Pilar Varela, Psicóloga

"El ser humano es su primer psicólogo"

1 diciembre de 2007
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¿Los psicólogos van al psicólogo?

Sí, claro.

¿Usted ha ido alguna vez?

No, yo no he ido nunca porque tengo la fortuna inmensa de tener un carácter especialmente optimista y saludable. Pero no descartaría la idea de ir si lo necesito, claro que sí. Al psicólogo no siempre se acude por un conflicto emocional muy grave. En muchas ocasiones los psicólogos son útiles para ayudar a entender y manejar una situación problemática puntual, para resolver bien un tránsito vital como una separación de pareja, dejar un empleo, suspender una oposición, por ejemplo.

¿Cree que ha desaparecido el miedo a ir al psicólogo?

Completamente. Hoy ir al psicólogo se entiende como normal, es más, a veces los medios de comunicación nos estamos pasando por el otro lado y creando necesidades psicoterapéuticas donde no las hay. Denominamos síndromes o síntomas a lo que no es más que la vida, la parte un poco oscura de la vida, que tiene que ver con episodios normales (la salida de los hijos del hogar, que se llama “el síndrome del nido vacío”; la vuelta de vacaciones, que se llama “el síndrome postvacacional”). Es decir, tampoco podemos convertir en enfermedad lo que no son más que momentos vitales.

¿Considera el recurso al psicólogo como indicador de desarrollo de una sociedad?

Lo es. Hace un par de décadas, ante una depresión, el médico como mucho decía al paciente : “venga, venga, hay que sobreponerse”. Hay que tener en cuenta que en la actualidad, de cada diez personas que acuden al médico de familia, siete pueden tener problemas de ansiedad. No hablo de depresión, que es un trastorno más complicado y profundo, pero sí de estrés y ansiedad que son conflictos muy desbaratadores de la vida. No sé si ahora hay mas ansiedad que antes, seguramente sí, lo que sé es que lo que antes se ignoraba, hoy se atiende y puede resolverse con la ayuda de un psicólogo. También los psicofármacos han avanzado mucho y son muy útiles

¿Cuál es la diferencia entre un psicólogo, un psiquiatra y un psicoanalista?

El psiquiatra es un médico que trata trastornos emocionales y del comportamiento y, a diferencia del psicólogo, puede prescribir medicamentos. El psicólogo es una persona que estudia la conducta humana y las emociones, tanto en la salud como en la falta de salud. Analiza la conducta humana y su aplicación en muchos ámbitos, primero en la reivindicación de la felicidad y después en aplicaciones tales como la educación, la infancia, el trabajo , cosas más raras como la política y la publicidad, y más raras aún como la inteligencia artificial o la vida de los astronautas. El otro día hablaba con un catedrático de economía y me explicaba que los movimientos de compra o de no compra, tanto en la bolsa como en el mercado en general, tienen mucho que ver con la psicología. Y es cierto, y ahí también intervenimos los psicólogos.. Y un psicoanalista es más difícil de definir: puede ser un médico, un psicólogo o directamente un experto en el estudio del psicoanálisis, aunque esto ultimo no en España porque no hay formación reglada. Son personas que se basan en la teoría freudiana, desarrollada después por mucho otros psicólogos, que interpretan el desarrollo humano y la vida en general con una serie de principios psicoanalíticos, el Yo, el Ello, el Súper Yo, la interpretación de los sueños, etc. Ellos interpretan el mundo además de hacer psicoterapia, de -teóricamente- curar a una persona de sus problemas. Una curación que suele ser, en general, muy larga. Un psicoanalista no resuelve el problema en poco tiempo. Son profesionales que tienen al paciente tumbado en el sofá dos, tres, seis, nueve años. Hoy por hoy, desde el respeto que merece el psicoanálisis, se puede decir que no parece especialmente efectivo para curar trastornos emocionales.

