Encuestadas más de 1.100 personas que padecen alergias o intolerancias alimentarias

Desconfianza e inseguridad entre alérgicos e intolerantes alimentarios

Uno de cada cuatro piensa que los productos no se etiquetan adecuadamente y más de la mitad cree que los establecimientos hosteleros no toman las precauciones necesarias
1 mayo de 2013
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Desconfianza e inseguridad entre alérgicos e intolerantes alimentarios

Comer es un acto placentero. Sin embargo, para algunas personas se puede llegar a convertir en algo desagradable e incluso peligroso. Son los alérgicos e intolerantes a los alimentos. Aunque es difícil concretar el número exacto de personas que padecen estas enfermedades, los expertos aseguran que en los últimos 15 años los casos se han duplicado.

De hecho, hoy en día, se reconoce que las alergias e intolerancias alimentarias son un tema fundamental en la seguridad e industria alimentaria. De ahí que EROSKI CONSUMER haya querido conocer cuáles son las dificultades que encuentra este colectivo en su rutina diaria a la hora de hacer la compra y cuando salen a comer fuera de casa. Para ello, la revista entrevistó entre finales de marzo y primeros de abril a más de 1.100 personas que sufrían una o ambas dolencias o que tenían a su cargo a familiares que las padecían. Todos ellos procedían de 17 comunidades autónomas: Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Castilla La Mancha, Cataluña, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, Islas Baleares, La Rioja, Murcia, Navarra y País Vasco. Un 88% de ellos sufría alguna alergia o intolerancia alimentaria (o las dos), mientras que el resto tenía alguna persona a su cargo con alguna de estas dos dolencias.

Retrato de una dolencia

Tres de cada cuatro personas entrevistadas eran mujeres y tenían una edad media de 36 años. Por grupos de edad, la mayor proporción de encuestados tenía entre entre 40 y 49 años (un 27%), 30 y 39 años (un 25%), y 50 años o más (un 20%). Solo un 11% eran menores de 10 años, un 5% tenía entre 10 y 19 años y otro 12% de 20 a 29 años. La mitad de los encuestados eran intolerantes a algún alimento (aluden especialmente a la lactosa, al gluten o a la fructosa), el 31% eran alérgicos (generalmente mencionan la leche y sus derivados, los frutos secos, las frutas o el huevo) y el resto compartían las dos enfermedades.

Se comprobó que las alergias e intolerancias afectan de distinta forma según la edad. Un 68% de los menores de 10 años se declaraban alérgicos, al igual que el 47% de los entrevistados con edades comprendidas entre los 10 y los 19 años. Esta proporción disminuye con la edad, a diferencia de las intolerancias que aumentan: un 62% de las personas encuestadas de 20 a 29 años eran intolerantes a algún alimento, así como más de la mitad de los mayores de 30 años entrevistados.

Desconfianza e inseguridad

En la encuesta queda clara la desconfianza e inseguridad de los participantes a la hora de comprar y salir a comer fuera de casa.

En primer lugar, uno de cada cinco entrevistados siente que habitualmente no puede hacer la compra con total seguridad en cualquier establecimiento y un 37% solo a veces. Es más, uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan de manera adecuada. Comprar resulta tedioso y difícil y reclaman una información lo más detallada y legible posible.

Asimismo, para tres de cada cinco encuestados salir a comer fuera supone un riesgo para su salud. Y es que al pedir el menú más de la mitad de los encuestados opina que en hostelería nunca se toman las precauciones necesarias: avisar sobre la posible presencia de alérgenos en los platos, detallar al máximo los ingredientes en sus cartas y menús, evitar la contaminación cruzada en el almacenamiento y manipulación de los productos, y disponer de útiles de trabajo exclusivos para los menús infantiles. De ahí que exijan más formación en el ámbito de la hostelería en materia de alergias e intolerancias alimentarias.

Buenas prácticas

La Fundación Vasca para la Seguridad Agroalimentaria (Elika) proporciona recomendaciones para hacer más fácil el día a día de un alérgico o intolerante alimentario:

  • En la compra…

    • Leer la etiqueta, teniendo cerca el listado de alimentos a los que se es alérgico o intolerante.
    • Ante la duda, evitar la compra de ese producto.
    • Si es celíaco, buscar aquellos alimentos en cuya etiqueta figure la leyenda “sin gluten” o “apto para celíacos”.
  • Durante el cocinado y la manipulación de alimentos…

    • Cocinar primero la comida del alérgico/intolerante para evitar contaminaciones cruzadas.
    • Manipular cuidadosamente los utensilios y mejor si son exclusivos para el alérgico o intolerante.
    • No usar aceite utilizado para freír otros alimentos que puedan contener el alimento o ingrediente al que se es alérgico o intolerante.
    • Higienizar todas las superficies de trabajo.
    • Almacenamiento hermético de los alimentos especiales en la nevera y en los armarios.
  • Fuera del hogar…

    • Eliminar totalmente el alimento de la dieta, tanto el alimento en sí como los distintos productos que lo puedan llevar como ingrediente.
    • No tomar el alimento si no se conoce con certeza si incluye el alérgeno o ingrediente que provoca la intolerancia.
    • Cuidado con alimentos elaborados (masas, bechamel, caldos para sopas y sopas, pan rallado, etc.) que pueden contener el que produce alergias e intolerancias.

