De día en el centro, de noche en casa
Dos millones de ellos sufren alguna discapacidad, y casi un millón no se valen por sí mismos en la vida cotidiana al padecer una disminución severa o total de sus capacidades físicas o mentales, por lo que dependen de familiares o cuidadores para vestirse, comer, desplazarse, asearse…
Son los familiares directos de los ancianos quienes más frecuentemente asumen las obligaciones que supone el cuidado constante de los ancianos incapaces, pero son muchos los que no pueden ser atendidos por sus parientes. En este caso, las residencias de ancianos constituyen la opción más socorrida. Pero la realidad social es la que es: en nuestro país sólo hay 2,7 plazas en residencias -privadas o públicas- por cada cien personas mayores de 65 años y la mayoría de las residencias presentan al solicitante de una plaza largas y desalentadoras listas de espera.
Los centros de día, en los que los ancianos pueden pasar el día para después regresar a dormir a su casa, representan una alternativa de atención cotidiana a los mayores no válidos y de alguna manera hacen el papel de guarderías, permitiendo a los mayores seguir viviendo en casa. Pero son también un complemento gerontológico del que se dotan las comunidades autónomas en las que faltan plazas en las residencias, convirtiéndose en un remedio de sala de espera que acoge al solicitante de plaza en una residencia hasta que se produzca la oportuna vacante. De todos modos, se repite el problema: la tercera parte de los centros de día tienen listas de espera y la media de solicitudes no atendidas es de 12 por centro con listas de espera. Este es el primer dato que surge del estudio que ha realizado CONSUMER con el fin de conocer las características, prestaciones y funcionamiento de este nuevo recurso de atención socio-sanitaria. El informe se ha basado en la información facilitada por 85 directores de otros tantos centros de día sobre la atención sanitaria, los servicios, la seguridad y los precios de los establecimientos que regentan.
Los centros de día incluidos en este informe suponen cerca de la mitad de los que operan actualmente en Madrid, Barcelona, Valencia, Vizcaya, Guipúzcoa, A Coruña, Málaga, Alicante, Navarra, Álava, Cantabria y La Rioja. De ahí que la representatividad del estudio sea elevada en estas zonas y suficiente (por las nueve comunidades autónomas incluidas) para el conjunto del país.
CONSUMER, contando con la asesoría de geriatras y expertos en residencias de ancianos, ha establecido un sistema propio de puntuación y ponderación (valoración relativa de cada una de las variables estudiadas) para calificar a estos centros.
Pueden mejorar, pero están bien
La primera conclusión de la investigación es que, pese a que algunos centros de día deben mejorar, la mayoría ofrecen un servicio satisfactorio y cumplen con su cometido. Fe de ello da la nota media de los 85 establecimientos estudiados, que supera los siete puntos. De todos modos, el 16% de los centros estudiados suspende en atención asistencial, bajo la que se incluyen el número de ancianos que corresponde a cada cuidador, la existencia o no de sala de consulta médica y de sala de curas independiente de aquélla, la disponibilidad de un médico de forma permanente en el centro y su titulación específica, y la existencia o no de servicios de fisioterapia y rehabilitación, entre otros aspectos. Además del asistencial, otro apartado que debe mejorar es la seguridad, trascendental en estos centros que acogen a residentes de elevada edad, muchos de ellos con importantes incapacidades físicas o mentales. Veamos los datos: más de la mitad de los centros de día consultados reconocen que no han realizado nunca un simulacro de incendio, uno de cada siete no cuenta con sistema de detección de incendios, uno de cada diez carece de plan de emergencia, y uno de cada quince no ha instruido al personal del centro sobre cómo proceder en caso de incendio o no cuenta con luces de emergencia en sus instalaciones.
