David Byrne, político comunitario

1 marzo de 2001

En España mucha gente vivió en los años 80 la tragedia del envenenamiento masivo por consumo de aceite de colza desnaturalizado. En este contexto, problemas sanitarios como la enfermedad de las vacas locas crean miedo y desconfianza hacia la seguridad de los alimentos y exigen la intervención urgente de las autoridades públicas y los productores para restituir la confianza de los consumidores. ¿Se plantean así las cosas en Bruselas o se abordan estos problemas conforme van surgiendo?

Puedo asegurar que, desde que en 1996 estalló la crisis de la encefalopatía espongiforme bovina, Bruselas ha abordado este problema con toda seriedad. En la Comisión la crisis ha provocado una profunda reestructuración de responsabilidades y hemos establecido nuevos dispositivos internos para garantizar que los responsables de la toma de decisiones dispongan de asesoramiento científico independiente sobre la EEB y las demás cuestiones que afectan a la salud de los consumidores.

Además, desde 1996 hemos adoptado, en respuesta a esta crisis, más de 40 medidas legislativas concretas destinadas a proteger la salud de los consumidores frente a los riesgos identificados por los científicos. Y a medida que vamos sabiendo más sobre la enfermedad, actualizamos y mejoramos las disposiciones de gestión del riesgo que hacen al caso. Así, en el Reino Unido, las medidas adoptadas por iniciativa tanto del Gobierno nacional como de la Comunidad están empezando a dar sus frutos y la EEB ha entrado ya en una fase descendente.

Comprendo la inquietud de los consumidores españoles. Nos ha costado bastante tiempo convencer a las autoridades españolas de que la EEB no iba a detenerse en la frontera. En España, la atención pública no ha empezado a centrarse en las medidas necesarias para proteger la salud de los consumidores hasta que no quedó probada la existencia de casos de EEB tras la introducción de nuevos ensayos de análisis rápido. Pero los consumidores españoles deberían saber que a nivel comunitario hemos adoptado un conjunto de medidas que tienen por objeto protegerlos del riesgo derivado de la EEB.

Quiero destacar en particular, como elemento clave de nuestra estrategia de gestión del riesgo, la obligación que tienen los mataderos de retirar de la cadena alimentaria todos los materiales bovinos que pueden plantear un riesgo real de transmisión de la EEB. Además, seguimos proponiendo incesantemente mejoras en las disposiciones relacionadas con la EEB y, en general, en la legislación sobre seguridad alimentaria de la UE. La Comisión Prodi ya adoptó en enero de 2000 un ambicioso plan destinado a revisar toda la legislación alimentaria de la UE y crear una Autoridad Alimentaria Europea independiente

¿Cómo va a convertirse la Autoridad Alimentaria Europea (AAE) en la pieza fundamental de la nueva política de seguridad alimentaria? ¿Conseguirá garantizar la seguridad desde la granja hasta la mesa del consumidor? Se habla de un presupuesto de 40 millones de euros anuales y de una plantilla de más de 300 personas para la AAE. ¿Para qué se utilizarán estos medios?

La función principal de la AAE será proporcionar asesoramiento científico sobre las cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria y con la salud de los consumidores. Sentará las bases científicas sobre las cuales la Comisión, el Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros adoptarán las decisiones relativas a la gestión del riesgo. Además, comunicará directamente a la población información relativa a su asesoramiento científico. La Comisión ha propuesto que sea también la AAE la responsable del funcionamiento del Sistema de alerta rápida para alimentos y piensos. La razón es que cada alerta rápida de un problema en la cadena alimentaria deberá ser objeto de una evaluación científica lo más rápida posible. Asimismo, la AAE prestará a la Comisión apoyo científico y técnico en la gestión de las crisis alimentarias.

La Autoridad Alimentaria se mantendrá sumamente vigilante ante todos los riesgos que vayan surgiendo para que casos como los de la EEB puedan detectarse en su fase inicial. La Autoridad dispondrá de presupuesto propio para emprender estudios científicos destinados a colmar las lagunas existentes en los conocimientos científicos cuando ello resulte necesario para el cumplimiento de su misión o para hacer frente a alguna crisis. Tendrá, pues, un derecho independiente a investigar problemas no investigados en ninguna otra parte. Para garantizar su independencia, la Autoridad Alimentaria Europea se financiará con fondos públicos con cargo al presupuesto comunitario. Tendrá 255 empleados durante los tres primeros años.

En España se va a crear la Agencia de Seguridad Alimentaria para coordinar las actuaciones de control de los alimentos y ofrecer soporte técnico a la Administración. ¿Cree usted que este refuerzo de los controles será suficiente para que los consumidores recuperen la confianza y vuelvan a consumir alimentos sin temor a enfermar? ¿No sería necesario adoptar también medidas que impliquen directamente a los productores de alimentos y los sistemas de elaboración que aplican?