La compra: más cara y diversificada

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Si para cualquiera sumergirse en la jungla de marcas, precios y tipos de productos puede ser complejo, para los alérgicos e intolerantes alimentarios es mucho peor y según creen, les supone un mayor esfuerzo económico.

Un 90% de los encuestados consideran que el carro de la compra de un alérgico e intolerante alimentario es más caro que el de una persona sin estas enfermedades. Lo creen en mayor proporción los intolerantes (un 92% de ellos frente al 86% de los alérgicos entrevistados). Dan incluso una estimación media: un 46% más caro. super e hiper, donde más se compra

Super e hiper, donde más se compra

Cabe resaltar que el 57% de los alérgicos e intolerantes encuestados no pueden hacer la compra de sus productos alimenticios básicos en un mismo comercio, sino que necesitan ir a varios para reunir todo lo necesario. Así, lo creen en mayor medida en Extremadura, al contrario que los encuestados navarros. Tanto alérgicos como intolerantes tienen el mismo problema en similar proporción.

Así, el 77% de los alérgicos e intolerantes encuestados dice hacer la compra en el supermercado y un 66% en el hipermercado. Otro 40% opta también por las tiendas especializadas y un tercio respectivamente por el comercio tradicional. Apenas hay diferencias por tipo de enfermedad, pero sí por comunidad. Aunque en todas ellas la mayoría compra en supermercados e hipermercados, la segunda opción no siempre es el mercado o el comercio tradicional: en Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Castilla y León, Comunidad de Madrid, Valenciana, Extremadura y Galicia prefieren las tiendas especializadas.

Rutinas

Durante la compra, un 47% de los encuestados asegura que en su hogar se compran por separado los productos destinados a la persona alérgica o intolerante. Además, otro 89% afirma comprobar siempre si en la etiqueta hay advertencias específicas. Y es que el etiquetado es fundamental para el colectivo de alérgicos e intolerantes alimentarios porque es el lugar donde se proporciona la información más importante. Sobre la etiqueta, se han establecido normas que obligan a los fabricantes a indicar la presencia en los alimentos de ingredientes que causan alergias e intolerancias, y evitar su contaminación accidental con alérgenos que estén presentes en otros productos.

A este respecto, sin embargo, uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan de la manera adecuada y un 48%, solo a veces. Consideran que las etiquetas no especifican lo suficiente los aditivos, ingredientes, especias o conservantes, ni tampoco las cantidades. Añaden que la frase ‘puede contener trazas’ es una generalidad y no les saca de dudas. En ocasiones, incluso se han visto obligados a llamar al fabricante para determinar si el producto contenía el alérgeno en cuestión o no.

Pero no solo reclaman información más detallada, sino también más legible porque la letra les resulta pequeña. También insisten en que las traducciones a otros idiomas generan confusión. Por todo ello, ofrecen una solución: incluir en las etiquetas un apartado específico con información para alérgicos e intolerantes alimentarios fácilmente identificable y lo más detallada posible.

¿Compra segura?

La seguridad alimentaria es fundamental para todos, pero una de cada cinco personas entrevistadas con alergias e intolerancias alimentarias considera que nunca puede hacer la compra con total seguridad en cualquier establecimiento. Otro 37% dice que solo a veces, pero un 41% opina que siempre. Apenas hay diferencias entre intolerantes y alérgicos, pero sí por comunidades. Mientras en Islas Baleares un 53% cree que siempre puede hacerla totalmente seguro, la mitad de los riojanos dijeron comprar temerosos. En este sentido, un 57% de ellos menciona el comercio tradicional como tipo de establecimiento que le inspira mayor inseguridad, para otro 41% es el hipermercado y para aproximadamente un tercio es el supermercado. Por último, Internet y las tiendas especializadas en alimentos para alérgicos e intolerantes son inseguras para una de cada cinco personas entrevistadas.

Los encuestados inseguros a la hora de comprar destacan varios motivos que justifican su temor: la escasa variedad de productos específicos para alérgicos e intolerantes ofrecidos, la falta de información existente, la falta de formación del personal y la posible contaminación cruzada, especialmente entre los productos frescos.

