Dime cómo andas y te diré qué plantilla necesitas
Los tapamos, los descuidamos, sin tener en cuenta sus necesidades y los llevamos a límites extremos. Mientras que ellos nos llevan de un lugar a otro sin pedir nada a cambio. Son los pies y, en concreto, las plantas de los pies, los pilares que sustentan ese edificio llamado cuerpo humano. Salvo casos extremos, en general, no se dedica a los pies la atención que merecen, de ahí que cada vez un mayor número de personas precisen de plantillas para calzado estándar, intermedias o para pies patológicos con el fin de corregir algún problema, prevenir dolores y, por qué no, proporcionar más comodidad. En definitiva, son un tratamiento excelente y no invasivo para nuestros pies cansados, doloridos y llenos de durezas. Muchas veces basta con utilizar las del calzado normal para evitar estas molestias. Pero cuando no es posible, se pueden aliviar con plantillas de gama intermedia y, si no desaparecen, con una plantilla terapéutica prescrita por un profesional. Existe, por tanto, una plantilla para cada pie. Solo hay que descubrir el problema podológico que se tiene para averiguar cuál es la más idónea en cada caso.
Plantillas para calzado estándar
En su mayoría, el calzado incluye plantillas para garantizar el confort, algunas de ellas son extraíbles y otras están pegadas a la piel del zapato. En estos momentos hay una amplia gama de plantillas que se fabrican con EVAS, látex y poliuretano, entre otros materiales, para grupos específicos, como los usuarios del calzado deportivo, casual, infantil, personas mayores o mujeres. De todas ellas, las que mayor comodidad proporcionan son las anatómicas bio, cuya forma se ajusta a la anatomía del pie, compuesta por el talón, el arco y los huesos metatarsales. Para el calzado deportivo se han diseñado plantillas capaces de mejorar la amortiguación de los impactos que se producen al correr, saltar y caer durante la práctica del deporte. Estas plantillas incluyen una inserción en el talón realizada con materiales específicos, que tienen una mayor capacidad de absorción de los impactos.
En el caso del calzado infantil, los niños requieren plantillas que mejoren la higiene de sus pies, con elementos bactericidas y antihongos. Cuanto más pequeños son, más tejido blando tiene la planta de los pies y, por lo tanto, no hace falta complementar sus plantillas. A las personas mayores les ocurre lo contrario: el tejido de la planta de los pies disminuye y se originan presiones elevadas al apoyarlos, por lo que sus plantillas se deben suplementar con materiales amortiguadores, de manera que las presiones de la planta del pie se distribuyan bien.
saber que plantilla es la más adecuada
En los últimos años también ha aparecido una interesante innovación en las plantillas para mujeres mediante los insertos parciales para zapatos de tacón; las plantas se colocan en el talón y hasta medio pie o en la zona anterior del pie, metatarsal. El objetivo de estas taloneras es que el pie no resbale y la usuaria note mayor confort y menor presión al subirse sobre el tacón y en la zona delantera del pie. Mejoran la estabilidad, la comodidad y ayudan a prevenir patologías comunes, como las talalgias y las metatarsalgias que sufren muchas mujeres a partir de los 65 años. Estas dolencias se caracterizan por provocar dolor crónico en la zona del talón y en la parte delantera del pie, respectivamente.
Plantillas intermedias
Entre las plantillas de calzado normal y las terapéuticas se hallan las plantillas intermedias, que se venden en farmacias, supermercados y tiendas de artículos de deporte. Se suele recurrir a ellas si los zapatos no llevan plantillas de acuerdo al gusto o necesidades del usuario, si tienen la suela muy dura o ante problemas en la planta del pie o en el talón. El objetivo es aliviar las molestias leves de los pies y mejorar el confort. Están elaboradas a base de gel, EVAS, poliuretano o látex más sofisticados. Su precio oscila entre los 5 y los 20 euros.
Si a pesar de utilizarlas, las molestias del pie persisten, se debe acudir a un podólogo para recibir asesoramiento profesional y averiguar si se sufre alguna patología del pie, ya que esta puede guardar relación con problemas de rodillas, espalda y de la estructura musculoesquelética.
- Hay que examinar los pies regularmente. Prestar
atención a los cambios en el color y la temperatura
de los mismos, en el grosor o cambio de color de las
uñas (puede ser una señal del desarrollo de hongos).
El desprendimiento o pelado de la piel en la planta de
los pies o entre los dedos podría indicar la existencia
de hongos (pie de atleta). - No conviene ignorar el dolor de pies. Si persiste el
dolor, es preciso consultar a un podólogo o al médico. - Evitar caminar descalzo, los pies tendrán más riesgo
de lesión y de infección. En la playa o cuando se esté
expuesto al sol, se debe utilizar siempre protector
solar en los pies como en el resto de su cuerpo. - Si se padece de verrugas, callos, juanetes o uñeros
hay que ponerse en manos de un especialista. No use
lociones, ungüentos y remedios caseros. - Conviene masajear a diario los gemelos. Mejorará el
retorno venoso de la zona y conseguirá que los pies
tengan mejor aporte sanguíneo.