Por tanto, usted no sería muy partidaria del modelo argentino basado en el “ponga un terapeuta en su vida”

Creo que por un lado está bien que las personas acudan al psicólogo si lo necesitan y, por otro lado, creo que se puede vivir sin la necesidad de ir con psicoterapeuta de la mano a todas partes. Conviene tener en cuenta que el ser humano es su primer psicólogo, nosotros somos nuestro primer psicólogo, tenemos una gran capacidad de autoayuda. Si hemos tenido la fortuna de tener una infancia saludable y nos han educado en la fortaleza, la audacia contra el mundo, la resistencia a la frustración, la sociabilidad …y luego la vida, por su parte, no nos ha tratado mal, es perfectamente posible pasar la vida si necesidad de recurrir a un psicólogo, del mismo modo que seguramente no se tenga que recurrir a un oncólogo.

Entonces ¿no le gustaría tener como paciente a Woody Allen?

Sí, me encantaría porque es tan simpático y tan listo que me divertiría y estoy segura de que podría convencerle de que no es necesaria la interpretación de los sueños para hacerle más feliz.

Es usted partidaria, por decirlo así, de un consumo moderado de psicólogos.

Bueno, no hay que perder de vista que lo que hace el psicólogo es ayudar, nada más… y nada menos. El psicólogo no dirige la vida de nadie, nosotros somos como los limpiaparabrisas del coche, ayudamos al conductor para ver mejor el camino, pero cada cual debe seguir su ruta.

Parece que la relación entre estos diferentes terapeutas no es demasiado saludable. ¿En casa del herrero cuchillo de palo?

Eso se ha dicho, efectivamente. Yo creo que cada cual tiene su ámbito aunque cada vez hay más grupos pluridisciplinares. En la actualidad, en un servicio de psiquiatría de un hospital hay psicólogos y en las consultas privadas de los psicólogos hay algún psiquiatra porque algunos trastornos requieren la prescripción de psicofármacos y eso lo puede hacer sólo un psiquiatra. Por lo tanto, cada vez hay más integración de ambos grupos, aunque bien es verdad que la sociedad hasta ahora ha entendido mejor a los psiquiatras. Los psicólogos estamos avanzando mucho en aplicaciones que no se limitan a la clínica y los trastornos, sino que son cada vez más diversas. De nuevo viene bien el ejemplo de la inteligencia artificial, donde no se trabaja con personas concretas sino con el modo de pensar de la mente humana, cómo procesa, cómo atiende, cómo analiza los hechos, cómo memoriza, y toda esa información se aplica a la computación. Y eso lo hacen los psicólogos junto con los neurocientíficos y los ingenieros informáticos.

Los médicos recomiendan ejercicio físico para tener el cuerpo en forma. ¿Qué recomiendan los psicólogos para mantener la mente y el espíritu en forma?

También ejercicio físico. En mi libro Ansiosa- Mente digo que para combatir la ansiedad es necesario, entre otras cosas, prestar atención a los medicamentos, no automedicarse, cuidar la alimentación y hacer ejercicio físico. El ejercicio es muy bueno para todo porque no podemos separar mente y cuerpo. Somos la misma cosa. El cerebro son 350 gramos de una materia gris y ahí dentro, si buscas, no vas a encontrar la inteligencia ni las emociones, la alegría y la pena, pero sin cerebro no hay ni inteligencia ni emociones, ni penas o alegrías. Por tanto, somos cuerpo, somos materia física y esa materia física está bien entrenada, ágil, le da el aire, la luz, no estás cansado ni con exceso de peso… estaremos mejor. Además, producimos las famosas endorfinas, que son esas morfinas naturales que segrega nuestro cerebro cuando bailas o te ríes, disfrutas o haces ejercicio físico. Yo soy muy partidaria del ejercicio físico.

Practica con el ejemplo.

Sin duda, y me ha venido muy bien. Soy una buena nadadora y una mala golfista.

Aparte del ejercicio físico ¿hay algo más para mantener la mente en forma?