Casi cuatro de cada cinco personas entrevistadas opinan que las marcas no hacen lo suficiente por desarrollar alimentos libres de los principales alérgenos. Y cerca de siete de cada diez también cree que ni siquiera las organizaciones alimentarias se esfuerzan lo suficiente por desarrollar normas y códigos alimentarios para proteger a este colectivo.

Comer fuera

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¿Cuál es la sensación que este colectivo tiene cuando sale a comer fuera? Dos de cada tres entrevistados por EROSKI CONSUMER cree que padecer una alergia o una intolerancia alimentaria les condiciona. Es más, a tres de cada cinco le parece que hacerlo supone un riesgo para su salud, en especial a los menores de 10 años (es así para los tutores del 94% de ellos). En este sentido, hay diferencias entre los alérgicos e intolerantes: un 69% de los primeros siente que está en riesgo, mientras que entre los intolerantes la proporción baja un poco y es del 54%.

Tanto alérgicos como intolerantes de todas las edades temen que no se excluya el ingrediente dañino del plato pese a requerirlo y que se produzca una contaminación cruzada en el momento de elaborar el plato. Sin embargo, los alérgicos también añaden otro temor (especialmente los menores de 10 años y con edades comprendidas entre los 10 y los 19 años): que la ayuda médica no llegue a tiempo o que nadie a su alrededor sepa actuar en caso de tener una reacción.

Las personas entrevistadas suelen tomar sus propias precauciones. En primer lugar, evitar cierto tipo de establecimientos: de comida rápida (un 47% lo hace), de cocina asiática, italiana y mexicana (un 40% respectivamente) y de buffet (un 30%).

Además, si finalmente se toma la decisión de salir fuera, hay quien no renuncia a seguir un procedimiento. En primer lugar, un 34% siempre reserva con anterioridad y durante la misma un 52% tiene por costumbre explicar su enfermedad al personal del establecimiento (más común entre los alérgicos que entre los intolerantes y entre los jóvenes de entre 10 y 19 años).

Una vez en el restaurante, el 91% de los entrevistados lee cuidadosamente las descripciones de los platos por si hay alguna mención sobre el alimento dañino y el 79% verifica con el camarero los ingredientes que contiene cada uno de ellos. Por último, cuando piden la comida, poco más de la mitad de los encuestados se asegura de que el camarero le da el mensaje al cocinero.

¿Mala atención o desinformación?

Todos los entrevistados por EROSKI CONSUMER han tenido alguna vez una mala experiencia al salir a comer fuera. Solo a un 13% de las personas encuestadas les han negado alguna vez la atención en un establecimiento por padecer alergia o intolerancia alimentaria. No hay diferencias por tipo de enfermedad, aunque sí por comunidad autónoma. Esta situación se ha producido especialmente entre los encuestados en Extremadura, Madrid y Cantabria, donde entre un 37% y un 20% en cada uno de los territorios afirma haber vivido esta mala experiencia.

Sin embargo, esta otra es más común: detectar el alimento dañino en el plato pese a avisar al personal hostelero. Les ha sucedido a más de la mitad de los entrevistados por EROSKI CONSUMER. En ese caso, un 85% informa al personal, pero el 15% restante no lo hace y se arriesga a comer lo que contenga el plato (un 17% de intolerantes asegura hacerlo frente al 9% de alérgicos) en contra de las recomendaciones de los expertos. Y es que entre el colectivo de personas afectadas por alergias o intolerancias a alimentos se escuchan frases como: ‘Prefiero no molestar con mis problemas a nadie’ o ‘Voy a parecer una maniática y prefiero callar’.

Por su parte, entre las personas que sí informan al personal, también se dan escenarios diferentes pero lo más habitual es que les cambien el plato y se solucione el problema (así afirman que ocurre el 84% de los encuestados: un 88% de los alérgicos frente al 82% de los intolerantes).

En definitiva, solo un 25% de los encuestados cree que los hosteleros se preocupan habitualmente por el colectivo de alérgicos e intolerantes alimentarios, aunque otro 40% cree que al menos lo hacen algunas veces. No obstante, prácticamente todos los encuestados están de acuerdo en que los profesionales de hostelería deberían formarse en todo lo relacionado con las alergias e intolerancias alimentarias.

¡Ojo con lo que comes!