Fuente: Juan Carlos González, director del ámbito de indumentaria del Instituto de
Biomecánica de Valencia (IBV).
Plantillas terapéuticas
Las plantillas terapéuticas se caracterizan porque su finalidad es la de corregir y dar solución a los problemas de los pies. Además de las talalgias y metatarsalgias, los problemas más importantes se describen a continuación:
El pie plano destaca porque el arco del pie se encuentra anormalmente bajo. En ocasiones, el pie plano va acompañado de una excesiva rotación del pie con respecto al tobillo que hace que este se incline hacia adentro (pie plano valgo) lo que, a largo plazo y asociado a otros factores de riesgo como permanecer durante muchas horas de pie, puede provocar otro problema añadido, la fascitis plantar. Por eso, en las personas con el pie plano, las plantillas se colocan para elevar el arco y corregir el alineamiento del pie respecto al tobillo. Las plantillas se diseñan con mayor espesor en la parte interna del pie y menor espesor en la externa, a fin de corregir la excesiva inclinación (pronación).
El pie cavo se caracteriza por lo opuesto: el arco del pie es muy alto y, en general, va acompañado de una excesiva rotación del pie con respecto al tobillo que hace que el pie se incline hacia afuera (pie cavo varo). De ahí que las plantillas se diseñen al revés que en el pie plano, elevando la zona externa del pie, en lugar de la interna, para alinear el tobillo, y que se ajuste la anatomía de la plantilla a la altura del arco para que la pisada sea normal. De esta forma, se consigue que el arco tenga un soporte para el peso y que descanse sobre este.
La utilización de estas plantillas no corrige la anatomía del pie plano ni del pie cavo, pero sí evita los problemas derivados de estas formas del pie. Así, el pie plano se apoya más sobre la parte interna y el dedo gordo, donde se forman los juanetes (Hallux valgus), por lo que este tipo de pie tiende a acentuar los juanetes y las durezas en su parte interna. En cambio, en el pie cavo las durezas aparecen en la parte externa y el dedo pequeño del pie.
Respecto a los problemas de alineamiento del pie, se debe tener especial cuidado con los niños, un grupo especialmente sensible. Hay que tener en cuenta que los niños nacen con abundante tejido blando en los pies y con los pies planos. A medida que crecen, el tejido graso se va perdiendo y se forma el arco. A partir de los tres o cuatro años pueden empezar a manifestarse los problemas de los pies, pero no es hasta los cinco o siete años cuando se puede obtener un diagnóstico claro. Una vez que se sospecha que un niño tiene un problema en los pies, es aconsejable que el podólogo le haga una revisión por año, sobre todo en los primeros años, cuando el pie crece más deprisa (a partir de los catorce o quince se ralentiza el crecimiento), puesto que si la plantilla se les queda pequeña, quedaría mal colocada para la forma anatómica del pie que tiene que compensar.
El interior de la planta del pie está recubierto por la fascia plantar, una membrana de tejido (muy parecido a un tendón) que hace que el arco del pie esté en tensión. La fascitis plantar es la inflamación de la fascia y causa, normalmente, dolor en el talón o en la zona media de la planta del pie. La causa o agravamiento de la fascitis puede ser debida a un calzado inadecuado o al trabajo excesivo de esta zona (trabajos en los que se está mucho tiempo de pie, deportistas, personas con sobrepeso, etc.). Los pies planos y la pronación excesiva también son factores de riesgo, ya que pueden implicar una tensión elevada de la fascia.
Uno de los tratamientos para evitar las molestias de la fascitis plantar es utilizar una plantilla que soporte el arco del pie para reducir la tensión de la fascia y que no tire tanto de la zona de las inserciones en los metatarsianos y el talón.
Hay que tener en cuenta que los problemas de la fascia se tratan con infiltraciones y antiinflamatorios. Por eso, en el escenario terapéutico actual recurrir a las plantillas siempre es un buen remedio, ya que es menos invasivo que los medicamentos.
Las personas diabéticas deben intentar distribuir las presiones en el pie de modo que sean lo más homogéneas posibles, sin que existan puntos de sobrepresión que puedan producir una úlcera. Esto significa que en los puntos donde se identifica una presión excesiva, un podólogo debería actuar y modificar la plantilla (mediante la incorporación de un material más blando o la realización de un agujero). Estas plantillas permiten a los pacientes diabéticos distribuir bien las presiones del pie para evitar las úlceras y las fabrica un podólogo.