En lo positivo, figuran los servicios que los centros de día ofrecen a sus usuarios, si bien algunas prestaciones se revelan muy susceptibles de mejora: la mitad de los centros no cuentan con servicio de transporte propio para acercar a los usuarios al establecimiento, el 60% no informan oficialmente por escrito sobre la situación de cada usuario o lo hace sólo muy ocasionalmente y casi la mitad de los centros de día no ofrecen una dieta adecuada a las necesidades concretas de los usuarios con necesidades dietéticas especiales (tan numerosos en esta población de elevada edad), y casi el 30% de los centros no cuenta con biblioteca.
Otra constatación es que aunque los centros de día públicos y concertados obtienen una valoración media algo mejor, las diferencias con los privados son poco significativas. Además, los que no llegan al aprobado en su calificación global (sólo el 5% de los estudiados), son todos ellos de titularidad pública. De todos modos, hay que matizar que son suspensos altos: ninguno obtuvo menos de 4,4 puntos en la valoración global.
En lo que a la situación por provincias se refiere, destacan Álava, Madrid y La Rioja, donde la nota global ronda los 7,5 puntos, mientras que las de resultados menos elogiables son A Coruña, Barcelona y Navarra, si bien consiguen de media 6,5 puntos de nota global.
Atención asistencial
Seis de cada diez centros disponen de un cuidador para cada cinco ancianos, ratio que, según los especialistas consultados, puede considerarse óptima para estos centros. Pero a este dato positivo hay que adjuntar otro menos favorable: dos de cada diez centros de día declaran contar con entre 8 y 12 ancianos por cuidador, un despliegue insuficiente si se tienen en cuenta las condiciones de dependencia de que adolecen gran parte de sus usuarios.
Por otra parte, el 16% de los centros no cuentan con una sala de consulta médica, infraestructura muy conveniente para un centro en el que el tratamiento terapéutico es un objetivo esencial. Y el 6% de los centros consultados carecía de sala de curas, si bien muchos de ellos utilizan la sala de consulta también para las curas.
Entre los que no disponen de un médico permanente (el 66% de los consultados), uno de cada tres centros cuentan con un servicio concertado: el médico acude cuando su presencia es requerida. En una proporción similar de centros, el médico acude varios días a la semana y en el resto de los que no disfrutan del siempre deseable médico permanente, en caso de eventualidad desplazan al enfermo al hospital. Y unos pocos esgrimieron un argumento tan poco convincente como el de que no están obligados a tener médico.
Independientemente de si el médico está en el centro de forma permanente o no, lo idóneo es que el facultativo que atiende a los ancianos sea geriatra o médico internista. Pues bien, sólo uno de cada tres centros de día contaba con un médico de esa especialidad. En el resto, se trata preferentemente de un médico de cabecera, si bien en pocos casos se trataba de psicólogos, dietistas o neurólogos.
Por otro lado, uno de los servicios de mayor importancia, especialmente entre los incapacitados físicos, es el tratamiento fisioterapéutico. Cabe subrayar que el 12% de los centros carecen de esta prestación y que el 30%, pese a ofrecerlo, no lo dispensan en condiciones idóneas.
Servicios de los centros de día
El transporte de la persona mayor al centro de día por parte de los familiares significa, con frecuencia, un problema logístico cotidiano, paliado sólo en el 42% de los casos con un transporte propio del centro que recoge a los usuarios en las proximidades de su domicilio y lo desplaza hasta el propio establecimiento. Sólo en muy pocos casos, la ausencia de este transporte se compensa con la existencia de un transporte público que acerca al usuario al centro. Se trata, empero, de una solución parcial, debido a la escasa o nula movilidad de algunos usuarios y a diversos problemas logísticos: el bus, tren o metro que deja al usuario lejos del centro, la necesidad de tomar varios medios de transporte para llegar al destino… Llama, por tanto, la atención que la mitad de los centros carezcan de un medio de transporte propio para permitir llegar al centro a sus usuarios de un modo seguro y cómodo.