Sí, son muy importante las relaciones humanas, la risa, el mantener el buen humor, no quedarte encerrado solitariamente. Las redes sociales son un sustento definitivo que te da una porción importante de salud. Decía el cardiólogo Valentín Fuster que los españoles, especialmente las españolas, somos más longevos que otros ciudadanos del mundo porque somos más habladores. Yo estoy de acuerdo con él. Hablar, charlar, mantener relaciones amistosas, eso es básico… la amistad es muy barata de mantener, mucho más barata que ir al teatro o a jugar al golf. En cambio, la amistad no la preservamos, la consideramos un fenómeno valioso pero propio de la infancia o la primera juventud. Después, cuando nos casamos parece que nos tenemos que entregar en cuerpo y alma a la otra persona, a los hijos y a nuestro trabajo, y abandonar la amistad, y eso no está bien. La amistad es un valor fundamental, ya lo decía Aristóteles, y un regalo de la naturaleza humana. Yo sostengo que las cosas más interesantes de la vida son gratis y la amistad es una de ellas y afirmo que ayuda mucho a mantener redes de seguridad ante las adversidades o los golpes de la vida. Te hundes menos porque tienes donde agarrarte. A veces los golpes son inmensos, pero está demostrado que incluso en los momentos de alta adversidad el consuelo humano hace que la pena sea más llevadera.

Se acercan las Navidades, fiestas entrañable por antonomasia, pero también son fiestas que generan temor y malestar en muchas personas. ¿Por qué?

Entiendo bien a los que se deprimen y a los que no les gusta la Navidad, Yo tampoco soy una gran entusiasta de la Navidad, pero paso por el aro como todo el mundo porque en la Navidad hay una serie de comportamientos obligatorios. Todos tenemos que ser familiares, “buenos” y tenemos que consumir denodadamente. Está muy disfrazado pero es consumismo absoluto, nuestros hijos están saturados de regalos. No hay día navideño en que no haya que hacer regalos. Yo creo que muchas personas se deprimen un poco por eso: ¡tanta luz, tanto consumo, tanto artificio! Y luego hay quien ,estando solo de verdad , ve cómo se bombardean con los lazos familiares a través de la televisión con los anuncios… hay personas que no tienen a nadie que vuelva a casa por Navidad y realmente se sienten inmensamente solas.

¿La soledad es una enfermedad?

La soledad desgraciadamente es un hecho, muchas personas están profundamente solas. Otras veces sí es algo subjetivo, enfermizo, hay gente que no sabe salir de su ámbito de la soledad. Creo que Carmen Alborch decía “no es lo mismo vivir solo que estar solo”. Es verdad, son dos cosas distintas. También es cierto que hay gente que viviendo con otras personas se siente profundamente sola. Hay estudios sobre soledad y matrimonio y se sabe que personas que viven juntas y que no se plantean una separación, tienen una vida insatisfactoria y afirman sentirse solos, por cierto, más hombres que mujeres. Campoamor hablaba de la soledad de dos en compañía.

¿Alguna receta navideña contra o frente a la soledad?

El consejo navideño es que si “eres más frío que un tímpano”, como decía mi sobrino Luis, a lo mejor eres ajeno a lo que está pasando y te resbala todo; pero si no eres tan frío y te afecta finalmente la costumbre y el bombardeo de los medios de comunicación… únete a quien sea, porque siempre hay otra persona que se va a encontrar en tu misma situación, un familiar lejano, un vecino solitario. Y un abrazo entre dos personas, aunque no sean conocidas, puede tener la misma intensidad y el mismo amor que entre dos personas que se quieran.

Lo que pasa es que en una sociedad como ésta, donde se promueve la desconfianza, no parece que su receta sea la más factible.

Sí es cierto, no es muy factible y es verdad también que esta sociedad promueve la desconfianza, pero a grandes males, grandes remedios. Ese abrazo al desconocido es excepcional, es una metáfora de una reunión improbable entre dos personas, pero posible. Si uno quiere salir de su soledad debe dar un paso en esa dirección.

¿Se puede luchar contra la desconfianza?

Hombre, yo creo que no hay que hacer a nuestros hijos desconfiados. Una de las grandes claves de la vida para luchar contra todo lo negativo es la educación, el conjunto de valores que tú has recibido y que después has reconstruido a tu modo, pero que gran parte de ellos te quedan y trasmites. La educación es definitiva, no puedes hacer a tus hijos desconfiados, cobardes, insolidarios o malos.