Según Elika, hay más de 170 alimentos que pueden causar alergias o intolerancias. Entre la población española se producen con mayor frecuencia hacia:

  • Cereales: el cereal que produce mayor número de alergias en España es el trigo. Además, el gluten se encuentra en el trigo, la cebada, la avena y el centeno.
  • Frutas y hortalizas: las que más alergias generan son las rosáceas (manzanas, peras, melocotones, albaricoques, ciruelas, cerezas y fresas). En España, en niños de 6 años las frutas suponen un 11% de las alergias y las hortalizas un 4%. A partir de los 15 años el 85%-90% de los casos de alergias corresponden a las hortalizas.
  • Frutos secos de cáscara: en España es la responsable del 73% de los casos de alergias a partir de los 15 años de edad. La almendra y la nuez son las que más problemas ocasionan.
  • Legumbres: a partir de los 6 años, las legumbres son los alimentos que causan alergia con mayor frecuencia, principalmente la lenteja seguida del garbanzo y del cacahuete.
  • Huevo: primera causa de reacciones alérgicas en la infancia. Suele aparecer antes de los 2 años de vida y desaparece en los primeros 6 años.
  • Leche de vaca: produce variedad de respuestas anómalas, alérgicas y no alérgicas. También fenómenos de intolerancia a sus proteínas o a la lactosa. Afecta a un 2% de la población.
  • Marisco: el marisco es el tercer alimento que mayor número de alergias provoca en la población adulta, principalmente los crustáceos.
  • Pescado: el bacalao, merluza, lenguado y gallo son los que más reacciones alérgicas suelen dar. Son menos comunes las reacciones a la sardina y el atún.
  • Soja: ha aumentado en los últimos años porque se incluye en numerosos productos alimenticios transformados: productos horneados, atún enlatado, cereales, galletas, fórmulas infantiles, salsas y sopas, entre otros.
  • Aditivos: se estima que entre un 5%-10% de las urticarias crónicas en población adulta se deben, en parte, a alguna reacción adversa a ciertos aditivos como como los sulfitos, glutamato monosódico o benzoatos. Estos se añaden a los alimentos para mejorar las características de los alimentos (conservantes, colorantes, potenciadores del sabor, etc.). Los procesos agudos están más relacionados con intolerancias que no con alergias.

Algunas comunidades encuestadas, una a una

Andalucía

Encuestadas más de 1.100 personas que padecen alergias o intolerancias alimentarias

Desconfianza e inseguridad entre los alérgicos e intolerantes alimentarios andaluces encuestados

Uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan adecuadamente y más de la mitad cree que los establecimientos hosteleros no toman las precauciones necesarias

En Andalucía, participaron en la encuesta más de 130 personas. Un 89% de ellas sufría alguna alergia o intolerancia alimentaria (o las dos), mientras que el resto tenía alguna persona a su cargo con alguna de estas dos dolencias. El perfil de la persona encuestada en territorio andaluz que padece estas enfermedades es una mujer (siete de cada diez lo eran) con una media de 36 años. Un 47% eran intolerantes a algún alimento (aludían especialmente a la lactosa, el gluten o la fructosa), el 37% eran alérgicos (generalmente mencionaban la leche y sus derivados, y los frutos secos) y el resto compartían las dos enfermedades.

Desconfianza e inseguridad

En la encuesta queda clara la desconfianza e inseguridad de los alérgicos e intolerantes alimentarios entrevistados en Andalucía a la hora de comprar y salir a comer fuera de casa. En primer lugar, dos tercios sienten que no pueden hacer la compra habitualmente con total seguridad en cualquier establecimiento: un 31% nunca y un 35% solo a veces. Es más, un 27% piensa que los productos nunca se etiquetan de manera adecuada y otro 45% que solo se hace a veces. En general, consideran que comprar resulta tedioso y difícil y reclaman una información lo más detallada y legible posible.

Asimismo, para tres de cada cinco encuestados andaluces salir a comer fuera supone un riesgo para su salud. Y es que al pedir el menú, más de la mitad opina que en hostelería nunca se toman las precauciones necesarias, como por ejemplo avisar sobre la presencia o posible presencia de alérgenos en los platos, disponer de útiles de trabajo exclusivos para los menús especiales, evitar la contaminación cruzada en el almacenamiento y manipulación de los productos, así como en la elaboración y conservación de los platos, y detallar al máximo los ingredientes de sus cartas y de sus menús. De ahí que exijan más formación en el ámbito de la hostelería en materia de alergias e intolerancias.

Rutinas en la compra

Un tercio de los entrevistados andaluces con alergias e intolerancias de este tipo adquiere sus productos alimenticios básicos únicamente en un tipo de establecimiento, un 63% necesita acudir a varios. Así, el 74% de los andaluces encuestados compra en el supermercado, el 67% en el hipermercado y un 36% en tiendas especializadas.

Durante la compra, un 86% de los entrevistados en Andalucía con estas dolencias asegura verificar siempre la lista de ingredientes de los productos que se adquieren específicamente para la persona alérgica o intolerante alimentaria. Además, otro 84% afirma comprobar habitualmente si en la etiqueta hay advertencias específicas. Y es que el etiquetado es fundamental para el colectivo de alérgicos e intolerantes alimentarios porque es el lugar donde se proporciona la información más importante. Sobre la etiqueta, se han establecido normas que obligan a los fabricantes a indicar la presencia en los alimentos de ingredientes que causan alergias e intolerancias, y evitar su contaminación accidental con alérgenos que estén presentes en otros productos.