La existencia de controles adecuados de la aplicación de las medidas de seguridad alimentaria es esencial para una estrategia que tenga por objeto garantizar la seguridad de los alimentos. En consecuencia aplaudo los esfuerzos que las autoridades españolas están llevando a cabo para mejorar los controles de los alimentos y establecer una mejor coordinación.

A nivel comunitario, la Comisión presentará este año una propuesta legislativa para reforzar los controles oficiales de alimentos y piensos y para corregir las deficiencias existentes en los sistemas nacionales de control de la seguridad de los alimentos. Nos proponemos armonizar los sistemas de control estableciendo criterios operativos a la luz de los cuales la Oficina Alimentaria y Veterinaria de la UE auditará a las autoridades nacionales competentes. Además, vamos a elaborar directrices comunitarias para que, a nivel nacional, se establezcan estrategias de control coherentes, prioridades basadas en el riesgo y procedimientos de control eficaces.

Esta es una de las propuestas del Libro Blanco sobre Seguridad Alimentaria de enero de 2000. En este Libro Blanco la Comisión presentó un ambicioso programa de reforma de toda la legislación alimentaria de la UE que incluye, en particular, una revisión de la legislación para aclarar la responsabilidad de los productores de alimentos en materia de seguridad alimentaria. Las propuestas presentadas en julio de 2000 relativas al establecimiento de nuevas normas sobre higiene en la producción de alimentos por ejemplo ya tienen en cuenta este nuevo enfoque. Así que sí es necesario adoptar medidas, y de hecho ya lo estamos haciendo, tanto en lo que se refiere a los controles como en lo relativo a la mejora de la legislación sobre producción de alimentos y responsabilidad de los productores de alimentos. Esperamos que nuestra actuación en estas dos áreas sirva para que los consumidores recuperen la confianza en la seguridad de los alimentos.

¿Qué puede decirnos de la seguridad de los alimentos modificados genéticamente? ¿No van a crear, antes o después, problemas sanitarios a los consumidores?

No hay pruebas científicas que indiquen que los alimentos modificados genéticamente que han sido objeto de evaluación adecuada y aprobación por parte de las autoridades competentes con vistas a su uso en los productos alimentarios hayan tenido efectos negativos imprevistos en la salud de los consumidores. Por ahora, el debate científico se centra sobre todo en el impacto medioambiental del cultivo de productos modificados genéticamente. Además, el debate sobre la modificación genética debe abordar también los aspectos éticos relacionados con el tema.

Soy partidario de que la aprobación de la comercialización de alimentos modificados genéticamente se realice sobre bases científicas, para garantizar que únicamente se comercializan productos seguros. Y me inclino por dar a los consumidores la posibilidad de elegir, contando con el correcto etiquetado de los alimentos modificados genéticamente, de manera que puedan decidir por sí mismos si quieren comprar alimentos modificados genéticamente o no. En la actualidad la Comisión está estudiando diferentes opciones para adoptar, a escala comunitaria, normas sobre etiquetado y trazabilidad. Espero que durante el primer semestre de 2001 podamos avanzar en la elaboración de un conjunto de propuestas en relación con los organismos modificados genéticamente.

¿Cuál debería ser el papel de las asociaciones de consumidores en las crisis alimentarias? ¿Cuál es también su papel en lo concerniente al aseguramiento de la calidad de los alimentos?

Creo que las organizaciones de consumidores deben desempeñar un papel fundamental en lo relativo a la seguridad de los alimentos ya que son los principales representantes de los intereses de los consumidores en la sociedad civil. Podrían actuar como perros guardianes, ejerciendo una vigilancia crítica de las acciones de las autoridades y de los productores. Siempre que fuera posible, deberían recabar y difundir de forma independiente información sobre los problemas de seguridad alimentaria, tanto en contacto directo con los consumidores como, por ejemplo, a través de la realización de pruebas y comparaciones de los productos tal como hacen muchas organizaciones de consumidores y revistas.

Pienso que la cooperación entre las organizaciones de los consumidores, tanto a escala nacional como internacional, contribuye realmente a hacer más eficaz el trabajo sobre estos complicados temas que exigen casi siempre disponer de conocimientos técnicos. Veo la cooperación entre las organizaciones de los consumidores, tanto en caso de crisis como en su trabajo cotidiano de lobby en favor de normas alimentarias más seguras, como el mejor método para aumentar su influencia en los políticos y hacer llegar un mensaje coordinado a los consumidores.

Cuándo va a un restaurante o hace la compra, ¿toma sus decisiones en función de la amplia información de que dispone en materia de seguridad alimentaria?

No creo que se necesite un conocimiento a fondo sobre seguridad alimentaria para tomar decisiones en un restaurante o en un supermercado. Suelo escoger lo que más me gusta. Y, como todos, voy con cuidado.