Hay que evitar que nuestos hijos entiendan la vida en términos de hostilidad, de ellos y nosotros

Hay que evitar que entiendan la vida en términos de hostilidad, en términos de “ellos y nosotros”, de amigos y enemigos, ni siquiera cuando vas al fútbol. Esto no es una tontería, el fútbol es clave para la educación, por los valores inconscientes que se transmiten . En el fútbol no hay que crear enemigos donde simplemente hay un juego de adversarios. El deporte es un vehículo muy curioso de la educación, porque sin notarse demasiado, está incidiendo en la educación, los niños aprenden las cosas en forma de juego, de fábula, de deporte o a través de la televisión…

¿Hay que pensar entonces que todo el mundo es bueno?

Los niños deben educarse en la idea inicial de que el mundo es bueno y que los humanos son benévolos. Lamentablemente eso no es del todo cierto pero ya habrá tiempo de entenderlo después, cuando sean mas mayores y mas maduros. Por desgracia, ahora lo que se lleva son los malos, los agresivos. Los chicos buenos son unos “pringados”. Parece que la bondad no está de moda. Lo bueno es ser violento, agresivo y no. La bondad y la benevolencia son los mayores tesoros de los humanos.

Los expertos aseguran que la depresión será la segunda causa de incapacidad en el siglo XXI. ¿Hay alguna vía de escape?

Bueno, la depresión es una enfermedad no del todo conocida, que aún tiene alguna zona oscura.. Parece ser que tiene una base física, relacionada con los neurotransmisores. Hoy se cuentan con las famosas píldoras de felicidad, que son los antidepresivos. Los psicólogos sabemos que son muy útiles, incluso imprescindibles, pero no son la vía exclusiva de curación; deben complementarse con psicoterapia.. Pensamos que la persona tiene que saber preservar su fortaleza psicológica, prevenir la enfermedad y si ésta llega, luchar contra ella; si alguien ha padece depresión , una vez que ya haya salido del pozo a través de los psicofármacos , debe aprender a desarrollar sus recursos propios. Por un lado, espero que la bioquímica continúe su investigación y, por otro, que después vayamos entendiendo más la vida, pero no tan mal como a veces la entendemos.

¿A qué se refiere?

Los que estamos interesados en la psicología positiva estamos convencidos que el ser humano es por naturaleza feliz, que lo natural, igual que es sobrevivir, es ser feliz. Pero en ocasiones nosotros mismos hacemos que la vida no nos sea tan favorable como realmente es. Así, incorporamos la competitividad o la envidia como elementos que rigen tu manera de entender la vida. Esos valores pocas veces nos hacen felices. Creo que la persona tiene que explotar sus propios talentos y tener un sentido moral de la existencia, es decir, querer devolver a la sociedad lo que ésta le ha dado o lo que la sociedad espera de ella. Los muy generosos se van con Teresa de Calcuta y los que somos menos generosos pues procuramos ser buenos profesionales. No está mal. Ser un buen taxista, un buen fotógrafo, un buen maestro ya está requetebién. Pero luego hay que tratar de encontrar interés en ser un buen taxista, un buen maestro, ser un buen fotógrafo y sentir gratitud y felicidad en el hecho de levantarte cada mañana y que no te duela nada. Interés o felicidad. No hay que acostumbrase a lo que nos hace felices. Como decía mi amigo el filósofo Javier Sádaba: “la felicidad viaja de incógnito” y hay que saber verla.

¿El consumo es una buena terapia de felicidad?

Inmediata sí. Si hoy estás muy tristón, te vas a una tienda y te compras unos zapatos o un disco, quizá vuelvas menos triste. Pero yo creo que no está demasiado bien, sobre todo ahora que llegamos a Navidad y el consumo se dispara. Dicen los expertos, los psicólogos de consumo, que más del 40% de las compras, más de la mitad de las cosas que se compran en un gran almacén corresponden a un acto impulsivo. Hay que tener cuidado porque es una conducta que se puede convertir en compulsiva. La compulsión de las compras es tremenda.