En definitiva, nueve de cada diez andaluces entrevistados con alergia o intolerancia alimentaria consideran que el carro de la compra de un alérgico e intolerante alimentario es más caro que el de las familias que no padecen estas enfermedades.

Precauciones si se come fuera

Cuando los alérgicos e intolerantes a algún alimento encuestados en Andalucía deciden ir a comer o cenar fuera de casa, toman siempre sus propias precauciones. En primer lugar, evitar cierto tipo de establecimientos: especialmente, los de comida rápida, y los de cocina asiática y mexicana.

Asimismo, entre los participantes de la encuesta, hay quienes nunca renuncian a seguir un proceso: un 23% reserva con anterioridad, un 45% explica durante la reserva, su alergia o intolerancia a los alimentos, un 63% se asegura cuando llega al restaurante de que el camarero sepa que tiene alguna alergia o intolerancia, un 89% lee cuidadosamente las descripciones de los platos por si hay alguna mención sobre el alimento hacia el que reacciona, un 78% verifica con el camarero los ingredientes que contienen los platos que le interesan y el 54% se asegura cuando pide la comida de que el camarero le da el mensaje al cocinero.

Cataluña

Encuestadas más de 1.100 personas que padecen alergias o intolerancias alimentarias

Desconfianza e inseguridad entre los alérgicos e intolerantes alimentarios catalanes encuestados

Uno de cada cinco piensa que los productos nunca se etiquetan adecuadamente y más de la mitad cree que los establecimientos hosteleros no toman las precauciones necesarias

En Cataluña, participaron en la encuesta más de 160 personas. Un 87% de ellas sufría alguna alergia o intolerancia alimentaria (o las dos), mientras que el resto tenía alguna persona a su cargo con alguna de estas dos dolencias. El perfil de la persona encuestada en la comunidad catalana que padece estas enfermedades es una mujer (tres de cada cuatro lo eran) con una media de 38 años. Casi la mitad eran intolerantes a algún alimento (aludían especialmente a la lactosa, el gluten o la fructosa), el 28% eran alérgicos (generalmente mencionaban la leche y sus derivados, a las frutas o a los frutos secos) y el resto compartían las dos enfermedades.

Desconfianza e inseguridad

En la encuesta queda clara la desconfianza e inseguridad de los alérgicos e intolerantes alimentarios entrevistados en Cataluña a la hora de comprar y salir a comer fuera de casa. En primer lugar, casi tres de cada cinco siente que no puede hacer la compra habitualmente con total seguridad en cualquier establecimiento: un 18% nunca y un 40% solo a veces. Es más, uno de cada cinco piensa que los productos nunca se etiquetan de manera adecuada y otro 49% que solo se hace a veces. En general, consideran que comprar resulta tedioso y difícil y reclaman una información lo más detallada y legible posible.

Asimismo, para el 57% de los encuestados catalanes salir a comer fuera supone un riesgo para su salud. Y es que al pedir el menú, más de la mitad opina que en hostelería nunca se toman las precauciones necesarias, como por ejemplo avisar sobre la presencia o posible presencia de alérgenos en los platos, detallar al máximo los ingredientes de sus cartas y de sus menús, disponer de útiles de trabajo exclusivos para los menús especiales, y evitar la contaminación cruzada en el almacenamiento y manipulación de los productos, así como en la elaboración y conservación de los platos. De ahí que exijan más formación en el ámbito de la hostelería en materia de alergias e intolerancias.

Rutinas en la compra

Poco menos de la mitad de los entrevistados catalanes con alergias e intolerancias de este tipo adquiere sus productos alimenticios básicos únicamente en un tipo de establecimiento, un 55% necesita acudir a varios. Así, el 81% de los catalanes encuestados compra en el supermercado, el 54% en el hipermercado y alrededor del 40% respectivamente en el mercado tradicional y en las tiendas especializadas.

Durante la compra, un 83% de los entrevistados en Cataluña con estas dolencias asegura verificar siempre la lista de ingredientes de los productos que se adquieren específicamente para la persona alérgica o intolerante alimentaria. Además, otro 88% afirma comprobar habitualmente si en la etiqueta hay advertencias específicas. Y es que el etiquetado es fundamental para el colectivo de alérgicos e intolerantes alimentarios porque es el lugar donde se proporciona la información más importante. Sobre la etiqueta, se han establecido normas que obligan a los fabricantes a indicar la presencia en los alimentos de ingredientes que causan alergias e intolerancias, y evitar su contaminación accidental con alérgenos que estén presentes en otros productos.

