímulos dolorosos antes de que alcancen el cerebro. Esta medicación circula por la duramadre, que es la membrana externa más gruesa de la médula espinal, la aracnoides y la piamadre. Según a qué nivel vertebral se introduzca la medicación, mediante inyección o catéter, afectará a unas zonas u otras. Por ejemplo, desde el nivel de la séptima vértebra cervical a la primera dorsal para tratar el dolor o realizar una intervención en extremidades superiores, y para controlar el dolor en el parto será entre la segunda y tercera vértebra lumbar. La anestesia suele aplicarse cuando la mujer ya tiene contracciones intensas, de larga duración. Y cuando el cuello del útero ha dilatado más de dos o tres centímetros.
- La mujer se coloca sentada o de lado, con las piernas flexionadas, y se mantiene inmóvil en esta postura.
- La zona lumbar se desinfecta con una solución antiséptica, con el fin de evitar posibles filtraciones.
- Se coloca un poco de anestésico local en la piel para mitigar el dolor de la inyección.
- El anestesista inyecta la epidural y, tras retirarla, pone una sonda (catéter). Esta vía servirá para administrar medicamentos que combatan el dolor, en caso de prolongarse el parto.
- La mujer notará los efectos de la anestesia, que se amplifican. En unos 15 o 20 minutos el dolor remite de forma notable.
La epidural alivia el dolor del parto más que cualquier otra anestesia o analgésico, y es de gran seguridad. Así lo afirma la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. En ausencia de contraindicaciones, basta con que la embarazada solicite la epidural para que el médico la coloque durante el parto. En ocasiones, esta anestesia está recomendada, como en los partos prematuros y alumbramientos de más de un bebé.
La epidural no siempre puede aplicarse en la mujer embarazad, por suponer un peligro tanto para la futura madre como para el bebé. Entonces, ¿cuándo no se aconseja recurrir a la epidural?
- Cuando la madre padece una infección en la zona lumbar, donde debería inyectarse la anestesia.
- Si la mujer es alérgica a los opiáceos o a los anestésicos locales.
- En caso de problemas de corazón graves en la madre.
- La presencia de tatuajes en la zona lumbar también hace desaconsejable la epidural: parte de la tinta podría ser arrastrada hasta la médula.
La epidural es un medio eficaz y seguro de combatir el dolor del parto. Sin embargo, también tiene algunos efectos durante el alumbramiento del bebé.
Por un lado, la epidural puede dificultar y alargar el proceso de dilatación. La postura horizontal de la mujer tras la epidural tampoco beneficia la expulsión, ya que aumenta la resistencia al deslizamiento del bebé. Por ello, es recomendable que la mujer permanezca sentada.
La epidural influye también de otro modo en la salida del niño: bloquea las ganas de empujar de la madre. Esta circunstancia obliga, en muchos casos, a utilizar instrumentos para extraer al bebé, como fórceps, ventosas y espátulas.