¿Dónde está el límite?

No está muy claro. Lo habitual es que la diferencia entre lo normal y lo patológico esté en el sufrimiento. Eso pasa también con las compras, al momento gratifican, pero después alteran, porque se gasta mucho mas dinero del disponible, porque no se sabe qué hacer con lo comprado, porque uno comprende que la conducta ha sido absurda. Hay un trastorno de ansiedad, llamado Trastorno Obsesivo-Compulsivo, que implica ejecutar conductas inevitables y absurdas ( lavarse las manos 80 veces al día, mirar debajo de la cama 25, comprobar insistentemente si están las llaves en el bolso, o regresar a casa dos o tres veces para ver si el gas está cerrado). Estas conductas son muy dolorosas porque el que las ejecuta sabe que no responden a una causa sensata sino insensata, por eso muchos esconden el problema y no se atreven a verbalizarlo. Quizá la conducta de compra no llegue a esos niveles de insensatez o injustificación, pero se acerca. La compra es como la conducción de un vehículo: son conductas que transcienden a lo que en realidad significan. Conducir no es sólo “me traslado de aquí a Bilbao” sino que significa: “tengo un coche más grande, soy más rico, soy más guapo, corro mucho, me pico con éste, me envidiarán los vecinos…” Conducir es mucho más que trasladarse y que conste que a mí me gustan las motos, sé lo que es el placer de la velocidad. En la compra sucede lo mismo, hasta limites que para algunos alcanzan esta idea: “Compro, luego existo”.

¿Y en qué puede ayudar la psicología a un consumo responsable o razonable?

Yo no soy partidaria de no consumir. Personalmente creo que el que es feliz consume menos, aunque también creo que el desarrollo nos ofrece productos estupendos que hacen la vida más fácil, más grata, más confortable. La psicología puede ayudar a señalar las diferencias. Ayer leí en un diario que un diseñador japonés decía que tener muchas cosas le agobiaba. A mí me pasa lo mismo. Creo que hay que tener las justas y si esas justas además son bonitas, buenas, están nuevas… muy bien. Hay que buscar un equilibrio entre el uso de lo que la sociedad nos ofrece -yo no abogo por ser un ermitaño- y el darte cuenta que a veces el opulento es poseído por sus posesiones. A partir de una cierta edad, la madurez te hace ver que las cosas empiezan a ser menos necesarias todavía. Entonces el tiempo es un valor que ya controlas más y dices: qué me importa más: leer un libro de no sé quien o mirar por la ventana… pues igual mirar por la ventana.

Es importante saber decir no. ¿Por qué?

No todos los “no” son iguales, no todos son buenos, ni todos son malos. A veces decir no es negar una ayuda, ese no interesa poco. Pero hay muchas personas apocadas, con poca seguridad en sí mismos, o muy tímidas que no saben decir no, no saben ser asertivas, defender sus derechos pensando que no van a ser ni mejores ni peores que los demás. Defender tus derechos, tu criterio, no significa que tengas que ponerte en contra del otro ni ser mal educado, pero muchas personas no lo saben hacer y van tragando.

¿La timidez es, por tanto, algo negativo?

La timidez es bastante más desventajosa que ventajosa. Sí que es verdad que los tímidos tienen un cierto encanto, son discretos, no son impositivos ni mal educados, se tiende a protegerlos. Ésa es la ventaja. Pero que le digan a un tímido severo, a un tímido de verdad, “¿te gustaría dejar de ser tímido?” Y estaría encantado de dejar de serlo, es que no se atreven ni a devolver unos zapatos porque les han dado los dos del mismo pie. La timidez profunda es un obstáculo muy serio.

¿Cómo se aprende a ser asertivo?