En lo que a comunicación con los familiares se refiere, aunque no imprescindible, no está de más que el centro informe de forma oficial y por escrito sobre la evolución y la situación del anciano. Aunque la comunicación informal pueda funcionar fluida y correctamente, la realizada por escrito es una garantía que asegura el flujo de información entre el centro y la familia. Pues bien, el 62% de los centros no informa oficialmente y por escrito de la evolución del familiar, y entre los que lo hacen se reparten a partes iguales los que emiten la información con periodicidad semanal y mensual.
Por otro lado, la existencia de cuartos de baños geriátricos se considera imprescindible, pero el 3% de los centros consultados carecen de ellos. De todos modos, una de las carencias más evidentes que ha detectado este informe es la relativa a la comida: el 46% de los centros de día no ofrecen dietas personalizadas para los usuarios con necesidades especiales. Además, el programa de animación socio-cultural orientado al colectivo de ancianos ha de ser ambicioso y eficaz. La situación al respecto es buena: tan sólo el 7% de los centros de día carece de estos programas, y en el 70% se realizan cuatro o más actividades distintas de tipo cultural, musical, físico o de terapia ocupacional.
La escasa capacidad de los usuarios de los centros de día para desplazarse a la consulta de especialistas como otorrinolaringólogos, oftalmólogos o dentistas, crea la necesidad de que los centros de día se encarguen de canalizar este tipo de servicios. En este sentido, todos los analizados cuentan con consultores que acuden al centro, aunque tan sólo en el 40% se oferta este servicio gratuitamente.
Todos, por otra parte, cuentan con zona ajardinada o tienen un parque a una distancia inferior a 250 metros, por lo que los momentos de agradable esparcimiento están relativamente garantizados. Y en el 85% de ellos se ofrece servicio de peluquería, aunque tan sólo uno de cada tres no cobran por él. El precio máximo se ha cifrado en 18 euros y el mínimo en 0,6 euros, mientras que la tarifa media por el arreglo del cabello fue de 6,7 euros. En cuanto a la podología, necesaria en estos centros debido al deterioro que habitualmente sufren los pies de las personas mayores, el 22% de los consultados no cuentan con este servicio, y entre los que lo ofrecen tan sólo la tercera parte lo hacen de forma gratuita o incluida en la cuota. El precio medio ronda los 10 euros. Por último, la lectura es siempre un ejercicio recomendable que deviene idóneo en la vejez, ya que requiere un ejercicio intelectual que obliga a trabajar la mente a la vez que entretiene. En este sentido, es criticable que el 29% de los centros consultados no disponga de biblioteca.
¿Qué son los centros de atención diurna?
Se trata de centros no residenciales que atienden a personas mayores con autonomía reducida. Los ancianos no duermen en ellos, sino que pasan en los centros determinado número de horas y vuelven a casa a dormir. Algunas residencias de ancianos cuentan también con plazas de atención diurna. Los centros de día permiten que las personas mayores que no pueden valerse por si mismas estén atendidas de día y que de noche continúen viviendo en su domicilio habitual, con lo que mantienen su relación familiar. En las zonas en que las plazas de residencias de ancianos no cubren la demanda existente, los centros de día se constituyen en una herramienta gerontológica complementaria a las residencias, paliando relativamente esa carencia de plazas. Así, se convierten en ciertos casos en paso previo al ingreso en un centro residencial: son la “sala de espera” de las residencias en donde el usuario es atendido hasta que se libra una plaza en una residencia.
¿De quién dependen?
Pueden ser de titularidad pública, concertada y privada. Los primeros dependen de las administraciones autonómicas o provinciales, y los últimos se gestionan de forma privada, mientras que los concertados combinan la titularidad privada con ciertas plazas concertadas (en ocasiones, la totalidad de las mismas) rigiendo en éstas las mismas condiciones y requisitos que en las plazas públicas.
Tipos de centros de día
Los hay para válidos, para asistidos, centros mixtos, y los psicogeriátricos, éstos últimos para personas con problemas psíquicos. Los primeros, los menos comunes, son de titularidad privada. Los centros para asistidos o dependientes son los más comunes y atienden a personas que necesitan ayuda para sus actividades cotidianas. En ocasiones, son admitidas personas válidas que por circunstancias personales o sociales puedan equipararse a las dependientes o las que viviendo solas o con familiares y pudiendo mantener un grado de autonomía aceptable, se encuentren en riesgo de perderla por razón de edad avanzada, desamparo social o enfermedad.
