El juego más seguro ¡gana!
Los meses que, en el mejor de los casos, permanece un juguete “vivo” en la habitación de los más pequeños poco tienen que ver con su proceso de fabricación y control en materia de seguridad. El proceso creativo, una vez validado por el equipo del que forman parte diseñadores, psicólogos y pediatras, culmina con la construcción de un prototipo. El modelo es sometido a una rigurosa serie de análisis de materiales, ensayos, pruebas y sesiones experimentales. De esta manera se logra la calidad necesaria para salir al mercado y cumplir con una normativa legal muy exigente.
La Asociación de Investigación de la Industria del Juguete (Aiju) es una entidad privada de servicios, sin ánimo de lucro, reconocida como organismo notificador en la Unión Europea sobre la seguridad de los juguetes. En sus laboratorios, los juguetes son sometidos a análisis con el fin de cumplir unos estándares de calidad que aseguren un uso y disfrute sin riesgo.
Juguetes resistentes
Los peluches y muñecos rellenos y cosidos se someten antes de llegar a las estanterías de las tiendas a “ensayos de tolerancia de tracción de las costuras”.
Se garantiza su higiene en roturas y resistencia al vaciado en un uso normal.
Sin vértices peligrosos
Los bordes y las puntas se miden para evitar los vértices peligrosos que los niños pueden tragar y que pueden actuar como filos cortantes.
Juguetes ignífugos
Los ensayos de inflamabilidad determinan la velocidad de propagación de una llama.
Se aplica una pequeña fuente de ignición para comprobar el poder de combustión.
Ausencia de elementos tóxicos
Los diversos materiales con los que está fabricado el juguete se someten a un tratamiento de digestión, que representa el comportamiento del organismo del niño cuando los chupa o ingiere. En la probeta de ensayo se simula la reacción gástrica a 37 grados (temperatura corporal) a fin de determinar la migración de metales pesados. Se asegura la no toxicidad total del producto y de cada parte si éstas fueran independientes.
Sonoros sí, estridentes no
Está estipulado que a 40 decibelios la sensación de sonido es de tranquilidad. Por el contrario, la exposición prolongada a sonidos que sobrepasan los 85 decibelios comienza a causar una pérdida de agudeza auditiva. Para conocer la cadencia real de los juguetes, se someten a ensayos acústicos en una cámara semianecoica para comprobar que la intensidad de los sonidos que produce compatibilizan el “umbral de confortabilidad” (nivel de vibración) y el de sonido (nivel de ruido).
A prueba de dedos
Valiéndose de un simulador del dedo de un niño, se analizan las partes de juguete de manera autónoma para comprobar que no sirven de acceso a espacios peligrosos y que no pueden funcionar de cepos.
Aislamiento eléctrico
Cuando se evalúan la rigidez conductora y la determinación de resistencia del aislamiento eléctrico de los juguetes se analizan las fases de seguridad que deben superar los juguetes alimentados por una tensión inferior a 24 voltios. En estas pruebas se analiza si un juguete eléctrico en funcionamiento se calienta. También se comprueba la correcta colocación de las pilas, que evita cortocircuitos, y su incapacidad dieléctrica (que no sirva como conductor de electricidad).
Más información sobre la seguridad de juguetes: http://www.jugueteseguro.coop/web/cas/