Una vez más pongo el acento a la educación en tu casa, a que te enseñen a reforzar tu identidad y a reconocer la de los otros, a saber que uno es una persona con los mismos derechos y deberes que todos los demás, y a que esto se puede manifestar con educación y cordialidad. Si en estos momentos nos está leyendo alguien a quien le gustaría que le ayudaran a reforzar un poco su capacidad de decisión, le aconsejo que acuda a un psicólogo porque los psicólogos sí que enseñamos a reforzar la propia identidad, a hablar en público, saber decir no, a reencontrarse con uno mismo, a aceptarse mejor, con defectos y virtudes…a reforzar la autoestima, que es un elemento muy importante.

Precisamente, tener problemas para decir no debe ser uno de los motivos relevantes que causa la ansiedad, que es algo ya ha tratado en un libro. ¿Vivimos en una sociedad ansiosa?

Sí, nuestra sociedad tiene unos índices de ansiedad muy elevados.

En el libro afirma que la ansiedad en dosis adecuadas es positiva. Pero ¿cuál es la dosis adecuada?

Nuestros lectores habrán vivido algún momento complicado, por ejemplo ante una entrevista personal o un examen de selección… En esos momentos es lógico que una persona se sienta ansiosa, porque la evaluación personal es uno de los factores más generadores de ansiedad en nuestra vida. Pero esa ansiedad puede ser buena en dosis moderadas, porque afila tus recursos y minimiza tus necesidades (si tienes hambre se te olvida que tienes hambre, o frío o ganas de ir al lavabo). La ansiedad buena es la que te coloca en las mejores condiciones para rendir, seguro que todos los atletas que van a salir a una carrera de 1.500 metros tienen un curioso índice de ansiedad, pero gracias a esa ansiedad van a correr más y mejor, seguramente. Aunque cuidado, porque la ansiedad tiene una especie de línea curva, o sea un grado de ansiedad alto mejora el rendimiento, pero muy alto lo empeora.

Además de tomarnos varias tilas ¿qué podemos hacer para combatir la ansiedad y, perdóneme, para no acudir al psicólogo?

Los psicólogos españoles hemos escrito libros de divulgación con el objetivo de contribuir a la mejora de la salud de la gente. En estos libros se enseña a reconocer un problema, a identificar la ansiedad , porque muchas personas ni siquiera reconocen que esa especie de inquietud permanente y de zozobra no es normal. Creen que son gajes del oficio, pero no es así. Se enseña también a desarrollar estrategias de afrontamiento, a tener un pensamiento más positivo, a saber que la ansiedad no siempre es negativa. De todos modos, y en líneas generales, la ansiedad se cura pronto y bien, y si hay que ir a un psicólogo, pues se va… ¡no lo ponga usted tan difícil!

Lo que no se cura tan pronto y tan bien es el mal de amores. Precisamente, el amor es el protagonista de otro de sus libros, en el que asegura que se puede aprender a amar. ¿Puede dar una breve clase magistral?

Usted decía antes que cuidábamos el cuerpo. Efectivamente, tratamos de no comer grasas para el colesterol, nos maquillamos las mujeres, vamos al dentista si tenemos un problema, dormimos convenientemente….pero el amor no lo cuidamos, pensamos que funciona solo. Y el amor, o la vida de pareja, pronto es vulnerable a muchas amenazas. Por ejemplo a la monotonía, el aburrimiento, las discusiones, la infidelidad, la infertilidad, la frialdad emocional y otras amenazas más vagas… y antes de todas ellas a los tópicos. El amor está muy rodeado de tópicos: las canciones, la literatura… lo han adornado mucho y entonces la gente confunde amor con enamoramiento . El enamoramiento es amor pero es sólo la primera fase. Es un amor muy fulgurante, más cinematográfico, muy atractivo, verdaderamente bonito… Pilar Miró decía que el mejor estado del hombre es enamorado y correspondido. Y yo lo suscribo, pero esa primera etapa de enamoramiento se desvanece y se transforma. Ahí se puede acabar el amor, pues bien, “que nos quiten lo bailado”, pero puede que se transforme en algo menos llamativo pero muy, muy importante para la vida. Yo sostengo que un amor, aunque deteriorado, vale mucho y hay que procurar defenderlo y, al final, si no hay defensa pues se acabó. Y yo pongo una atención muy especial, un aviso, en las discusiones, porque las personas no le dan importancia. Hoy discuto, mañana también, pasado de nuevo.. y llega un momento en que la forma de entenderse entre dos miembros de una pareja es siempre la discusión, la hostilidad. Y ahí lejos de ser cooperantes son contrarios y al final se convierten en enemigos. Hay personas cuyo mayor enemigo en la vida es precisamente su cónyuge.