En definitiva, casi nueve de cada diez catalanes entrevistados con alergia o intolerancia alimentaria consideran que el carro de la compra de un alérgico e intolerante alimentario es más caro que el de las familias que no padecen estas enfermedades.

Precauciones si se come fuera

Cuando los alérgicos e intolerantes a algún alimento encuestados en Cataluña deciden ir a comer o cenar fuera de casa, toman siempre sus propias precauciones. En primer lugar, evitar cierto tipo de establecimientos: especialmente, los de comida rápida y los de cocina asiática.

Asimismo, entre los participantes de la encuesta, hay quienes nunca renuncian a seguir un proceso: un 35% reserva con anterioridad, un 45% explica durante la reserva, su alergia o intolerancia a los alimentos, un 61% se asegura cuando llega al restaurante de que el camarero sepa que tiene alguna alergia o intolerancia, un 93% lee cuidadosamente las descripciones de los platos por si hay alguna mención sobre el alimento hacia el que reacciona, un 85% verifica con el camarero los ingredientes que contienen los platos que le interesan y el 54% se asegura cuando pide la comida de que el camarero le da el mensaje al cocinero.

 

Comunidad de Madrid

Encuestadas más de 1.100 personas que padecen alergias o intolerancias alimentarias

Desconfianza e inseguridad entre los alérgicos e intolerantes alimentarios madrileños encuestados

Uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan adecuadamente y más de la mitad cree que los establecimientos hosteleros no toman las precauciones necesarias

En la Comunidad de Madrid, participaron en la encuesta más de 200 personas. Un 85% de ellas sufría alguna alergia o intolerancia alimentaria (o las dos), mientras que el resto tenía alguna persona a su cargo con alguna de estas dos dolencias. El perfil de la persona encuestada en territorio madrileño que padece estas enfermedades es una mujer (tres de cada cuatro lo eran) con una media de 34 años. El 44% eran intolerantes a algún alimento (aludían especialmente a la lactosa, el gluten o la fructosa), el 39% eran alérgicos (generalmente mencionaban la leche y sus derivados, los frutos secos, las frutas, los huevos) y el resto compartían las dos enfermedades.

Desconfianza e inseguridad

En la encuesta queda clara la desconfianza e inseguridad de los alérgicos e intolerantes alimentarios entrevistados en la Comunidad de Madrid a la hora de comprar y salir a comer fuera de casa. En primer lugar, dos de cada tres siente que no puede hacer la compra habitualmente con total seguridad en cualquier establecimiento: un 28% nunca y un 35% solo a veces. Es más, uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan de manera adecuada y otro 52% que solo se hace a veces. En general, consideran que comprar resulta tedioso y difícil y reclaman una información lo más detallada y legible posible.

Asimismo, para tres de cada cinco encuestados madrileños salir a comer fuera supone un riesgo para su salud. Y es que al pedir el menú, más de la mitad opina que en hostelería nunca se toman las precauciones necesarias, como por ejemplo avisar sobre la presencia o posible presencia de alérgenos en los platos, disponer de útiles de trabajo exclusivos para los menús especiales, evitar la contaminación cruzada en el almacenamiento y manipulación de los productos, así como en la elaboración y conservación de los platos, y detallar al máximo los ingredientes de sus cartas y de sus menús. De ahí que exijan más formación en el ámbito de la hostelería en materia de alergias e intolerancias.

Rutinas en la compra

Solo un tercio de los entrevistados madrileños con alergias e intolerancias de este tipo adquiere sus productos alimenticios básicos únicamente en un tipo de establecimiento, un 66% necesita acudir a varios. Así, el 76% de los madrileños encuestados compra en el supermercado, el 74% en el hipermercado, y un 48% en tiendas especializadas.

Durante la compra, un 90% de los entrevistados en la Comunidad de Madrid con estas dolencias asegura verificar siempre la lista de ingredientes de los productos que se adquieren específicamente para la persona alérgica o intolerante alimentaria. Además, otro 93% afirma comprobar habitualmente si en la etiqueta hay advertencias específicas. Y es que el etiquetado es fundamental para el colectivo de alérgicos e intolerantes alimentarios porque es el lugar donde se proporciona la información más importante. Sobre la etiqueta, se han establecido normas que obligan a los fabricantes a indicar la presencia en los alimentos de ingredientes que causan alergias e intolerancias, y evitar su contaminación accidental con alérgenos que estén presentes en otros productos.

En definitiva, nueve de cada diez madrileños entrevistados con alergia o intolerancia alimentaria consideran que el carro de la compra de un alérgico e intolerante alimentario es más caro que el de las familias que no padecen estas enfermedades.

Precauciones si se come fuera

Cuando los alérgicos e intolerantes a algún alimento encuestados en la Comunidad de Madrid deciden ir a comer o cenar fuera de casa, toman siempre sus propias precauciones. En primer lugar, evitar cierto tipo de establecimientos: especialmente, los de comida rápida, los de cocina asiática e italiana.