¿Cuál es la finalidad de los centros de atención diurna?
En teoría: mitigar las pérdidas funcionales de los mayores o aminorar sus dificultades, favoreciendo el mantenimiento en su medio habitual de convivencia. Deben ofrecer a los mayores tanto cuidados y servicios terapéuticos como programas que promuevan su desarrollo socio-cultural. Han de intentar que el mayor se sienta casi como en casa, para lo que se antoja indispensable que éste tenga capacidad de elección. Deben permitir la mayor autonomía de decisión en cuanto a las actividades a realizar, el grupo de personas con el que comunicarse cotidianamente e incluso respecto de lo que se come. En definitiva, han de hacer posible que los mayores, además de ser atendidos, puedan disfrutar de su tiempo libre.
¿Qué servicios ofrecen?
Manutención, atención a la salud, ayuda en las actividades de la vida cotidiana, rehabilitación y estimulación física, cognitiva y relacional, asistencia social, dinamización socio-cultural y soporte familiar. Y también, atención geriátrica y rehabilitadora, cuidados personales, asistencia médica de carácter preventivo, terapia ocupacional, atención psicosocial, actividades físicas y de tiempo libre y transporte al centro, en régimen de media pensión, cuyo fin último es el desarrollo de sus capacidades funcionales y su integración en la comunidad.
Horarios y precios
Los centros de día generalmente permanecen abiertos de lunes a viernes (aunque los hay que dan cobertura también los fines de semana) durante ocho horas al día. Las fórmulas varían en función del centro si bien predomina el horario de nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde. En cuanto a los precios, que varían en función del nivel de dependencia del anciano (asistido, semi-asistido o válido), en los centros privados la tarifa por día oscila entre los 13,8 euros y los 52 euros, y la media es unos 25 euros. En los públicos y en las plazas concertadas, la cantidad a pagar varía según la comunidad autónoma. En general, se trata de un porcentaje de la renta anual del usuario. La fórmula más utilizada parte de unos máximos diarios o mensuales y recurre a unos baremos en función de la situación económica del anciano. Algunas comunidades autónomas se hacen cargo de la diferencia a aportar en el caso de que el porcentaje de la renta aplicado no llegue a cubrir ese máximo estipulado, mientras que en otras esta diferencia va generando una deuda que habrá que liquidar cuando llegue el final de la estancia en el centro. Estos porcentajes, los baremos aplicables y los máximos establecidos, pueden variar incluso dentro de la misma provincia en función de la titularidad de las plazas públicas, ya que pueden ser plazas públicas municipales o de las comunidades autónomas.
Criterios de calidad y tabla comparativa
Naturalmente, un buen centro de día es aquel que cuenta con las instalaciones y el personal adecuado para desarrollar y cumplir los objetivos de terapia de rehabilitación física y social. Es decir, el que dispone del personal necesario y suficiente (lo ideal es que no haya más de 5 ancianos por cuidador), cuenta con un médico internista o geriatra -o con un servicio concertado ágil y de calidad-, y salas de fisioterapia e instalaciones orientadas a la convivencia y al desarrollo de las diversas actividades socioculturales. Y si buscamos un centro excelente, sería aquél que además de todo lo anterior, promueve en el anciano un sentimiento de autonomía e independencia, factores determinantes en el nivel de satisfacción de las personas mayores que utilizan este tipo de centros. Este sentimiento de autonomía hace mención a la posibilidad del anciano de decidir y actuar con independencia en el funcionamiento del propio centro. La forma de conseguirlo se basa en proporcionar al usuario la máxima libertad de elección posible, desde permitirle a éste tomar la decisión acerca de ingresar o no en el centro hasta poder elegir las actividades a realizar o el grupo de personas con quienes las va a realizar.