¿Cómo se puede arreglar?

Primero reconociéndolo. Las personas se tienen que dar cuenta de que el amor es una fortuna, tan inmensa como que es lo más importante de la vida, sin dudarlo. Los que estaban en los aviones en el 11S y supieron que iban a morir enviaron mensajes telefónicos. Todos eran de amor: de amor a la pareja, los hijos, los familiares… En el último momento, cuando ya nada importa sigue importando el amor. Hay que hacer como esa canción española:” el que tenga un amor que lo cuide, que lo cuide” , pues el que tenga un amor y nos lea que se dé cuenta de que esa señora que tiene a su lado y ese señor calvorota es su príncipe azul, seguramente va a ser la persona que le va a querer toda la vida, que le va a ayudar. Es un apoyo, una ayuda extraordinaria y es una maravilla poder querer a alguien, no ya que te quieran, que también, sino poder querer tú. Que puedas entregarte a alguien, regalarle tus cuidados, tu pasión, tu talento, tu ayuda, tus caricias… eso es tan fantástico que hay que darse cuenta de ello.

Si se considera que los principales conservantes de los alimentos son la sal y el azúcar, ¿qué es la miel y el azúcar en el caso del amor?

Mira, la sal y el azúcar serían: las conversaciones, evitar las discusiones y, si se discute, el buscar posiciones de empatía, de ponernos en el lugar del otro -porque seguramente algo de razón tiene- y así impedir que las diferencias crezcan y que, además, se conviertan en costumbre. Todas las muestras amorosas físicas: los besos, las caricias, los abrazos, y las manifestaciones verbales, las palabras bonitas, son muy importantes porque al principio se dicen mucho y luego se van diciendo cada vez menos y, al final, llega un momento en que casi da apuro decir “¿cómo estás cariño?” o darse un beso de despedida. Hay una investigación muy interesante que demuestra que en las parejas que se despiden con un beso antes de irse a trabajar cada mañana hay mayor felicidad, mayor triunfo laboral y hasta una mayor esperanza de vida. Por tanto, ¡ponga varios besos en su vida!.

La neurociencia dice que el amor es pura química, pero en sentido literal, no metafórico. ¿Ante eso, qué margen nos queda?

Pura química somos todos, porque somos cuerpo. Pero hay un elemento mágico que nos diferencia de los animales y es que somos infinitamente más inteligentes y consecuentemente más buenos, más creadores, más artistas y también más malos, más crueles, más vengativos… somos química en lo concreto y en lo abstracto, el espíritu es química y el amor es química como es química la creación. No es explicable, pero es así.

Una parte relevante de su trabajo ha sido hasta ahora su colaboración con un medio de comunicación. ¿qué efectos tienen los medios de comunicación, prensa, radio, televisión o Internet en la salud emocional de las personas?

Acabas de citar cuatro cosas que son absolutamente necesarias para la vida actual. Es inconcebible ahora la vida sin prensa, televisión, radio e Internet. La clave está en el mal uso o quizá en el abuso. Los niños que están muchas horas delante de la televisión, por pura resta, no lo están pasando con sus amigos jugando en la calle, además es verdad que hay niños que ven mucho la televisión y que en la televisión hay mucha violencia, mucha vulgaridad, ambigüedad moral y obscenidad. Un peligro, un error que se nos ha ido de las manos. Yo siempre cuento la anécdota de una amiga sueca, que me dijo lo siguiente: alguien le dice a su niña de cinco años “se ha muerto la abuelita”, y su única respuesta fue “¿quién la ha matado?”. La niña no entendía que las muertes nunca eran naturales.