Asimismo, entre los participantes de la encuesta, hay quienes nunca renuncian a seguir un proceso: un 36% reserva con anterioridad, un 57% explica durante la reserva, su alergia o intolerancia a los alimentos, un 72% se asegura cuando llega al restaurante de que el camarero sepa que tiene alguna alergia o intolerancia, un 90% lee cuidadosamente las descripciones de los platos por si hay alguna mención sobre el alimento hacia el que reacciona, un 81% verifica con el camarero los ingredientes que contienen los platos que le interesan y el 59% se asegura cuando pide la comida de que el camarero le da el mensaje al cocinero.

Comunidad Valenciana

Encuestadas más de 1.100 personas que padecen alergias o intolerancias alimentarias

Desconfianza e inseguridad entre los alérgicos e intolerantes alimentarios valencianos encuestados

Uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan adecuadamente y más de la mitad cree que los establecimientos hosteleros no toman las precauciones necesarias

En la Comunidad Valenciana, participaron en la encuesta cerca de 100 personas. Un 95% de ellas sufría alguna alergia o intolerancia alimentaria (o las dos), mientras que el resto tenía alguna persona a su cargo con alguna de estas dos dolencias. El perfil de la persona encuestada en territorio valenciano que padece estas enfermedades es una mujer (tres de cada cuatro lo eran) con una media de 37 años. El 59% eran intolerantes a algún alimento (aludían especialmente a la lactosa, el gluten o la fructosa), el 29% eran alérgicos (generalmente mencionaban las frutas, la leche y sus derivados, los huevos y los frutos secos,) y el resto compartían las dos enfermedades.

Desconfianza e inseguridad

En la encuesta queda clara la desconfianza e inseguridad de los alérgicos e intolerantes alimentarios entrevistados en la Comunidad Valenciana a la hora de comprar y salir a comer fuera de casa. En primer lugar, más de la mitad siente que no puede hacer la compra habitualmente con total seguridad en cualquier establecimiento: un 14% nunca y un 40% solo a veces. Es más, uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan de manera adecuada y otro 42% que solo se hace a veces. En general, consideran que comprar resulta tedioso y difícil y reclaman una información lo más detallada y legible posible.

Asimismo, para un 57% de los encuestados valencianos salir a comer fuera supone un riesgo para su salud. Y es que al pedir el menú, más de la mitad opina que en hostelería nunca se toman las precauciones necesarias, como por ejemplo avisar sobre la presencia o posible presencia de alérgenos en los platos, disponer de útiles de trabajo exclusivos para los menús especiales, evitar la contaminación cruzada en el almacenamiento y manipulación de los productos, así como en la elaboración y conservación de los platos, y detallar al máximo los ingredientes de sus cartas y de sus menús. De ahí que exijan más formación en el ámbito de la hostelería en materia de alergias e intolerancias.

Rutinas en la compra

Un 47% de los entrevistados valencianos con alergias e intolerancias de este tipo adquiere sus productos alimenticios básicos únicamente en un tipo de establecimiento, el resto (el 53%) necesita acudir a varios. Así, el 77% de los valencianos encuestados compra en el supermercado, el 61% en el hipermercado, y un 37% en tiendas especializadas.

Durante la compra, un 90% de los entrevistados en la Comunidad Valenciana con estas dolencias asegura verificar siempre la lista de ingredientes de los productos que se adquieren específicamente para la persona alérgica o intolerante alimentaria. Además, otro 93% afirma comprobar habitualmente si en la etiqueta hay advertencias específicas. Y es que el etiquetado es fundamental para el colectivo de alérgicos e intolerantes alimentarios porque es el lugar donde se proporciona la información más importante. Sobre la etiqueta, se han establecido normas que obligan a los fabricantes a indicar la presencia en los alimentos de ingredientes que causan alergias e intolerancias, y evitar su contaminación accidental con alérgenos que estén presentes en otros productos.

En definitiva, el 87% de los valencianos entrevistados con alergia o intolerancia alimentaria consideran que el carro de la compra de un alérgico e intolerante alimentario es más caro que el de las familias que no padecen estas enfermedades.

Precauciones si se come fuera

Cuando los alérgicos e intolerantes a algún alimento encuestados en la Comunidad Valenciana deciden ir a comer o cenar fuera de casa, toman siempre sus propias precauciones. En primer lugar, evitar cierto tipo de establecimientos: especialmente, los de comida rápida y los de cocina china.

Asimismo, entre los participantes de la encuesta, hay quienes nunca renuncian a seguir un proceso: un 36% reserva con anterioridad, un 49% explica durante la reserva su alergia o intolerancia a los alimentos, un 63% se asegura cuando llega al restaurante de que el camarero sepa que tiene alguna alergia o intolerancia, un 94% lee cuidadosamente las descripciones de los platos por si hay alguna mención sobre el alimento hacia el que reacciona, un 82% verifica con el camarero los ingredientes que contienen los platos que le interesan y el 56% se asegura cuando pide la comida de que el camarero le da el mensaje al cocinero.

País Vasco

Encuestadas más de 1.100 personas que padecen alergias o intolerancias alimentarias

Desconfianza e inseguridad entre los alérgicos e intolerantes alimentarios vascos encuestados

Uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan adecuadamente y más de la mitad cree que los establecimientos hosteleros no toman las precauciones necesarias

En el País Vasco, participaron en la encuesta más de 110 personas. Un 96% de ellas sufría alguna alergia o intolerancia alimentaria (o las dos), mientras que el resto tenía a personas a su cargo con alguna de estas dos dolencias. El perfil de la persona encuestada en el territorio vasco que padece estas enfermedades es una mujer (tres de cada cuatro lo eran) con una media de 37 años. La mitad eran intolerantes a algún alimento (aludían especialmente a la lactosa, el gluten o la fructosa), el 30% eran alérgicos (generalmente mencionaban las frutas y los frutos secos) y el resto compartían las dos enfermedades.

Desconfianza e inseguridad

En la encuesta queda clara la desconfianza e inseguridad de los alérgicos e intolerantes alimentarios entrevistados en el País Vasco a la hora de comprar y salir a comer fuera de casa. En primer lugar, la mitad de ellos siente que no puede hacer la compra habitualmente con total seguridad en cualquier establecimiento: un 10% nunca y un 40% solo a veces. Es más, uno de cada cuatro piensa que los productos nunca se etiquetan de manera adecuada y otro 49% que solo se hace a veces. En general, consideran que comprar resulta tedioso y difícil y reclaman una información lo más detallada y legible posible.

Asimismo, para la mitad de los encuestados vascos salir a comer fuera supone un riesgo para su salud. Y es que al pedir el menú, más de la mitad opina que en hostelería nunca se toman las precauciones necesarias, como por ejemplo avisar sobre la presencia o posible presencia de alérgenos en los platos, disponer de útiles de trabajo exclusivos para los menús especiales, detallar al máximo los ingredientes de sus cartas y de sus menús, y evitar la contaminación cruzada en el almacenamiento y manipulación de los productos, así como en la elaboración y conservación de los platos. De ahí que exijan más formación en el ámbito de la hostelería en materia de alergias e intolerancias.

Rutinas en la compra

Poco más de la mitad de los entrevistados vascos con alergias e intolerancias de este tipo adquiere sus productos alimenticios básicos únicamente en un tipo de establecimiento, un 45% necesita acudir a varios. Así, el 78% de los vascos encuestados compra en el hipermercado, el 73% en el supermercado y un 44% en el comercio tradicional.

Durante la compra, un 83% de los entrevistados en la Comunidad Autónoma Vasca con estas dolencias asegura verificar siempre la lista de ingredientes de los productos que se adquieren específicamente para la persona alérgica o intolerante alimentaria. Además, otro 88% afirma comprobar habitualmente si en la etiqueta hay advertencias específicas. Y es que el etiquetado es fundamental para el colectivo de alérgicos e intolerantes alimentarios porque es el lugar donde se proporciona la información más importante. Sobre la etiqueta, se han establecido normas que obligan a los fabricantes a indicar la presencia en los alimentos de ingredientes que causan alergias e intolerancias, y evitar su contaminación accidental con alérgenos que estén presentes en otros productos.

En definitiva, nueve de cada diez vascos entrevistados con alergia o intolerancia alimentaria consideran que el carro de la compra de un alérgico e intolerante alimentario es más caro que el de las familias que no padecen estas enfermedades.

Precauciones si se come fuera

Cuando los alérgicos e intolerantes a algún alimento encuestados en el País Vasco deciden ir a comer o cenar fuera de casa, toman siempre sus propias precauciones. En primer lugar, evitar cierto tipo de establecimientos: especialmente, los de comida rápida y los de cocina china.

Asimismo, entre los participantes de la encuesta, hay quienes nunca renuncian a seguir un proceso: un 40% reserva con anterioridad, un 50% explica durante la reserva su alergia o intolerancia a los alimentos, un 62% se asegura cuando llega al restaurante de que el camarero sepa que tiene alguna alergia o intolerancia, un 89% lee cuidadosamente las descripciones de los platos por si hay alguna mención sobre el alimento hacia el que reacciona, un 71% verifica con el camarero los ingredientes que contienen los platos que le interesan y el 47% se asegura cuando pide la comida de que el camarero le da el mensaje al cocinero.